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Nacho, Pepi y yo IV: M. Teresa

Nacho, Pepi y yo IV: M. Teresa

Continuación del relato: Nacho, Pepi y yo III

Eran los primeros días de Julio, cuándo, Mª Teresa, la hermana de Nacho me llamó por la tarde, me pregunto si me importaría que me invitara ha pasar unos días en la torre que tenia en un pueblecito de la costa, puesto que su hermano le había dicho que yo era un “manitas” y lo arreglaba todo, por supuesto que la conteste que de acuerdo, pero que yo no tenia medios para desplazarme hasta donde fuera, puesto que me había vendido el coche por no poder conducir nunca más; su respuesta fue rápida y contundente.

Tú no te preocupes por eso, yo te llevo y te traigo y hago lo que tu quieras contigo, por eso no te preocupes, que no te ha de faltar de nada, querido.

No es que me dejara preocupado esa ultima palabra que dijo, pero si tenia un significado bastante especial, por lo que me había dicho su hermano Nacho.

Yo conocía a Teresa, pero solo de haberla visto un par o tres de veces cuando venía al despacho de la empresa de transportes, donde yo trabajaba, ha recoger a su marido, que era el contable de dicha empresa, y recuerdo, que cuando la veíamos se nos caía la baba, de lo bien conservada que estaba, en esa época o más bien, meses después, su marido falleció de un infarto fulminante y Teresa (yo la conozco por Teresa, aunque su hermano la llame Maria, lo digo, para que no os confundais, son la misma persona) quedó viuda y ya no la volvería ha ver mas, hasta dentro de unas horas en que me vendría ha buscar.

De todo esto que explicado últimamente, pasaron cinco años, tiempo suficiente para olvidarme de su fisonomía y de cómo era y de ahí el no reconocerla en un primer instante, hasta que Pepi no me la ha presentado.

Teresa no ha hecho mucho caso al incidente y me ha plantado un par de besos en las mejillas, muy cerca de las comisuras de los labios.

Los coches, ya corrían por la autopista camino de la costa y en un par de horas, estaríamos en la casa de verano de Teresa, yo viajaba con ella y en el otro coche (que era el mío, antes de vendérselo a Nacho) viajaban él y Pepi.

Sabes, que me has gustado desde que te conozco.- me dijo Teresa de sopetón, pero muy suavemente.-

Y eso a que es debido, si yo no me he considerado nunca un guapo.- conteste yo a mi vez.- más bien todo lo contrario.

Porque lo dices tu, no soy la única a la que le gustas y mas de una te llevaría a la cama si pudiera o si tu quisieras.

Esto último me dejo bastante pensativo, porque me había dicho aquello, quizás no tuviera que preocuparme en demasía, pero pudieran ser reveladoras sus palabras o quizá fueran sus propios pensamientos, en los próximos días lo sabría.

Quizá exageres un poco ¿no crees ¿.- conteste.

Ni un poco siquiera, cariño.- replico, rápida.- tú, puede que no te des cuenta o no quieras dártela, porque te hayan quemado algunas mujeres, pero no todos vosotros sois iguales, ni todas nosotras tampoco.

Faltaría mas, Teresa.- dije yo, no muy convencido, que ella captó enseguida.

Te hicieron daño.- preguntó.

Si, pero esta olvidado.

Si, pero tu aun lo llevas dentro

Es una apreciación tuya, yo siempre digo que agua pasada no mueve molino.

Si, pero a veces provoca inundaciones.

Estuve un tiempo sin decir palabra, no me apetecía seguir por aquellos derroteros que no sabia donde me llevarían, sus últimas palabras habían dado en el blanco y no quería que se profundizara mas, aunque sabia que eso tarde o temprano, iría mas lejos de lo que yo deseara.

Bueno, Vito, ya estamos llegando, haber si te gusta la casa.

Claro,¿Por qué no me va ha gustar?.

Hombre, no todos los gustos son iguales.

Hasta la dueña me gusto siempre.- replique sin pensar.

Gracias, cariño, lo he sabido desde que me miraste por primera vez en el despacho de la empresa donde trabajabas.

Siii – dije, incrédulo – ¿Cómo lo supiste?.-

Estas cosas, las mujeres las sabemos porque nos fijamos en vuestras reacciones – me contesto, rápida

Ahhhh – solo supe decir, como si fuera idiota.

