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Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente II

Este es un relato real de la vida de David, un joven de 19 años de Gran Canaria, donde nos cuenta cómo fue su iniciación y la tormentuosa relación que mantuvo con su compañero, Fernando, un maduro de 61 años.

Cuando entramos en el baño, Fernando al ver como yo trataba de apretar mis piernas y la mano que llevaba libre la tenía tratando de taponar mi abierto culo, dándose cuenta lo que me estaba sucediendo, enseguida reaccionó. Yo iba a sentarme en el inodoro para poder evacuar aquello que me estaba saliendo por mi abierto culo, el cual me era imposible cerrar, pero él agarrándome como si fuera un muñequito, me levantó en el aire, metiendo directamente en la ducha.

Era un plato de ducha enorme, allí cabíamos los 2 holgadamente, y aún había sitio para otras 2 personas. Abrió la llave del agua al momento, me hizo sacar la mano de mi abierto y dolorido culo, pudiendo comprobar que solamente era el esperma de la corrida con la que me había preñado. Pudo ver también que salía algo de sangre y lo abierto que me había dejado el agujero del culito.

Joder maricón, sí que te he dejado el culo bien abierto…

Solo es la corrida lo que te sale, eso y un poco de sangre, pero no te preocupes, eso es normal, sobre todo siendo tu primera vez, vamos a lavarlo un poco y luego te lo revisaré, me decía dándome una fuerte palmada en el cachete del culo, a la vez que llevaba el maneral de la ducha empezando a echarme agua por mi recién desflorado culo.

Yo que todavía no las tenía todas conmigo, notaba como seguía resbalando por mis piernas todo aquel esperma con el que Fernando me había preñado. Después de que Fernando me mojara con abundante agua haciendo que se fuese limpiando el culo y piernas del semen que me había escurrido al no poder cerrar el ano, yo llevé mi mano de nuevo a mi todavía abierto agujero, comprobando algo horrorizado lo abierto que seguía estando mi hinchado y dolorido culito, lo resbaladizo que estaba y que mis dedos salían manchados algo de sangre.

Me rompiste el culo joder…

Claro que te rompí el culito, maricón, como pensabas que te iba a hacer mi hembrita si no te rompo el culito, me decía a la vez que me daba otra fuerte palmada en el cachete del culo. Pero no te preocupes que no es nada, ya verás como cuando terminemos de ducharnos, tu culo ya casi está normal como siempre, me decía Fernando abrazándome a él a la vez que se lanzaba a morder mis carnosos labios.

Cuando empezó a comerme la boca, ya no pude resistirme, tenía una boca y lengua adictiva, era algo que me dejaba trastornado, me quitaba toda la voluntad. Me dejé caer sobre sus brazos dejando que me comiera la boca mientras yo con mi mano acariciaba aquella enorme verga que acababa de romperme el culo y convertido en todo un maricón. Estaba claro que yo ante Fernando sería siempre a partir de ahora su hembrita.

Mientras caía el agua por nuestros cuerpos, Fernando no se cansaba de comerme la boca, mordía mis labios, metía su lengua en mi cavidad bucal saboreándola toda sin dejar rincón alguno. Luego mordía mis orejas y cuello al igual que hizo con mis hinchados pezones, a la vez que metía 2 de sus dedos por mi abierto y todavía hinchado culo. Tanto fue el magreo que me estuvo dando mientras nos duchábamos, que no pude aguantar más y terminé por explotar y volver a correrme.

¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, gritaba derramando mi semen sobre la mano y parte del cuerpo de Fernando.

Cuando por fin salimos de la ducha, Fuimos de nuevo para la sala, yo llevaba unas gasas metidas en el ano, por lo que, para poder estar más cómodo, me puse el bóxer así estas no me caerían y no tenía que estar aguantándolas con mi mano. Terminamos de beber las cervezas y picamos algo de cenar, luego seguimos metiéndonos mano, Fernando no dejaba de comerme la boca y morder mis carnosos labios, y yo de acariciar y jugar con aquella enorme polla y huevos que Fernando poseía.

Fernando estaba encaprichado de mis carnosos y enrojecidos labios y pequeño y redondito culito, y yo estaba completamente enamorado de aquella verga y huevos que me habían desflorado y descubierto un nuevo y placentero mundo.

Aquella noche cuando al final me fui para mi casa, ya era bien entrada la madrugada, llevaba el culito dolorido y todavía hinchado, cuando salí del piso de Fernando, caminaba con una extraña sensación, me sentía totalmente abierto, me parecía que todavía llevaba introducida en el culo aquella enorme verga, caminaba con el culo apretado, a pasos cortos, tenía la sensación de que si me movía rápido se me iba a escapar algo por el culo. Cuando por fin me senté en el vehículo, lo hice tan pero que tan despacito y con tanto cuidado, era como si temiera que se fuera a romper algo. Menos mal que a aquellas horas no pasaba nadie por la calle, me hubiera muerto de vergüenza, es como si cualquiera que me viera supiera lo que venía de hacer, ni que llevara un letrero diciendo, Maricón recién follado y desvirgado.

