La señora
Salí por primera vez con un chico a los 19 años. Toda la clase se quedo súper sorprendidísima cuando me vieron con él puesto que era muy tímido.
Relatos eróticos
Salí por primera vez con un chico a los 19 años. Toda la clase se quedo súper sorprendidísima cuando me vieron con él puesto que era muy tímido.
La mujer de cabello corto caminaba con pasos cortos y rápidos por el pasadizo, fumando nerviosamente aunque no estuviese permitido en aquella santa casa, escasamente rondaba los treinta y escondía sus ojos azules detrás de unas gafas oscuras de moderno diseño.
Es una mujer muy atractiva, de 35 años muy bien puestos. Su pelo lacio rubio y muy cuidado llega hasta la mitad de su espalda cayendo sobre sus hombros como un manantial dorado, haciendo una cascada peligrosa al momento de rodear sus pechos erectos.
A principio del verano vino un nuevo vecino a nuestro portal, era un chico que había heredado el piso de su abuela, doña Consuelo, una mujer mayor bendecida por la fortuna de la lotería y que había decidido, con muy buen criterio, disfrutar de sus últimos años de vida conociendo los lugares que soñó desde sus libros de viajes.
Mi madre es una mujer guapa a sus 40 años, es menuda (1´55m y 45kg más o menos) y tiene el pelo negro y corto. Sus ojos son negros y profundos, la nariz pequeña y los labios carnosos y sensuales.
Hacía poco que lo nuestro se había terminado y ella siempre que nos veíamos me decía que me deseaba y que sería suyo…
Sentí tu orgasmo y me bebí a hasta la última gota de tu néctar, seguí saboreando tu vagina por unos minutos, parecías gozar y yo no quería dejar de hacerlo.
Los ojos de él ya se habían acostumbrado a la oscuridad y dejo la linterna a un lado, mientras veía como aquel cuerpo se movía marcando cada curva, con un movimiento sensual, sexy, provocativo, pidiendo ser poseído, acariciado, besado.
Judith es mi novia desde hace seis meses y esta imponente; de cara es preciosa y su largo pelo castaño y sus ojos verdes me vuelven loco, del resto del cuerpo mejor ni comentarlo, mide 1,68 m y tiene un tipazo.
Durante el viaje no deje pensar en todo lo que me gustaría hacerle, pero también tenia miedo a que no me funcione debido a mi abstinencia. Bueno se las hago corta.
En la época que menciono, se me presentó la primera oportunidad en la vida de viajar a otro país y no era lejos de mi ciudad, vivía yo en Monterrey, México y el viaje era por dos semanas a San Antonio, Texas, USA.
Sus manos me acariciaban con cierto frenesí, con ansia desatada y ganas de ser colmada. Las mías recorrían su cuerpo con el mismo deseo, e incluso más, sabiendo que se me concedía algo privilegiado, prohibido…
Al principio fue en su forma humana, después pasó a ser de nuevo aquella lengua de reptil, bipartita, larga, cada vez más larga, con sus dos puntas que profundizaban, caracoleaban, punteaban dentro de ella.
Te conté también que mi vida sexual marital era muy buena y hacían pocos años que me había animado a masturbarme y descubrí la maravilla de esa practica.
No sabía lo cariñosa que podía llegar a ser mi perrita Lala.
Sujeté a mi hija mientras se derrumbaba sobre el sofá y continuaba a convulsionar, sus ojos estaban cerrados al igual que sus muslos, tenía un brazo sobre su frente y su mano estaba todavía crispada en una especie de agonía post orgásmica, la contemplé por largo rato mientras sus tetas se cimbraban y temblaban, finalmente se recompuso un poco.
La velada era de lo mas excitante, estábamos en pleno faje; yo le abrí su blusa y bajando un poco el sostén empecé a chupar su erectos pezones; ella me empezó a acariciar mi polla por sobre el pantalón, vaya que los polvos ya habían hecho efecto, porque mi polla estaba tan dura que me dolía y ella estaba tan mojada, que su aroma impregnaba toda la habitación; ya no había marcha atrás, ella saco como pudo del pantalón y del bóxer mi polla y la tomo con ambas manos iniciando una paja riquísima
Me agache un poco, y puse mi boca en aquellas nalgas que parecían una roca. Las mordisquee y luego saque mi lengua para dar con ella círculos sobre sus nalgas casi carentes de vellos.
Primero le di unos lengüetazos y luego le metí un dedo para prepararla, pero se adaptaba muy bien, así que no iba a haber problemas. Acerqué mi pene y le fui metiendo lentamente, mientras ella levantaba la cabeza, cerraba sus ojos y gemía nuevamente…
E se fue con el resto. Como yo no les conocía empezamos a hablar y el chico me comentó que había estado saliendo hacía un tiempo con E y que por lo que se escuchó la otra noche había cambiado mucho pues ahora parecía toda una fiera en la cama.