Teresa, freno el coche en seco al ver lo que tenía delante de la verja de entrada a la casa e indignada salio del vehículo maldiciendo a los que le habían dejado todo aquel montón de troncos verdes delante de la puerta.

Teresa se enganchó rápidamente al móvil y estaba dando una bronca fenomenal a los responsables de aquel desaguisado que había frente a la verja y preguntaba, quién lo iba ha quitar de ahí, la contestación que le dieron no debió de gustarle mucho, porque estampó el móvil contra el suelo y entró en la casa maldiciendo a todo el mundo. Nacho tuvo que intervenir para calmarla.

Cuando Teresa se hubo serenado del todo y nos puso al corriente de lo que le habían dicho los del transporte de la leña, supimos el trabajo que nos quedaba por delante, cinco toneladas de troncos verdes que teníamos que trasladar a la parte trasera de la casa.

Entramos las maletas dentro de la casa, nos pusimos cómodos y ligeros de ropas por el intenso calor que hacía y nos pusimos manos a la obra.

Dos horas llevábamos entrando leña y nos quedaban tres o cuatro carretillas, cuando a mi me empezaron a entrar unos mareos significativos de que mi nivel de azúcar en sangre bajaba alarmantemente y cuando marchaba con una carretilla hacia detrás de la casa, caí desmayado al suelo con el consiguiente susto para todos los demás, sobre todo para Teresa, que no sabía a qué se debía.

Nacho, reaccionó rápidamente y pidió con urgencia una coca-cola para dármela como pudiera.

Teresa se había puesto a llorar como una tonta, porque no sabía lo que me pasaba, hasta que Pepi se lo dijo.

– No te preocupes, chica, se le pasara pronto, es la diabetes, con la paliza que se ha dado, le ha bajado el nivel de azúcar demasiado y por eso se ha desmayado, pero ya veras que pronto estará bien.

– Si pero el susto que nos ha dado no nos lo quita nadie.-

– No se lo tengas en cuenta, ni el mismo tiene presente su limitación – dijo, Nacho.-

– No te preocupes pronto se recuperara.

– Dios te oiga, Pepi.

– No tiene nada que ver Dios en todo eso, él que es un bruto y no sabe limitarse como debiera.

– Dios mío, dios mío, si le pasara algo malo, no me lo perdonaría nunca.

– Pero que dices loca, no le pasara nada, ya lo veras dentro de un rato, como si nada, ya se esta recuperando.

– OH, estoy muy nerviosa, no era así como yo lo conocía.

– Bueno – le espetó Nacho,- se recuperara enseguida, ya lo veras.

Y tenia razón, me estaba recuperando, a medida que mi nivel de azúcar en sangre subía a niveles normales.

Pronto estuve con fuerzas para levantarme y fue cuando Teresa me abrazó temblando y en lágrima viva y me repetía una y otra vez; ¿Qué te ha pasado, que te ha pasado, cariño.

– Maria, deja que respire, chica no le ahogues – le increpo, Nacho, nuevamente – si le dejamos tranquilo en un momento estará recuperado, ya lo veras.

Ella se retiro ligeramente pero sin apartarse del todo, por si el caso no volviera a recaer, cosa que no ocurrió y se quedo mas tranquila cuando vio que volvía el color a mis mejillas.

Vamos a terminar el trabajo – dije, inconscientemente – o se nos hará de noche aquí.

Estas loco – me contestaron todos a la vez – Vito, por favor, siéntate en una silla por ahí y no te preocupes.

No me hagas padecer mas cariño, Vito, vente conmigo, ya terminaremos de llevar la leña mañana que queda poca y no quiero que te pase nada, vamos para dentro de la casa y dentro de un rato, cuando te hayas estabilizado te das una ducha y veras que bien te quedas – me dijo, Teresa.

Esta bien, no peleemos – dije yo, plegándome a sus deseo.

Me estire en un sofá para descansar un momento, cuando desperté eran las nueve de la noche y la mujeres estaban preparando la cena, solo que me habían crecido, ahora había tres en vez de dos, y es que al poco de quedarme dormido, habían llegado los vecinos de a lado, Nacho y Paco, estaban pendientes de mi y cuando vieron que despertaba se empezaron animar y a decírselo a las chicas, las que les falto tiempo para estar alrededor de mi para saber como me encontraba.

Teresa, cuando vio que me levantaba, se abalanzo sobre mí para ayudarme, diciéndome que el baño lo tenía preparado, que me diera una ducha y que me pusiera cómodo y antes de dejarme delante la puerta del baño, se abrazo a mí y me planto un besazo en la boca que me dejo sin respiración, al que correspondí efusivamente poniendo mis manos en sus nalgas.

