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Mi mujer me dió el aval

Éste no se hacía de rogar y le dedicaba a mi esposa las caricias más desvergonzadas, especialmente concentraba éstas en la firme grupa, veía yo cómo se perdía el dedo medio de Lalo entre las rotundas redondeces de Linda y como ella presionaba su culito contra la mano husmeadora, levantando la colita para facilitarle el camino.

El Dinero

Una proposición indecente que es aceptada por dos bellezas, esposas de sus amigos que, en ausencia de sus maridos, aceptan ser esclavas sexuales de un nuevo rico durante un fin de semana por un millón de pesetas por cabeza.