Cuando por fin llegué a mi casa, entré con todo el silencio que pude, esperaba no encontrarme con mis padres, me daba miedo que me vieran así y pudieran descubrir que era lo que había estado haciendo. No quería que viesen que su adorado hijo acababa de ser desvirgado, que era todo un maricón y acababan de romperle el culo. Que se había convertido en la hembrita de un hombre maduro de 61 años, que podría ser su abuelo. Aquello me daba mucha vergüenza que pudieran enterarse mis padres, ellos que siempre me estaban diciendo de que saliera a divertirme y buscara novia, que dirían cuando se enterasen de que, en lugar de novia, su hijo estaba enamorado de una enorme verga y se había convertido en la hembrita de un hombre maduro de 61 años, que lo acababa de desflorar rompiéndole el culo. Vamos que su hijito era todo un maricón.

Con esa preocupación en la cabeza, llegué a mi dormitorio, cerré la puerta y luego de desnudarme con todo cuidado, me metí en la cama. Esperaba que al día siguiente estuviese mejor y pudiese andar sin que se notara nada, esa era la preocupación que tenía en la cabeza. Puse el despertador como siempre, solía ponerlo con suficiente tiempo para que me diera tiempo de duchar y tomar un café antes de salir de casa. Esperaba que mi madre no se levantase como solía hacer en ocasiones, con esos pensamientos rondándome la cabeza junto a la imagen de la enorme verga de Fernando que no dejaba de venirme al recuerdo, me quedé profundamente dormido.

Cuando por la mañana me sonó el despertador, desperté con una enorme erección matutina, siempre solía despertar así, pero lo raro aquella mañana, era que además de la enorme erección, mi bóxer tenía una enorme mancha de semen. Había tenido sueños húmedos muy excitantes y placenteros y mi pobre polla había estado soltando liquido preseminal, dejando todo pringado mi bóxer. Me levanté rápidamente, cogí la toalla y fui inmediatamente para la ducha. Cuando me quité el bóxer, lo revisé viendo que solo estaba manchado del precumen que mi polla había estado soltando por la noche, luego palpé mi culito, saqué las gasas que Fernando me había puesto después de haberme roto el culo, comprobando que estaban manchadas de sangre, las tiré por el inodoro con un poco de preocupación, pues tenía miedo de que pudiera seguir sangrando, no quería tener que ir al médico o de que mi ropa interior se manchase, aunque esto último podía solucionarlo yo teniendo cuidado de revisar el bóxer antes de echarlo a lavar, lo lavaría antes de dejarlo en la cesta de la ropa sucia, así mi madre no se enteraría de nada.

Antes de meterme en la ducha, hice mis necesidades, comprobando que el culo todavía me dolía un poco pero que no parecía que sangrara nada. Una vez terminé de hacer mis necesidades, me metí en la ducha, me lavé a conciencia poniendo sumo cuidado de lavar bien mi maltrecho culito, comprobando que además de hinchado y dolorido, todavía seguía algo abierto y todavía manchaba algo de sangre, apenas era apreciable, pero al pasar la toalla, como esta era blanca, salía algo sonrosada. Limpié la toalla antes de echarla en la ropa sucia, luego cogí del botiquín unas gasas que coloqué en mi culo como si fuese una compresa, me puse el bóxer limpio, y luego de peinarme, salí del baño, terminé de vestir y fui a la cocina para tomar el café antes de marchar para el trabajo, comprobando que allí estaba mi madre preparándome el café. Nos dimos los buenos días, yo me puse algo nervioso al ver a mi madre, pero ella lo único que me dijo además de los buenos días como siempre, era de que ayer se había quedado dormida y no me había escuchado llegar. Me preguntó si había llegado muy tarde. Le contesté que no, que solo me había demorado un poco más que de costumbre, que había quedado con los compañeros al salir del trabajo para beber algo y que luego había tenido que llevar a Fernando mi compañero a casa, pues no tenía vehículo y me había parado un poco más que de costumbre.

Mi madre que sabía que yo apenas salía, al saber que había quedado con mis compañeros, se alegró de que saliera con ellos.

¡Ay… si mi madre realmente supiera lo que había hecho con mi compañero de trabajo! Seguro que no se pondría tan alegre, ella que era la que más me insistía en que saliera y buscara novia. Mejor que siguiera en la ignorancia de en lo que se había convertido su querido hijo.

Terminé rápido de tomar el café que mi madre me había preparado aquella mañana, y teniendo cuidado al caminar, salí de casa para el trabajo sin mayores consecuencias.

