Capítulo 1
- Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente I
- Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente II
- Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente III
- Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente IV
Con mi compañero Fernando, perdí mi inocencia sexual iniciándome en el sexo. Con él tuve mi primera relación sexual, a él me entregué virgen e inocente.
Mi nombre es David, soy canario, cuando esto ocurrió yo contaba con 19 años recién cumplidos, era un joven delgado sin apenas vello en el cuerpo y algo aniñado. Acababa de empezar a trabajar, era una empresa, digamos oficial, era mi primer trabajo, había entrado de conserje, hasta entonces nunca había mantenido relación sexual alguna, ni con hombres ni con mujeres, en ese campo estaba completamente verde, vamos que era virgen, un total inexperto e inocente jovencito.
Todo lo contrario que mi compañero Fernando, él trabajaba de administrativo, tenía 61 años, era de estatura un poco más grande que yo que soy de estatura media (1,72), tenía bastante barriga y estaba casado. Tenía una polla y huevos enormes, cosa que por supuesto supe después.
Su trato conmigo era muy amable, al principio me pareció que era algo paternal, vamos que era muy bueno y cariñoso conmigo, siempre atento a lo que yo hacía, si necesitaba algo, si tenía algún problema, etc. Era como el trato de un padre a un hijo.
Solía ser muy cariñoso en el trato personal, incluso hasta tenía pequeños detalles conmigo, solía hacerme pequeños regalos y sus cumplidos conmigo siempre fueron muy halagadores. Siempre tenía un piropo o alguna caricia, me decía que le gustaban mis labios carnosos, decía que estaba enamorado de ellos.
Yo lo tomaba como un cumplido, Fernando era como si fuera un padre para mí, pues me daba esa sensación, jamás llegue a pensar en otra cosa, hasta entonces desconocía sus intenciones que él tenía para conmigo, si hasta me había invitado a su casa y me había presentado a Teresa, su mujer.
Cuando solía regalarme algo o acariciar y tocar mi cuerpo, no es que me desagradara, pero no me sentía muy cómodo, no lo veía muy apropiado, dejaba que lo hiciera para que no le pareciese mal, estaba convencido de que él me miraba como un padre a un hijo, que equivocado estaba, claro que eso lo supe más tarde.
El día que realmente conocí a Fernando y supe de sus intenciones para conmigo, fue un día que me pidió que lo llevase a casa, no había traído el vehículo y me pidió que lo llevase. Tomaríamos algo al salir del trabajo y luego lo acercaría hasta su casa.
Aquel día todo iba como de costumbre, Fernando soltándome piropos y no dejando de tocar y acariciar con sus manos. De lo que estaba obsesionado era de mis labios carnosos, decía que estaba enamorado de ellos.
Yo hasta entonces apenas había salido, vamos que no contaba con amigos, solo conocía a algunos compañeros del colegio, pero ya los últimos 2 años después de haber terminado en el instituto, apenas tenía relación, me había centrado en preparar las oposiciones para poder entrar a trabajar donde lo estaba haciendo.
Mi manera de vestir tampoco es que llamara la atención, no solía vestir como muchos chicos de mi edad, era de familia humilde y mis ropas solían ser holgadas. No es porque fuese gordito, no, era todo lo contrario, era más bien por lo delgado que yo era, por eso la ropa que solía vestir me quedaba bastante holgada.
Esto que para muchos hacía que no me viesen de una manera llamativa, para Fernando, fue todo lo contrario. Esto lo empecé a saber a partir de este día que empezaba a terminar, pues Fernando si se había fijado en mí. No solo le había llamado la atención mis carnosos labios, también mi pequeño y redondo culito le había llamado la atención.
Al principio le llamó la atención mis holgadas ropas, pero enseguida se dio cuenta de mi verdadero físico. Sabía que, bajo aquellas ropas, se ocultaba el delgado y bien formado cuerpo de un inocente jovencito. Cuerpo que cada vez deseaba con más obsesión.
Aquel día cuando salimos de trabajar, Fernando ya me estaba esperando para que lo llevase a su casa, habíamos quedado en ello. Primero iríamos a tomar algo, cosa que yo no estaba acostumbrado, pero que desde que había empezado a trabajar, poco a poco había empezado a hacer.
No era que me gustase o disgustase, no estaba acostumbrado, pero Fernando siempre me insistía para que acudiese, había que relacionarse con los compañeros y que menos que de vez en cuando, al salir del trabajo, fuésemos a beber algo.
Ese día él venía conmigo en el vehículo, pues como dije, luego tendría que llevarlo a su casa, casa que por cierto ya conocía, pues ya en una ocasión me llevó para que supiera donde vivía. Día que por cierto fue cuando me presentó a su mujer, Teresa se llamaba.
Ese día notaba a Fernando más… digamos sobón conmigo, en varias ocasiones me había tocado el culo y dicho cosas que me habían hecho sonrojar y ahora que íbamos los 2 en el vehículo, había vuelto a empezar.
