Todo aquello inició mientras bromeaba con sus amigas, aquella tarde ya no había nada que hacer en el trabajo y las tres se habían reunido a platicar cosas intranscendentes.

Una de las amigas de Cristina traía consigo un periódico y se dedicó a hojearlo mientras platicaban de sus cosas, en un momento dado la chica del periódico apenas seguía la conversación de las mujeres, éstas le preguntaron acerca de su distracción, a lo que contestó la aludida que en el diario venían anuncios muy curiosos, «algunos muy atrevidos», dijo, pero ante las bromas de Cristina y de la otra chica, la interesada en los anuncios dejó por la paz las hojas impresas y se metió de lleno a la plática de las mujeres.

Empero lo dicho por la amiga había dejado intrigada a Cristina, por eso cuando sus amigas se fueron y antes de salir de la oficina, discretamente guardó el periódico en su bolso.

Al llegar a casa la mujer sacó el diario y se puso a revisar las hojas, buscando qué era lo que había inquietado a la mujer aquella, hojeó las páginas hasta dar con la sección de clasificados en la que un buen número de anuncios ofrecían diversos servicios «sexuales»: masajes, baños sauna, compañía femenina, en fin, había de todo y para todos, ­-¡hasta anuncios de hombres para mujeres!–, uno de ellos llamó su atención:

«¡Sólo para mujeres insatisfechas!, ¿te sientes sola y con ganas de compañía?, ¿tu pareja ya no te cumple como antes?, ¿tu novio no te hace caso?, no lo pienses más!, llámame, conmigo encontrarás todo lo que siempre haz deseado y mucho más, soy capaz de hacerte gritar de placer, garantizado!, bromistas abstenerse», y desde luego el número telefónico.

«Ah caramba, vaya con el anuncio», pensó Cristina, dejó el periódico a un lado y se dirigió a su cama, tenía sueño y se sentía agotada por el trabajo, ya bajo las sábanas la mujer empezó a tratar de recordar cuando había sido la última vez que había hecho el amor, y si, lo logró, ya eran varios meses de total abstinencia y aunque lo negara en ocasiones su sueño se interrumpía por aquella sensación de que algo le faltaba y ya despierta comprobaba que su sexo estaba húmedo y tenía ganitas de sexo. En aquellas esporádicas ocasiones terminaba por frotarse con los dedos la pollita hasta terminar, luego volvía a quedarse dormida placenteramente.

En eso el anuncio volvió a su mente y un cúmulo de preguntas se le echaron encima: «¿habrá mujeres capaces de llamar a ese número?, posiblemente, ¿se dará el caso de que ese tipo de servicios en verdad dejen satisfechas a sus clientes?, a lo mejor, ¿cuánto costará el servicio?, ¿y los riesgos?, ¿y si el tipo ese resulta un malandrín que se aprovecha de la cliente y luego trata de obtener otros beneficios?, ay nanita!, ¿cómo será ese sujeto?, ¿de verdad será capaz de cumplir lo que promete?», esas preguntas y muchas más trató vanamente de contestar, pero al fin el sueño la venció.

Varios días después una de sus amigas llegó a su oficina: «Oye Cris, ay tengo una de cosas que contarte, pero hijole mana no se como pude hacer eso, ¿qué crees?».

–«Oye qué te pasa, qué tienes, vienes toda agitada, anda cuéntame tu travesura», dijo Cristina.

–Pues nada manita, recuerdas el periódico aquel que leí la vez aquella que platicamos, bueno, pues vi un anuncio de un hombre y ¿qué crees?, ¡que llamé!, ay mana, no se como lo hice, pero llamé a ese número y qué bárbaro…

–¿Qué te pasó?, ¿hiciste una cita o qué?, no me digas que fuiste a verlo!…

–Ay no mana, no me atrevo a tanto, pero fijate que con sólo llamar y platicar en él me sentí super excitada, me fue diciendo una de cosas que para que te cuento, al principio estaba toda nerviosa y él se dio cuenta, me calmó y empezamos a platicar, me fue diciendo todo lo que me podía hacer hasta que no pude más y colgué, ni que decirte lo que hice después de la llamada.

–Pero…, qué le dijiste?, ¿preguntaste el precio?, ¿qué te ofreció hacer?, anda cuéntame!

–No pues le dije que llamaba por pura curiosidad y que deseaba saber cuánto cobraba por un servicio y que incluía, me dijo que el precio no era el problema, sino que yo me animara a probar, pero que si en verdad tenía interés nos podíamos ver donde yo quisiera, que se ajustaba a lo que quisiera hacer y que si al final no quedaba satisfecha pues no había problema, que era cosa seria, no malas ondas y así por el estilo, pero ay lo que dijo…!

–Pues que te dijo mujer, anda cuenta todo.

–No manita me da mucha pena, pero se ve que ese hombre es tremendo!

–Oye ya ni la amuelas, ¿cómo haces eso?, tu eres casada…

–Pues si mujer, pero fue pura curiosidad, ya te dije.