Cuando llegué al trabajo, Fernando todavía no había llegado, me puse el uniforme, marchando para la conserjería como solía hacer. Allí estaba ordenando los documentos que me habían quedado del día anterior, cuando al poco tiempo, llegaba Fernando saludándome como solía hacer todas las mañanas, solamente que, en esta ocasión, además de pararse y soltarme alguna de las galanterías con las que solía agasajarme, en esta ocasión, se acercó más a mí, me apretó uno de los cachetes del culo a la vez que me soltaba:

¿Como se encuentra esta mañana mi hermosa hembrita?

Yo poniéndome todo nervioso porque alguien pudiera vernos, me empecé a sonrojar a la vez que trataba de apartarme pidiéndole que allí no hiciera eso, que podrían vernos.

Pero a él no parecía importarle nada, o le daba igual que pudieran verlo, o muy seguro estaba de que en aquellos momentos allí nadie nos iba a ver, pues cuanto más me sonrojaba yo tratando de apartarlo, más me magreaba Fernando el cachete del culo. Quise apartarlo cuando de pronto se lanzó a mi boca, dándome un corto, pero muy caliente morreo que me dejó con la boca abierta y la cara toda sofocada.

No podía casi respirar, el corazón me bombeaba que parecía que quería salirse de mi pecho, cuando tartamudeando, le pedí que por favor no volviera a hacer eso allí en el trabajo.

A, a aquí aquí no, por favor, Fernando, le decía todo sofocado.

Tranquila mi princesa, no tengas miedo que no nos va a pasar nada.

¿Cómo tiene el culito esta mañana mi preciosa hembrita?

Sin poder todavía recuperarme del sofoco que me había dado, le dije que mejor, que todavía me dolía algo y seguía algo abierto he hinchado pero que ya no sangraba, que solo había manchado un poco, pero que apenas se notaba algo sonrosado.

Bueno no te preocupes, cuando salgamos a comer, vamos a ir a una farmacia y te compraré una pomada para aliviar el dolor y de paso te cicatrice las heridas, ya verás que pronto te pasa y como te alivia al momento.

Ese día Fernando, fue mucho más posesivo, sus galanterías y piropos, eran mucho más directas y descarados, en ocasiones hasta me resultaron obscenas y de mal gusto. Estaba claro que ya se sentía más seguro y envalentonado, ya me había roto el culo y me había poseído, ya me había hecho su hembrita.

Cuando salimos del trabajo, al igual que el día anterior, fuimos a beber algo, venía lo mismo que el día anterior conmigo, todavía no había vuelto su mujer y estaba sin vehículo. En cuanto tenía ocasión, no dejaba de meterme mano e insinuarme lo que me iba a hacer, menos mal que los otros compañeros no se enteraron de nada. Una vez quedamos solos, antes de que lo llevara a su casa, pasamos por una farmacia donde compró la crema y pomada que me había comentado, hasta tuvo la galantería de pagar él, no dejando que lo hiciese yo, en estas cosas Fernando era muy detallista, sabía ganarse a la gente y hacerse querer.

Cuando por fin llegamos a su domicilio, yo no tenía pensado subir, tenía el culo bastante dolorido y no me apetecía hacer nada, solamente estaba deseando llegar a mi casa, quitarme la ropa, lavarme y tumbarme en la cama. Fernando insistía e insistía para que subiera, pero yo sabía que, si subía, iba a querer follarme de nuevo, pero la verdad es que mi culito no estaba para ser follado, me dolía y estaba bastante molesto.

Fernando, seguía erre que erre, me decía que esta vez no íbamos a hacer nada, solo me pondría la pomada y me diría como usar la crema, para que las siguientes veces no me fuese tan molesto, al menos hasta que mi precioso culito, se acostumbrase a ser follado por su enorme polla.

Anda mi preciosa hembrita, te prometo que no te haré nada, solo te diré como usar la crema y ponerte la pomada, me conformo con que me dejes comerte estos carnosos y sexis labios que tienes, me decía acercándose a mí.

Dejé que me sujetara la cara con sus manos y empezara a comerme la boca. Me mordía los labios y comía la boca con desesperación, mientras yo todo nervioso y sofocado, miraba de reojo por si podía vernos alguien. Pero allí donde estábamos, dentro del vehículo y a aquellas horas de la noche, era bastante difícil que alguien pudiera vernos, únicamente algún vecino que fuera a aparcar el vehículo.

Me puso tan pero que tan caliente, que no pude aguantar sin llevar mis manos al bulto de la entrepierna que ya se le notaba.

Él al ver que yo me dejaba besar y que también estaba caliente, sabiendo que no iba a convencerme para que subiera, viendo como mis manos palpaban su bulto tratando de tocárselo, me dijo:

Espera princesa, deja que al menos saque la polla de fuera para que puedas acariciarla.

No tardó ni 10 segundos cuando ya tenía de fuera aquella enorme polla y yo hipnotizado, la acariciaba con mis temblorosas manos mientras él me comía la boca y me susurraba:

Hazme al menos una mamada, no me dejes así, anda, no seas malo.

