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Sofía y los peones

Sofía y los peones

Me llamo Sofía y en principio debo aclarar que me siento realmente contenta de poder contar esta experiencia ya que como en lo sucesivo podrás observar, no son muy comunes y forman parte de las mal llamadas “desviaciones sexuales”, terminología con la que algunas personas califican este tipo de conductas.

Lo cierto es que más allá de todo lo dicho lo que voy a contarte forma parte de uno de mis mayores placeres carnales el cual disfruto en la intimidad (a veces con alguna ayuda extra), pero siempre sin ofender ni incomodar a nadie ya que quien normalmente me acompaña en este tipo de travesuras comparte mis gustos y lo disfruta mucho.

Yendo a los hechos y obviando en honor a la brevedad los detalles del caso, te cuento que soy una mujer de 34 años, casada y luego divorciada, profesional y sin hijos.

En lo físico me considero una mujer atractiva, cuento con un cuerpo esbelto que así se mantiene gracias a un intenso cuidado.

El hecho que da origen a esta nueva pasión mía y que es mi intención compartir con vos, ocurrió hace ya dos años y encontrándome aún casada.

Mi marido se dedicaba por entonces a la actividad agropecuaria-comercial, específicamente a la Compra-Venta de animales, como encargado de una consignataria de hacienda de esta ciudad, por lo que constantemente estaba viajando a los pueblos aledaños, en busca de la hacienda o concurriendo a los remates rurales.

En mi caso todavía no me dedicaba por entero a mi profesión, un poco por comodidad y otro por falta de necesidad ya que sus ingresos nos permitían vivir holgadamente y sin contratiempos.

Así las cosas comencé a acompañarlo en sus viajes y pasábamos varios días recorriendo los distintos remates de hacienda y demás, y debo confesarlo en aquellas oportunidades teníamos una excelente “cama”, es decir parecía que la soledad de esos pueblos o el aire de campo nos facilitaban una cuota extra de erotismo y sexo.

Lamentablemente, el fuego se fue apagando y después de algunos meses mi esposo comenzó con algunos problemas en su trabajo yo dejé paulatinamente de acompañarlo y en casa la cosa tampoco funcionaba por lo que casi sin darnos cuenta nos fuimos distanciando.

Fue por esos días que sucedió el hecho que voy a describirles y casualmente en uno de los últimos viajes que hicimos juntos.

Nos encontrábamos en uno de esos remates de hacienda y en un pueblo cercano a nuestra ciudad y yo estaba bastante aburrida por lo que decidí dar una vuelta por los corrales y ver las distintas especies de animales allí existentes.

Después de pasear un largo rato y ver una cantidad indefinida de vacas, ovejas y toros, me encontré con el stand de caballos, los que se encuentran por razones que desconozco un poco más apartado de los demás.

En ese lugar no había nadie y comencé a recorrer admirando esos hermosos ejemplares de pura sangre, cuando al pasar por uno de los “box” (así se llaman), veo un caballo que de su ingle sobresalía un enorme miembro color negro y brillante, y que remataba en una cabeza, aún más grande e impresionante.

Grande fue mi sorpresa y lo único que hice en los próximos minutos fue observarlo detenidamente, acercándome un poco más.

Tal fue mi distracción que no me percate de la presencia de un peón que me observaba extrañado.

Haciéndome la distraída le comenté que estaba paseando y que me había perdido preguntándole a continuación la salida.

Esto resultaba ridículo ya que el predio no era para nada grande como para perderse y además el muchacho se dió cuenta de mi evidente fascinación por el miembro del caballo, por lo que con una sonrisa socarrona me dijo: -No se haga problema Señora, acá en el campo es común que la gente de la ciudad se asombre con esas cosas, sobre todo por el tamaño que tienen esa bestias.- y agregó – Quien pudiera tener una así no?.-

Yo ya había recuperado un poco la compostura, así que solo me limite a asentir con la cabeza, pero de todas maneras no apartaba la mirada de la pija del caballo y creo que fue eso lo que impulso al peón a proponerme –

Quiere verlo más de cerca, No hay peligra, venga, venga que es mansito, aseguró.- Ya dispuesto a abrir la puerta del box, yo no sabia que hacer, por un lado mi cabeza me urgía a salir corriendo de allí, por el otro mi cuerpo me exigía seguir adelante. Sin pensarlo mucho más y viendo que el peón ya tenía abierta prácticamente la puerta me metí adentro creo que temblando de pies a cabeza.

