Luego me jalo hacia ella y me dio un largo y apasionado beso. Colocando después su coño en mi boca, poniendo en práctica otra vez lo aprendido. En ese momento siento que succionaba mi miembro, este no tardo en empalmarse otra vez.
En el colegio algunos compañeros me contaban las guarradas sexuales que habían visto hacer a sus padres y hermanos, o algunos de ellos, muy fanfarrones para su edad, presumían de que varias chicas del pueblo se las habían mamado y a otras hasta "pasado por la piedra".
Tres amigos descubrimos hasta donde te llevan los deseos sexuales y pasan muchísimas cosas
No podía parar, aquella tarde estaba para grandes cosas, entraba y salía de ella a piachere, ella entregaba todo, ya no daba más, yo lo quería todo, seguí y seguí ella pidió tregua me pedía que parara yo le daba con todo, hasta que sentí como si se desvanecía, me asusté, ella era la cuarta vez que acababa me confesó.
Después de acostar a los niños, nos pusimos a ver la tele. Hacía calor. Ella se cambió de ropa y se puso un vestido que le llegaba a la rodilla, pero con bastante vuelo, y que remarcaba sus tetazas. La película era bastante fuerte. Yo estaba tumbado en el sofá y comencé a empalmarme. En otra ocasión me habría importado, pero hoy, después de lo pasado, me importaba todo un carajo.
En una de las ocasiones en las que fui al aseo, entró Marcos, y después de magrearme el culo, me dijo que esa noche no me fuera que íbamos tener fiesta. Ya había avisado al viejo Venancio y que este estaba de acuerdo.
Luego todo quedó en silencio y pude escuchar como me anunciaba como el "plato fuerte" de la noche destinada a ser el premio para todos los convidados a una de las mesas. Por lo que les rogó ocuparan cada uno el lugar que desde el principio les habían asignado.
Desde muy joven, Pilar descubre que tiene deseos de ser castigada. Inicia una serie de experiencias que la llevan por fin a encontrar la satisfacción, pero se desengaña. Decepcionada, por fin encuentra el amor de su vida y tiene las experiencias de sumisión más gratificantes de su vida.
Mis ojos se llenan de lágrimas mientras un liquido caliente, muy caliente, se desparrama dentro de mis intestinos. Rápidamente se retira, justo antes que se abran las puertas. Me hace un lado. Sin mirarlo, no quiero que me vea llorar, siento como su cuerpo pasa bruscamente por mi lado, me empuja. No sé más de él.
Sentía como el glande se llenaba de sangre en cada latido y mis huevos iban tomando una dureza fenomenal. Imaginaba esos pezones duros apuntando al cielo y deseaba chuparlos hasta más no poder, mientras con mis manos juguetear entre sus rajas.
No pudieron contenerse de usar la cama, colocada en el borde, el embate del joven, sobre ese cuerpo totalmente entregado, no se hizo esperar, entrar y salir, entrar y salir, casi hasta el borde, hasta penetrarla toda y nuevamente la leche dentro de esa mujer.
Rápidamente fui a mi habitación, encendí el acondicionador de aire y cerré las cortinas, un poquitín de maquillaje, unas gotas de perfume. Me puse una tanga de encaje transparente, estaba lista. Mojada y nerviosa como una virgen en su primera cita, aunque no sabia muy bien porqué.-
Mi novia y yo pasamos una velada feliz, aunque yo estaba echo polvo y con pocas ganas de meterle mano, cosa que le extrañó por sé anómalo, aunque yo achaque ese desinterés sexual a mi dolor de cabeza que me impedía disfrutar del placer de su compañía.
El viejo sacó 3 botes de cerveza, dejándolos en la mesa, me abrazó antes de que me sentara, empezando a magrearme, me decía, princesa, hoy estoy más salido que ayer, me tienes que reviento. Y sin soltarme ni un momento, empezó a desabrocharme el pantalón, bajándolo junto al slip, hasta que los tuve en los tobillos.
Todo empezó con un encuentro casual en el mes de septiembre de 1989 con un antiguo alumno con el cual habíamos compartido unas cuantas farras llegando a ser buenos amigos. El había partido para los Estados Unidos y había regresado después que su tío, donde se alojaba, lo encontró con su esposa en plena acción.
Lo sentí muy estrecho, y ella disfrutaba, aunque fuese su primera vez. Era una explosión de su morbo. No dejaba de toquetearse el clítoris. Cuando la saqué salió semen con algo de agua y restos.
Yo esperaba que siguiéramos y ella me empujó suavemente para quedar tumbado sobre el banco y dijo... ahora yo, te follaré a ti, y de un solo golpe se montó en mi palo y comenzó a moverse y a cimbrear de manera espectacular, apretaba mi verga con fuerza en su interior y su calor era más de lo que podía soportar.
Sus piernas divinas casi completas (la camiseta le llegaba al borde de los calzoncitos) ante mi vista, sus pequeños pies, sus senos ondulantes bajo la camiseta y sus pezones deliciosamente agresivos dibujando perfectamente su forma y permitiendo ver su color.
Anda se bueno, abre la boca y hazme una mamada, que estoy que reviento. Justo cuando estaba tragando aquella verga, se abrió la puerta, y aunque esta no pudo abrirse de todo, el que quería entrar, pudo ver perfectamente en qué situación nos encontrábamos el viejo tendero y yo.
Y mientras seguía diciéndole obscenidades, que le ponían como un jamelgo, noté como su lengua repasaba la entrada de mi culo y como apoyaba el glande en mi esfínter esperando la orden de ataque. Me eché un poco hacía atrás, como una gatita en celo para que los primeros centímetros inauguraran aquel pasadizo del pecado.