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De visita a casa de una clienta, el trabajo acaba quedando en segundo plano

Como asesor financiero-comercial de una entidad bancaria, una de mis funciones es visitar a clientes y futuros clientes, a veces, en su domicilio.

Hace unos días me dirigí a una de estas visitas a futuros clientes, me había citado telefónicamente con una mujer cuya voz me indicó que se trataba de una mujer joven. Cuando llegué a su domicilio (donde habíamos quedado) serían cerca de las siete de la tarde, con lo cual iba a ser mi última gestión aquel día.

Llamé al timbre y por el interfono contestó la misma voz con quien había hablado por la mañana y abrió al oír mi respuesta.

Durante el trayecto en ascensor hasta el décimo piso, iba reconstruyendo la conversación telefónica matinal para recordar sobre qué íbamos a hablar y entonces recordé un tono especial de aquella voz que se había repetido un instante antes a través del interfono…

Se trataba de una voz un tanto sensual, de esas que te gustaría oír al despertar por la mañana, susurrando tiernas palabras para endulzar el amanecer ante un nuevo día de trabajo…

Llegué al décimo y, bajando del ascensor, tuve que hacer un esfuerzo de concentración para no pensar en la gratificante sensualidad de la voz de mi clienta.

Toqué el timbre y me salió a recibir una espectacular mujer de unos treinta años, melena negra rizada, ojos verdes, labios increíblemente atractivos y vestida con una corta minifalda – luciendo unas preciosas piernas morenas –, una blusa blanca resaltando el tono moreno de su piel y debidamente ajustada para ensalzar unos pechos bastante grandes, apretados por el sujetador…

La visión de aquella preciosa criatura me desorientó completamente, me presenté debidamente y ella me hizo pasar al salón comedor. El piso era espectacular, muy espacioso y con una decoración moderna que hacía juego con Mª José, que así se llamaba.

La mesa del comedor era de cristal, nos sentamos uno enfrente del otro y mientras empezábamos a hablar (las típicas preguntas que hago a mis clientes para aconsejarles debidamente), pude ver de reojo que ella cruzaba las piernas, de modo que su minifalda se hizo aún más corta…

Mª José estaba consiguiendo ponerme nervioso… la tonalidad de su voz era más sensual en persona, casi susurraba al hablar y para que pudiera oírla bien se inclinaba ligeramente sobre la mesa, apoyando levemente sus grandes pechos sobre el cristal; además de vez en cuando iba cambiaba la forma detener cruzadas las piernas con un lento movimiento… Yo trataba por todos los medios no perder la cabeza y recordar el motivo de mi visita.

Durante nuestra conversación, dijo que era soltera y no tenía hijos, comentario que cerraba las puertas a ciertos productos, pero daba rienda suelta a mi imaginación para poder desearla…

En un momento concreto, dijo:

Por cierto, ¿te apetece tomar algo?

No, gracias – respondí educadamente.

Pues yo sí me tomaré una copa… – y se levantó dirigiéndose a la cocina

“Dios!!! Qué situación…”, no podía parar de repetirme, y mucho menos, dejé de pensar un solo momento en la posibilidad de acostarme con aquella mujer de ensueño… Mª José volvió de la cocina con dos vermuts blancos y, sentándose junto a mí, dijo:

No me negarás una copita, debes estar cansado de todo el día arriba y abajo con clientes…

No, claro – salí al paso –, pero es mi trabajo visitar a clientes…

“Joder! A veces, parezco gilipollas”, pensé… vaya frase más ocurrente… Ella se había sentado a mi lado del mismo modo en que había lo había estado antes de ir a la cocina: ligeramente inclinada hacia delante, con un codo sobre la mesa y reposando su mentón sobre la palma de su mano, cruzó muy lentamente sus piernas…

Yo había perdido el norte y me dediqué a observar cómo se acomodaba, así que casi pude intuir el modo en que se juntaban sus piernas por debajo de su falda… Se mostró interesada en mi trabajo y empezamos – no sé cómo – a hablar de mí…

En el reloj sonaban las ocho y media, mientras sentía las manos de Mª José rodeando mi cuello y quitándome la corbata… Se acercó a mí y recorrió mi cuello, primero con su lengua, para seguir besándolo suavemente… Yo, tenía los ojos cerrados y empecé a notar un bulto bajo el pantalón… Respondí a sus lametones y besos llevando mis manos a los muslos de Mª José y acariciándolos lentamente de fuera a dentro y de las rodillas a sus caderas…

La rodeé con mis brazos y la acerqué a mí, mientras ella seguía besándome, me había desabrochado ya la camisa y empezaba a recorrer mi torso con su suave lengua… Cada vez estaba más excitado y dirigí mis caricias a sus pechos, ayudando así a su excitación; poco a poco, conseguí desabrochar su blusa y sobar sus grandes tetas por debajo de ésta…

Para entonces, ya teníamos nuestras piernas intercaladas consiguiendo un mayor acercamiento. La cogí por la cintura, la levanté y la senté sobre mí; ella me rodeó con sus piernas y, mientras yo besaba su cuello, inclinó su cabeza hacia atrás, aprovechando yo para lamer todo su cuello y descender hasta sus pechos.

