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De balcón a balcón

De balcón a balcón

Creo que les he comentado en relatos anteriores que vivo con mi pareja desde hace 7 años, y creo en la lealtad, más no en la fidelidad, así que no me complico cuando la calentura me gana y doy rienda suelta a lo que mi culo y mi verga respectan.

Llevamos 2 años viviendo en un edificio de departamentos en la calle principal del centro de mi ciudad, es padre porque tenemos todos los desfiles y un mar de gente q nuestros pies, por lo que yo me he acostumbrado a tener mis binoculares a la mano y disfrutar así de la vista de buenos ejemplares masculinos desde mi balcón.

Frente a nuestro edificio hay otro también de departamentos, y la verdad nunca me había interesado en fisgonear sus balcones, primero para no tener problemas, y segundo porque no había nada que me atrajera.

Pero hace un par de meses noté que se desocupaba un departamento del piso 3 y de inmediato lo ocuparon un par de jóvenes que de entrada me parecieron muy atractivos.

Son dos tipos de unos 28 años, de cuerpos muy cuidados, musculosos, de pechos velludos (ya los vi sin camisa), uno moreno claro y otro rubio (es de Estados Unidos); el tipo moreno es el que trabaja y el rubio creo que es el que se hace cargo de la casa, claro que rápido sospeché que era pareja gay, y si, pues a través de la ventana los he visto un par de veces como se abrazan y se besan.

Bueno, yo por lo general llego a mi casa temprano por las tardes, y veo televisión o me fumo un cigarro en el balcón mientras mi pareja llega un par de horas después, siempre que llego a casa me desnudo, ya sea para andar totalmente desnudo o me quedo en tanga, y cuando salgo al balcón solo me pongo una camiseta y me siento a fumar y a tomar el fresco, como el balcón es de cemento la gente en la calle solo me ve de la cintura para arriba, así que no hay problema.

Pues hace 2 semanas así estaba yo cuando vi que del departamento de estos chicos estaba asomado el rubio con unos binoculares, al voltear a verlo él se metió rápido a su casa y ya no salió, “Este cabrón me estaba viendo con sus binoculares” pensé yo, y me agradó la idea, porque desde la altura de su balcón alcanza a verme de cuerpo entero, ósea que el cabrón me veía en calzones…

Al día siguiente llegué a casa, me desnudé por completo y solo me puse una camiseta, salí al balcón, y con un cigarro me puse a leer un libro sentado en un banco, pero de modo que si el rubio me quería espiar pues pudiera verme con toda facilidad desnudo, mi verga semierecta y mis huevos estaban al alcance de sus binoculares.

Yo hacía como que leía, pero estaba atento al balcón de enfrente, así que noté cuando el chavo rubio, por detrás del vidrio de su ventana, se puso a verme con los binoculares… yo disimuladamente abrí más mis piernas y comencé a acariciar mis bolas y mi verga que poco a poco se fue parando cada vez más.

Yo aparentaba leer y despreocupadamente me rascaba la verga, era un buen panorama para el cabrón que me estaba espiando, cuando de pronto solté el libro, tome mis binoculares que tenía en el piso y enfoqué a mi vecino mirón, él se sorprendió al verme, pero como yo me seguí agarrando la verga totalmente parada, creo que al chavo no le quedó más remedio que quedarse mirándome con mucha excitación. Para mi desgracia en ese momento sonó el teléfono de mi casa y tuve que ir a contestar, no era nada importante, pero cuando regresé el rubio ya no estaba, total que esperé al siguiente día.

Cuando salgo al balcón al día siguiente, solo llevaba una camiseta, y me sorprendió que ya estaba atrás de su ventana el rubio esperándome, pero ya más atrevido pues me esperaba con sus binoculares en sus manos y completamente desnudo.

Yo me apendejé de momento, pero luego luego tomé mis binoculares y comencé a mirarlo, era un tipo clásico de Estados Unidos, de complexión atlética, hombros anchos, pectorales desarrollados, vellos al centro de su pecho que bajan en hilera por su abdomen algo marcado, hasta rodear ampliamente la base de su verga, que era rosada como la mía, erecta y curva pegada a su ombligo, de buen tamaño y grosor, y unos huevos pesados y grandes que cuelgan antojables bajo su verga.

Sus ojos no lo miraba porque solo veía sus binoculares apuntando hacia mi, pero se notaban sus finas facciones, cabello rubio muy corto, tipo militar, y unos labios húmedos y muy coloraditos.

Yo excitadísimo me senté en el banco de mi balcón para evitar que nadie más abajo pudiera verme y admirando al rubio comencé a acariciar mi cuerpo, con mi mano derecha me levanté la camiseta hasta dejar a la vista mis pezones, los cuales acaricié entre el vello de mi pecho y los pellizqué un poco, bajando mi mano por mi abdomen hasta llegar a mis huevos y mi verga, que ya húmeda me hizo más placentera esa rica chaqueta pública que me estaba haciendo.

El tipo estaba igual que yo, masturbándose como loco con una mano y con la otra sus binoculares enfocados en mi, pero llegó un momento en que soltó los binoculares y se chupó un dedo para después metiendo su mano izquierda entre sus piernas comenzó a meterse un dedo en el culo, para que instantes después lograra un brutal orgasmo…

Yo miré como su cuerpo se tensó y en ese instante de su verga saltaron cuatro grandes chorros de leche que cayeron en su pecho y abdomen mientras seguía apretando su verga y con un dedo en el culo…

Yo no pude más y también exploté, pero mis mecos llegaron hasta el cuello, sintiendo como se me iba la vida en cada chorro de leche que me salía…

Cuando terminé de vaciarme dejé los binoculares en el piso y con mi mano llena de leche acaricié mi pecho con mi esperma, y me llevé mis dedos a la boca saboreando mis propios mecos, el chico volvió a tomar sus binoculares y disfrutó viendo como gozaba yo de mi propia leche mientras me verga empapada seguía dura y dando brincos apuntando al cielo, le sonreí al chico y me levanté del banco para meterme a mi casa…

No he vuelto a ver al rubio porque he tenido compromisos por las tardes, pero mañana pienso hacer lo mismo, a ver si lo veo, quisiera repetir esa experiencia una vez más, después quizá me anime a vestirme, salir de mi edificio, cruzar la calle y tocar a su departamento, que ya se que es el número 12, al fin que ambos tenemos libre de 4 a 6 de la tarde sin mayores broncas, y si no, pues tendré cuidado de no llenar mis binoculares con mi leche caliente.

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