Nos quedamos durante un buen rato abrazados y sin sacar mi sexo de dentro de él, cuando empezamos a hablar de lo tontos que habíamos sido los dos durante tanto tiempo, teniéndonos al lado y sin darnos cuenta de nada.
Ella empezó a gritarme que le diera más placer, así que apoyé sus muslos en mis hombros y nuevamente nos pusimos en postura, yo se la metía y sacaba, pero solo el glande, pero ella en un arrebato de deseo me apretó con fuerza con las piernas haciendo que nuevamente la penetrara.
Estuvo a punto de conseguir sus propósitos, pero la condesa al cabo de semanas, hambrienta, le pidió a la joven que le traía la fruta se desnudara... y la condesa desesperada... lamió el sexo de la doncella hasta que consiguió que esta se corriera dándole flujos con los que alimentarse... y así fue durante mas de cinco años, distintas doncellas portaron la fruta y la condensa se alimento de los flujos de todas ellas
Empecé a masajeárselo con la palma empapada de mi mano y luego con mis dedos decidí abrirle los labios oscuros de su vagina, fue entonces cuando acerqué mi boca y mi lengua a esos labios que me recibían con placer.
Ella cerraba los ojos y comenzó a jadear, emocionada por mi inexperta ignorancia. me dijo que me acercara, abrió sus piernas y llevo mi mano hacia la vagina, húmeda hasta el calzón largo de dormir que llevaba.
Me tumbe un poco y pude coger su coño, le metía el dedo y ella al igual que yo estaba cada vez mas cachonda, le puse el dedo sobre su culo pero me aparto la mano, no se si es que todavía no ha probado que le follen su hermoso culo, pero algún día se lo propondré.
Yo luché hasta el cansancio para no venirme pues quería prolongar ese momento tan delicioso pero no pude más, era demasiado, la leche brotó abundantemente mojando esas dos preciosidades que no olvidaré jamás.
Se desnudaron por completo y se prensaron en un largo y mojado beso, ella le tocaba el miembro y las bolas con las dos manos mientras su cuello era humedecido por unos labios impacientes y se dejaba acariciar las nalgas por él.
Me sentí mas aliviado, toda la presión se desapareció, veía a mi abuelo totalmente diferente, al apreciar que tras de sus ojos verdes su rostro fuerte y su temple, existía un hombre capaz de amar con tal intensidad a una mujer que nunca la olvido y fue capaz de amar con tal intensidad a mi abuela que aun mantiene ese sentimiento a flor de piel.
Un cansancio y paz de satisfacción se había apoderado de ella, en veinticuatro horas, toda su vida se había transformado, el cura le indico que si alguien la veía salir, solamente le dijera, que había venido a charlar con él
Llevaba algo en el sexo, pues unas correas de cuero subían hasta su cintura enlazándola. Por eso no quería quedarse desnuda. "Quítate el consolador" le pidió él. Carol estaba nerviosa, también le temblaban las manos.
Abrí y flexioné las piernas, para hacerle más espacio y seguí empujando su cabeza hacia ese espacio entre los huevos y el culo, donde se siente debajo de la piel la raíz del pene.
De pronto sentí un liquido espeso que caía en mi cara y en mis labios y echada como estaba, podía ver la verga de Gerardo chorreando sus ultimas gotas, mientras daba alaridos de placer por la descarga en mi cara.
Nos fuimos, cordialmente me paso a dejar en mi casa, al despedirse me dijo espero que me acompañes la próxima vez, me cerro el ojo, y me dio un beso en la boca; yo baje inmediatamente del coche entre a mi casa y subí corriendo a mi habitación
El líquido manó, y manó y manó, mientras yo gruñía de satisfacción, el líquido manó por toda la esférica piel, chorreando por los cuatro costados, mojando las sábanas, dejándola toda dorada, brillante.
Berta se tumbó en un sillón y encendió otro cigarrillo. Parecía haber perdido todas sus fuerzas. Miraba gélidamente a Ana, sabiendo lo muy caliente que la ponía verla fumar así, con las piernas abiertas ante ella.
Hasta ese momento, era una nena alimentada , que le alquilaban un departamento en Barrio Palermo, que hacia que estudiaba, con sus 19 años, era una vaga que lo único que le interesaba era pasarla bien, sin drogas pero con un gran sentido de no hacer nada.
Me sumergí en el pecho de mi tía echándonos ambos en su cama, su olor a hembra ya no me dejaba pensar, quien iba a pensar que mi tía era una mujer tan ardiente, se movía apretando mi cabeza contra ella y me decía, dime que me quieres hacer, dime que le quieres hacer a tu tía, le dije tía quiero lamerte toda, quiero lamer tu concha y tu ojete.
El tiempo camina lento. Ya que prendí el calefón me voy a dar un baño de inmersión, es más largo que un duchazo. Me relajo, me limpio y el tiempo pasa ¿Qué más se puede pedir?
Me dio las bragas y el sujetador y me indico donde estaba el probador, era un cubículo que tenia un espejo de cuerpo entero una silla transparente para sentarse y una cortina, la cual cerré bien para que no me vayan a espiar.
Las erecciones de los 3 eran descomunales, estaban muy excitados, los 3 capullos estaban en su máximo apogeo y derramaban líquidos por el cuerpo de mi mujer y por la cama.
Por un largo rato todavía, permaneció con la pija en la boca, rodeando una y otra vez la cabeza con la lengua, hasta que estuvo segura de que ya no saldría ni una gota más del sabroso jugo.
Eran las cinco y mi suegra empezaba a sufrir los efectos del alcohol, por lo que le pedí que se tomara un hidalgo (trago de todo el vaso) de lo que le quedaba del jugo y que nos retiráramos del lugar, eso hicimos.
Al contrario que mucha gente, a mí el sexo no me daba mucha hambre, así que charlamos un poco de todo mientras lo veía devorar las porciones de pizza como si llevara años sin probar bocado.
Era increíble, con su saliva cubrió mi polla y lamía concentrada con la lengua en el capullo. Sin duda, lo hacía de forma automática, bien instruida por algún jovencito.
Hice que su bata cayera en el suelo pasando mis manos sobre sus hombros, hasta que solo se quedo vestida con una braguita blanca, bajé mi cabeza hasta sus senos y ella echo su cabeza hacia atrás mientras chupaba como un lactante con una fruición que dejaban escapar gemidos de su boca.
No tardé mas de 30 segundos en correrme, le avisé pero no me hizo caso, así que le sujeté la cabeza y comencé a follarle la boca hasta que sentí que le llenaba la boca con mi leche.
Como un amante tierno me lamía los jugos que se escurrían por mi culo y que poco antes me había inyectado dentro fue cuando voltie y le vi su enorme miembro me hacia cruces de como podía yo haber tenido dentro tan inmensa masa de carne, y eso sin contar que ya se le iba deshinchando.
Las chicas pasaron con nosotros dos espléndidas semanas, un día una al otro día otra ( siempre se quedaba una con su tía por pura prudencia) llegaron a conocer todos los maravillosos escondites que estas islas paradisíacas ocultan.