Ya adentro el caballo se puso un poco nervioso y empezó a a caminar para atrás, yo me mantuve pegada a la pared esperando que el peón lo tranquilizara y este le comenzó a acariciar el lomo y de así el caballo se fue tranquilizando.

A continuación me dijo – Tranquila Señora, yo se como tratarlos estoy todo el día con ellos, lo que pasa es que este está en época de celo, por eso lo del miembro, parte lo tenemos bien apartado por que sino hace un desastre con las yeguas de la cuadrilla.- Yo no decía nada, tan solo asentí con otro movimiento de cabeza y mientras tanto veía como el miembro seguía allí tan duro y palpitante pero ahora lo tenía mas cerca y podía adivinar la piel sedosa y llena de venas que recubría semejante verga.

Tal vez fue transmisión de pensamiento pero ante mi sorpresa el peón me dice -Quiere tocarlo Señora ? Mire que no muerde eh?.

Esto ultimo lo dijo con una gran sonrisa que a mi me dio un poco de miedo, pero así y todo ya esta lanzada y agachándome un poco, acerqué mi mano y toqué por primera vez el miembro de un caballo, y tal contacto me produjo una sensación de placer nunca experimentada, y de a poco me fui soltando y ya le pasaba la mano en toda la longitud de la pija, para lo cual ya estaba en cuclillas.

A todo esto observé como el peón en silencio se estaba masajeando el bulto (ya prominente ) por encima del pantalón.

No sé que es lo que hubiera pasado en ese momento de no haber sido por unos ruidos que escuché provenientes de algún lugar cercano, lo que me hizo soltar la pija del caballo y salir corriendo de ese lugar, al tiempo que el peón cerraba la puerta detrás de mí.

Sin mirar atrás llegué al lugar del remate el que por suerte ya estaba en su tramo final, y busque a mi marido el que estaba charlando con unas personas, seguramente clientes.

Después de almorzar me anunció que debía ir a una estancia cercana a llevar unos animales por lo que estaría prácticamente ausente toda la tarde, yo debía esperarlo en el hotel.

En el hotel tuvimos con mi marido un rato de sexo el que no hizo sino aumentar mi calentura ya que no dejaba de pensar en ese miembro enorme que había tenido en mis manos, mi marido partió y yo me quedé un rato más en la cama presa de una excitación inusitada.

Posteriormente me di un ducha como para aplacar el calor interior, sin resultado alguno y después de mucho pensarlo o mejor dicho no pensar en otra cosa, me vestí y salí a la calle sin saber adonde ir pero internamente una fuerza incontrolable me obligaba adonde ustedes saben.

Como el remate había culminado el lugar estaba desierto, y allí estaba yo resuelta y encaminada al box en donde estaba el poseedor del miembro de mis sueños.

Ya casi al llegar al lugar escucho voces y risas provenientes de un galpón cercano al box por lo que cautelosamente me fuí acercando amparada por una mampara de madera. desde ese punto pude observar a dos peones que estaban comiendo y tomando y por su estado deduje que estaban un poco borrachos.

Contrariada y confundida ya que no esperaba encontrar a nadie me di la vuelta para retirarme pero al hacerlo me choqué de cara con el muchacho de la mañana, quien me miraba complacido y sonriente.

Agarrándome abruptamente del brazo me llevó para adentro del galpón, adonde estaban los otros dos que al verme se acercaron peligrosamente.

El que me tenía agarrada del bazo les grito. – Esta es la puta que les conté muchachos.- – Parece que le gustan las pijas bien grandes- y los otros contestaron – Así que te gustan grandes eh? vení mami que te vamos a enseñar-

Evidentemente estaban todos borrachos ya que de lo contrario no le hablaría así a la mujer de uno de los patrones.

El que hablaba se me vino encima y me empezó a manosear toda, principalmente los pechos, mientras que el otro me metía las manos entre las nalgas desde atrás.

