Descubriéndola
Llevaba seis meses estudiando en Barcelona, cuando me invitaron a una fiesta de universitarios, había empezado el curso un mes después y creí que esa era una buena oportunidad para conocer gente de mi campus.
Relatos eróticos
Llevaba seis meses estudiando en Barcelona, cuando me invitaron a una fiesta de universitarios, había empezado el curso un mes después y creí que esa era una buena oportunidad para conocer gente de mi campus.
La calle empedrada impedía ver en toda su plenitud el caminar de esa mujer, una vez que alcanzó la vereda, la impresión fue otra, sus senos firmes, una cintura sensual, conformaba junto con esos pantalones ajustados, un deleite a los ojos, al mover sus cabellos lacios negros, dejo a mi vista su rostro
La lujuria que despierta en mí ver tu cuerpo. Para vos, mujer que lees que estas líneas.
Era una pena, me dijo, que no hubiese podido ir con él, hubiésemos pasado una semana de lujuria y pasión como pocas. Y que tenía ganas de volver a tenerme, de acariciar y lamer todo mi cuerpo.
Tu manera de susurrarme, la profundidad de tu voz, su timbre, tan sugerente, tan cálida y sensual, tremendamente varonil, tanto que hasta leyéndome el más inocente de los cuentos tu voz conseguiría excitarme.
Mi coño arregladito, con mis ingles y mi rajita completamente limpias de bello es el centro de atención. Hasta Cristina me está mirando y preguntándome qué hago en ese estado.
Cansadas de morirnos de asco decidimos salir de marcha un sábado a pasarlo bien. Nosotras lo llamamos salir de caza. Nos ponemos nuestros mejores uniformes. Esos que atraen a las presas sin tener que hacer demasiado:
A Sandra le lloraban los ojos, había dejado de masturbarse y solo trataba de coger un poco de aire por la nariz. No sabía cuanto tiempo llevaban así pero parecía una eternidad. Al final, su boca se lleno de semen que tuvo que tragar para poder respirar.
Una risita de alivio y de calentura brotó de los labios del amigo. Empezó a sonar una música lenta, pero sensual. Unas manos me cogieron de la cintura y me llevaron unos pasos adelante. Hizo que tocara el sofá.
Por el tono de su voz, lasciva y promiscua, ella parecía más una actriz porno o una puta que alguien que estuviese verdaderamente disfrutando. Parecía claro que ella fingía, ya que sino no podría articular palabra y sólo emitiría leves y espaciados gemidos.
Y si a eso sumamos que como travestí homosexual que siempre asume el papel pasivo y además muy sensual, pues no es fácil exigir una pareja que reúna características del hombre ideal.
Dominada al fin. Acostumbrada a ser la dominante, se encuentra con la horma de su zapato. Y ahora es ella la dominada.
Me piden que me desnude detrás del biombo, dejándome solo las braguitas blancas… Lo hago y al salir siempre mirando al suelo noto que me sonrojo no soy capaz de volver a mirar los negros y brillantes zapatos de los caballeros ni los de la chica miro sólo los míos.
Regrese a casa y puse a enfriar el vino y a preparar el lomo, cuando dieron las 2:30 de la tarde me fui a una boutique de lencería fina que queda como a tres cuadras del departamento, todo con el fin de verme atractiva y provocativa para cuando Eddy llegara a mi departamento.
Los ojos de él ya se habían acostumbrado a la oscuridad y dejo la linterna a un lado, mientras veía como aquel cuerpo se movía marcando cada curva, con un movimiento sensual, sexy, provocativo, pidiendo ser poseído, acariciado, besado.
Me había levantado de la cama a medianoche con ganas de ir al lavabo, mientras me incorporaba intentaba no despertar a María, que permanecía en un sueño profundo, con su cuerpo esbelto palidecido por los rallos de la luna, semidesnuda.
El viaje continúa y busco insolente el contacto con la piel bajo el ombligo de la otra muchacha en el vagón lleno de cuerpos sudorosos y estresados al mínimo contacto de mi mano huye de ahí.
Cuando ella entro por primera vez clases no me atrajo mucho pero poco a poco fue atrayéndome fuertemente tenia una mezcla de juventud y sobriedad y un cuerpo que me traía loco, sobre todo esos pechos, los cuales quería tener entre mis manos.
Que no era el trabajo que le gustaba hacer, es verdad, pero muy poca gente trabaja en lo que realmente le gusta, aunque todavía no había perdido las esperanzas de encontrarlo.
Una chica acepta un aventón a una ciudad cercana para una fiesta, y acab agradeciéndolo con mucho sexo.