Mi padre me siguió cogiendo en varias ocasiones, creo que por el embarazo no gocé como debía, lo único que me satisfacía por momentos eran las exquisitas mamadas que le daba a mi vagina.
Mas tarde al terminar de cenar subí por el postre mientras los demás seguían abajo en la bodega y me dijo José yo te ayudo, ahí me abrazo por atrás y pude sentir su pene duro que se apretaba a mi culo, me beso el cuello y me dijo me vuelves loco, yo estaba empapada y le dije venga para y bajemos, me contesto tu primero que a mi se me nota y a ti no.
En mi relato anterior describí los inicios de mi deseo por sentirme mujer y como fui descubriendo que era posible hacerlo. Descubrí una serie de increíbles sensaciones al jugar con mi cuerpo y la exploración comenzó.
Una última firma en el acto de compra y finalmente me convertiría en el dueño de la que seria mi primera casa. Sentí una gran satisfacción al ser capaz de independizarme de mis padres: una casa propia, un trabajo, un salario, una carrera laboral prometedora. Faltaba una mujer; con la última nos habíamos separado hace poco por incomprensiones. Pero no estaba desesperado, tarde o temprano, conocería a alguien con quien compartir mi vida.
Empezó a acariciarla en redondo, arriba y abajo, con las dos manos, moviendo suavemente sus dedos bajándome la piel del capullo y dejando el glande a la vista, gordo y rosado, con una gotita de liquido preseminal en la punta.