Al separarse de mi lado se puso seria y me dijo que no lo hiciera mas de sobresaltarla de esa forma porque no lo soportaría, ya que ella estaba dispuesta a cuidarme pero sin sobresaltos. Le prometí que no volvería a pasar y que me portaría bien y así quedo, entre en el baño para darme una ducha reparadora.

Cuando salí de la ducha, todos estaban esperándome, fue entonces cuando conocí a Paco y a Maite, dos persona muy simpáticas y amables, Paco me regaño cariñosamente y ante mi cara de extrañeza, me explicaron de que el era medico y sabia de lo que hablaba, le di las gracias por sus recomendaciones y como empezaban a servir la cena, nos pusimos a dar buena cuenta de allá,

La conversación era variada, pero mas versaba sobre mi y mi anterior trabajo, les estuve explicando por donde había viajado y cuando les comentaba que había estado en algún país conflictivo, casi todos se extrañaron por lo poquita cosa que yo aparentaba, hasta que Maite sentencio, que a los hombres no se les media por su estatura ni por lo grande que tuvieran la polla, cosa que provoco la carcajada general de todos los que estábamos reunidos ante aquella mesa.

Podías haberlo dicho de otra manera – la increpo su marido.-

Lo dices porque tu la tienes así de pequeña – dijo, Maite, señalando

con los dedos el tamaño.

– Será cuando esta en reposo, porque si esta en orden de batalla – su-

brayo, Pepi – tiene su buena longitud, no es como la de Vito, pero ¡¡¡¡¡¡

La carcajada de nuevo fue general y a mi me cogió de improviso por

lo fuerte de la conversación.

No te apures, Vito, ya iras comprendiendo de que va la cosa – me apuntó, Teresa, mientras me besaba en la boca.

Me levanté de la mesa, porque tenía que hacerme la prueba de la glucemia, puesto que habían transcurrido dos horas desde la cena, más que nada era para saber si me había recuperado bien de la hipoglucemia que horas antes había sufrido.

Teresa me siguió hasta la habitación y mientras me hacía la prueba, me abrazo por detrás y empezó a besarme por el cuello, las orejas, me acariciaba con una mano las tetillas por debajo de la camiseta, mientras la otro estaba camino de entrar entre la piel y el cinturón de las bermudas en dirección de mis genitales que ya estaban en plan de batalla; había llegado a su destino y me acariciaba el tronco y el glande de un manera que enloquecería a muerto, me estaba susurrando muy quedamente al oído “que cosita mas preciosa tienes, cariño” ” la quiero toda para mi esta noche”, mientras le sacaba la mano que tenia metida en mi pantalón pajeándome la verga, me gire y me fui derecho a sus pechos, mientras ella se apretaba contra la protuberancia que tenía en las bermudas, su boca empezó a darme pequeños besitos en los labios, mientras me decía muy flojito,”quieres que nos bañemos desnuditos en la piscina, esta la noche muy buena,” yo en el mismo tono le conteste, “si, quiero”,su boca se apretó con locura a la mía y pronto su lengua penetro entre mis labios, empezando una pequeña batalla bucal y lingüística, la mano que tenia en mis nalgas dio un apretón hacia si, que apunto estuvo de penetrarse ella misma con ropa y todo. Puso los dos brazos alrededor de mi cuello y eso me dejo libertad para restregarme a conciencia por todo aquel maravilloso pubis que se me ofrecía.

A los pocos minutos estábamos los dos zambulléndonos en el agua de la piscina, yo cuando salí a flote, pude comprobar , que las dos pieza del bikini de Teresa, ya flotaban en la superficie, lo que me daba idea de que pronto emergería delante de mi como su madre la trajo al mundo.

De pronto note que una manos se aferraban a mi cintura y me quitaban el bañador, mi pené, totalmente hinchado salto encabritado del bañador y enseguida una boca se apoderó de él, sentí varios lametazos y besos en el glande que me llevaron a la gloria.