Y mientras él me iba empujando la cabeza poniendo su mano sobre mi nuca, yo dejé que me fuese llevando hasta aquel cipote que ya se erguía tieso como el mástil de un velero.

Abrí la boca mientras lo sujetaba con una de mis manos y con la otra trataba de sacarle los enormes huevos que poseía, empezando a chuparle la punta del sonrosado glande. Chupé y succioné, pasándole luego la punta de la lengua por todo el contorno del glande, metiéndole la punta de la lengua por dentro de la piel que recubre el prepucio, haciéndole gemir.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Sigue, sigue así, ¡ooohhh que boquita! Gemía y suspiraba tratando de empujar con su mano mi cabeza para que tragara más a fondo su tieso y duro mástil.

Yo abría y tragaba todo lo que mi cavidad bucal me permitía, mamando y chupando aquel enorme falo, del que estaba enamorado. Por veces me atragantaba abriéndome en arcadas, pero seguía intentando tragarme toda aquella verga, cosa que me resultaba imposible.

Los ojos me lloraban cayéndome las babas por la comisura de la boca, mientras Fernando seguía empujando mi cabeza a la vez que me soltaba toda clase de lindezas. Ya más que una mamada, era toda una follada de boca.

Así maricón así, abre bien esa boquita y trágatela toda. Traga maricón traga que sabes que te gusta.

Ya llevaba un buen rato chupándole la polla y aquello no tenía trazas de acabar, la mandíbula ya parecía que se me iba a desencajar. Además, en la posición que estaba, me sentía incomodísimo, pero Fernando no me soltaba. Le pedí que me dejara descansar un poco, cosa a la que accedió, eso sí, sin que apenas pudiera darme tiempo a respirar, se abalanzó a mi boca, empezando a comérmela de nuevo. Mordía y saboreaba mis carnosos labios, mientras yo aproveché a pajear y acariciarle los huevos, quería que se corriera cuanto antes y así poder marchar para mi casa, cosa que por suerte no tardó en ocurrir.

Fernando con la calentura que tenía y sabiendo que aquella noche no iba a poder darme por el culo, luego de comerme la boca y cansarse de morderme los labios y cuello, volvió a llevar mi cabeza hacia su polla, la cual empujaba poniendo su mano sobre mi nuca, presionando con ella.

Chúpala, abre bien esa boquita y chúpala, trágatela toda, me decía presionando con su mano sobre la nuca para que me agachara y siguiera con la felación que le había empezado a hacer.

No se como hice, pero el caso es que ahora estaba prácticamente de rodillas junto a su asiento, tratando de abrir todo lo que podía la boca, tragándome todo lo que podía de aquella enorme polla. Ahora al menos no estaba tan retorcido, me había puesto algo más cómodo y chupaba la enorme verga de Fernando, a la vez que con una de mis manos le acariciaba las gordas pelotas y con la otra trataba de hacerle una paja, con la clara intención de que se corriera cuanto antes.

Así, así, abre la boca maricón, abre y chúpala, así, así, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Ves maricón, ves como te gusta, ya sabía yo que eras toda una maricona, sabía que eras toda una nenaza, me decía presionando con sus manos mi cabeza para que me tragara toda su verga.

Ya maricón ya, ya me vengo, ya me vengo, ¡ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! Me corro, ¡ooohhh ohhh! Gritaba empezando a soltar varios trallazos de semen sobre mi boca, mientras yo trataba infructuosamente de sacarme aquella enorme verga que empezaba a soltar trallazos de semen como si de un volcán en erupción se tratara. No quería que se corriera dentro de mi boca, nunca había probado el semen y me daba algo de repelús. Pero me fue totalmente imposible, Fernando al ver que se corría, presionó más mi cabeza, haciendo que su verga se introdujera más en ella, impidiéndome que pudiera sacármela de la boca.

Fernando al notar como yo trataba de sacarme su verga y empujaba mi cabeza para arriba, presionó aún más mi cabeza a la vez que impulsaba su pelvis y así no pudiera sacarme la polla de mi boca.

Traga maricón traga, trágate la lechita de tu macho ya verás cómo te va a gustar.

Y eso tuve que hacer, al no poder apartarme no me quedó más remedio que empezar a tragarme aquel esperma que Fernando soltaba dentro de mi boca. Al principio traté de aguantar todo lo que pude, pero al final no me quedó otra que tragar si no quería ahogarme con el esperma que Fernando descargaba dentro de mi boca.

Al principio me dio algo de asco, se notaba algo tibia y un olor algo fuerte, pero luego de esa primera impresión, ya no me dio tanto asco, más bien sentí algo de morbo y al final hasta me gustaba aquella sensación que notaba al sentir como iba saliendo de la polla el semen y el sabor que dejaba en mis papilas degustativas.

Cuando por fin pude sacarme la polla de la boca, esta salió medio desinflada, limpia y reluciente. Y es que al final mientras aquella enorme polla se iba desinflando y soltando las últimas gotas de esperma, más me gustaba la sensación que sentía al estarle chupando la polla.

