Se desabrochó el vaquero negro y se lo bajó hasta las rodillas, dejando a la vista su precioso culazo que apenas si tapaba un tanga deportivo de color blanco. Él se puso de rodillas y le bajó el tanga hasta la mitad de sus muslos.
Ella se movía su clítoris la hacía gozar y yo me fui acostumbrando hasta que por fin el dolor se escondió detrás de lo sublime. Y volvimos a gozar los dos… Mara estiró su mano derecha y tomo mi polla, y eso solo fue suficiente para que mi leche estrellara contra las sabanas…
Así seguí un rato largo, hasta que volví a chuparle la cabeza de la pija otra vez mientras él se seguía dando, yo estaba recaliente y el gemía, sintiendo mi lengua en su agujerito, en su glande, mis labios y el calor de mi boca en la puntita.
Tengo un apartamento muy acogedor en la playa, al que suelo ir todos los fines de semana y temporadas de vacaciones como ahora a descansar y a ponerme morenita, me encanta tomar el sol y a veces voy a las maravillosas playas nudistas que tenemos por aquí.
Y el gozaba enormemente, estaba extraviado en el placer, agarraba mis caderas y se hundía cada vez más en mi, subió mis piernas a sus hombros para clavarme mas, mas adentro, más profundo.
Ahí empecé a chupar y lamer como un loco, primero sus muslos, que ya estaban secos, pues no los había mojado, luego me fui acercando, poco a poco a su clítoris.
En todo el fin de semana no ocurrió nada, pero el lunes por la tarde, de nuevo apareció mi vecinita con el tarro en la mano, esta vez en biquini, y como el viernes la chica y el perro comenzaron su placentero trueque que grabe de principio a fin.
Miré hacia atrás y contemplé una escena gloriosa: el cuerpo moreno y delicado de Bianca, bañado en sudor, se arqueaba hacia atrás, de forma que proyectaba hacia adelante aquel rabo fogoso, que yo notaba desaparecer rítmicamente entre mis glúteos.
Yo estaba avergonzado y más colorado que una grana, aquella chica me desconcertaba absolutamente, era totalmente desinhibida y no se cortaba por nada, el dominio de sí misma y las situaciones para mí eran totalmente desconcertantes, no obstante me sobrepuse y trate de coger las riendas de la situación.
Quiero que sepas que esto que hago, lo hago pensando en ti, en ese pedazo de polla juvenil que tienes la cual me pone muy caliente- dijo ella, quitándome la toalla que cubría mi sexo.
Mientras hablaba Charo se había tendido abierta de piernas sobre el césped. Ahora me tocaba a mí darle placer. Me acerqué a sus braguitas, que dejaban escapar los pelos del chocho por los laterales, y aspire de nuevo ese aroma a flujo vaginal y a otros líquidos varios
El sábado nos presentamos allí, Josi, un amigo mío de 23 años, guapo, bien plantado, unas espaldas anchas, brazos fuertes, poco vello sobre sus desarrollados pectorales y en el pubis, y ni un pelito más. Sus bolas son totalmente lampiñas, igual que sus piernas. Ese cuerpo está logrado a fuerza de horas de gimnasio y piscina.
Roxana siempre fue una chica bella, de rasgos finos y delicados, siempre tuvo esa dicha de ser delgada, con una figura que aun andando en fachas se veía impresionante, al cumplir los 17 años ya contaba con algo de experiencia en cuanto al tema del romance, había tenido algunos novios, y algunas experiencias mas... intimas. Su cara contenía un toque de seducción, sus ojos pequeños con esas pestañas rizadas le daban un toque muy especial; su nariz recta, indicando la belleza
Angélica no me dejó opinar al respecto porque me quitaba el aliento mientras su lengua bajaba por mi pecho y sus manos desabrochaban mi pantalón y ¡al fin! dejaba libre mi herramienta lubricada. Sólo sentí una tibia sensación que acogía mi pedazo duro de carne.
Su clítoris estaba durito y puntiagudo y el brillo de la humedad recorría todo su coñito. Seguí lamiendo alternando lametazos con el ensamble de mi lengua dentro de su agujerito cada vez mas abierto.
Separé un poco las nalgas con las manos, de tal forma que la abertura se pudiese alcanzar con más facilidad e introduje la lengua en su interior, primero con movimientos suaves y después cada vez más rápidos, dilatando su ano con mi lengua. Finalmente, introduje en el interior uno de mis dedos ensalivados, que fue succionado con facilidad, patinando sobre una superficie lisa y líquida.
