Mientras ella hablaba con Silvia recogí la mesa y me fui a la habitación. Me quedé en ropa interior (un juego azul marino, bonito sin ser escandalosamente erótico) y puse una película de porno lésbico suave.
El sexo con Raquel, la hermana mayor de Silvia, era naturalmente muy distinto de las relaciones con la pequeña.
Se retorcía y gemía, levanté la vista y noté que ya no se tocaba los pezones, ahora se tocaba los cabellos. Su cuerpo, así alargado, aparecía bellísimo ante mi vista. Me excité más y aceleré el ritmo de la mamada. Apreté sus nalgas y la oí gemir de una manera especial, ni siquiera había gritado tanto cuando le metí el consolador por atrás.
El bikini de Silvia, la menor, dejaba traslucir unos pezoncitos duros, mientras que lo más extraordinario de la figura de Raquel eran los generosos senos y una cintura envidiable. Yo también les mandé mi foto, tengo buen cuerpo, delgado pero con busto grande y cintura.
Nuestra protagonista y su vecino, su nuevo y excitante amigo, están comiendo juntos en casa de ella. Y llega el momento en que él intenta besarla y acariciar su cuerpo. Los acontecimientos se precipitan y toman un giro inesperado.
Acompañada por su nuevo amigo nuestra protagonista va a un a playa que resulta ser nudista. Ella experimenta nuevas sensaciones al sentir el cuerpo desnudo de él rozando su piel.
La mujer sale a pasear por el pueblo y se encuentra a su vecino, con la mujer y los niños. Conscientemente se remanga el vestido para excitarle...
Una mujer, separada hace meses, sola en su apartamento en una tarde de verano. Semi desnuda, caliente, y con un vecino en la terraza de enfrente que no pierde detalle de su espléndido cuerpo.