El primero de una serie de relatos sobre hechos verídicos, que han cambiado mi manera de entender el sexo.
Yo la verdad es que no sabia que hacer, la intentaba animar, en casa procuraba hacer todas las faenas, incluso le llegué a comentar que si no se sentía bien que se fuera unos días sola para pensar y relajarse.
Cuando llegaron las fiestas de mi pueblo, unos amigos por cierto muy envidiosos, me dijeron que me dirigiera a los cochecitos de atracciones.
La trama trata sobre una pareja de hermanos cachondos que deciden experimentar algo nuevo para descubrir qué tan fuerte es el lazo que los une.
Era una tarde de verano, Nami y Jorge estaban en casa de Javi y Jeni, como muchos días, viendo la tele, los cuatro eran amigos desde pequeños y quedaban muy a menudo, en esta ocasión a Javi le había tocado hacer turno doble en la fabrica, y solo estaban Nami Jorge y Jeni, como hacia mucho calor no tenían ganas de salir a pasear ni nada solo de quedarse en casa en el sofá viendo la tele a la espera de que llegara Javi para salir a cenar.
Allí pasaron horas, él continuaba en la misma posición. Por su cabeza no transcurría nada, simplemente estaba en blanco. Era como si le hubieran arrancado la vida, su cuerpo se mantenía (a duras penas) activo, pero su mente permanecía dormida.
Mi hermana salía a colación tan frecuentemente en nuestras pláticas, que debo admitirles, que sus comentarios de deseo fueron parte importante a que mi propio deseo fuera aumentando hasta el grado de violar a mi hermana, que como recordarán ustedes, fue como inició mi incestuosa relación con ella.
Presentante en casa de nuestro amigo a las 20:00 de la tarde vestida con unos pantalones blancos y un top blanco con tanga negro y sin sujetador, ellos sabían mas o menos mi vestuario por que mi sobrino me ha visto muchas veces, no sabiendo que hacer no me quedo otro remedio que ir a la casa de su amigo, me vestí como me mandaron y fui hasta allí.
Me case con mi novio de toda la vida y padre de mi hijo, cuando tuvimos trabajo fijo, la relación es muy buena en todos los sentidos y no me quejo de nada, yo ahora trabajo en la empresa de mi padre, termine mi carrera de empresariales con buenas notas, mi marido es comerciante y aunque no esta mucho tiempo en casa me tiene bien atendida.
Les grité a los visitantes que se marcharan, que eran unos degenerados al igual que mi marido y no que era una puta dispuesta a hacerles favores. Me puse a lagrimear y les pregunté por qué me hacían esto a mí e indirectamente a sus esposas que eran mis amigas. Por qué me humillaban de esa manera si nunca les había dado motivos para ello.
Llegamos el viernes e instalamos el campamento, desde el viaje, como todos viajamos juntos en una camioneta estuvimos recargados unos sobre otros y siento que desde ahí con el tequila, sabiendo que cada no tomaría a partir de ese momento un camino diferente en fin todo ese momento que encerraba algo especial nos atrevimos a cachondearnos, ya que nos abrazamos, tocábamos sin una supuesta intención (¡aja!), etc.
Yo estaba muy nerviosa porque sentí que me jalaban del sujetador y me lo arrancaban. Intenté taparme, pero me sujetaron los brazos y me comieron las tetas dos cabezas. Eso me puso muy cachonda y cuando sentí que me bajaban las bragas me dejé llevar.
Mi tía Carla estaba entusiasmada con la polla de Paco pero mama le cambió el puesto para probar la de Paco y Carla a su vez se lo cambió a Elisa que paso a chupármela a mi, después volvimos a cambiar las parejas hasta que Paco se corrió en la boca de mi hermana Elisa, Curro en la de mi madre y yo en la de tía Carla.
Entré haciéndome el tonto y sin querer queriendo me comenzó a contar experiencias de cuando ella era joven y estudiaba, y yo parado al lado afirmado en una litera escuchándola, le hice un guiño con mi boca mostrándole cómo se movía mi abultado paquete, ella miró y sonrió pero siguió con su charla.
La risa y las burlas empezaron a meterse en el juego. Luis preguntó si ya que estábamos todos desnudos el juego había terminado. De inmediato dije que sólo los cobardes abandonaban un juego. Y José preguntó entonces, cómo seguir. Yo, me animé a instarlos a más.
Los dos trabajaban en el mismo taller de reparación de coches y eran íntimos amigos, ambos tenían 24 años y como buenos deportistas que eran, tenían cuerpos bien formados y ni una pizca de grasa.
Tras tres intentos de entrar en mi sin poder, desistió y me sentí aliviada al sentir que dirigía su boca a mi sexo, note su lengua cálida en mi clítoris, algo mucho mejor que mis dedos y empece a humedecerme, su legua frotaba chupaba y empujaba mi clítoris, era muy agradable, me estaba poniendo a cien, estaba muy mojada.
Estaba yo sentado mas o menos en mitad de la cama, con Lorena lamiéndome el cipote con gula y veneración, mientras uno de mis amigos la enculaba con energía, cuando su hermanita se deshizo de los dos chicos con los que había estado haciendo un sándwich, dejándolos agotados en un rincón de la cama.
Luego me acomodaba de espaldas a él, encima de su pene, quedando en cuclillas para lograr una delicada penetración, esto lo hacía bien despacio porque en esta posición es un poco dolorosa la penetración anal, una vez que el pene llegaba hasta el fondo me recostaba de espalda sobre mi amante dejando el terreno libre para mi otro amante, ahí comenzábamos con la doble penetración, que linda sensación tener los dos miembros dentro mío aparte bien erectos y duros después de bancarse sin acabar semejante mamada.
Tenía un tanga cuya línea apenas le tapaba la raja. ¡Menudo culo! Ya no pude más y me saqué la polla, que no es por nada, era más grande que la de aquel tipo. Miranda se arrodilló y le hizo una mamada de escándalo a Juan, que así se llamaba. Luego él la dio la vuelta y por fin la vi las tetas.