Nada más sacarme la verga de la boca, mientras pasaba mi lengua por mis labios relamiendo los últimos restos de la corrida, miraba a la cara de Fernando, viendo como le brillaban los ojos a la vez que esbozaba una sonrisa de satisfación y placer.

Pasó su mano por mi cara acariciándola a la vez que me decía lo mucho que le gustaba, que era toda una putita y que él me iba a enseñar.

Sabía que eras toda una putita, nada más verte el primer día ya me gustaste, verte esos labios carnosos, me hicieron desearte y al verte mover ya supe que tenías que ser mío.

Con solo verte caminar se adivinaba que tenías un culito precioso y muy sexi. Y no me equivoqué en nada, eres un pequeño diablillo, eres un pecado, eres toda una tentación.

Yo que estaba caliente a más no poder, al escucharlo, me empecé a ruborizar, la cara se me empezaba a sonrojar, cada vez deseaba más a Fernando, quería ser suyo, adoraba aquella verga de la que cada vez estaba más enamorado, quería volver a sentirla dentro mía, quería que me poseyera y me hiciera gritar y gemir como el día anterior. Solo que todavía tenía algo de miedo y sentía bastante dolor, si no fuese eso, estoy seguro de que le estaría rogando que me llevase a la cama y me hiciese suyo como me había hecho el día anterior.

Ruborizado como estaba, me incorporé en el asiento, no podía mirarle a la cara, sentía muchísima vergüenza, las orejas las tenía que me echaban humo y la cara me ardía de lo sonrojada que estaba. No sabía que decir o hacer, tenía un empalme de campeonato, pero no era capaz de decirle nada a Fernando, dejé que se vistiera y me acariciara la cara mientras me decía aquellas cosas que me daban vergüenza y hacían ruborizar.

Luego de estar un ratito allí hablando, más bien yo escuchando a lo que Fernando me decía, este abrió la puerta despidiéndonos hasta el día siguiente.

Cuando por fin llegué a casa, me fui directamente para la cama, no tenía ganas de ducharme, mejor lo haría al día siguiente nada más levantar, así llegaría fresquito al trabajo. Además, deseaba volver a dormir a ver si volvía a tener aquellos sueños tan húmedos y eróticos que había tenido la noche anterior, me habían gustado mucho y quería volver a soñar y poder recordarlos al día siguiente.

Al día siguiente por supuesto que volví a levantarme con el bóxer todo pringado de semen, había vuelto a tener sueños eróticos. Nada más levantar me metí en la ducha donde lavé el bóxer antes de echarlo a lavar, y donde luego de ducharme, tuve que pajearme, pues la calentura y empalme que tenía era descomunal.

Aquel día fui a trabajar, pasando más o menos lo que había pasado el día anterior, Fernando a cada oportunidad que se le presentaba, no cejaba de meterme mano, cada vez era más descarado y a mí aquello me daba muchísima vergüenza, temía que nos descubrieran. Pero Fernando no paraba, como su mujer ya había vuelto y no podíamos ir a su casa, intentaba hacérmelo en el trabajo, pero entre que yo todavía no estaba recuperado y que hacerlo en el trabajo me aterraba y no quería hacerlo allí, fueron pasando poco a poco los días.

Ya habían pasado más de 15 días sin que volviéramos a hacer nada, cuando un día Fernando me dijo que al salir del trabajo me iba a llevar a un lugar que conocía, que íbamos a ir como de costumbre a beber algo, que esperase hasta el final, que luego iríamos los 2 solos.

Así fue como aquel día luego de salir de trabajar e ir a beber algo con el resto de los compañeros con los que acostumbrábamos a ir a beber luego de salir del trabajo, Fernando me volvió a poseer. Fue un bosque donde los fines de semana se solía hacer cruising, quedaba algo alejado, lugar que por supuesto yo desconocía ni nunca había estado ni siquiera había oído hablar de dicho lugar.

Fuimos en ambos vehículos, yo por supuesto iba nerviosísimo, no solo nunca había estado allí, es que además contando la mamada que le había dado a Fernando la última vez, esa era la tercera vez que iba a estar con él, iba a ser la segunda vez en mi vida que me iban a dar por el culo e iba a ser al aire libre. Iban a follarme en un bosque donde se solía hacer cruising los fines de semana, y aunque aquel día de semana no solía haber nadie, era muy posible que alguien nos pudiera ver y a mí, aquello me daba muchísima vergüenza.

Cuando por fin dimos llegado a aquel paraje, paré el vehículo detrás del de Fernando. El lugar era un lugar bastante apartado, por supuesto no se veía a nadie, ni habíamos visto ningún otro vehículo. Nuestros vehículos quedaban bastante ocultos, cualquiera que fuese por allí, tendría que ir a propósito, así que podríamos estar bastante tranquilos, cosa que Fernando sí lo estaba, cosa distinta era la mía, yo era la primera vez que iba a hacer aquello en un lugar público y al aire libre.

