Primero nos citamos en una confitería los dos, me pareció una chica muy agradable, tenía 31 años, soltera, pelo castaño claro con rulos, ojos marrones, muy buen cuerpo, profesora de gimnasia, unas tetas hermosas, y un culo bastante agradable, me contó que había formado varias veces tríos, y se mostró intrigada en mi idea.
Después de todo ese ajetreo sexual yo estaba a tope, me dolían los huevos por la erección tan tremenda que no tuvo satisfacción alguna y el corazón se agitaba cuando la veía pasar frente a mí.
Las vacaciones que me tomé en Guadalajara, fueron decisivas en mi vida, no sólo por lo calientes recuerdos que me dejaron, sino porque dieron a mi vida un giro de 180 grados.
La mujer de cabello corto caminaba con pasos cortos y rápidos por el pasadizo, fumando nerviosamente aunque no estuviese permitido en aquella santa casa, escasamente rondaba los treinta y escondía sus ojos azules detrás de unas gafas oscuras de moderno diseño.
Es una mujer muy atractiva, de 35 años muy bien puestos. Su pelo lacio rubio y muy cuidado llega hasta la mitad de su espalda cayendo sobre sus hombros como un manantial dorado, haciendo una cascada peligrosa al momento de rodear sus pechos erectos.
A principio del verano vino un nuevo vecino a nuestro portal, era un chico que había heredado el piso de su abuela, doña Consuelo, una mujer mayor bendecida por la fortuna de la lotería y que había decidido, con muy buen criterio, disfrutar de sus últimos años de vida conociendo los lugares que soñó desde sus libros de viajes.
Mi madre es una mujer guapa a sus 40 años, es menuda (1´55m y 45kg más o menos) y tiene el pelo negro y corto. Sus ojos son negros y profundos, la nariz pequeña y los labios carnosos y sensuales.
Sentí tu orgasmo y me bebí a hasta la última gota de tu néctar, seguí saboreando tu vagina por unos minutos, parecías gozar y yo no quería dejar de hacerlo.
Los ojos de él ya se habían acostumbrado a la oscuridad y dejo la linterna a un lado, mientras veía como aquel cuerpo se movía marcando cada curva, con un movimiento sensual, sexy, provocativo, pidiendo ser poseído, acariciado, besado.
Judith es mi novia desde hace seis meses y esta imponente; de cara es preciosa y su largo pelo castaño y sus ojos verdes me vuelven loco, del resto del cuerpo mejor ni comentarlo, mide 1,68 m y tiene un tipazo.
Durante el viaje no deje pensar en todo lo que me gustaría hacerle, pero también tenia miedo a que no me funcione debido a mi abstinencia. Bueno se las hago corta.
En la época que menciono, se me presentó la primera oportunidad en la vida de viajar a otro país y no era lejos de mi ciudad, vivía yo en Monterrey, México y el viaje era por dos semanas a San Antonio, Texas, USA.
Sus manos me acariciaban con cierto frenesí, con ansia desatada y ganas de ser colmada. Las mías recorrían su cuerpo con el mismo deseo, e incluso más, sabiendo que se me concedía algo privilegiado, prohibido...
Al principio fue en su forma humana, después pasó a ser de nuevo aquella lengua de reptil, bipartita, larga, cada vez más larga, con sus dos puntas que profundizaban, caracoleaban, punteaban dentro de ella.