La chica del parque
Cuando entraba al baño, dejaba la puerta abierta y en más de una ocasión fue sorprendida espiando a los muchachos cuando iban a hacer sus necesidades fisiológicas.
Relatos eróticos
Cuando entraba al baño, dejaba la puerta abierta y en más de una ocasión fue sorprendida espiando a los muchachos cuando iban a hacer sus necesidades fisiológicas.
Involuntariamente estaba convirtiendo su vida en un infierno. Pero no un infierno de lágrimas y dolor, sino en un infierno cuyo mayor castigo era la monotonía. Un infierno gris de paredes de hormigón gris, sin ningún tipo de relieve, en el cual sencillamente no pasaba nada.
Si veo una muchacha que se inclina me acerco a ver si puedo ver parte de sus senos, y ni que hablar si va una mujer en bicicleta o moto, que me pongo delante de ella para tratar de ver su ropa interior.
Me dejo desnudar, chupar, acariciar, masajear, y penetren con lengua y dedo delante de mucha gente.
Por la noche, no podía dormir, pensaba en lo que habíamos hecho, mis pensamientos viajaban de que era algo malo y pecaminoso, hasta el temor de ser descubiertos, y al mismo tiempo imaginaba como volver a hacerlo sin que nadie se enterase, nuevamente llore por lo bajo, eso era algo que no debería repetirse.
A pesar de ser una mujer casada y sexualmente satisfecha, debo reconocer que, pero en el fondo muchas veces me asalta la idea de ser puta por un día.
Después de haber realizado un trío, mi esposo me vio tan caliente, que me dio permiso de canvertirme en una puta.
No me suele gustar mucho parar a gente extraña y menos a esas horas, pero mi mujer me convenció haciendo alarde de su buen corazón, y detuve nuestro vehículo detrás de la furgoneta.
Las fantasías eróticas las realizan los que no sueñan con ellas.
Fue entonces cuando me dejó boquiabierto, me dijo que siempre le había resultado un hombre muy atractivo, que dentro de un mes ya sería un hombre casado y que antes de que ello ocurriera, quería tener sexo salvaje conmigo.
Porque aunque de cara a la galería, éramos novios, y se suponía que dormíamos juntos en una hermosa cama de matrimonio que tenía en su piso, en la intimidad yo no era más que su puta, su fulana, y sobre todo su esclava, y por tanto me reservaba un cuarto, pequeño y oscuro para que durmiera.
Estas ultimas palabras hicieron eco en su cabeza mientras veía como el dr. Alcocer se incorporaba y se dirigía a él con un gesto de malicia. se coloco delante de él. sin decir una palabra lo tomo por los hombros y lo obligo a ponerse de rodillas, el hombre tomo el zipper de sus pantalones y lo deslizo.
He venido recibiendo muchos mails dándome cuenta de la cantidad de lectores que les gusta mis historias, continuo con ellas debido, principalmente a que deseo contar las cosas satisfactorias que me ocurrieron.
Antes de esta noche siempre me negué a aceptar mis tendencias homosexuales, pero llegado el momento y la oportunidad…
Primeros escarceos de esta mujer esclava como puta pública, alejamiento de su familia y cita con un desconocido.
Entendí como de manera muy velada mi mujer me estaba casi pidiendo permiso para ir a encontrarse a solas con él y dejarle hacer lo que quisiera con ella.
Un encuentro casual en la calle, cuando ella esta muy excitada la lleva a una aventura muy particular.
Porque su esposo no llegó el día que ella lo esperaba, se convirtio en bailarina y prostituta, después que fue invitada por una amiga a una supuesta despedida de solteras.
Una prostituta recibe con excelente disposición la noticia de que su propio hijo se ha hecho cargo de su explotación comercial.
Desde muy pequeña su pasión ha sido mamar vergas y después de casada lo sigue siendo.