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Marcela, la universitaria

Mis padres me dieron permiso y mi madre comenzó a ayudarme a preparar mi maleta, me puso ropa, útiles de aseo y demás cosas necesarias para el viaje, pero yo también puse mis cosas necesarias para mis reales propósitos, ocultas entre la maleta en especial el frasco de jarabe con 120 centímetros cúbicos de cloroformo y varias pastillas de rohypnol por si acaso había oportunidad de usarlas, una vez estuve listo le prometí a mis padres llamarlos todos los días que estuviera fuera y me despedí de ellos, salí a las 2 PM del viernes de mi casa tome un taxi hasta la terminal de buses y una vez allí compre el pasaje expreso mas económico rumbo hacia el pueblo donde iba Marcela.

La hija de mis vecinos

El principal obstáculo para encularla eran sus jeans, los cuales estaban muy ceñidos al cuerpo, lo primero era desabotonarlos, al intentarlo podía sentir el calorcito de su piel contra mis dedos, ese maldito botón me dio mucho trabajo pero al fin pude sacarlo de su ojal, lentamente le fui bajando el cierre de su jean dejando al descubierto sus calzones de florcitas, le hale el elástico un poco hasta que pude ver el nacimiento de su dorada mata de pelos, le metí mi mano por allí y logre rozarle su coño pero no pude meterle mi dedo por que el Jean no me lo permitía.

El que menos corre vuela

Ese año se mudo una familia nueva al edificio, compuesta por una señora y sus 2 hijos, uno de 20 años que estaba en la universidad y otro de mi edad el cual entro a estudiar a mi colegio, él era casi tan buen estudiante como yo, nos hicimos amigos y cuando ya nos teníamos confianza le comente mi problema