Me compré un mini vestido de lycra que se ajustaba como guante a mi cuerpo, una minifalda muy atrevida y un pantalón de esos súper ajustados; también compré algo de lencería muy sugestiva, por aquello que "trabajara" más de una noche.
Son las 12 de la noche y, subiendo en el ascensor pienso que, seguramente te encontraré ya dormida. Pero es igual. Pienso en como despertarte de forma que despertar e iniciar una noche de pasión sean una misma cosa.
Después de mi primera experiencia con un transexual, volví a tener una segunda mucho más fuerte y que respondía a la más grande fantasía sexual que un heterosexual puede tener: follar con una mujer y un transexual.
Con la punta de su lengua lamió mis labios voluptuosos e hinchados aún por el placer, dibujó mi clítoris sonrosado y recorrió cada milímetro de mi vagina con su lengua y saboreó casi desesperado mi coño húmedo y ensoberbecido.
Hace algún tiempo, mi novio y yo estábamos muy presionados en la universidad, él estaba terminando la carrera y yo estudiando y trabajando, por la tanto casi no teníamos tiempo de vernos, como ambos asistimos a la misma universidad, solo nos veíamos en los recesos.
Yo era un joven universitario que para pagarse los estudios tenía que trabajar los fines de semana, pero por fin había llegado el verano y con ello las vacaciones, unas vacaciones relativas ya que tenía que estudiar para las asignaturas que me habían quedado y a la vez trabajar sirviendo copas.
Si alguien el año pasado, antes de conocer a Santi, me hubiera dicho que acabaría con un hombre le abría metido una somanta de palos. Pero ahí estaba y no me arrepentía por nada.
Sus manos me acariciaban con cierto frenesí, con ansia desatada y ganas de ser colmada. Las mías recorrían su cuerpo con el mismo deseo, e incluso más, sabiendo que se me concedía algo privilegiado, prohibido...
He venido recibiendo muchos mails dándome cuenta de la cantidad de lectores que les gusta mis historias, continuo con ellas debido, principalmente a que deseo contar las cosas satisfactorias que me ocurrieron.
Me lanzaron sobre el suelo y comenzaron a acariciar mi cuerpo con sus manos, sus bocas recorrían mi piel, besando y acariciando mi cuello, mis pezones, mis caderas, besándome cerca del pene, los muslos. Rápidamente mi sexo comenzó a endurecerse, sabían perfectamente como acariciar a un hombre, que hacer para recuperarlo después de una buena corrida.
Comprobé que la humedad de esa raja era igual a la que ya sentía inundaba mi pucha, que escurría hasta mis muslos. Deseaba intensamente meter el dedo hasta los nudillos, pero el tiempo, el inexorable paso del tiempo, me obligó a dar por terminado este fantástico e inesperado primer acercamiento.
Tan pronto como mi novia desapareció en la lancha que la llevaba hasta el barco, me acerque a Julio. Sabia que existía la posibilidad que me estuviera equivocando, pero a juzgar por su mirada al ver que Karla se marchaba la esperanza de tener algún ligue con el, creció (así como mi pene que casi se salía de la tanga azul que yo llevaba puesta).
Me tomó de la mano y me hizo seguirla. No creí lo que escuchaba, quería que la acompañara al baño donde iba a orinar ¿Me dejaría verla? El solo pensarlo hizo que se empezara a recuperar mi excitación. Efectivamente nos metimos al baño de ellos, de los patrones, al cual solo tenía permiso para entrar a limpiarlo, pero como empleado debía usar el de la clientela.
Entonces me dijo que hiciéramos abdominales, que empezaba él. Se estiró en el suelo y yo me agaché para sujetarle los pies. Al tener las piernas dobladas y mover su cuerpo el pantalón se le fue deslizando poco a poco hacia abajo y pude ver que no llevaba calzoncillos.
Fui bajando con mi boca, deteniéndome en sus pezones, que en cuento notaron mi lengua se pusieron duros como su polla. Seguí bajando y llegué a mi manjar favorito. Empecé a respirarle y morderle con ternura por encima del calzoncillo para acabar bajándoselo.
Nuestras respiraciones eran mas fuertes, Laura me besaba el cuello y me comenzó a subir la camiseta hasta quitármela. Me acarició la espalda y nos volvimos a besar, esta vez nuestras lenguas se enlazaban más profundamente en la boca del otro, mi cabeza estaba como embotada, sólo seguíamos lo que nuestros cuerpos nos iban pidiendo. Le desabroché la camisa y me fijé fugazmente es sus pequeños y redondos pechos, sus pezones estaba duros.
No la tenía muy larga pero su grosor compensaba la falta de centímetros, su glande rosado resaltaba sobre el color oscuro del resto de la piel, ya que brillaba debido al líquido que lo empezaba a cubrir, lo cual provocaba aquel sonido tan característicos de polla en movimiento.
Tu respirabas fuerte y gemías en vos baja. Todo eso me excitaba. Decidí entonces estar encima de ti, pero metiendo un muslo entre tus dos piernas. Se sentía caliente tu cuca y los líquidos me empapaban la pierna.. Tu movías las caderas y frotabas tu clítoris contra mi muslo. Era super- super excitante...
No pude hacer otra cosa que gemir por la excitación de poderla observar desnuda en todo su esplendor, la mire caminar meneando su cadera, sobando su hermoso falo semi erecto acercándose a mí poco a poco, parecía como una ninfa salida de la mitología mientras yo permanecía hincada en el sillón con la falda arremolinada en mi cintura, sobándome la entrepierna y mi rostro enrojecido por la lujuria.
Se retorcía y gemía, levanté la vista y noté que ya no se tocaba los pezones, ahora se tocaba los cabellos. Su cuerpo, así alargado, aparecía bellísimo ante mi vista. Me excité más y aceleré el ritmo de la mamada. Apreté sus nalgas y la oí gemir de una manera especial, ni siquiera había gritado tanto cuando le metí el consolador por atrás.