Fernando que sabía cómo era yo y lo nervioso y vergonzoso que era y estaba, no esperó nada, fue el primero en bajarse del vehículo y venir a por mí. No solo sabía de mi timidez y vergüenza, sabía que me encontraba nerviosísimo además de la calentura y ganas que tenía él de volver a darme por el culo. Ya llevaba días que tenía ganas de follarme y esa noche me iba a dar por el culo hasta reventar, me iba a dejar bien preñado y abierto.

Yo esperaba dentro del vehículo, no sabía que hacer, los nervios me tenían atenazado. Sabía que era lo que iba a pasar, tenía ganas y estaba excitado, parecía que tenía en el estomago un desfile de hormigas, pero no era capaz de salir del vehículo. Vi como Fernando se bajaba del suyo, como lo rodeaba y venía hacia mí. Abrió la puerta de mi vehículo ordenándome que apagara el vehículo a la vez que me agarraba por el brazo para que fuera con él.

Ven princesita, no temas que aquí estaremos bien, me decía empezándome a abrazar mientras yo salía del vehículo. Apenas pude salir del vehículo y ya Fernando me estaba metiendo mano abrazándome a él. Empezó a morder los labios y comerme la boca, susurrándome las ganas que tenía, que lo volvía loco. Cuando me di cuenta, ya me tenía desabrochada la camisa y me estaba empezando a morder las pequeñas y duras tetillas.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía yo notando como Fernando mordía los hinchados pezoncitos y como sus manos empezaban a aflojar la correa del pantalón.

Dios que excitado y nervioso estaba, ver como Fernando mordisqueaba y chupaba mis tetillas, teniéndome totalmente abierta la camisa y como ahora empezaba a aflojarme la correa del pantalón, yo no era capaz de hacer nada, solo gemía abrazándolo por la cabeza.

Espera, espera, le decía yo, vamos a mirar si hay alguien.

Tranquila princesa, ya viste que no hay nadie, aquí solamente vienen los fines de semana, además si hubiera alguien, es porque están haciendo lo mismo que nosotros, me decía Fernando mientras seguía aflojándome la correa del pantalón.

Cuando ya la hubo aflojado, con una maestría de veterano en estas lides, sin que me diese cuenta, desabotonó el único botón que tenía el pantalón y cuando quise darme cuenta ya estaba metiendo la mano por dentro de mis bóxers.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí a la vez que me retorcía estremeciéndome al sentir su mano acariciándome los genitales.

Tenía la polla tan tiesa y dura que Fernando al tocármela y ver cómo estaba, me dijo:

Mira como estás, mira lo caliente y salido que está mi putita.

Yo que moría de ganas y excitación, empecé a tratar de buscar aquella verga que me tenía enamorado, soñaba todos los días con ella desde aquel primer día en que me desfloró poseyéndome y haciéndome suyo. Empecé a bajarle la cremallera del pantalón mientras Fernando ya me estaba empezando a bajar los míos junto al bóxer, éramos como 2 animales en celo.

Yo buscaba con mi mano la forma de sacarle la enorme verga, pero yo no tenía la experiencia y maestría de Fernando, por lo que viendo lo que me costaba, Fernando se aflojó la correa y desabotono el pantalón, a la vez que yo le sacaba aquella enorme polla que me tenía enamoradísimo.

Nada más sacarle la polla de fuera, sin que Fernando me dijera nada, yo solo me incliné un poco, llevándome aquella hermosa verga a mi boca, empezando a chupársela como si de un helado se tratara.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Así así chúpala, chúpala toda que es toda para ti, decía Fernando empujando mi cabeza para que tragara aquel enorme falo.

Ya llevábamos un buen rato allí magreándonos y yo chupándole la enorme polla cuando Fernando me dijo que quería follarme.

Ven putita, vamos a quitarnos la ropa que quiero follarte bien follado esta noche, me decía sujetándome por una de mis manos, mientras él abría la puerta trasera de su vehículo para que dejásemos allí la ropa.

Una vez ambos totalmente desnudos, sacó del maletero de su vehículo una pequeña manta junto a un pequeño bote, era lubricante, Fernando ya había pensado en todo y sabía que para poder meterme aquella enorme verga que poseía y no hacerme mucho daño, tenía que prepararme y lubricarme bien. Por eso ya venía bien preparado y equipado con todo.

Sujetándome por una de mis manos, nos apartamos unos metros de donde estaban los vehículos, internándonos entre los árboles de aquel bosque. Dejó el bote que llevaba al pie de uno de los árboles, luego estiró la manta sobre el suelo, abrazándome luego a la vez que me iba metiendo mano.

