Mi nombre es Estela y tengo 45 años, me mantengo en buena forma, tengo buen cuerpo con unas tetas redondas de buen tamaño, firmes, sensibles, y me encanta que me las mamen; una cintura estrecha, pero lo que más le gusta a mi marido, son el tamaño de mis nalgas, pues estoy bien nalgona.
Mi boca es de labios carnosos, según mi marido «tengo boca de mamadora», y cuando camino, mi buen par de nalgas se sacude deliciosamente, levantando las miradas y algo más a mi paso; en fin, soy sumamente caliente.
Este es mi segundo matrimonio, y durante el primero, tuve hasta unas ocho relaciones con otros hombres en forma no consentida y fue muy excitante; pues me cogían en el coche, en moteles, en mi propia casa y en otros muchos lugares.
Pero durante mi segundo matrimonio he sido completamente fiel, pues mi esposo me lo hace en forma indescriptible…
Con el conocí la masturbación, el sexo oral (69), los orgasmos múltiples y el sexo anal. Incluso en algunas ocasiones me lo hacia por el culo mientras me introducía mi vibrador en la pucha.
En fin, es maravilloso.
Pero el motivo de este relato es para contarles una experiencia verídica.
En algunas ocasiones cuando lo hacemos, me dice que soy muy caliente y muy puta, por supuesto que conoce mi pasado, y cuando le contaba mis aventuras con otros hombres, notaba que tenía una mirada muy caliente y la verga a punto de reventar.
Llegó un día a decirme que le encantaría verme bien clavada por otro fierro…
De momento esto me alarmó, pero cuando recordé lo fabuloso que es estar empalada por el culo y mi vibrador en mi concha, la idea empezó a excitarme cada día más, pero nunca se lo comenté.
Cierto día mis amigas me invitaron a un club donde bailan los chicos y ahí nos divertimos de los lindo, pero ver tantas macanas tan cerca y en mis manos, me calentó sobre manera, incluso pensé en llevarme uno a casa y cogérmelo mientras esperaba la llegada de mi esposo, pero las cosas no resultaron.
Me fui a casa sumamente caliente, pensando en esperar a mi hombre mientras me masturbaba con mi vibrador; pero cuando llegué, mi esposo estaba con dos buenos amigos tomando la copa, me sentí desilusionada pues pensé que no podríamos hacer nada esa noche.
Estaba vestida con una falda ajustada, pantaletita de encaje, sexy y trasparentes, la cual ya tenía muy mojada; mi blusa color blanco dejaba ver mis senos redondos, parados y duros; incluso estaba tan excitada que se podían adivinar mis erectos pezones a través de la blusa.
Cuando me incliné para saludar a mi marido con un beso, sentí la mirada de los demás centradas en mis redondas nalgas, me sentí más excitada.
Mi marido me invitó a sentarme a su lado y participar de la plática, yo, muy cliente, crucé las piernas de manera que pudieran verme los muslos a su gusto y cada que cambiaba de posición abría lo suficiente las piernas como para dejarles ver parte de mis pantaletas, lo mismo cuando les servía más tragos, me inclinaba lo suficiente para dejarles ver el nacimiento de mis pechos.
Mi esposo se dio cuanta de mis puterías y en un momento que estábamos solos en la cocina me reclamó mi comportamiento, por lo que le contesté que él fue quien quería verme con otro y que esa era la oportunidad; se quedó pensando, pero yo de inmediato empecé acariciarle la verga…
Me arrodillé en forma rápida y antes de que pudiera darse cuanta ya estaba yo dándole una suculenta mamada, con el riesgo de que algunos de sus amigos pudiera entrar y vernos, lo que me puso más cachonda y él también se calentó. Sólo se concretó a decirme qué cómo le haría, a lo que respondí que lo dejara de mi cuenta.
Cuando regresamos a la sala, yo muy cachonda y con la libertad y consentimiento de mi esposo, inicié mi tarea en forma más abierta.
Sugerí que bailáramos e inicié bailando con Luis, el más joven de ellos y quién se veía más caliente…
Efectivamente, no me equivoqué, pues podía sentir su duro tolete, con el que me daría después, apenas disimulado por sus pantalones.
Me apreté a él lo más que pude e incluso le di unos pequeños besos en su cuello acercando mis duros senos a su tórax; lo mismo hice con Carlos, el otro amigo, hasta ponerlos bien cachondos.