Primero fue mi culito, luego de sobármelo, me dijo que debería vestir con ropas mas acordes a mi edad, que era muy joven y debería vestir un poco más provocativo, que era muy guapo y aquellas ropas no me favorecían. Luego siguió por mi abdomen y pecho, terminando como no, con mis carnosos y apetecibles labios.
Todo aquello me tenía un poco ruborizado, no lo veía muy apropiado, pero es que era incapaz de ver intención oculta por parte de Fernando.
Cuando por fin lo llevaba para su casa, creí que al fin pararía con aquello que ese día en particular Fernando se estaba propasando, je, incrédulo de mí. Fue todo lo contrario, una vez ya los 2 solos camino de su casa, la cosa iba en aumento, tan fue así que una vez parados delante del portal de su casa, este se atrevió a meter su mano por dentro de mi camiseta, acariciándome el abdomen y pecho a la vez que me decía:
Bufff, tienes un cuerpo delicioso, una piel suavecita que da gusto acariciar y un culito que se adivina precioso, con que ganas te mordería esos carnosos labios que posees.
Aquello se veía tan pero que tan sexual, que me dejó paralizado. De pronto me empecé a ruborizar sin saber que hacer, a cada paso me estaba empezando a poner más y más colorado. Tenía las orejas que parecía que me iban a estallar de lo coloradas que se estaban empezando a poner y Fernando, seguía acariciándome el pecho y abdomen con sus manos.
Cuando llevó una de ellas a mis tetillas y empezó a pellizcar y retorcer el pezón, exploté y tratando de quitarle la mano de mi cuerpo, le solté:
Para ya por favor, pero… pero que te crees que soy…
Fernando se quedó serio mirándome, pero al instante me contestó:
Sabes muy bien lo que eres, eres un maricón muy apetecible, una putita deseosa de que la posean, aunque eso no lo sepas y no te atrevas a reconocerlo. Así que tenemos 2 opciones, me disculpo y una vez me baje te vas y no volveremos a hablar de este tema. La segunda opción, como bien sabes, Teresa está de viaje por trabajo, así que mientras subo para casa, aparcas, dejo la puerta abierta durante 10 minutos y si decides subir ya sabes lo que te espera, no hay vuelta atrás, tendrás que abandonarte a mis deseos y convertirte en lo que al menos intuyes que eres.
Sin decirme nada más, abrió la puerta del vehículo dejándome allí medio aturdido por lo que acababa de soltar. Excitado por todo lo que había escuchado y pasado en aquel trayecto a su casa, ruborizado y sorprendido como me había dejado, sin saber realmente que hacer, cuando me quise dar cuenta, ya había aparcado el vehículo y estaba subiendo para la casa de Fernando.
Iba muy nervioso a la vez que excitado, Fernando me caía muy bien y realmente yo tenía ganas de probar, tenía que reconocer que realmente me gustaba cuando me tocaba y cuando se puso a acariciar mi pecho y abdomen aquello me había excitado y puesto caliente. Sí, me daba algo de vergüenza y me ruborizaba todo cuando me tocaba y decía aquellas cosas, yo no estaba acostumbrado a aquello, pero en el fondo sabía que me gustaba.
Cuando llegué a la planta donde vivía Fernando, ya pude ver la puerta de su casa abierta, me estaba esperando tal y como lo había dicho antes de bajarse del vehículo. Muerto de nervios y totalmente excitado, empujé la puerta tratando de mirar a ver si veía a Fernando. Dios que nervios sentía, las manos me temblaban y sentía recorrer por todo mi cuerpo un cosquilleo que me atenazaba. Poco a poco fui entrando dentro de la casa de Fernando, cuando escucho su voz decirme que pase y cierre la puerta.
Bufff, en esos momentos un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, ahora hasta las piernas me temblaban, sabía que como bien me había dicho, no había vuelta atrás, tendría que entregarme a él y dejar que me hiciera lo que en lo más profundo de mis entrañas estaba deseando. Temblando y muerto de nervios, terminé de pasar, empujaba la puerta para cerrarla cuando lo vuelvo a escuchar que me dice que se está descalzando, que vaya para la sala que ahora viene.
No sabía que hacer ni como ponerme, me había sentado en el sofá esperando a que Fernando viniera, las manos no solo me temblaban ahora además de no saber que hacer con ellas, me sudaban como nunca lo habían hecho.
La verdad es que no eran solamente las manos las que me temblaban y sudaban, era todo el cuerpo, lo que pasaba era que, al estar sentado en el sofá, las piernas ya no me temblaban tanto, pero el nerviosismo y el rubor que sentía, me tenían atenazado, era todo un cosquilleo que me recorría por todo el cuerpo, cuando por fin veo venir a Fernando por el pasillo, se había sacado la chaqueta y corbata, además de los zapatos y ahora venía para donde yo estaba muerto de nervios.