De pronto, emergió Teresa delante de mi, rodeo mi cuello con sus brazos, aplastó su boca contra la mía y sus piernas circundaron mi cintura; ahora se sentaba en mi polla prácticamente, la faena era mía para mantenernos a flote; sin embargo no se como lo hizo, pero me arrastro hacia un lado donde yo podía hacer pie y entonces ella ya no se estuvo quieta, empezó a restregar su vagina y el Monte de Venus, lo que me hizo cogerla por las nalgas levantarla un poco, mi nabo apuntó su entrada y la deje caer, de su boca salió un, ¡¡ oooooooohh, Vito, cariño, sigueeeeee, mi amorrrrrr, no seguí me salí de ella al mismo tiempo que dábamos la vuelta los dos y la senté al borde de la piscina. La separe las piernas y se me ofreció lo mas maravilloso de un mujer en celo, inmediatamente me puse acariciar el entorno de su vientre y muslos, empezó a suspirar y a gemir y cuando alcance el centro del placer, el gritito que dio Teresa, lo debieron de oír dentro de la casa, de la suya y la de los vecinos; de repente me aparto ligeramente la cara de su centro de gravedad, para decirme que ella también quería lamer y chupar, fue una orden para mi, enseguida salí del agua y me puse en posición invertida a la de ella y enseguida note como una boca engullía mi verga, los suspiros y gemidos, ahora eran de los dos.

Hacia diabluras con su clítoris, cuándo empecé ha notar los estremecimientos de su vulva y supe que estaba próxima al orgasmo y yo también estaba a punto de correrme, por lo que la di una palmadita en la nalga y ella comprendió enseguida, al tiempo que alzaba sus caderas y se corría como una loca.

Me di la vuelta rápidamente y me puse encima de ella, que me recibió entusiasmada, me rodeo con brazos y piernas, al tiempo que me decía-follame, cariño, con ese tronco que tienes, que es gloria bendita,- me prepare para satisfacerla, porque al tiempo que ella me besaba, yo le alzaba las nalgas y le introducía todo mi rabo hasta que mis testículos la golpearon el culo, sus piernas rodearon mis nalgas para impedirme la retira y ahora si lo tenia claro, explotaría dentro de ella.

Comencé un suave vaivén, que pronto me puso a cien y a ella también, a medida que iba acelerando mis movimientos, la cogí por el cuello y me apodere de sus labios e introduje mi lengua en lo más profundo de su boca, eso la volvió loca de pasión, porque llego hacerme sangre en los labios, ahora ya no me mordía ni participaba en el beso, era un orgasmo tras otro lo que la sacudía por entero, mientras susurraba, Vito, Vito, Vito, y el ultimo cuando sintió en su interior la explosión de mi esperma chocando contra sus paredes vaginales, Vitoooooooooooooooooooooooooo.

Estuvimos un rato estrechamente abrazados, besándonos y yo dentro de ella y poco a poco fui saliendo de ella, pero, mi virilidad, había perdido muy poco de su longitud y su fuerza. En ese momento sentimos unos ruidos y fuimos a coger rápidamente las toallas de baño que previamente habíamos dejado allí.

No hace falta que os tapéis, si lo hemos visto todo – dijeron las otras dos

parejas saliendo de entre los setos de ambas casas.-

Sois unos sinvergüenzas, no os dije, que Vito era solo mío esta noche.-

Y que no lo ha sido – pregunto, Nacho todo socarrón – porque yo he

he visto que si lo era, y ti bien que te ha gustado ¿o no?.-

Me gustaría enterarme de que va la copla – pregunte yo, haciéndome el

idiota.-

No te preocupes, cariño, luego te lo explico – dijo, Teresa, cogiendome

del nabo y arrastrándome hacia la casa.-

Detrás nuestro quedaban las carcajadas de los demás por el enfado de Teresa y ya en la oscuridad de la casa me volvió a abrazar.

Nos besamos de nuevo y noto que mi miembro viril estaba de nuevo en orden de batalla y entre beso y beso, me dijo que cómo era posible, que siendo diabético tuviera esa fuerza, que ya sabía que su cuñada y hermano me habían ayudado, pero que le parecía increíble que pudiera ser así.

Mientras habíamos llegado a su habitación y por la ventana se oían los suspiros y jadeos de las otras dos parejas que habían entrado en materia y se lo estaban pasando de fábula; Teresa volvía ha estar encendida como un volcán y me tenía abrazado por detrás, sus pezones se me clavaban en la espalda, su pubis en mi culo y me estaba poniendo otra vez a mil, con los dedos de la mano derecha, me daba pellizquitos en mis tetillas y con la izquierda me estaba pajeando mi pollon, gire la cara y le robe un beso que me supo a gloria y que ella mantuvo simplemente acariciándonos con las lenguas suavemente.