Ven putita, ven para aquí, me decía poniendo mis manos sobre aquel árbol. Me hizo que me inclinase un poco teniendo las manos apoyadas sobre el árbol, luego me hizo abrir de piernas mientras me iba pasando sus manos por todo mi cuerpo. Me estremecí todo cuando pasó su mano por la raja de mi pequeño y caliente culito. Se paró en la entrada de este, empezando a palpar con sus dedos la entrada de mi agujero.

Mientras trataba de introducirme el dedo, se arrimó a mí a la vez que me susurraba al oído:

Ufff, maricón que bueno estás, que culito más divino que tienes, anda deja que se vaya abriendo para mí, relájate y no hagas fuerza, me susurraba mordisqueándome el cuello y orejas. Así me tuvo un ratito hasta que se agachó detrás mía, mordía los cachetes de mi culo a la vez que me hacía que me abriera aún más de piernas.

¿ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí escandalosamente al sentir su lengua y labios lamiendo y chupando la entrada de mi ano. Fernando me estaba comiendo el culo de una manera que no podía aguantarme. Mientras yo chillaba y gemía sintiendo su lengua y labios comerme el culo, con su mano llevó mi polla y huevos hacia atrás, cuando de repente noto como empezaba a comer el escroto y base de los huevos, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gimoteaba yo notando como Fernando mordisqueaba y chupaba aquella parte de mí. Daba pequeños mordiscos en el perineo y base de los huevos, haciéndome que me abriera de piernas todo lo que podía.

Notaba como su barba incipiente me hacía cosquillas en el culo mientras Fernando no dejaba de mordisquear y chupar la base de mis huevos, perineo y escroto, pasando de vez en cuando la punta de su lengua por mi esfínter que cada vez se encontraba más hinchado. De vez en cuando presionaba con su dedo el esfínter, haciendo que esté se fuese abriendo y dilatándose cada vez más. El condenado palpitaba como si tuviera vida propia, es como si supiera lo que iba a suceder, sabiendo que tenía que dilatarse para dejar entrar aquel enorme pollón.

Yo no paraba de gemir y retorcerme de gusto, apoyado al árbol, cada vez me iba inclinando más, abriéndome de piernas todo lo que podía.

¡Fóllame! ¡fóllame! Le pedía a Fernando. Era tanta la calentura y excitación que tenía, que ya no podía aguantar más, deseaba sentir como aquella enorme verga me abría el culo introduciéndose en mí.

Cuando Fernando supo que ya me tenía preparado y bien dilatado, fue a por el pequeño bote que había dejado junto a la manta, abrió el mismo y luego de coger una buena porción con sus dedos, llevó estos a la abertura de mi culito pasándolos por él. Lubricó bien la entrada, metiendo luego 2 de sus dedos para que quedara bien lubricado.

Luego de dejar mi entrada bien lubricada, hizo lo mismo con su enorme verga y una vez lubricada la misma, colocó la punta de su enorme verga en la entrada de mi ano, me sujetó por las caderas, empezando a presionar hasta que mi esfínter cedió dejando paso al gordo capullo que Fernando poseía.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillé al notar como aquel enorme glande abría el agujero de mi culo, haciendo que el esfínter se dilatase y dejase paso a la enorme verga que se iba introduciendo por él.

Fernando al ver que la punta de su enorme polla ya había traspasado mi esfínter, sujetándome fuertemente por las caderas, tiró de estas hacia él, a la vez que impulsaba su pelvis introduciéndome por completo aquella enorme polla por el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Volví a gritar a la vez que todo mi cuerpo se estremecía y yo trataba de erguirme, notando como su polla se introducía en mis entrañas, sintiendo como sus huevos y pelvis chocaban con mi culito, quedando completamente pegado a mí.

Ya maricón ya, ya la tienes toda dentro, Relájate y afloja, me decía Fernando impulsando más su pelvis para que su verga entrase hasta lo más profundo de mis entrañas.

Yo que gritaba como un poseso, trataba de relajarme dejando que mi profanado y ultrajado culito se fuese acostumbrando a aquella enorme verga que se había introducido por él. Notaba el calor que emanaba de su pelvis y genitales, pudiendo sentir el vello de su pubis pegado a los cachetes de mi profanado culito. Fernando me tenía completamente ensartado en su enorme verga. Era la segunda vez en mi corta vida que me tenía ensartado, ya volvía a ser suyo, ya era de nuevo su hembrita.

Poco a poco Fernando fue empezando a mover su pelvis, haciendo que su enorme verga se fuese deslizando por dentro mía, haciendo que me estremeciese y gritase con cada culeada que me iba dando.

Así maricón así, relájate y abre bien las piernas y deja que tu macho te folle. Así maricón así, mira cómo gimes y chillas, ¿te gusta eh maricón?

sabes que naciste para darle placer a tu macho, que eres toda una putita, una putita muy caliente y sexi que necesita que le den verga y lo preñen bien preñado, ¿Verdad que sí Maricón?

