No hay placer más exquisito que aquel que se roba a la moral, que se arranca de las fauces de lo prohibido con la ferocidad de una bestia hambrienta. Yo, Mónica, a mis 45 años, he saboreado el fruto más dulce y perverso que la naturaleza puede ofrecer a una madre: la semilla de mi propio hijo.
Felisa, una cincuentona ama de casa, guarda bajo su apariencia de esposa tradicional una hembra en celo. Una hembra que necesita de las atenciones de su joven vecino Carlitos. El joven, cada mañana, en cuanto ve al marido de Felisa marcharse al trabajo no duda en acudir a su casa.
Clara, una mujer cercana a los 50, busca revitalizar su vida y matrimonio en el gimnasio. Su joven entrenador, si sobrino Alejandro, despierta en ella un deseo prohibido que la lleva a explorar fantasías lascivas y sumisas, transformando su rutina en una pecaminosa aventura que desafía todo límite.
Cindy pide ayuda para poner música lo cual Agustín como dueño de la casa, así que fue y justo estaba Estefanía poniendo música Estefanía – y ahora dijo que si – Agustín – no, va a firmar después de show – Estefanía – bueno pero te lo aseguro si o si? –
Un joven termina sus estudios universitarios, así que había llegado el momento de dejar la residencia estudiantil y volver a casa con su madre. Pero lo que el ignoraba era que la convivencia con su madre no iba a ser igual que cuando era un niño.
El verano azotaba con su sofocante calor, pero no era tan caliente como el universo de perversión y lujuria que habían creado Claudia y Manuel y que estaba a punto de hacerse más grande... y más frágil.
Gabriel, un joven sin escrúpulos, construirá su propio harem de sexo salvaje. Disfruta de mujeres de su familia que hacen lo que sea por él. Aquí no hay lugar para lo prohibido, solo para lo más vulgar y lascivo.
Este es un pequeño spin-off de Historias picantes n°1 “Rompiendo cadenas” Si te gustó la historia que te contó Charo no te pierdas la que quiere contarte su amiga Marimar. Una despendolada divorciada, que busca recuperar el tiempo perdido en un insulso matrimonio.
Claudia a sus 18, castigada en casa de su abuela, encuentra en la provocación a Manuel de 55, su pasatiempo favorito. Sin darse cuenta, la traviesa jovencita caerá presa de su propio juego. ¿Hasta dónde llegará esta caliente chica? El deseo y lo prohibido se entrelazan en un verano que cambiará todo
Después de lo sucedido con su madre lo que sucedería a continuación era una incógnita para ambos, pero lo que estaría por venir si que iba a ser una sorpresa para ambos.
Cuando el joven y emprendedor Antonio comenzó su andadura empresarial en el mundo de las cryptomonedas, jamas pudo sospechar lo placentero que seria el camino; y mucho menos imaginó quienes serian las responsables de tan delicioso place
La anécdota comienza cuando un muy buen amigo mío me visita en casa un día, hablamos un poco de cómo nos iba en nuestras vidas y con nuestras parejas, para esto después él me preguntó por mi novia, yo le respondí que me iba muy bien con ella y que estaba viviendo el sueño de todo puberto
Abrió los labios para formar un anillo y lo deslizó desde el glande hasta la base del fuste. Se la mamó durante un buen rato hasta que, al intuir el inminente orgasmo —la respiración agitada de León, sus ronroneantes gemidos, la elevación de sus caderas—, apartó la cara y agarró la polla para...
El exquisito sexo oral que me procuraba su diminuta boca, me tenía moviendo mi pelvis para sentir la estrechez de su garganta, su delicioso culito rosado estaba bañado con mi saliva y mi lengua se insinuaba en su interior.
Poco después entró Tamara, que así se llamaba nuestra jefa, iba vestida igual que por la mañana, excepto que llevaba una chaqueta negra que se quitó al entrar. Se sentó en un extremo de la mesa, de espaldas a la pizarra, mientras que nosotros lo hicimos a izquierda y derecha de ella en las esquinas de la mesa.
Después de un rato follando en esta posición Tomás cedió su sitio a Alberto que rápidamente la embistió follándola con fuerza mientras Gonzalo debajo, la agarraba por las caderas tratando de acompasar su ritmo con las embestidas de Alberto, que parecía dispuesto a correrse a toda costa por la velocidad con que se movía lo que no le parecía bien a Lucía, al menos de momento.
Carlos, se agachó a nuestras espaldas y nos levantó el vestido hasta la cintura a las dos. Elena no llevaba bragas pero yo sí, aunque eso no fue un impedimento, puesto que mis braguitas rojas fueron quitadas de inmediato con mi ayuda.