–Y ¿que anuncio era ese?

–¡Ah verdad!, también tienes curiosidad, ¿a poco no?, era uno que decía algo así como «Solo para mujeres insatisfechas» o algo así, bueno manita ya me voy a trabajar, luego hablamos, oye ¿por qué no llamas tu?

–¡Yo!, ni loca que estuviera!, dijo Cris entre risas, pero cuando salió la calenturienta amiga, se quedó pensando en lo que había hecho aquella mujer, y más tarde se apuró a salir pronto del trabajo, pues aunque no lo aceptara quería llegar a su casa a buscar el periódico aquel, si es que aún lo conservaba.

Y si, lo encontró sobre la mesa de la sala, buscó el anuncio y anotó el teléfono, con el papel en la mano se fue a su recámara, donde ya cómodamente acostada le estuvo dando vueltas a la idea de llamar, no se decidía a hacerlo, hasta que ya de noche marcó aquel número, una voz masculina le contestó: –«Si, bueno?, diga?», ella contuvo la respiración y no contestó, de nuevo escuchó: –«¿Si, diga?, ¿quién habla?», entonces no pudo más y colgó, nerviosa se removió en la cama, «¿qué había hecho?, ¿llamar a una línea hot-line, para tener sexo telefónico?, ¿para hacer una cita?, ¿qué bárbara, Cristina, qué tonterías haces?, se dijo a si misma», y tratando de olvidar el incidente se desnudó para irse a la cama a dormir, en eso de nuevo la idea le vino a la mente: «¿y si llamó?».

Volvió a marcar, de nuevo le contestaron: –«¿Bueno?, diga, ¿quién es?, ella se mantuvo en silencio, la voz continuó: –«¿hablas por lo del anuncio?, ¿verdad?, ¿estas ah¡?, quieres escuchar algo interesante?, ¿tienes miedo?, no te preocupes, si yo hubiera querido hacerte algo malo, hubiera llamado a tu teléfono, lo tengo en mi seguidor de llamadas, tengo tu número, pero no te preocupes, conmigo ni tendrás problemas, ¿sigues ahí?, si, creo que ahí sigues…»

Cris casi no podía contener la respiración, el nerviosismo que la invadía provocaba que la mano con que sostenía el teléfono le temblara, en eso volvió a escuchar:

–«Tienes ganas, seguro tienes caliente tu cosita, a ver tocate…», Cris lo hizo y para su sorpresa comprobó que efectivamente su panocha ardía de calor y algo húmedo manchaba ya su pantaleta color rosa, el tipo añadió: –«Si, estás caliente y con ganas de una rica verga parada, a ver, haz el intento de llevar una conversación, ¿si?, anda animate, a ver dime tienes ganas de verga?, sólo dime si o no..».

Para su sorpresa Cristina articuló, en voz apenas audible, un diminuto «si», –«¿a verdad?, quieres verga y no te atreves a pedirla, tienes la cola caliente porque últimamente nadie te la ha metido, ¿verdad?».

–«Si», dijo.

–«Bien, vamos bien, dime ahora, ¿cuanto te metieron la verga por última vez?», anda contesta…».

–«Seis meses», dijo ella.

–«¨Seis meses sin un palo?, ¡qué bárbara!, ¿entonces qué haces cuándo te dan ganas?».

–«Me toco».

–«¿Te tocas?, ¿qué te tocas?, dime que haces.

–«Me acaricio ahí…

–«¿Dondé?

–«En ese lugar…

–«Si, pero como se llama, dime como te gustaría que le dijera a ese lugar…

–«Mi sexo…, mi panocha…

–«¨Tu panocha?, te tocas la panochita, que bueno!, pero eso no basta, ¿verdad?…

–«No…

–«Si supongo, ahora vamos platicando más, seremos amigos, mira mi servicio es de pago, soy un hombre con la suficiente experiencia para hacerte gozar como nunca antes lo haz hecho, soy nuevo en la ciudad y poco tiempo con este servicio de ayuda, así lo llamó yo, para mujeres que…, digamos necesitan de algo de afecto y por supuesto que les saquen las ganas de coger, de coger y coger, hasta que no pueden más, tengo ya varias clientas de planta y con lo que cobro mantengo mis gastos, no creas que vivo de esto, pero aunque tengo trabajo de planta, coger bien me trae aparte de satisfacciones algo de dinero, por supuesto estoy sano, completamente sano, en la primera cita le hago el amor a la clienta con condón, y si ella después lo quiere hacer sin gorrito, pues tiene que traerme los suficientes exámenes clínicos que descarten algo malo, ahora dime que piensas…

–«No se…, estoy confundida…, la verdad no se para que te llamé…

–«Si, si sabes, tienes la cola caliente y ya te urge una buena cogida, se honesta conmigo…

–«Tal vez…, pero esto se me hace irreal, tan…, fuera de lo común, que no se que pensar…

–«No pienses, relajate, mira para que te animes a conocerme te voy a hacer el amor por teléfono, ¿quieres?