Cuando de nuevo me senté junto a mi esposo, con todo descaro empecé a sobarle la verga y él tomó con su mano uno de mis pechos y me lo apretó suavemente, cosa que me encanta, poniendo inmediatamente duro mi pezonzote.
Luis y Carlos quedaron atónitos, sus vergas casi rompías sus pantalones; y no es para menos, pues ahí estaba la hembra que los enloquecía.
Me levanté lentamente y estando en el centro de la sala, y sin decir más palabras, empecé a bailar sola, lentamente en forma muy cachonda. Les bailaba como lo había visto en el Club; me fui quitando la blusa muy lentamente…
De momento me acercaba a ellos y les permitía que me tocaran las nalgas o mis apetitosas tetas; me quité la falda dejando ante sus ojos mis sabroso culo; me senté en las piernas de Carlos y este empezó a besarme fuertemente y me quitó el sostén, tomando una de mis tetotas en sus manos; en tanto Luis luchaba para quitarme la pantaleta, para finalmente tocar mi rajita, la cual estaba muy húmeda lo que facilitó que me metiera los dedos casi hasta el fondo; iniciando un movimiento que me hizo volverme loca.
Carlos por su parte se metía mi teta en la boca, haciéndome gozar al máximo.
En un momento vi a mi marido que ya tenía su dura tranca de fuera, la que se acariciaba lentamente; me levanté y me dirigí hacia él sentándome en esa deliciosa estaca e iniciando un movimiento cadencioso de arriba hacia abajo y de atrás hacia delante, empalándome toda; mientras Carlos y Luis se desnudaron rápidamente y se acercaron a acariciarme.
Carlos me mamaba una teta y mi marido la otra; Luis inició a lamerme el culo en forma deliciosa. En ese momento le dije a mi marido que la primera verga que quería tener era la suya… Seguí moviéndome hasta sentir dentro de mí su leche caliente, llenándome toda.
Ahora-, le dije, -ve cómo me cogen tus amigos-
Carlos se recostó en el suelo y me le monté clavando su arma hasta el fondo, moviéndome como loca y procurando que con cada movimiento, su tranca me golpeara con fuerza; Luis en tanto, se acercó a mí y continuó acariciando suavemente mi culo.
Yo estaba a punto de venirme, así que me moví con fuerza y logré un orgasmo delicioso, me estremecí toda; estaba aún gozando las sensaciones del orgasmo, cuando de pronto Luis enterró de un solo golpe su verga en mi culo, empujando hasta dentro; fue riquísimo estar bien empalada por todos lados, por la pucha y por el culo. Sentía que me moría de placer, es algo cachondísimo tener dos vergotas moviéndose en tu interior y llegando hasta lo más profundo de tus agujeros.
Carlos se movía lentamente mamando mis tetas, y Luis se movía con fuerza, acribillándome el culo.
Ambos me hicieron venirme de nuevo, y volví a gemir fuertemente; me mordí los labios y sentí que mi concha se abría y cerraba atrapando la macana de Carlos, lo mismo que mi culo apretaba y aflojaba no dejando escapar la verga de Luis.
De pronto, y entre tanto goce, sentí otra verga tallándose en mis mejillas, y cuando abrí los ojos vi a mi marido junto a mí… De inmediato inicié a mamarle la verga como nunca, y en un momento, los cuatro tuvimos un orgasmo tremendo.
Primero sentí como la leche caliente de Carlos inundaba mi cueva y posteriormente los jugos calientes de mi marido bañaron mi boca tragando lo más posible ese néctar que también bañó parte de mis tetas, y finalmente Luis me inundó el recto con ese jugo tan dulce.
Fue riquísimo, y por último, me derramé en un orgasmo múltiple, uno detrás de otro, muchos muy fuertes y seguidos, lo cual me hizo convulsionar y gritar tan fuerte que tuvieron que taparme la boca por temor a que escucharan los vecinos; finalmente nos quedamos recostados.
Mi marido lamiendo mis pechos, limpiándolos de algunas gotas de semen que hasta ahí habían caído, y del sudor que perlaba mi cuerpo.
Carlos seguía mamando mi concha, como limpiándola del jugo que aún manaba de mis entrañas; entretanto le di a Luis, una suculenta mamada; así continuamos por un momento, hasta que los tres se repusieron, para después continuar con muchos encuentros más.