Tranquilo, David, tranquilo que no te voy a hacer nada que no estés deseando, solo son los nervios del primerizo, así que tranquilo.
¿Quieres que traiga algo de beber?
Yo miré para ti sin saber que contestar, solo me encogí de hombros y lo dejé a tu elección.
Tu al ver mi nerviosismo, dijiste que sí, será mejor que traiga algo para beber, así podrás tranquilizarte un poco. Anda, sácate esas zapatillas que estarás más cómodo, seguro que los pies te lo van a agradecer, me dijiste dándote la vuelta para ir a por las cervezas a la cocina.
Cuando viniste con las 2 cervezas, pusiste ambas en la mesita y luego de poner un poco de música, me dijiste:
Vamos a poner un poco de música para relajarnos y entrar con lo que ambos estamos deseando.
Vi como te sentabas a mi lado, me pasabas la cerveza para que bebiera un trago, te quedaste mirando como bebía y luego de que hubiera dado un buen trago, mientras yo apoyaba la cerveza sobre la mesita, me soltaste:
Me alegro de que hayas decidido subir, veo que no me he equivocado, me gusta que hayas tomado esta decisión, ya verás como no te vas a arrepentir, me decías rodeándome con tu brazo para que me acercara a ti.
Ufff, David, que ganas tenía de tenerte así, rodeado con mis brazos y dispuesto a entregarte a mí. Ya verás como te va a gustar y como vas a disfrutar, me decías a la vez que metías tus manos por dentro de mi camiseta acariciando mi abdomen y pecho mientras me ibas subiendo la camiseta hasta que la quitaste. Una vez me tenías con los brazos levantados tratando de quitarme la camiseta, te lanzaste por mis labios, no pudiste resistir, realmente estabas enamorado de ellos.
Me sorprendió notar tus calientes labios sobre los míos, nunca me habían besado y sentir aquellos calientes labios sobre los míos y sentir pasar tu húmeda lengua sobre ellos me hizo soltar un ligero gemido, gemido que tu aprovechaste para meter tu lengua dentro de mi boca y empezar a saborear toda mi cavidad bucal.
Mordías mis labios a la vez que tus manos me apretaban a ti. Tenías una mano sobre mi nuca y con ella colocabas mi cabeza para que te permitiera disponer de mi boca y carnosos labios a tu antojo.
Yo cerraba los ojos y dejaba que tu me comieses y lamieses toda mi boca y labios, era mi primer beso y aquello me estaba gustando, me tenías cada vez más excitado y caliente.
Cuando separaste tu boca de la mía, los labios los tenía mucho más enrojecidos e hinchados, notaba como me ardían de calor. No podía mover los brazos, todavía no me había podido terminar de sacar la camiseta, me tenías totalmente en tus manos, pero cuando sentí pasar tu lengua por mi cuello y como lamías y mordisqueabas, casi me desmayo de gusto, solté un fuerte gemido a la vez que todo mi cuerpo temblaba de gusto.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía mientras todo mi cuerpo se estremecía y temblaba de gusto. Noté como seguías bajando con tus calientes labios y tu húmeda lengua, hasta que llegaste a mis hinchados pezones, con una mano acariciaste una de las tetillas, acariciaste mi duro pezón y mientras tu boca mordía el otro pezón, con la mano me pellizcaste y retorciste el pezón que acariciabas, haciéndome soltar un grito sin que pudiera hacer nada.
Deseaba tocarte con mis manos y abrazarme a ti, era mucho el gusto que estaba sintiendo y no podía estar quieto, me retorcía como una culebra en tus manos sin yo poder hacer nada.
Noté bajar tus manos por mi abdomen, como me acariciabas mientras tu boca seguía martirizando mis cada vez más hinchados pezones. De pronto mi estomago se encogió al sentir como tus manos empezaban a aflojar la correa de mi pantalón, sabía lo que aquello acarreaba, ibas a sacarme el pantalón, e iba a mostrar mi cuerpo totalmente desnudo como Dios me había traído al mundo. Era la primera vez que iba a estar desnudo delante de alguien, solamente había estado en mi vida en bañador y eso era cuando iba a la playa. Pero ahora era distinto, sabía que luego del pantalón ibas a quitarme el bóxer, e iba a estar completamente desnudo frente a ti. Abrí la boca aguantando la respiración mientras notaba tus manos como me iban desabrochando el pantalón. La excitación que sentía cada vez era más insoportable, notaba mi polla completamente empalmada y cada vez más tiesa. Sentí como tirabas de mi pantalón para abajo, como me ordenaste levantar un poco el culito y tirabas del pantalón junto al bóxer para terminar de sacármelos, quedándome desnudo por completo delante tuya.
