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Fantasía Incestuosa II: Baño con mi hijastra

Ella metió sus manos debajo de mi traje de baño, lo desabrochó y sacó hábilmente mi guevo. La llevó a su boca y lo mamó de arriba abajo. Parecía que se trataba de una competencia con límite de tiempo. Estaba alborotada y disfrutaba cada lamida con cara de picardía. Yo estuve a punto de venirme (correrme) en varias ocasiones, pero me apretaba el pene fuertemente y respiraba hondo para bloquear la excitación.

Cuñadas Amorosas I

Las dos mujeres dedicaron gran parte de la mañana a dormir y una vez que desayunaron, cerca de mediodía, Ana, que había despertado particularmente eufórica, sugirió tomarse un aperitivo antes de almorzar, el que se convirtió en más de tres, lo que motivo que Edith se pusiera tan alegre como su cuñada, tal vez por su poca costumbre de beber.

Una barbacoa muy movida

De tanto en tanto Marisa introducía su lengua entre los abiertos labios del coño y lamía con profusión aquí y allá. Maite, entre tanto se había colocado a horcajadas encima del pecho de Sole, frotándose su coño con las tetas de mi novia y dejando a veces que le lamiera su exageradamente abierto sexo, mientras se pellizcaba los pezones para mantener su dureza y agarrándose la teta desde abajo se la llevaba a la boca para chupar de su propio pezón.

Mi mujer se lo hizo con un negro

Aunque nada parecía haber cambiado en nuestras relaciones sexuales, yo estaba algo confundido, por lo que mi fogosidad había decaído algo. No podía evitar pensar en María, supongo que porque tuvimos un sexo desatado y prohibido o porque ella era mi criada o porque María me dio cosas que Nuria no me permitía, como practicarlo sin preservativo o como el sexo oral que tanto asco le produce a Nuria.

¿Qué será de Gaby? I

Estaba enfundada en su jumper azul, con su blusa blanca y zapatones negros. Venía saliendo de clases con un grupo de amigas a pasar una tarde de alcohol y sexo con un grupo de jóvenes entre los que me encontraba yo, aunque a mis treinta años no podría clasificarme en ese grupo.

Mi cuñado me da lechita II

Tres horas después, me levante y me di una ducha, para darle agua caliente a mi panochita que todavía sentía adolorida pero feliz, al terminar me envolví en mi bata y salí a llamar por teléfono a mi esposo, quien me dijo que llegaría tarde porque tenía mucho trabajo. Después regreso mi hermana y le conté que me sentía muy feliz, ya que parecía que por fin iba a ser mamá, ella me felicito, sin saber que se trataba de un hijo de su esposo, nuestro Jorgito. Nos despedimos y me acosté.

Una cuestión delicada

Quedé destruido en la cama. No me podía mover y él me pidió el último esfuerzo. Yo ya no entendía nada ni quería nada, pero había gozado tanto que no podía dejar de hacerle un favor, aunque no podía pensar que me pediría eso. Me pidió que me ponga boca abajo y limpió toda la sangre que corría por mi culo. Me puso una crema refrescante que me hizo muy bien ya que era fría y mi culo era el mismo infierno.

Fantasias sexuales en el matrimonio

El día que me contó esas historias yo la estaba excitando, tocándole los pezones, y diciéndole como me imaginaba que se la habían cogido de joven, a lo que ella me contesto que sí, que si se la habían cogido en la oficina en donde trabajaba, ahí, me puse a 1000, y me empecé a masturbar al mismo tiempo que ella me decía como se había dado ese primer momento.

Pasión por mi sobrina I

Como resultado de su paso de niña a mujer ella lucía ahora la plenitud de sus formas juveniles, que me embrujaron y se clavaron en mis sentidos cuando la brisa de su paso por mi lado me envolvió con su perfume suave y fresco.

Compañera

Esto ocurrió 3 veces más esa semana, cada vez que yo entraba a tomar algo, ella me seguía y allí se quedaba, quería que la contemplase pero que fuese yo el que diese el primer paso. El lunes siguiente no lo pude evitar y al fin empecé a hablar con ella, su voz era dulce y parecía muy simpática, nos empezamos a reír y hablamos de trabajo, estábamos en el mismo proyecto pero en fases distintas.

La futura esposa de mi mejor amigo III

La nueva esposa me puso en cuatro, su busto recaía sobre la cama, con sus manos tomaba mi pene y con sus boca, succionaba mis testículos, sus rodillas se apoyaban sobre el lecho y su cadera estaba levantada y erguida sobre la cama, mi amigo sin pensarlo dos veces la tomo de las caderas y la ensarto enseguida, yo note al ínstate que eso surtía efecto en la arrechera de la tía, porque inmediatamente fue en calibrada, procedió a gemir y a mamarme la verga.

Isla Margarita II

Hubo un largo silencio, Sofía se dirigió al baño por enésima ocasión, Roberto fue a cambiar de vasos y a tirar las cenizas de los ceniceros, Abdón seguía bebiendo y acariciaba a Maru de una forma obscena, nos incorporamos en señal de despedida, Roberto me dio su mano despidiéndose. Sofía regreso del baño y nos pidió que nos tomáramos una última copa para darnos el dictamen, la charla final me había alterado al grado de sorprenderme de mi propia agresividad ante las preguntas de Sofía.

Camping en compañia I

Estaba acercándose hacía mi poco a poco hasta rozar su cuerpo con el mío delicadamente, como quien no quiere la cosa. Yo noté su polla pegada a mi culo, y eso me puso a cien, pero continué haciéndome el dormido. Lentamente comenzó a lamerme la oreja, con delicadeza, besándome la nuca, mientras su polla seguía pidiendo paso.

Por fin logré tener conmigo a la mujer de mi vida, a la que había hecho casar con mi mejor amigo, que la desaprovechó

Debo reconocer que mi físico no es para impresionar a nadie. Apenas llego al 1,70 y mi humildad económica no me permitió jamás lujos como el gimnasio o deportes que me tomaran mucho tiempo, pues desde los 12 años casi me sostengo solo, pues mi madre apenas puede con los gastos que generan mis hermanos menores y yo he tenido que trabajar de casi todo.

Un fin de semana de camping

Me adelante unos diez minutos a la cita y me quede esperando dentro del coche, pensando que lo más probable era que nadie apareciese, cuando pasaban cinco minutos de la hora decidí dar otros cinco y marcharme solo, pero no fue necesario: A todo correr apareció por la plaza una persona enfundada en un chándal con capucha y una mochila amarilla y azul. Por su forma de correr adivine que era una mujer, que se acercó deprisa hacia donde yo estaba y empezó a mirar de un lado a otro. Me baje del coche y me acerque, acordándome que ni siquiera sabía cómo se llamaba.