Para tener la noche más cachonda. Me cogieron muchas veces durante la noche, hasta quedarnos dormidos y cuando despertamos, les permití que me jodieran uno por uno y finalmente los tres, de nuevo juntos llenando todos mis orificios.
De verdad que fue la noche más deliciosa de mi vida. La primera vez con tres, de lo cual espero poder disfrutar de nuevo.
El haber cogido con mi marido y sus amigos, y el haberme sentido retacada de verga por mis tres agujeros, fue una experiencia encantadora.
Pero por una u otra razón pasó mucho tiempo para que otra aventura así, sucediera. Pero un día llegaron a la ciudad una pareja de amigos que tenía mucho tiempo que no veíamos, por cierto que era cumpleaños de mi esposo.
A Alma, esposa de Ricardo, se le notaba el gusto por mi esposo.
Cuando éramos vecinos se le insinúo muchas veces y a mi marido también le llamaba la atención, pues tenía piel blanca, con tetas de buen tamaño, una cintura pequeña, sus nalgas eran más pequeñas que las mías pero bien paraditas; en tanto que Ricardo era delgado pero musculoso, y al través de su pantalón se le notaba buen paquete.
El caso es que durante la reunión, nos tomamos unos tragos y en la plática salió a colación los lugares de show de strippers y de table dance por lo que alguien, no recuerdo quien, sugirió llamar a una chica para que le bailara a mi esposo como regalo de cumpleaños y todos aceptamos; pero mi amiga protestó diciendo que dentro de unas semanas sería el suyo y que no era justo, así que también llamamos a un chico para que le bailara.
Cuando llegaron, quedamos impactados, ella era una negra buenísima, de finos rasgos, caderona y nalgona; él, alto y musculoso.
De inmediato acomodaron sus cosas después de pactar sus ingresos, y de inmediato inició el baile.
Primero ella danzó lentamente y se despojó de sus ropas lentamente, dejando ver unas tetas grandes, duras, redondas y bien paradas, con uno pezones hermosos; finalmente mostró sus nalgas duras y redondas, y una panocha bien arreglada con sus vellos bien recortados pero suficientemente peluda, haciendo ver un afelpado triángulo.
Linda, durante su acto se contoneaba frente a mi esposo y Ricardo, permitiendo que la tocaran a diestra y siniestra, lo que los puso súper cachondos. Se les podía ver las vergas grandes y duras bajo el pantalón…
Posteriormente el muchacho inició su baile, descubriendo un pecho fuerte, musculoso y velludo; en tanto ella continuaba moviéndose desnuda, calentando a nuestros maridos.
Notamos que algo le dijeron ellos al oído y se pusieron a reír, mientras el stripper quedó en tanga, notándosele una buena verga.
La chava siguió danzando alrededor de su compañero, y se le pegaba tanto, hasta que le quitó la tanga dejando ver efectivamente, una vergota de ensueño y unas nalgas duras y fuertes.
Se acercaba a nosotras pegando y poniendo la verga cerca, muy cerca de la cara mi amiga, quién estaba roja pero excitada; se le notaba la calentura pues sus pezones le veían duros y parados a través de su blusa.
Ambos bailarines continuaron acariciándose, hasta que el chico empezó a mamarle los pechos y ella a menearle la verga, la que se le puso dura y realmente grande y gruesa, terminando por excitarnos a todos.
Sorpresivamente la chica se reclinó poniendo sus pechos a Ricardo y a mi marido, quienes de inmediato se pusieron a mamárselos, y sorpresivamente el muchacho se la metió desde atrás de un solo golpe a ella, mientras la chica le sacaba la tranca a Ricardo y se la mamó muy rico, para continuar con la verga de mi marido.
Mi amiga y yo estábamos atónitas, yo muy excitada. Vi la cara de mi amiga y estaba sorprendida, sólo me dijo:
¡Mira a este cabrón y delante de mí!… -, refiriéndose a su esposo, entonces yo le dije:
¡Pues quítaselo!… -, de inmediato se levantó, caminó hacia Ricardo y apartó decidida a la chava, quien le estaba dando una buena mamada.
Ricardo la tomó de la cabeza y la puso a mamar su verga mientras le desabrochaba la blusa y le sacaba las tetas; la enderezó y le chupó los pezones mientras le levantaba la falda y le quitaba las pantaletas.
Mientras, la chava se refugió con mi esposo, dándole una buena sesión oral.