Así que me tuviste desnudo por completo, te quedaste contemplando mi cuerpo desnudo, tenías la boca abierta y los ojos te brillaban como 2 antorchas, Dios que cara de lascivia y lujuria. No podía mirarte a la cara, sentía una tremenda vergüenza, sabía que me estaba ruborizando, notaba como mi cara ardía, me estaba poniendo colorado. No sabía que hacer ni que decir, ver como me mirabas me hacía sonrojar.
Tu que a tus 61 años ya empezabas a estar de vuelta de la vida, sabías que enfrente tuya tenías a un jovencito adolescente, inexperto e inocente al que tu ibas a iniciar. Ibas a hacerlo tuyo, ibas a hacer de aquel joven efebo tu hembrita. Sabías que muy probablemente era virgen, no te equivocabas, hasta ese día nadie había profanado mi cuerpo, tu ibas a ser el primero, tu ibas a tener el honor de desvirgarme y hacer que me entregara a ti.
Después de quedarte contemplándome un rato, reaccionaste al ver mi nerviosismo, levantándote del sofá, tiraste de mis brazos haciéndome poner de pie al lado tuya a la vez que me abrazabas.
Yo que tenía la cara cada vez más sonrojada, ver cómo me mirabas me hacía ruborizar. Sentía mucha vergüenza que me vieras desnudo y excitado como estaba. Tenía la polla tan tiesa y dura que no sabía que hacer para tratar de tapar la excitación que mi polla reflejaba, Dios, estaba tan tiesa, que se pegaba a mi pubis.
Tú que con la experiencia que dan los años, te diste perfecta cuenta de la vergüenza y timidez que sentía. Diste un paso atrás a la vez que sujetándome por las manos, separabas mis brazos para poder contemplarme a gusto. No era capaz de mirarte a la cara, ver aquellos ojos tuyos con la lujuria y lascivia que me miraban, me hacían agachar la cabeza por la vergüenza que me hacían sentir.
¡Ohhh David! ¡ooohhh que bueno estás! Sabía que tendrías un culito precioso y no me equivocaba, tienes un culito divino. No solo tienes un culito precioso es que todo tu cuerpo es un monumento, me susurrabas mientras tus manos iban acariciándome hasta que llegaste a los cachetes de mi culo. Al llegar a mis glúteos te paraste en ellos y mientras los sobabas y magreabas a tu gusto, tu boca se apoderó de mis labios, los cuales mordiste, succionaste y lamiste hasta hacérmelos enrojecer.
Así, así mi princesa, deja que disfrute de tu lindo cuerpecito. Abre los labios y deja que te saboree con mi lengua, deja que tu macho te pruebe, me susurrabas apoderándote de mi boca y poco a poco de mi voluntad.
Luego de comerme la boca y haberme saboreado, dejándome los labios enrojecidos e hinchados, fuiste bajando por mi cuello haciéndome estremecer de gusto, hasta que llegaste a mis tetillas. Ahí te paraste a morder y pellizcar mis ya duros e hinchados pezones, haciéndome que me retorciera de gusto y empezara a gemir.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía yo a la vez que me retorcía de gusto sujetándome a ti.
Yo me dejaba hacer, era demasiado el placer y excitación que estaba sintiendo, solo quería abrazarte y seguir sintiendo tu boca y lengua recorriendo todo mi cuerpo. Era tan inocente e inexperto, que ni siquiera se me ocurrió empezar a sacar tu ropa, solo me atreví a palpar tu bulto, tenía ganas de tocarlo y de verlo, nunca había tenido en mis manos la polla de otro y ahora moría de ganas por hacerlo.
Tu al ver como gemía y temblaba, sacudiéndose todo mi cuerpo, empezaba a palpar con mis manos el bulto de tu entrepierna, viendo que no era capaz de seguir buscando aquel regalo que tenías para mí, que solo era capaz de acariciarlo y palparlo sin intentar sacarlo de la prisión donde estaba metido, mientras me comías la boca y labios, me susurraste:
Anda mi linda putita, ve aflojándome la correa y desabróchame el pantalón, ya verás que regalo tengo para ti, ya verás como te va a gustar y como vas a disfrutar y gozar con él.
Me agarraste las manos dirigiéndolas a el bulto de tu entrepierna, haciendo que palpara y tocara sin rubor lo que guardabas para mí, diciéndome que no tuviera vergüenza, que aquello que palpaba cada vez con más ganas, me iba a hacer chillar y gemir de placer.
Así mi putita así, tócala, pálpala bien, mira cómo me tienes, anda ve sacándola poco a poco y acaríciala con esas manitas que tienes.
Temblando y muerto de nervios, busqué la cremallera del pantalón y luego de bajarla, fui metiendo mi mano por la abertura en búsqueda de aquel regalo que tenías para mí. Con los nervios que tenía y lo que me estabas haciendo temblar de gusto, no era capaz de sacar tu enorme bulto, por lo que decidí seguir desabrochándote el pantalón, por lo que llevé mis manos a la correa que lo sujetaba, empezando a aflojarlo.