Entonces sentí una lengua aparte de la que estaba en mi raja, en mi ano, la verdad que cuando lo sentí casi tenia un orgasmo, por la lengua que me estaba lamiendo el ano, y solo cerré mis ojos y me deje que me lamieran todo lo que querían, no sabia quien era, pero no me importaba lo disfrutaba totalmente, era riquísimo
El muchacho tuvo un sobresalto y despues de unos va y ven con mi lengua lo largo de su asta, su excitacion y inexperienca no le permitio’ controlarse mas y sin preaviso, se corrio’ enviando sus multiples y potentes descargas de leche sobre mi cara y mis tetas !
Las sensaciones se hicieron más intensas y nuestras pelvis se agitaban cada vez más, no se quien comenzó primero, pero casi lo logramos nuestros orgasmos comenzaron a fluir, con cada ves mas intensidad, con nuestras bocas pegadas al clit de nuestra compañera y ese dedo travieso deslizándose una y otra vez dentro de nuestro anillito que cada vez lo apretaba más como para no dejarlo salir.
Se encontraron en el baño y tuvieron una conversación de lo mas excitante, ofreciéndose ella a saciar su calentura ya que su esposa no se encontraba en la casa y los dos estaban muy cachondos.
De repente, la imagen de mi mujer duchándose entró en mi cerebro, me imaginé el recorrido que haría el agua desde que cae con fuerza sobre su pelo, luego mas despacio se desliza por su cuello, algunas gotas sueltas quedarán adheridas durante unos instantes a sus blancos pechos y sus pezones estarán tremendamente rojos, erectos y duros , luego el agua que se cuele por el canalillo de los pechos bajará con cierta velocidad por su vientre, hará un pequeño remolino en su ombligo
Comencé a masajearle los pechos como imaginaba, eran grandes, pero yo quería sentir su piel y le insinué que se quitase la camisa, se la quitó y puede ver aquellos espléndidos pechos, grandes, la piel tersa y sus pezones grandes y duros de un color moreno. Quería y necesitaba probarlos y sin mediar palabra me acerqué a ellos lentamente y fui saboreándolos uno a uno y su olor era dulce y cálido, pasaba mi lengua por el exterior y haciendo un recorrido con mi saliva
Brotó en tal cantidad que pensé que me iba a atragantar. Lo mantuve en la boca, mientras ella continuaba bombeando cada vez con menos potencia. Unos momentos después dejé que esos fascinantes y calientes néctares goteasen desde mi boca y resbalasen por su polla. A medida que perdía consistencia, continué chupando su polla con su leche.
Para tranquilizar los ánimos e incitar a las buena culminación de esta tarde la invité a acercarse diciendo: bueno saludémonos conjuntamente uniendo nuestros alientos, besémonos al unísono, y juntamos nuestras bocas y lenguas los tres juntos. A mí esas dos bocas con sus labios sensuales y calientes me pusieron a mil. Además olían las dos de maravilla.
Ella se quedó quietita, jadeando sobre la cama, soportando todavía mi cuerpo encima de su cuerpo tembloroso, diciendo con su vocecita entrecortada que era toda mía, que me amaba y que se enloquecía de deseo y de placer, que ya no le alcanzaba con ser mi hijita sino que quería ser mi mujer. La besé en la boca y mi hijastra me respondió con su lenguita insaciable.
Las dos mujeres dedicaron gran parte de la mañana a dormir y una vez que desayunaron, cerca de mediodía, Ana, que había despertado particularmente eufórica, sugirió tomarse un aperitivo antes de almorzar, el que se convirtió en más de tres, lo que motivo que Edith se pusiera tan alegre como su cuñada, tal vez por su poca costumbre de beber.
Llame al timbre, bastante nerviosa y emocionada, y esperé, al cabo de un par de minutos, la puerta se abrió y vi a Laura, estaba medio dormida, despeinada, pero realmente atractiva, llevaba una bata de raso de color crema, cerrada con la ayuda de un cinturón también de raso anudado a su cintura, pero lo suficientemente abierta para adivinar sus pechos firmes y desnudos.
Desalentado, volví a subir a casa pensando que debía sosegarme lo suficiente para poder volver a dormir. Quizá miraría la televisión, quizá jugaría con el ordenador, o me abandonaría a la casi-vida virtual, o quizá escucharía algo de música y, casi con toda seguridad, me masturbaría con desesperación, en fin cualquier cosa que me serenase. Pero, mientras subía sudando los inacabables peldaños de la escalera, tramo tras tramo, la visión del delicioso balanceo del culito de la travestí más pequeña no abandonaba mi sobrecalentado cerebro.
Siguió cabalgándome, sus tetas se movían al compás de sus movimientos, ella no dejaba de besarme, le pasé las manos, por detrás y conseguí colocar un dedo en su entrada trasera, que aún permanecía húmeda, ella disminuyo los movimientos y se fue calmando mientras yo conseguía ir introduciendo un dedo, ella se abrazó fuerte cuando entro el segundo.