Éste no se hacía de rogar y le dedicaba a mi esposa las caricias más desvergonzadas, especialmente concentraba éstas en la firme grupa, veía yo cómo se perdía el dedo medio de Lalo entre las rotundas redondeces de Linda y como ella presionaba su culito contra la mano husmeadora, levantando la colita para facilitarle el camino.
Yo me encontraba de pie junto a la cama totalmente desnuda, y la rubia pequeña empezó a tocarme las tetas desde atrás con sus dos manos, mientras la morena se arrodilló y empezó a pasar su lengua por mi ombligo, bajando, bajando hasta llegar al clítoris. Me puse como nunca. Todavía no habíamos empezado y ya estaba a punto de correrme.
La protagonista de nuestra historia continúa poniéndole los cuernos a su marido que adora ver cómo la poseen.
Uno de los socios de una discoteca le hace una proposición a la mujer de uno de sus trabajadores: convertirse en su putita particular, con conocimiento y consentimiento del marido.
Después de algunos encuentros incluyendo hombres en su cama, la esposa pierde las inhibiciones y disfruta de un perfecto viaje sexual con una amiga suya y los hombres que las cortejan, para contárselo después con detalle a su marido.
Estaban todos como locos, les encantaba el sexo. Mientras las dos chicas planeaban una nueva orgía para otro día, sus maridos que habían ido por provisiones las telefoneaba para llevarles una excitante sorpresa.
El marido contempla escondido cómo su mujer es follada y sodomizada por primera vez por un amigo de ambos y cómo ella se masturba recordando el encuentro.
Si hay acuerdo en la pareja sobre las experiencias que quieren disfrutar juntos, el incluir a otra persona en su cama puede ser tremendamente placentero...
El marido fantasea con que el hombre de una pareja amiga posea a su mujer. Así una tarde de domingo propicia el encuentro del que no pierde detalle.