Cuando por fin conseguí aflojarla, terminé de desabrocharte el pantalón, empezando a caer este por tus piernas. Muerto de nervios metí mis manos por dentro de tu bóxer, y a la vez que ambos suspirábamos, empecé a acariciar aquel enorme bulto.
Bufff que sensación y escalofrío tuve al tocar por primera vez tu enorme polla, casi me corro con la emoción al tocar aquella enorme polla. La acariciaba muerto de excitación, hasta que cogí con mis manos los enormes y cargados huevos que colgaban. Estaba tan emocionado y excitado, que no podía dejar de tocar y acariciar aquella polla y genitales que tanto me iban a hacer disfrutar y gozar.
Como viste que mi nerviosismo e inexperiencia me tenían atenazado y no seguía sacándote la ropa, luego de morder mis labios y apretar los cachetes de mi culo, mientras me susurrabas que esperara que te ibas a terminar de sacar la ropa, separándote un poco de mí, en un momento terminaste de desvestirte, quedando al igual que yo, desnudo por completo.
En esos momentos que te separaste para terminar de desvestir, fue cuando pude contemplar por primera vez tu cuerpo totalmente desnudo. Era la primera vez que veía a alguien desnudo delante de mis narices. Eras un hombre alto y mucho más fuerte y corpulento que yo, además que tenías bastante barriga, tenías un inmenso estómago, claro que también me llamó la atención la enorme polla que te colgaba, y joder que pedazo de huevos que tenías, quedé con la boca abierta al ver lo que abultaban y lo que te colgaban. Ver aquello, me hizo estremecer y que todo mi cuerpo se sacudiera, llegándose a encoger mi estómago. Sentí como un hormigueo recorría mi vientre y estómago haciendo que mi polla se pusiera aun más tiesa y dura.
Una vez terminaste de quitarte la ropa, me sujetaste las manos llevándolas a tu enorme polla a la vez que me decías.
Anda, cógela sin miedo, es toda para ti, ¿qué te parece, te gusta lo que ves!
Yo que no podía apartar mis ojos de aquella tremenda polla y huevos que te colgaban, excitado y caliente como estaba, llevé mis manos a ella a la vez que movía mi cabeza diciendo muy bajito que sí.
Claro que me gustaba, tenías una polla grandísima comparada a la mía, no estaba circuncidada, una piel recubría el glande que ya se empezaba a asomar sonrosado. Tragué saliva mientras la acariciaba medio hipnotizado, todavía no me había parado a pensar en que muy pronto aquello que te colgaba iba a tenerlo dentro mía, que aquel enorme bulto me lo ibas a introducir por mi virgen culo y que me iba a llenar las entrañas de semen, dejándome preñado. No solo me iba a dejar preñado, me iba a hacer adicto a ella y desearla con toda mi alma.
Tampoco me había parado a pensar en como era posible que aquella enorme polla iba a poder entrar por mi virgen y pequeño agujero, inocente de mí, que inocente e inexperto en el sexo era, cada vez que lo recuerdo, mi cara se sonroja y me ruborizo todo.
Mirando como te acariciaba la polla sin poder apartar los ojos de ella, pusiste tus manos sobre mis hombros, empezando a presionar para que me agachara, querías que te chupara la polla y sin decirme nada, ibas presionando para que poco a poco me fuese agachando. Yo que, aunque inexperto e inocente no sabía mucho, entendí a la primera lo que querías que hiciera, así que sin decir nada, me fui agachando y mientras sujetaba aquella enorme polla con mis temblorosas manos, llevé mi boca a ella.
Saqué la lengua saboreando la punta que asomaba por la piel del prepucio, y luego de lamer y probarla, llevé mis carnosos labios a ella, empezando a chupar aquel sonrosado glande.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemiste al notar mi húmeda y caliente boca chupar y succionar tu polla. Pusiste tus manos sobre mi cabeza mientras me animabas a chuparte la polla.
Así, así, abre bien la boquita y chúpala toda, chúpala que es toda para ti mi linda putita, me animabas mientras yo empezaba a chupar aquella verga que me tenía encandilado. Mientras chupaba y tragaba todo lo que podía aquella enorme polla, con mis manos acariciaba los enormes huevos que te colgaban.
Así, así, ¡ohhh que boquita! ¡ooohhh que boquita! Gemías y murmurabas tratando de empujar con tus manos mi cabeza para que tragara más a fondo tu enorme verga.
Una vez ya cansado de chupar y lamer tu verga, caliente como sabías que ya me tenías, me hiciste poner de pie, ahora eras tu quien ibas a empezar a lamer y chupar todo mi cuerpo, sabías que era mi primera vez y querías prepararme a conciencia, no tenías prisa, pero sabías muy bien que ese día yo iba a ser tuyo, me ibas a estrenar y darme la follada de mi vida y para eso querías tenerme no solo bien caliente y excitado, querías prepararme a conciencia. En eso fuiste muy paciente, de algo tenían que valer los años que tenías. Sabias que tu enorme polla no era como cualquier otra verga, sabías que con aquellas dimensiones tenías que prepararme bien, tenías que dilatar y lubricar bien mi agujero, si no sabías que iba a sufrir e incluso podrías causarme algún desgarro.
