Mi nombre es Ángy, y si pensás que mi vida fue un cuento de hadas, andate a la mierda. Desde pendeja, en Rafaela, Santa Fe, mi concha y mis tetas se convirtieron en un puto negocio. Mi vieja, viuda y en la lona, me empujó a este barro y yo aprendí rápido lo que valía mi carne. Treinta años
Después de experimentar y sufrir la mayor vergüenza de su vida, Miguel intenta que todo vuelva a la normalidad y demostrar un profundo respeto y cariño inocente a su tía, pero las cosas no salen como él pensaba.
Rápidamente los besos se volcaron a una sesión de sexo en la que nuestros clítoris se tallaban uno con otro, Andrea rozaba su panocha contra la mía haciendo un delicioso ruido, resultado de la mojadez de nuestras vulvas...
Me puse de pie detrás de ella y coloqué mi pene entre sus nalgas, lo froté un par de veces, tomé con mi mano un poco de humedad de su vagina y lubriqué mi pene, puse la punta justo en su culo y comencé a…
Me senté a la orilla de la cama abrí mis piernas para dejarle el espacio libre y tenerla bien cerca, mi mirada estaba perdida viéndola hacer lo suyo, recogí su cabello un poco para poder observar mejor.
Lo primero fue darnos un largo y sentido abrazo, sentir sus tetas presionando mi pecho me erizo la piel. Te extrañe le dije mientras la besaba en la mejilla, sus manos me tomaron de la nuca y me miró detenidamente a los ojos, en lo profundo de su mirada sentí que lo que estaba por pasar...
No hace falta decir que, una vez que descubrí las delicias de la masturbación, cada vez que ocurría uno de estos episodios corría a mi habitación y me pajeaba hasta soltar chorros y chorros de lefa. Los sentimientos que me inspiraron esas sesiones de masturbación nunca disminuyeron; de hecho
Yo no hacia nada mas que mirarle las tetas, eso si disimuladamente, ella tenía una camiseta bastante ajustada, y un poco transparente, además tenía unos pantalones ajustados por lo cual se le notaba el tanga y me ponía a cien solo con mirarla, el caso es que me parecía raro que mi tía fuese ese día así vestida porque no suele ir de ese modo, pero en cualquier caso se lo agradecí, porque alegraba la vista.
Yo me encontraba de pie junto a la cama totalmente desnuda, y la rubia pequeña empezó a tocarme las tetas desde atrás con sus dos manos, mientras la morena se arrodilló y empezó a pasar su lengua por mi ombligo, bajando, bajando hasta llegar al clítoris. Me puse como nunca. Todavía no habíamos empezado y ya estaba a punto de correrme.
Mi historia de hoy tiene que ver con un viaje reciente a Islas Canarias, estuve un rato de compras, aprovechando las rebajas de la temporada, hacía rato que no me probaba tanta ropa y verme con prendas pequeñitas me había puesto un poco caliente... así que decidí ir a la playa y admirar a las hermosas niñas que se asolean en topples...
Los días siguientes fueron una verdadera tortura; en las noches mientras estaba acostada al lado de mi marido pensaba en Alfredo, en cómo me había hecho el amor y deseaba que volviera a pasar pero estaba consciente que estaba mal aún pensarlo.
Me cansé de que constantemente me la metiera sin motivación, que se moviera un poco y me soltara su leche cuando le pedía un poco de variación; y me cansé de tal modo que le tuve que ponerle los cuernos, sin proponérmelo…
No sólo por su avanzada edad, en que había que pararle el pene a fuerza de besos y mamadas; sino que encima de eso, había que adaptar el cuerpo desnudo a todas las posiciones ridículas que venían en el maldito libro.