– Oh, Vito, Vito, me tienes loca.-

– Desde cuando, Teresa, cariño.-

– Desde que te vi por primera vez en la oficina de la empresa.-

Chica no comprendo que pude hacer yo para que tu te sintieras así.-

Me miraste y me descompusiste de tal forma que a punto estuve tirarme encima de ti en aquel momento preciso y hacerte el amor encima de una mesa.-

-Teresa, Teresa mía.-

– Tómame, mátame, follame por arriba y por abajo, por delante y por detrás, rómpeme el culo, mi amor, soy toda tuya para que hagas lo que quieras, lo que te apetezca y ahora que te tengo no te dejare marchar, te lo daré todo, seré tu esclava, todo lo que tu quieras, vida mía, vamos a darnos un ducha, mi amor, estaremos mas fresquitos.

Nos metimos en la ducha y nos olvidamos de lo que estaba sucediendo en la piscina, ahora solo estábamos Teresa y yo.

El agua corría por nuestros cuerpos, y mientras nos acariciábamos, nos besábamos apasionadamente, a ella le gustaba mucho besarme, porque lo repetía una u otra vez.

Bésame, cariño, bésame, y nos besábamos con locura.

La tenía abrazada por detrás, sentía sus divinas nalgas en mis ingles, mi pené estaba entre sus piernas, rozando su vagina y su ano y esto juntos a las caricias que le prodigaba a sus pechos y mi boca que no dejaban en paz su cuello, sus mejillas y sus orejas que la hacían suspirar de gusto la hacían estremecer y entre suspiro y gemido me decía; tómame, Vito, tómame por donde tu quieras, mi amor ,rómpeme el culo que es tuyo, no te demores, cariño mío, y yo contestaba, ahora, mi cielo, en la cama y necesitaremos vaselina para que tu no sufras con la entrada de este monstruo que tengo hay abajo, y que te podría hacer mucho daño; no te preocupes, me contestaba ella, tengo vaselina, y si no, ahora te lubrico, decía, dándose la vuelta y bajando hasta mi entrepierna para lubricar el cilindro que poco después estaría introducido en su totalidad en su recto.

Estábamos en la cama, ella estaba dándome vaselina en el capullo, mientras yo hacia lo mismo con la entrada de su ano para lubricarlo convenientemente; en un momento dado, ella me dijo, ahora mi amor, ahora.

Dicho y hecho, nos pusimos en situación y empecé a introducir mi pené en su culo, tenia miedo de hacerle daño por lo que iba muy despacio, y ella me dijo, aprieta, cariño, aprieta, y yo apreté, y entro toda de un golpe, sus nalgas golpearon contra mis ingles y mis testículos contra su vagina.

Oh Dios, grito, Teresa, cuando sintió que mi aparato había entrado en su totalidad.

Era tanta la sexualidad que tenía acumulada, que al momento le sobrevino un salvaje orgasmo que la obligó a enterrar su cara en la almohada, para que no se oyeran sus gritos de placer; yo sentí todos sus estremecimientos y empecé ha ejecutar todos los movimientos que son de rigor para alcanzar el sumun del placer. Vito, Vito, empezó a gritar mi adorada, córrete conmigo, cariño, córrete conmigo, lo cierto es que yo estaba a punto y cuando sintió la primera descarga, su cuerpo se convulsionó, apretó el culo e hizo que mi semen (que no era tal, recuerden que me había hecho la vasectomía hacía mucho tiempo),saliera con más fuerza de lo habitual y fuera directo a sus entrañas, cosa que la enloqueció de tal manera, que la obligó a enterrar de nuevo su cara en la almohada para que no se oyeran sus gritos de placer.

Exhaustos por el placer y el esfuerza realizado, caímos los dos en un sueño profundo, cuando desperté, estábamos estrechamente abrazados, con las piernas entrelazadas, con los cuerpos muy unidos; los rayos del sol naciente me daban en plena cara, vi una media sonrisa en la boca de mi Teresa y sin poderlo impedir, me lance a poseer ese dulce manjar, con el beso más lascivo que haya dado a mujer alguna.

Cuando separe mis labios de los de ella, aprecie que sus ojos se entreabrían y de boca salía un categórico y suave ¡¡TE AMÓ!!

Este relato se ajusta a realidad, solo cambian los nombres por razones obvias.

Continúa la serie << Nacho, Pepi y yo III

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