Primero me abrazaste a ti y volviste a apoderar de mi boca. Empezaste mordiendo mis enrojecidos y carnosos labios, haciéndome abrazar a ti a la vez que soltaba un ligero gemido pasaste tu lengua por ellos, terminando por meterla en mi boca saboreando y jugando con mi inexperta lengua, luego fuiste bajando por mi cuello haciéndome estremecer y haciéndome soltar ligeros gemidos. Llegaste a mis pezones los cuales chupaste y mordiste prosiguiendo hacia abajo hasta que llegaste a mi tiesa y dura polla. Primero la acariciaste con tu mano, luego mientras acariciabas mis huevos, metiste mi polla en tu boca empezando a chuparla y succionarla, haciéndome temblar del gusto que estaba sintiendo.
Mientras chupabas y succionabas mi polla, me fuiste llevando hacia el sofá donde me hiciste sentar. Allí me hiciste recostar sobre el mismo, levantaste mis piernas a la vez que las abrías, quedando mi culo totalmente expuesto. Empezaste a mordisquear la base de mi escroto y perineo. Pasabas tu lengua lamiendo y luego mordisqueabas, haciéndome retorcer de tanto gusto que me estabas haciendo pasar, ¡ohhh! ¡ooohhh! gemía aferrándome a tus brazos con mis manos, era mucho el placer que estaba sintiendo.
Pasaste tu húmeda y juguetona lengua por mi caliente agujerito y cuando este estuvo bien impregnado con tu saliva, empezaste a meterme un dedo, dedo que me hizo estremecer y que mi cuerpo se tensara y sacudiera al notar como iba entrando el dedo por mi culo.
Relájate, no te tenses, deja que se relaje tu esfínter, anda, no hagas fuerza, deja que entre mi dedo.
Eso fue lo que traté de hacer, quería relajarme, pero no sabía como hacerlo, notaba tu dedo entrar y hurgar dentro mía y no era capaz de estar quieto.
Luego de sacar ese dedo, volviste a lamer y pasar tu lengua por mi caliente agujero haciéndome que chillara de gusto, luego me fuiste introduciendo 2 de tus dedos. Cada vez me ibas abriendo más el agujero del culo, mi esfínter cada vez se abría más y dejaba que tus dedos fuesen entrando en mí.
No se cuanto tiempo me tuviste así, pero se que cada vez mis gemidos eran mayores, ya me metías 2 dedos sin ningún problema y mientras tus dedos se introducían una y otra vez por mi culo, tu boca no dejaba de chupar la polla y huevos. Cuando dejaste de chuparme la polla, llevaste tu mano libre a mi tetilla y empezaste a retorcer y pellizcar mi duro pezón.
Yo creía morirme de gusto, notaba cada vez mi culo más abierto y cada vez estaba más caliente y excitado, miraba para ti y veía tu enorme polla la cual estaba deseando cada vez con más ganas, en un momento de arrebato y calentura, te pedí que pararas, que me metieras tu polla, que quería que me follaras.
Fóllame, méteme la polla por el culo y fóllame, te gritaba caliente como estaba.
Viendo lo excitado y caliente que ya me tenías, decidiste hacerme caso, sabías que ya estaba bastante dilatado y decidido como ya me veías, no quisiste que esperara más, era hora de estrenarme y abrir bien mi culo con tu polla metida en él.
Me hiciste poner a 4 patas sobre el sofá, una vez me puse y colocaste a tu gusto, haciéndome que agachara la cabeza y pecho y así me quedara un poco más elevado el culito, pasaste tu mano por la abertura de mi culo, acercaste tu boca a él, pasaste tu húmeda lengua por mi agujerito, haciéndome que me estremeciera y soltara un leve gemido. Al verme temblar, mordiste los cachetes de mi culo mientras tu mano acariciaba mis genitales.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí a la vez que me estremecía al sentir como mordisqueabas los cachetes del culo y como con tu mano me acariciabas los huevos y polla. Sentir como tu boca chupaba y mordía mi culito, pudiendo apreciar tu respiración notando tu aliento, me estaba volviendo loco.
Después de comerme y lamer todo mi culito, escupiste en tu mano pasando luego esta por mi caliente agujero, y una vez me tuviste bien lubricado la entrada de mi ano, pusiste la punta de tu enorme verga sobre mi dilatado e hinchado esfínter, me sujetaste con tus manos por las caderas, empezando a presionar tratando de que tu polla se fuese introduciendo por mi dilatado y caliente culito.
Noté como mi esfínter se iba poco a poco abriendo y como tu enorme polla trataba de entrar, cuando de pronto noto como entra por mi culo el glande de tu verga.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Grité al notar como se abría mi esfínter y tu polla trataba de entrar por mi caliente culo. Para para, espera, espera un momento, te gritaba notando un fuerte dolor.
