Siempre me considere eterno, más la vida me tenía preparada una sorpresa, la curiosidad me llevó a vivir una experiencia que había guardado solo para mi.
Esta practica siempre me ha parecido excitante además de muy atrevida, sin embargo no soy un experto en ella ya que no he tenido muchas experiencias que tengan que ver con el exhibicionismo, pero les contaré lo poco que he experimentado.
Hace unos meses un amigo mío me invitó junto con más amigos a una fiesta que darían unos primos de el, yo decidí ir. La fiesta transcurrió normalmente, mucho baile, bebidas, y algunas otras cosas que puedes encontrar comúnmente en una fiesta loca, mientras transcurría la noche noté que la prima
Mi marido me decía siempre que se me notaba cantidad cuando acababa de hacer el amor porque me cambiaba la cara : se me sonrojaban las mejillas, los labios se me hacían más voluptuosos y mis ojos azules brillaban como aguamarinas...
A mi edad, por aquel entonces tenía 20 años, aún me resultaba conflictiva la experiencia que había tenido con mi pareja y el conserje, pues hasta antes de aquella si bien había tenido una vida bastante liberal en el ámbito sexual, siempre me había relacionado con personas que conocía socialmente, es
Soy Sandra. Actualmente tengo 62 añitos pero en el momento en que se desarrollaron las aventuras de estos relatos tenía 22 , ningún tabú y mucha curiosidad. Leed los dos anteriores y disfrutad con la continuación. Espero vuestros comentarios y vuestros correos.
Cuando llegó mi pareja al bar, quedó sorprendido al verme, no andaba especialmente vestida para una ocasión como aquellas que nos gustan disfrutar de cuando en vez, sin embargo reí pues sabía lo que le estaba provocando.
En el primer capítulo no hice una buena introducción. Os pido que leáis la primera parte antes de leer la segunda. Todo lo que cuento lo he vivido. Y esa fiesta fue el sumum del vicio. Encontraréis de todo: sexe anal, sexo oral, sexo lésbico, uro, dobles penetraciones. Disfrutadlo.
No todas las historias que les cuento me han ocurrido ahora último, muchas ya han acontecido hace un tiempo, creo necesario hacer esta aclaración, pues de otro modo, ustedes pensaran que paso fornicando.
Hacíamos una fiesta en nuestra casa, como tantas otras veces, y habíamos invitado –Carlos, mi marido y yo, Sandra- a un montón de amigos para celebrar la verbena, entre los cuales se encontraba Juan, un amigo de la infancia de Carlos, de su misma edad, es decir unos treinta años.