El fin de semana había quedado con un amigo que conoció a través del chat en Internet. Lo que nunca imaginaría era la noche de sexo que le esperaba.
Se encontraron al salir de la farmacia, hacía frío y llovía, ella no llevaba paraguas y le pidió que la acompañara a su casa con el suyo. Al llegar, estaba húmeda por la lluvia y por el contacto con el cuerpo viril de él.
No sabéis, o quizá sí, lo difícil que es quitarse unos pantalones en esas circunstancias, así que opte por no quitármelos y con mi polla totalmente tiesa me aproxime a ella buscando la calidez de su interior.
Lo más atrayente de él era, como ya he dicho, el magnetismo sexual que se desprendía de todo su cuerpo. Fue tan grande el impacto sexual que me produjo que sentí como mi vagina se humedecía y contraía, como preparándose para una penetración que ella, antes que yo, deseaba.
Una mujer, hermana de un cura muy popular en el barrio, pierde a su marido y padres en un accidente. Va a vivir con su hermano y descubre a su lado una auténtica y tórrida pasión sexual.
Esa vieja amiga, se encontraba dominada, y yo la envidio.
Las demás chicas fueron pasando por el despacho y yo me puse realmente cachondo. Me excitaba tenerlas ahí frente a mí, nerviosas. Por fin sentía que esas insolentes niñas de papá me respetaban.
Luego de esto me dedique a realizarle todo un desfile utilizando todo lo que tenia disponible de prendas de mi mujer, fue un gran día el cual rematamos con una minifalda muy corta que me coloque pero esta vez sin tangas de manera que la parte inferior de la falda apenas tapara mi pene parcialmente erecto
Estuve largo rato chupando sus pezones y mientras lo hacía metí mi mano entre sus piernas acariciando su coño de arriba a bajo lo cual agradecía soltando más jugos, quité del todo su vestido y bajé sus bragas, quería tenerla completamente desnuda
Me tocó lo que peor podía tocarme. Tenía que comer, pero era un coño y era el coño de Juani... Me quité las bragas como ultima prenda, pues no estaba dispuesta a aquello, a pesar de las protestas de Juani
Todo sucedió en julio del 98 cuando mi esposa y yo fuimos a recoger las llaves de nuestro nuevo hogar, un fraccionamiento recién inaugurado, alejado de la ciudad con grandes áreas verdes, sin contaminación, donde únicamente se respiraba tranquilidad.
El sexo en su matrimonio se había convertido en rutinario. Fue con un chico masajista con quien encontró lo que parecía para él una obsesión desde hacia ya tiempo.
Dos amigas van a ver una "peli", cuatro machos sentados detrás de ellas, desatan a una de las chicas el morbo de la gente alrededor. Otra noche repitieron en su casa, esta vez se anima su amiga.
Mariana no quiso decir más. No hacía falta. Ya, de sólo de pensarlo tenía una buena erección y unas ganas inmensas de masturbarme. Pero prefería guardar mi leche para la fiesta que imaginaba me esperaba mañana.
Mi camisón era un estorbo así que colabore en los movimientos para despojarme de él. Ahora estaba boca abajo en mi cama solo cubierta por la tanga cola les que era mi única prenda y siendo recorrida por unas manos fuertes pero que sabían tratar a una mujer
Su coño se había adaptado a colosal intruso, que ahora entraba y salía con un ruido sonoro, como de chapoteo, y nos invitó a todos a hacer lo mismo.
Eso basto para que yo inmediatamente soltara más churretazos de leche en su garganta la cual él recibió como un niño al regalarle caramelos.
Se abrió de piernas e indicándome que fuera hacia a ella para que le metiera mi verga por su coño, empecé lentamente, muy lentamente para ir poco a poco subiendo el ritmo.
La seguía agarrando por el pelo y le empujaba su cabeza para que tuviera todo mi miembro hasta su garganta. Ella sollozaba de placer. Me lo chupaba como si fuera un helado.
Un e-mail la dejó tan cachonda, que aquella misma noche, en casa con un amigo aceptó cosas, antes prohibidas para ella.