Ya maricón, ya, tranquilo que lo peor ya ha pasado, ya te ha entrado la cabeza, ahora relájate y no apretes.
Sí, sí, eso era fácil decirlo, pero para mí aquello era imposible. Notaba como aquella polla me abría en 2 y como mi cuerpo se tensaba, hasta que noto como me sujetas fuertemente con tus manos por las caderas, y das un impulso a tu pelvis introduciéndome más tu enorme polla por el culo.
Cuando sentí como tu polla entraba por mi culo, abriendo los ojos como platos al igual que la boca, empecé a chillar:
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba sintiendo como tu polla profanaba mi virgen culo y se introducía por completo en mi culo.
Ya maricón, ya ya la tienes toda dentro, ahora no te muevas y relájate y deja que tu agujero se acostumbre a mi polla, ya verás como ya no te duele más.
La verdad es que era incapaz de moverme, estaba tan pero que tan tenso, que, si llego a tener algo en la boca, muy probablemente lo hubiera tronzado con mis dientes.
Fernando, con toda paciencia me mantenía bien sujeto con sus manos y luego de dejar pasar unos largos segundos, fue empezándome a mover con sus manos, haciendo que poco a poco me fuese relajando.
Yo suspiraba notando como aquella enorme verga que acababan de introducirme por el culo, se empezaba a deslizar muy lentamente por dentro mía, hasta que ya no sentía dolor alguno. Solo tenía una extraña sensación, me sentía totalmente abierto y relleno como un pavo.
En esos momentos fue cuando realmente me di cuenta de que como era posible que aquella enorme polla pudiera haberme entrado por mi pequeño agujero, pero sí, sí había podido entrar por mi pequeño agujero y lo más importante era que ya había dejado de ser virgen. Ya me acababan de romper y profanar mi virgen culo, ya era un maricón, un auténtico maricón y la verdad es que aquello no me disgustaba, al contrario, estaba contento y me estaba gustando.
Ves maricón, ves como te gusta, tu naciste para ser follado y darle gusto a un macho como yo, me decía Fernando, empezando a culearme cada vez a mayor ritmo.
Sabía que debías tener un culito precioso, y no me equivocaba, tienes un culito divino y bien tragón, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto da follarlo! Gritaba Fernando moviéndome con sus manos mientras me clavaba una y otra vez la polla en lo más profundo de mis entrañas.
Cada vez me iba introduciendo su enorme polla por el culo a mayor velocidad, podía notar sus enormes pelotas golpear una y otra vez la entrada de mi ano y como su pelvis chocaba con mi abierto culito.
Con cada arremetida que me daba, yo gritaba como un poseso, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gimoteaba una y otra vez, sintiendo como Fernando me daba por el culo convirtiéndome en su putita. Notaba como su polla llegaba al tope de mi culo, como rozaba una y otra vez mi glándula prostática, haciendo que no pudiera parar de gimotear. En una de las ocasiones, eché mi mano por medio de mis piernas, pudiendo tocar los enormes huevos de Fernando y como cuando me introducía la polla por el culo, estos se aplastaban contra mi abierto y recién desflorado culito.
Ya solo se escuchaba mis gimoteos, el plof, plof plof plof plof del pubis de Fernando chocando con mi recién desflorado culito, y a Fernando decir:
Así, así maricón, mira como traga tu culito mi polla, así, así, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!
¿Te gusta maricón, te gusta como te follo y cómo te rompo el culito, verdad maricón?
¿Te gusta que te den por el culo y que tu macho te convierta en la autentica putita que eres, verdad?
Siií, sí me gusta, me gusta que me folles y me des por el culo, le contestaba yo gritando muerto de placer, a causa del gusto que me estaba dando el que a partir de ahora iba a ser mi macho.
Cuando más me estaba gustando aquella follada que Fernando me estaba dando por primera vez en mi vida, Fernando sacó su polla de mi caliente y recién desflorado culito, diciéndome:
Bueno maricón, ahora que ya te hemos roto el culito y te lo hemos desflorado, vamos a probar otras posiciones, vamos a dejarte bien abierto y desvirgado el culito.
Tan pronto sacó la polla de mi culo, note una extraña sensación de vacío. Era como si algo quedara abierto y entrara por ahí, el aire a raudales.
Mientras me levantaba, eché la mano a mi recién desflorado culito, pudiendo comprobar lo abierto que lo tenía, me habían entrado 2 dedos sin ninguna dificultad. Al momento sentí algo de preocupación, creía que se me iba a quedar así para siempre, pero muy pronto Fernando, al ver la cara que ponía, me tranquilizó.
No tengas miedo, es normal que ahora mismo esté así de abierto, luego volverá a su estado, ahora mismo es por lo dilatado e hinchado que está, pero ya verás como enseguida se cierra y vuelve a la normalidad.