Ella se llevó las manos atrás y liberó sus grandes tetas de la opresión a que eran sometidas por el sujetador, quedé maravillado por aquella visión: a pesar de ser grandes, sus pechos eran turgentes, sus pezones hacían visible su excitación, pues apuntaban directamente a mi cara… Se los lamía, mordisqueaba levemente, los chupaba, mientras ella contoneaba su espalda y soltaba algún gemido.

Deslicé mi mano derecha por su vientre y la dirigí por debajo de su falda hacia su entrepierna, que sentí notablemente húmeda a través de sus braguitas…

Mis dedos paseaban por la entrada de su vagina, mientras con sus manos apretaba mi cabeza contra sus pechos, recorría mi espalda… Levantó mi cabeza y nos besamos fogosamente, siguiendo con nuestras caricias… Su lengua luchaba por dominar la mía, sus labios junto a sus caricias me tenían completamente rendido…

De repente, se alejó… se puso en pie frente a mí… Su dedo índice pasó por mi nariz, mi boca – que intentó atraparlo sin conseguirlo –; siguió deslizando su mano por mi torso, deteniéndose en mi vientre, para acabar sobre la bragueta del pantalón acariciando mi polla (completamente erecta)… Desabrochó mi pantalón a la vez que iba arrodillándose ante mí, hizo que me levantara lo justo para bajarme los pantalones y el bóxer de una sola vez y empezó a acariciar mi pene, libre de todo refugio… Acercó su boca y lo empezó a besar y lamer ligeramente…

¡Madre mía!… Aquella mujer me estaba haciendo sentir como nunca… nunca antes había sentido mi pene tan duro ni grande… Lo chupaba suave y profundamente, consiguiendo que mi ritmo cardíaco se acelerara y me respiración se volviese grave y profunda… Alcancé como pude sus pechos con mis manos para poder acariciarlos, mientras ella se excitaba cada vez más ayudada por la masturbación que le realizaba su mano derecha… Creí que me corría, justo cuando ella paró de chupármela, era como si lo supiera…

Se levantó quedando de pie frente a mí… La acerqué a mí, empujándola por el culo con mis manos, tenía ante mis ojos su minifalda, se la levanté y le quité sus braguitas con mis manos ayudadas por mi boca… Sin quitarle la falda empecé a besar aquel delicioso coño que se me ofrecía. Mª José apoyó un pie sobre mi pierna, abriéndome la puerta a profundizar en el conocimiento de su cueva… Acepté aquella invitación y empecé a lamer sus labios… Estaba muy húmeda y pronto pude alcanzar su clítoris y succionarlo ligeramente, sintiéndola estremecerse de placer…

Cuando sus gemidos parecían el preludio de un orgasmo que habría inundado mi rostro de sus jugos, se alejó de mí… Se inclinó sobre la mesa, cogiéndose con las manos en el lado opuesto de ésta y ofreciéndome una perspectiva trasera de su mojado y apetecible chocho tras despojarse de la falda… Me agaché y recorrí a lametones sus piernas ascendiendo lentamente – encontrando ya por el camino fluidos – hasta volver a alcanzar ese coño tan rico… Empecé a follarla con mi lengua, mientras ella gemía cada vez más fuerte…

Métemela… – dijo con la voz entrecortada…

No dudé…, me levanté poniendo mi erecto pene entre sus piernas, mientras se las separaba cuidadosamente… agarré mi miembro y, suavemente, le di a conocer la vagina de aquella preciosa treintañera, que respondió con un profundo gemido… Empezamos a movernos al compás, lentamente, para ir acelerando poco a poco… Nuestros gemidos ya se habían vuelto jadeos cuando ella se estremeció completamente y gritó; acababa de tener un orgasmo…

Detuvo su balanceo y me sacó de su interior… me empujó lentamente hacia el sofá, dejándome sentado… Se sentó sobre mí, a la vez que se introducía mi pene hasta el fondo y empezó a moverse cabalgándome… sus pechos oscilaban arriba y abajo, los agarré y empecé a besarlos y morderlos levemente, succionaba sus pezones a la vez que ella aceleraba sus movimientos… curvó su espalda haciendo que la penetración fuera más profunda y ayudándose de movimientos circulares de sus caderas alcanzó su segundo orgasmo y me arrancó el primero… al sentir mi semen en el interior de su vagina, volvió a gritar y tembló cuando llegó a otro orgasmo…

Se sentó a mi lado en el sofá, los dos estábamos exhaustos; personalmente, era la primera vez en mucho tiempo que hacía el amor de una forma tan especial… Unos pocos minutos después, estábamos acariciándonos de nuevo, nos íbamos excitando poco a poco, nos besábamos y lamíamos…

Mª José se inclinó sobre mí, agarró mi pene entre sus manos y empezó a masturbarme de una forma deliciosa…, cuando volví a estar plenamente erecto, lo empezó a lamer, pasaba su lengua lentamente por mi glande, recreándose en el frenillo, haciéndome volver loco a cada lametón.