Yo les gritaba -Déjenme, Déjenme, los voy a denunciar ,por favor, pero haciendo honor a la verdad y en mi estado de calentura que venía arrastrando desde antes verme en esa situación morbosa en el medio de un galpón con tres hombres dispuestos a todo, empezó a gustarme y obviamente esto se notaba en mis cada vez menores esfuerzos por resistirme-. Tal es así que uno de ellos dijo – Ven como le gusta, ven como le gusta.

Como te vamos a coger mamita.- Esas palabras dieron por tierra con mis ultimas fuerzas así que me encontré diciéndoles: – Está bien, está bien, hago lo que ustedes quieran, pero despacio, no quiero que me rompan la ropa ni me lastimen, sino empiezo a gritar como una loca y seguramente alguien va a venir a socorrerme. Acto seguido y ante sus miradas me terminé de sacar la blusa y la pollera que ya la tenía por la cintura y me quedé solo en ropa interior y con las sandalias puestas.

Así como estaba me hicieron arrodillar y chuparlos uno a uno alternadamente y hasta me metían sus pijas en la boca los tres a la vez, después me tendí en el suelo y le pedí a uno de ellos que me penetrara mientras los otros me ponían ambas pijas a cada lado para que las chupara. así se fueron turnando penetrándome y haciéndose chupar las pijas, hasta que empezaron a acabar , uno en mi concha y los otros en mi cara, en mis pechos, estaba literalmente bañada en leche.

En cuanto a mi difícil es transcribir en palabras el pacer experimentado ni las veces que llegué al orgasmo.

Ya un poco repuestos y mientras me seguían manoseando el peón que había conocido a la mañana me dijo: – Me parece que usted vino por otra cosa no ?.-

Yo ya estaba totalmente entregada, después de lo que había hecho, y además el peón tenía razón, así que les anuncié – Bueno si quieren pueden presenciar lo que vine a hacer, y resueltamente y en bolas como estaba me dirigí al box del caballo.

Entramos y ellos no dejaban de toquetearme por todos lados y así me calentaban aún más (si eso es posible). El caballo no estaba excitado, o al menos eso parecía ya que del miembro que había visto a la mañana ni noticias, pero a medida que lo empecé a acariciar, primero en la parte de la ingle y luego directamente sobre la bolsa, fue apareciendo el famoso miembro, me puse bien abajo y sin decir agua va me lo metí en la boca o la menos eso intenté ya que por su grosor eso es materialmente imposible.

Puedo asegurar que al animal le gustaba ya que se movía para delante y para atrás y yo lo pajeaba con las manos mientras lo besaba pasando la lengua por toda la longitud de ese miembro enorme y caliente.

A mi lado se pajeaban los tres peones así que yo aprovechaba y alternativamente les chupaba un poco la pija a cada uno. La mezcla de sabores de todos esos miembros es una sensación difícil de describir con palabras. Yo estaba poseída, no cesaba de chupar y chupar.

Uno de ellos se acomodó debajo mío y empezó a lamerme la concha desde abajo con lo mi placer fue incontenible, no se cuantos orgasmos experimenté. los peones empezaron a acabar en mi boca y yo no dejaba una sola goa, me encantaba ese sabor de semen de hombre con el del caballo que largaba un pequeño flujo pero que a pesar de mis esfuerzos no pudo acabar del todo.

Salí de abajo del caballo y me ofrecieron para lavarme ya que estaba hecha un desastre.

Mientras los hacia me volvieron a calentar con sus manoseos y volvimos a coger pero uno solo de ellos pudo acabar, adivinen en donde?.-

Luego de esto, volví al hotel , me bañe como Dios manda y dormí hasta que llegó mi marido. Nunca más volví a aquel pueblo.

Después de algún tiempo, llegué a arrepentirme de lo sucedido, ya que no lo consideraba algo lógico ni racional, pero a lo largo de estos años y habiendo experimentado otras experiencias similares pude descubrir que el placer que experimento al tener relaciones sexuales con animales es inigualable.

No se compara con nada que haya sentido ni vivido y no tiene sentido alguno que lo trate de reprimir, fluye de mí como algo irrefrenable.

Es por eso que luego de mi divorcio y ya independizada de mi marido me he lanzado a gozar de esta pasión con los límites lógicos que la prudencia e higiene aconsejan y como dije: sin molestar a nadie y respetando el derecho de cada uno de hacer lo que mejor le parezca.

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