Anda maricón, ven para aquí que tu macho aún no terminó de follarte. Y mientras el se sentaba en el sofá, tiraba de mi brazo sujetándome por la muñeca, llevándome hacia él.
Dios que tremenda polla se le veía, no podía creer que toda aquella enorme tranca, pudiera entrar por mi culo, ver aquel monstruo erguido como estaba, sabiendo que me lo iba a volver a introducir por el culo, hacía que todo mi cuerpo se estremeciera.
Ven, súbete así a horcajadas al sofá y ve sentándote poco a poco sobre mi polla, me decía Fernando. Me fue dirigiendo para que supiera como era que quería follarme.
Así, coloca tus manos sobre mis hombros y ahora ponte de rodillas sobre el sofá y ve bajando poco a poco mientras te voy introduciendo la polla por el culo.
Así, así maricón, mira como te va entrando, me decía mientras me sujetaba con sus manos por la cintura.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía yo abriendo la boca y ojos como platos, notando como aquella enorme verga se iba introduciendo poco a poco por mi culo.
Así maricón así, deja que tu macho te posea y te haga feliz, me decía viendo como me iba ensartando en su enorme falo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillaba yo gimiendo como una putita, sintiendo como volvía a ser poseído y sodomizado por mi compañero Fernando.
Ya me tenía enterrada toda la verga en mi culito, tenía los huevos pegados a la entrada de mi ano, pudiendo notar como la punta de aquel enorme falo llegaba a mi tope. Empecé a subir y bajar, soltando escandalosos gemidos, era demasiado el placer que me estaba dando aquella polla dentro de mi culo.
Cada vez cabalgaba más rápido y a mayor velocidad, el sudor me caía por la frente y espalda, y es que Fernando además de estar metiendo la polla por el culo, no dejaba de morder los duros e hinchados pezones. Sus manos las tenía sujetándome por la cintura, cuando de repente noto como mi cuerpo se convulsa y exploto en un grandioso e inesperado orgasmo.
Me corro, me corro, ¡ohhh! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Gritaba soltando trallazos de semen sobre el pecho y barriga de Fernando, mientras seguía cabalgando montado a horcajadas sobre el regazo de Fernando, introduciéndome hasta lo más profundo de mis entrañas aquella polla que tanto me estaba haciendo gozar.
Justo cuando estaba eyaculando y gritando como un poseso, Fernando poniendo sus manos sobre mi nuca, acercó mi boca a la suya, empezando a morder los labios, metiendo luego su lengua en mi boca.
Dios que orgasmo me había hecho tener mi compañero, Fernando, aquella enorme polla taladrándome una y otra vez el culo, y la abultada barriga, haciendo que mi polla y huevos se restregaran una y otra vez, hicieron que explotara en una de las más abundantes eyaculaciones que había tenido en mi vida.
Después de haberme corrido sobre el pecho y barriga de Fernando, este aún tardó un buen rato en correrse, yo ya estaba que no podía más, cuando por fin sentí como Fernando se agitaba, empezaba a gruñir más fuerte y su polla empezaba a palpitar, empezando a soltar unos largos trallazos de semen, inundando las entrañas de mi culo.
¡Ohhh maricón! Me corro, me corro, ¡ooohh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba Fernando empezando a preñar mi culo con su semen.
Cuando terminó de preñarme el culo con su semen, dejándome en lo más profundo de mi ser, su caliente semilla y ambos nos recuperamos, Fernando dejó que me levantara. Una vez ambos estuvimos de pie, luego de habernos repuesto y haberme comido la boca y haberme magreado bien magreado, dijo que fuéramos a lavarnos un poco.
Lo fui acompañando mientras me llevaba sujetado por mi muñeca, pudiendo notar como me iba escurriendo por mi abierto e hinchado culo, el esperma con el que me había dejado preñado mi macho.
Llevé preocupado mi mano a mi recién desflorado culo, tenía la sensación de que me iban a salir las tripas, pero no, no era eso, lo que pasaba es que me habías dejado el culo tan pero que tan abierto, que la corrida con la que me acababas de preñar, estaba saliendo por mi abierto culo, era tanta la cantidad, que tuve que dejar la mano para que no cayese al suelo. Traté de tapar mi abierto agujero, pero el semen aún se iba escurriendo por mis piernas.
Bueno, aquí dejamos por el momento este relato, aún me quedan cosas por contar de esta tormentosa relación que David mantuvo durante 4 años con su compañero Fernando, no se cuanto más va a durar, espero que no sea mucho, pero espero que no me lleve más de otro relato. Lo dejo aquí para que no se haga demasiado largo, así que amigos, hasta el próximo relato.
Este es un relato real de la vida de David, un joven de 19 años de Gran Canaria, donde nos cuenta cómo fue su iniciación y la tormentosa relación que mantuvo con su compañero, Fernando, un maduro de 61 años.