Noche de caza I
Cansadas de morirnos de asco decidimos salir de marcha un sábado a pasarlo bien. Nosotras lo llamamos salir de caza. Nos ponemos nuestros mejores uniformes. Esos que atraen a las presas sin tener que hacer demasiado:
Relatos eróticos
Cansadas de morirnos de asco decidimos salir de marcha un sábado a pasarlo bien. Nosotras lo llamamos salir de caza. Nos ponemos nuestros mejores uniformes. Esos que atraen a las presas sin tener que hacer demasiado:
Soy responsable y me ofreci para cuidar aquel fin de semana de mi abuelo enfermo
A la mañana siguiente me desperté con el sol dándome en la cara, nunca había dormido mejor. Me giré y vi a mi madre al lado de la ventana dándome la espalda, el sol bañaba su cuerpo desnudo dándole un tono cobrizo.
Poco a poco el garaje se fue convirtiendo en un templo, un lugar oculto a miradas curiosas donde adorar a una verdadera diosa; de hecho, cualquiera que pasara por fuera, al lado de la puerta, no podía imaginarse siquiera que se usara aquel recinto.
Mi nariz quedaba a la altura de su sexo, presionando sus braguitas, pero ella metió la mano entre sus piernas, separando la tela y permitiendo que mi nariz quedara enterrada entre sus labio vaginales.
Cuando consideré que ya estaban bastante duros, subí la bandeja y coloque las pinzas, que colgaban de las cadenitas, una en cada pezón.
La verdad del sexo contado desde una óptica muy especial. En mi cama vale todo, ¿en la tuya?
Una oficina no es el sitio más erótico del mundo, pero conseguí convertirla en un lugar que rebosaba sensualidad.
Esa vez fui a casa de mi novia y por la noche, llegué a su casa, cene y nos fuimos al living a ver tele.
Después de nadar un poco en la piscina, un poco de placer en las duchas de la universidad.
Un encuentro casual en la calle, cuando ella esta muy excitada la lleva a una aventura muy particular.
Como yo no gusto de él ni mi hijastra gusta de mi, pensé que lo mejor sería retirarme a ver televisión en la sala del segundo piso hasta que mi mujer volviera y así lo hice dejando a la pareja acomodados en el sillón del primer piso. Ella me preguntó que yo que iba a hacer y le dije que a dormir, así que seguramente se sintieron a sus anchas.
Tuve que concentrarme para asegurarme que lo que estaba viendo era cierto, y mientras mas miraba, mas me convencía y mas nervioso me ponía. La mujer estaba sentada en una banca del parque un poco dentro del área mas boscosa y parecía concentrada en un libro que leía; estaba hermosísima.
Me di la vuelta, me sentía observado, humillado y cachondo a la vez. Todo junto. Odiaba y amaba esa sensación que tenía cuando Santi me «obligaba» a hacer lo que él quería. Era una sensación extraña, no me trataba como esclavo, pero parecía que tenía autoridad sobre mí. No sé si sabréis lo que quiero decir.
No la tenía muy larga pero su grosor compensaba la falta de centímetros, su glande rosado resaltaba sobre el color oscuro del resto de la piel, ya que brillaba debido al líquido que lo empezaba a cubrir, lo cual provocaba aquel sonido tan característicos de polla en movimiento.
Llegue a espiarla cuando se duchaba, verla toda desnuda recorriendo su cuerpo con el jabón, fregándose las tetas, ver sus pezones de color marrón claro, su concha con poco pelo que casi se podía ver su raya, y su culo redondo hacia que me pajeara hasta quedar seco.
Comenzó a serrucharme suavemente, y empezó a cogerme con una calidad pocas veces vista. Abría mis nalgas con sus manos para observar como su pija entraba y salía de mi culo, mientras yo apretaba con él esa carne dura que tanto placer me estaba dando.
Mancharé toda tu carita y esas enormes tetas con mi leche, para luego limpiarme la verga con él y acompañarte hasta que encuentres al baboso de tu marido que seguramente estará esperando por ti en el aeropuerto., para que así pueda él darse cuenta la clase de cochina que tiene en casa, que no sabe ni siquiera tomar un sorbo de leche con proteínas sin embarrarse toda la cara y ropas.
Bueno pues sácamela para que veas, claro que yo no era tan confianzudo y pues le dije que el se la sacara, pero el insistía en que yo lo hiciera, y aunque me moría de ganas de hacerlo, pues no lo hice total de que pasaron los días y una noche llega de un partido de basket todo sudado y con una película en la mano
La verdad que yo también quedé impresionado, porque nunca se la había visto en vivo y en directo como en ese momento. Piru me había contado maravillas de Miguel pero uno siempre supone que a veces ellas exageran un poco para ponernos un poquito celosos y realmente no había mentido nada.