Siií, siií, fóllame, fóllame. Quiero queme folles, préñame y hazme tuyo, le gritaba sintiendo como aquella enorme polla que poseía Fernando me taladraba una y otra vez el culo, haciendo que me retorciera de gusto y gimiera escandalosamente.

Dios como me gustaba sentir a Fernando completamente pegado a mí, notar su pelvis golpeando una y otra vez mi caliente culito, notando como aquella enorme verga se introducía una y otra vez por mi cada vez más abierto culito. Me estremecía y gimoteaba sin poder parar.

Teniéndome así, Fernando dejándome enterrada su polla en lo más profundo de mis entrañas, me hizo girar la cabeza apoderándose de mi boca. Mordió mis carnosos labios, metiendo luego la lengua dentro de mi boca. Pensé que me volvía loco, notaba sus huevos pegados en la entrada de mi culo y aquella enorme verga abriéndome en canal y ahora tenía su lengua metida en mi boca. Empecé a chuparla y saborearla como si me fuera la vida en ello, sentía que Fernando estaba completamente dentro mía, podía notar su enorme polla clavada en lo más profundo de mi ser, sus huevos y pelvis pegados a mi caliente culo y su lengua introducida en mi boca. Dios me sentía completamente suyo, me estaba poseyendo y yo le pertenecía en cuerpo y alma.

¿Te gusta eh maricón?

¿Te gusta que tu macho te posea y haga suyo eh…?

Sabía que eras toda una putita, una rica y sexi putita, mi putita…

Me susurraba Fernando, manteniéndome clavada aquella enorme estaca hasta los mismísimos huevos, escuchando los gemidos que emitía y como chupaba con desesperación su húmeda lengua.

Paseaba sus manos por todo mi cuerpo acariciándome a la vez que mantenía completamente ensartado en su verga. Poco a poco empezó a mover su pelvis, haciéndome que gimoteara más fuerte, podía notar como su polla rozaba mi próstata, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera de gusto. Gemía a la vez que mis piernas temblaban mientras Fernando me follaba allí de pie apoyado junto al árbol. En aquellos momentos todo me daba igual, solo quería que Fernando siguiera follándome y haciendo suyo. En aquellos momentos yo le pertenecía, era su hembrita y no me importaba nada en el mundo.

Tanto era el placer que estaba sintiendo que no pude aguantar más y terminé explotando en un espectacular orgasmo. Las piernas empezaron a temblar como si tuvieran vida propia y de repente empecé a gritar que me corría.

Me corro, me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Chillaba soltando unos largos trallazos de semen que fueron a parar sobre la corteza de aquel árbol al que me apoyaba mientras estaba siendo follado por Fernando.

Así maricón así, mira cómo te corres, mira cómo te corres de gusto, me decía Fernando a la vez que apuraba sus arremetidas, llevándome al clímax del placer.

Cuando terminé de eyacular, pensé que me volvía loco de tanto gusto que estaba sintiendo. Fernando al ver como mi cuerpo se relajaba, dejó de envestirme y sacó su verga de mi culo, me abrazó a él para que no terminara cayéndome, me tumbó sobre la manta que había extendido, y empezó a besarme como un poseso. Podía notar el calor que emanaba de su cuerpo y lo dura que seguía estando su enorme verga.

Así me tuvo unos cuantos minutos hasta que volvió a la carga. Quería poseerme y dejarme bien preñado, quería que no olvidara aquella follada que me estaba dando, quería que la pudiera recordar toda mi vida.

Me abrió las piernas a la vez que las levantaba colocándolas sobre sus hombros, se pegó todo lo que pudo a mí, colocó la punta de su verga sobre mi abierto agujerito y a la vez que se echaba sobre mí, haciendo que mis piernas viniesen hacia mi pecho, volvía a introducirme toda su enorme verga.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillaba abriendo los ojos como platos al notar como su polla se volvía a introducir por mi culo, abriéndome en canal.

Así maricón así, dame tu culito, dame tu culito y deja que entre en ti, me decía Fernando volviéndome a follar y a hacer suyo.

Ahora yo podía ver como aquella enorme polla que poseía Fernando, se introducía una y otra vez en mi culo, me tenía como un pollito asado mientras él me perforaba una y otra vez el culo con su verga.

Las arremetidas que me daba Fernando ahora eran profundas y cada vez más rápidas. Yo ya estaba que no podía más, notaba como me ardía el culo, cuando empecé a notar como la enorme polla de Fernando empezaba a palpitar dentro mía y como esta se empezaba a hinchar soltando unos largos trallazos de semen.

Ya maricón ya, ya me corro, ya me corro, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gruñía Fernando mientras descargaba todo su esperma dentro de mi dolorido y caliente culito, dejándome preñado con su semen.

Este es un relato real de la vida de David, un joven de 19 años de Gran Canaria, donde nos cuenta cómo fue su iniciación y la tormentuosa relación que mantuvo con su compañero, Fernando, un maduro de 61 años.

Continúa la serie << Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente I Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente III >>

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