Mientras sus manos acariciaban mi torso, sobaban sus pechos y la masturbaban, su boca fue haciendo las delicias de mi polla, que endurecía por momentos, valiéndose tan solo de sus labios me estaba regalando la mejor mamada que me habían hecho nunca antes… Deslizaba mis manos por su espalda y su pecho, hasta que conseguí tener mis dedos en su vagina y la ayudaba a masturbarse. Esto la excitaba y hacía que succionara mi pene aún con más ganas…

La atraje hacía mí como pude, poniendo mi cabeza entre sus piernas, mientras seguía devorando mi miembro… Con los dedos separaba sus labios impregnados de jugos para facilitar el acceso de mi lengua a su clítoris que, al succionarlo, causaba en ella espasmos de placer que la hacían chupar con más ímpetu.

De pronto, un escalofrío recorrió su cuerpo y empapó mi rostro con los flujos provocados por un nuevo orgasmo… En ese momento, toda mi polla estaba dentro de su boca, la sacó lentamente, saboreando el calor desmesurado de mi abultado pene.

Se sentó, de nuevo, sobre mí… esta vez dándome la espalda mientras la penetraba. Reposó su cuerpo contra el mío y mientras yo entraba y salía de su interior le agarraba los pechos… Ella respondió retorciendo su cuello para besarme y así seguimos un rato.

Luego nos tumbamos sobre el parqué, aún desde atrás y recostando sobre el suelo el lado izquierdo de nuestros cuerpos, seguía penetrando aquella preciosa mujer que me transportaba al más alto nivel de placer que jamás había sentido… Cuando estaba a punto de correrme, me pidió que vaciara mi leche en su interior y así lo hice, alcanzando una vez más un orgasmo simultáneo que fue espectacular…

Casi sin darme tiempo, se levantó y me dijo que la siguiera… Llegamos al dormitorio, se recostó sobre la cama en una pose muy sensual. Me acerqué a ella, me tumbó en la cama y empezó a recorrer toda mi piel con su lengua y sus labios, desde los pies hasta el cuello, deteniéndose unos instantes alrededor de mis genitales, a lo que respondí con una nueva erección… Volvió a recorrerme en sentido descendente y al llegar a mi pene y, después de besarlo insistentemente, aumentando mi excitación, se puso de rodillas sobre la cama junto a mí, dio media vuelta mostrándome su espalda, se inclinó y apoyó las manos ofreciéndome su precioso trasero…

¿No te gustaría entrarme detrás?

Sólo podía reaccionar de un modo… me incorporé, me acerqué y empecé a devorar su coño desde atrás mientras mis dedos iban lubricando su agujero trasero, se estaba excitando por momentos y lo notaba por su vagina, otra vez, mojada y su culo cada vez más dilatado… Después de penetrarla con mi lengua allí donde pude y cuando creí que estaba a punto, me puse de rodillas detrás de ella, agarré mi polla y la hice entrar muy lentamente en aquel agujero… Ella gritó levemente, era un grito entre dolor y placer, que rápidamente se volvió únicamente de placer… comenzó a moverse haciendo que mi polla entrara y saliera y consiguiendo que los dos jadeáramos rápidamente. La sujeté por las caderas y tomé la iniciativa, mis empujones acrecentaban el ritmo y ella aumentaba sus jadeos. Al cabo de un rato me sacó de su culo, se tumbó boca arriba, flexionó sus piernas levantando sus caderas para que la penetrara de nuevo… Yo, haciendo equilibrios logré metérsela en su coño desde arriba y seguí entrando y saliendo de ella…

Justo antes de correrme, se la saqué, había alcanzado ya varios orgasmos y yo quería que se tragara mi leche… Me arrodillé sobre ella y me masturbó hasta conseguir arrancar a borbotones el semen que guardaba para ella, que lo esperaba con la boca abierta… Cuando había vaciado todo lo que tenía dentro, se encargó de lamerme la polla hasta dejarla completamente seca, mientras yo le proporcionaba otro orgasmo masturbándola con mis dedos… Después nos acostamos y nos quedamos dormidos completamente envueltos por el cuerpo del otro…

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