Soy Javier, un estudiante de 19 años de Derecho en Madrid. Mi madre es viuda, puesto que mi padre falleció cuando yo solo tenía 7 años. Ella tiene 41 años y es una mujer muy atractiva, se pasa el día cuidándose en salones de estética y siempre va vestida a la última moda más juvenil para su edad. Se llama Sara.
En realidad iba a ir mi marido también pero al final le convencí para que no fuese. Así que Richard, mi hermano estaba engañado porque creía que no íbamos a estar los dos solos allí perdidos en el campo.
Me tumbo boca abajo obedientemente. La chica se acerca, cubriéndose púdicamente con una toalla blanca. Noto un líquido un poco frío y viscoso que se derrama en mi espalda. Las manos de la chica empiezan a recorrer mis hombros y la parte alta de la espalda.
Al entrar los cortos ya habían iniciado y tuvo que hacer esfuerzos para orientarse y buscar un asiento, ya medio acostumbrada a la oscuridad se percató de que la sala estaba casi vacía, solo algunas parejas de novios más entretenidos en fajar que en ver la película.
Eran cerca de las doce del mediodía del sábado cuando llegue, y Nippur estaba en el patio, ladro mucho cuando sintió que alguien entraba a la casa, entonces me acerque a la ventana y comencé a hablarle, a llamarlo por su nombre y se fue tranquilizando.
No habíamos quedado concretamente a ninguna hora, pero presentía que me esperaría la mañana del miércoles, como los otros días, así que después de dejar al chico en el colegio, nuevamente me dirigía hacia la casa de Eva, a jugar una partida que sabía y estaba deseando perder.
Mientras ella hablaba con Silvia recogí la mesa y me fui a la habitación. Me quedé en ropa interior (un juego azul marino, bonito sin ser escandalosamente erótico) y puse una película de porno lésbico suave.
Involuntariamente estaba convirtiendo su vida en un infierno. Pero no un infierno de lágrimas y dolor, sino en un infierno cuyo mayor castigo era la monotonía. Un infierno gris de paredes de hormigón gris, sin ningún tipo de relieve, en el cual sencillamente no pasaba nada.
Sin nada que lo sujetase, el vestido se deslizó por el cuerpo de María cayendo irremediablemente al suelo de aquella estancia, dejando ante mi la espalda desnuda de aquella mujer tan deseada, su culo que minutos antes había estado penetrado con mis dedos y las medias y zapatos que eran las únicas prendas que se mantenían sobre su piel.
Esperando que apareca un algun amigo del net para hablar y cojer por la net. como no entro ninguno pero si dejaron mail, me tube que dar yo solita por mi conchita y culito.
Soy una mujer muy caliente y desde joven tengo miles de fantasías sexuales pero en los últimos tiempos sueño con ser poseída por varios hombres. Imagino como conozco a uno de ellos de manera casual y tenemos algunos encuentros donde me pone a gozar tremendamente.
Estaba esperando a que subiera María, la botones rubia de ojos azules con el pedido de refrescos a mi habitación, estaba ansiosa y hambrienta, llevaba casi dos días sin alimentarme de flujos vaginales y eso el cuerpo lo notaba, acababa de ducharme así que solo llevaba puesta una bata de seda roja anudada con una cinta y que llegaba hasta un poco antes de las rodillas.
Me gusta mucho chupar vergas, masturbarme con mis dedos o metiéndome objetos tanto mi concha como mi culo y algunas veces las dos a la vez Lo que les voy a contar es 100% real, pasó hace algunos años con un ex mío, Ezequiel.
Las personas necesitan desahogarse, sacarse del pecho las penas, las preocupaciones, el stress de esta "vida loca", las pequeñas culpas y las culpas enormes que no le permiten dormir en paz.
Cada tarde después de salir del trabajo, viajó en el tren pensando si estará ya conectado, ansiosa por llegar a casa y poder ver el muñequito que aparece en mi pantalla, informándome de que esta allí.
Recuerdo que todavía era un chiquillo cuando gustaba de meterme bajo la mesa del comedor para mirar las redondas piernas de mi tía, y muchas veces tuve la suerte de alcanzarle a ver sus calzones sin que ella me descubriera.
Esa noche no me negué. Iba sobre todo para verla a ella, desenvuelta entre sus amigos, enseñándonos a todos las raras iguanas que tan bien sabía cuidar, sus plantas exóticas, sus tortugas; iba para oírla hablar, para saber de ella
Son las 12 de la noche y, subiendo en el ascensor pienso que, seguramente te encontraré ya dormida. Pero es igual. Pienso en como despertarte de forma que despertar e iniciar una noche de pasión sean una misma cosa.
Me acuesto boca abajo en la camilla, que estaba totalmente cubierta por una larga toalla negra, sintiendo muchos nervios y mucho cosquilleo, sensaciones que se intensifican cuando Susi comienza a pasar suavemente sus manos por mis piernas, muslos, nalgas y espalda, erizándome la piel, como si estuviera haciendo un reconocimiento del cuerpo con el que va a trabajar.
El principal obstáculo para encularla eran sus jeans, los cuales estaban muy ceñidos al cuerpo, lo primero era desabotonarlos, al intentarlo podía sentir el calorcito de su piel contra mis dedos, ese maldito botón me dio mucho trabajo pero al fin pude sacarlo de su ojal, lentamente le fui bajando el cierre de su jean dejando al descubierto sus calzones de florcitas, le hale el elástico un poco hasta que pude ver el nacimiento de su dorada mata de pelos, le metí mi mano por allí y logre rozarle su coño pero no pude meterle mi dedo por que el Jean no me lo permitía.