Yo también me acerqué pero para ponerle mis tetas a mi esposo en la boca y me las empezó a mamar de lo lindo, en tanto que la chava continuaba dándole unas mamadotas en la verga; después de todo era su cumpleaños.
Mientras tanto Ricardo ya había desnudado completamente a Alma y la tenía montada en su tolete, ella estaba bien empalada y se le veía que en cada sentón, los huevos de su marido le pegaban en las nalgas.
Ricardo la besaba, la lamía y le mamaba sus tetas. Mi marido ya muy caliente, jaló a la chava y le metió la verga, quedando sentado en el sillón en la misma posición que Ricardo y Alma.
La chica se daba unos sentones sobre la verga de mi esposo que me dio envidia, pero en lugar de enojarme me puse en cuatro y separé las piernas de mi esposo para mamarle los huevos, en tanto él le metía la verga a la muchacha, la cual incluso, me pegaba en la cara con sus nalgotas, pues se daba unos buenos sentones en la tranca de mi hombre.
De repente sentí que me separaban las piernas, era el stripper, quien me clavó su durísima verga de un sólo golpe, hasta el fondo de mi panocha, lo me hizo dar un grito de placer; continuamos así por unos momentos. Sorpresivamente Alma se puso de pie, apartó a la chica y se montó en mi marido; sólo escuché decirle:
¡Te deseaba tanto papito!… –
Mi marido empezó a empujar duro y ella a darse de sentones clavándose en la tranca hasta el fondo, y con una fuerza tal, que pensé que Alma es bien puta, tanto como yo.
Ricardo puso cara de sorpresa al ver a su esposa como loca disfrutando de otra verga, rápidamente me puse de pie y me metí la verga de Ricardo hasta el fondo, poniéndole mis tetas en su cara.
Ricardo se olvidó de su esposa y empezó a darme duro, metiendo toda su deliciosa vega que sentía hasta el fondo; mientras el stripper lamía mi culo y lentamente me metió un dedo en forma circular, relajando mi orificio; después me dio una lamida y de pronto sentí la cabeza de su chile en mi culito.
Me la fue metiendo suavemente y cuando me empaló por completo, inició un movimiento suave pero sostenido, mientras Ricardo continuaba jodiéndome deliciosamente y mamando mis tetas; yo gemía y gritaba de gusto, sólo podía decirles:
¡Empújenmelas, clávenmelas hasta dejarme molida!… ¡Denme más, las quiero hasta dentro!… ¡Soy su puta, cójanme así!… ¡Así, papitos; así queridos!… ¡Oh carajos, soy bien puta!… –
Entre tanto Alma estaba teniendo un orgasmo delicioso, gemía fuerte entrecortado y le decía a mi marido:
¡Qué buena verga tienes cabrón, dámela toda!… ¡Me estoy viniendo, no pares!… –
Mi esposo le mamaba una de sus tetas y la chica le lamía el otro pecho, después la chava le puso a mi marido la panocha en la cara y éste se la mamó de lo lindo; así mi marido soltó un gemido suave y se vino dentro de mi amiga, llenándola de su néctar.
Ella también tuvo un orgasmo nuevamente, relajándose toda y cayendo a un lado en el sillón exhausta. Mi esposo se levantó rápidamente del sillón y aún con la verga parada, me la metió en la boca; yo se la mamé toda, desde la base hasta su cabeza palpitante y roja.
Estaba como me encanta estar, llena por la boca, por el culo y por la panocha.
Además Ricardo mamaba una de mis tetas y la chica la otra, así que en esa deliciosa posición llegué a un orgasmo delicioso, y casi al mismo tiempo sentí la leche de Ricardo inundando toda mi cueva; pero a pesar de venirse no dejo de moverse, continuó empalándome.
Después sentí mi culo caliente llenó del semen delicioso del stripper, después me llegó uno de esos orgasmos múltiples; sé que cuando me llega uno, de inmediato alcanzo otro y otro… no sé cuántos fueron pero fueran muchos.
Me dejaron exhausta.
Finalmente nos quedamos, unos tendidos en el sillón y otros en la alfombra, la chica y el stripper se fueron, pero Ricardo, Alma, mi marido y yo, continuamos cogiendo durante toda la noche.
A la mañana siguiente lo hice sola con Ricardo, y mi marido con Alma, a manera de despedida, pues por la tarde se irían a su ciudad.