En mi anterior relato les contaba como fue mi transformación de niño en mujer, ahora, y atendiendo los correos que he recibido, voy a contarles cómo llegué a sentirme mujer.
Había llegado de USA el día anterior de pasarse un año en internado, tenía 18 años era una chica preciosa pero a mi no me caía muy bien, me parecía una engreída, llena de suficiencia y pagada de sí misma.
Al llegar a Cartagena, rápidamente nos instalamos en el hotel, nos fuimos al cuarto y nos pusimos los shorts y por la emoción ninguno reparó en el otro mientras nos cambiábamos y aprovechando que aún teníamos toda la tarde para disfrutar de la playa, corrimos hacia ella y quedó fascinado al ver la inmensidad de aquel mar Caribe a sus ojos.
Tomé mis acostumbradas vacaciones al mismo puerto, al mismo hotel que otras ocasiones, pero esta vez... tuve servicio privado en la habitación y mis vacaciones fueron diferentes...
La gente grita, las uvas se atragantan, los matasuegras suenan, las botellas de cava se descorchan, la felicidad y la alegría se extienden a velocidad de vértigo por todo el local.
Llevo varios semestres de mi Universidad con ella estudiando la misma carrera y nos volvimos compañeros de estudio, yo frecuentemente iba a la casa de ella o ella a la mía para preparar los exámenes.
Después me acercaba mucho a su rostro (siempre fui muy mimoso y cargoso, así que era normal) de manera que nuestros labios casi se junten y le preguntaba "te puedo dar un beso??" y tal vez pensando que no lo iba a hacer me respondía "sí" pero yo no lo hacia, solo le besaba la mejilla.
Algo dentro de ella le decía que este viaje sería distinto. Ya estaban en el barco cuando Nena y su marido decidieron pasear por cubierta. Nena sintió como una mirada, de alguien a quien aún desconocía, se clavaba en ella. Se giró y descubrió allí a Nene, que la seguía mirando con descaro.
La curiosidad ha seguido mis rumbos a través de mi existencia y no solamente a nivel sexual y erótico, también en el conocimiento cultural y educativo.
Cuando era estudiante, hace ya algunos años, tenía una estrecha amistad con Sabino, para esta época él ya falleció, pero le recuerdo con el cariño que siempre le tuve, un cariño muy sincero y leal, incluso nuestras familias eran amigas.
Éste no se hacía de rogar y le dedicaba a mi esposa las caricias más desvergonzadas, especialmente concentraba éstas en la firme grupa, veía yo cómo se perdía el dedo medio de Lalo entre las rotundas redondeces de Linda y como ella presionaba su culito contra la mano husmeadora, levantando la colita para facilitarle el camino.
Esto sucedió hace tiempo, nos conocimos en un chat su nombre era Roberto, platicamos un rato y después intercambiamos números de teléfonos, hablamos y nos pusimos de acuerdo para vernos un día.
Aquello prácticamente no podría llamarse escote, las casi 3/4 partes de su voluminoso pecho escapaba de aquella ridícula prenda, ascendiendo y descendiendo a ritmo acelerado debido a la agitada respiración de aquella diosa.
El domingo amaneció para mí a eso de las 2 de la tarde, dormí incluso con ropa, es que estaba tan cansado, me levanté y me metí en la ducha estuve como 20 minutos bajo el agua, deje la puerta del baño abierta para que mi tía entrara, eso esperaba yo, nunca sucedió, me vestí y baje a esa hora a almorzar, pero me encontré con una gran sorpresa, no había nadie, en la mesa del comedor había una nota "mi niño, salimos urgente a ver a la tía" y volveremos como a las 5.
Un día por su trabajo conoció a un hombre muy guapo e interesante y este le pide que le acompañe a una fiesta privada a manera de cita. Ella va con él y en el camino se besan y él la toca por todos lados y el chofer aminora la marcha. El no llega a penetrarla pero si se viene en su boca y la hace venirse con sus manos.
Ana y yo nos reunimos para ir a la fiesta en un kiosco céntrico de la ciudad; el tiempo es muy bueno todavía, un aire saludable con aroma a eucalipto, con esta brisa y este sol se diría que la primavera no tiene final, y los adultos en la calle sin embargo no admiten la caricia de esta tarde; y se les ve medio temblorosos y fastidiados, son ajenos al día.
Yo me encontraba de pie junto a la cama totalmente desnuda, y la rubia pequeña empezó a tocarme las tetas desde atrás con sus dos manos, mientras la morena se arrodilló y empezó a pasar su lengua por mi ombligo, bajando, bajando hasta llegar al clítoris. Me puse como nunca. Todavía no habíamos empezado y ya estaba a punto de correrme.
Me metí en la ducha y tardé un rato en perder la erección, hasta que conseguí dejar de pensar en el fino vestido de Triana, y en que no llevaba sujetador. Habría jurado que al verme desnudo se le habían endurecido los pezones.
Cierto día que estábamos en el cuarto los dos, pues ella solía estar en mi cuarto viendo la TV se me ocurrió decirle que hace días mientras ella dormía la había besado y quien sabe qué otras cosas más aunque en realidad eran mentiras y saben ahora estoy seguro de que ella lo supo siempre y la rete a que no sería capaz de hacer lo mismo cosa a lo que ella respondió de inmediato a que lo haría y de hecho lo hizo ya se podrán imaginar lo emocionado que estaba pero esa tarde no paso nada mas.
Él me observó sin comentarios, siguió un tema que había iniciado en el bar respecto a que a veces tenía problemas con su galanura, que estaba seguro que era atractivo, pero que no podía hacer nada por parecer distinto, que sus negocios iban muy bien, pero que cuando entraba en la jugada una mujer, esposa de cliente, familiar o sus propias secretarias, era un problema porque tenía muchas invitaciones y se rehusaba para no mezclar la vida personal con el trabajo.
Seis días cruzando los páramos de Nuevo Méjico sin más compañía que un caballo, seis días sin una comida caliente, seis días sin una bebida fría que llevarse a la boca, seis días sin rumbo, seis días sin más distracción que mis pensamientos, seis días pensando en follar no son buenos consejeros.
Os queríamos contar lo que hicimos esta última Nochevieja. Pero, para empezar por el principio, os diré que somos una pareja joven (Laura 25, y yo –Lucas- 30) que vivimos juntos desde hace poco más de un año en una gran ciudad española.
Fuma casi con desesperación, las manos agitadas no encuentran reposo, cambiando entre la revista que reposa a su lado y el pequeño libro que, inútilmente ha llevado a los ojos, como si una agitación interior incontrolable la tuviera sumida en una extrema tensión.
Fui al cesto de la ropa sucia y saqué uno de sus calzoncillos. Estaban llenos de ronchas amarillas y de palominos. Me los llevé a mi cuarto y me acosté con ellos. Me los puse. Me los apreté contra mi vagina. Los pasé por todo mi cuerpo. Lo pasé genial.
Hacíia ya un tiempo que no venía Maria, my profe particular, porque los estudios me iban bastante bien, pero al entrar en cuarto de E.S.O. la necesite. jeje...