–«¨Por teléfono?…, ¿cómo?…

–Si mira, para empezar dime dónde estás…

–«En mi recámara, acostada en mi cama…

–«¿Y qué tienes puesto?

–Sólo mi pantaleta…

–¿De color?

–Rosa…

–¿Y qué sientes en la panochita?…

–«Hummmm, algo caliente, la tengo caliente y mojada…

–«Mojada…, bien, ahora quítate el calzón… anda hazlo!

–«Hummm, ya…

–«Bien, ahora con una mano ábrete la panocha, dime que ves…

–«Ay…, espera…, mi cosa, mi puchita abierta, llena de pelitos negros, largos, y mis labios abiertos…

–«¿Te estás tocando?…

–«Si, un poquito…

–«¿Dónde?

–«Ahí, arriba, en mi clítoris, está duro, paradito, tengo la cosa toda mojada, me sale agüita, algo viscoso, abajitó está más mojado, me sale ese líquido del hoyito…, me tocó ahí también…

–«Hummmm, debes sentir rico…, ¿no quieres saber algo de mi?

–«Si»…

–«Dime qué…

–«Cómo es…

–«Cómo es qué…

–«Tu…, tu miembro…, tu verga…, la tienes parada?

–«Si chiquita, la tengo bien parada, y un poco mojada en la punta, me acarició la puntita y deslizó el cuerito hacia abajo, para descubrir la cabeza…, ¿qué más?

–¿Cómo es tu verga?, grande?, gruesa?…

–«No es grande, no muy grande, y si es gruesa, lo suficiente para hacerte gritar de placer…, dime ¿quieres mi verga?

–«No se…, hummm, me sigo acariciando, ay…, ya casi…

–«¿Ya casi terminas?

–«Si, ya casi me vengo…

–«No espera, no te vengas, aguantate, ¿quieres mi verga?

–«Si la quiero…

–«¨Cómo?…

–«Entrando en mi agujerito, en mi puchita…, que se mueva, adentro y afuera, que me entre toda…, y que me chupes las tetas…

–¿Las tetas?, las tienes ricas?, ¿cómo son?…

–«Grandes, carnosas, tengo los pezones paraditos, duros…

–«De nuevo te pregunto, ¿quieres mi verga?…

En ese momento Cris se contuvo, ¿qué pretendería ese desconocido?, pero sin meditarlo le dijo:

–«Si, si la quiero…

–«Bueno pues, dime dónde estás, puedo ir a verte…, si tu deseas…

–«No!, eso no…, ay voy a colgar…

–«No lo hagas, calmate…, no te voy a hacer daño…, si no quieres en tu casa, podríamos vernos en otro lugar…, o puedo pasar por ti…, es cuestión que te decidas…, anda animate…

–«No lo se…, me siento rara haciendo esto, ni siquiera se como te llamas, disculpa la llamada, voy a colgar…

–«Calmate, mira me llamó José y tengo ganas de verte, ahora dime como te llamas…

–«Me llamó Cristina, de nuevo disculpa, voy a colgar…

–«Como quieras Cristina, pero si lo haces habrás perdido tu gran oportunidad…

–«¿Oportunidad?, ¿qué oportunidad?…

–«Conocerme y quitarte esas ganas de coger que te agobian…

–«No lo se…, además tu cobras…

–«Pues si, pero podría hacer una excepción contigo, nada más para que me conozcas y compruebes lo que te he dicho…

–«¿De verdad eres un buen amante?…, qué sabes hacer…

–«Huy…, todo lo que nunca te haz imaginado, puedo hacer que tengas tantos orgasmos…, que al final me ruegues que ya no te la meta…

–«¿Tanto así?, creo que exageras…, no lo creo posible…

–«Pues anímate a probar Cris…

–«No lo se, creo que estoy haciendo una locura, ya me voy…

–«No Cristina, ya no te puedes echar para atrás…, mira dame tu dirección y pasó ahí por tí, si te sientes insegura, estaciono mi coche fuera de tu casa y platicamos ahí dentro del coche, así me conoces y si te decides, pues ya veremos…

Nunca supo Cristina cómo hizo, pero cuando se dio cuenta ya le había dado la dirección al tipo aquel, que ahora sabía se llamaba José, la voz de él la volvió a la realidad.

–«Bueno pues, mira yo vivo cerca, estoy contigo en unos minutos, me estaciono frente a tu departamento, reconocerás mi coche, es un Jetta rojo, con placas de México, pero antes prométeme una cosa…

–«¿Qué cosa?

–«Ya no te masturbes, aguantate tantito, ¿si?

–«Si», dijo ella antes de colgar, y cuando puso el auricular en su lugar, llena de espanto reaccionó: ¿qué había hecho?, darle la dirección a un desconocido, se había calentado oyéndolo por teléfono!, casi había tenido un orgasmo y ahora venía para acá!, para su casa!, ¿qué hacer?, por supuesto que no abriría, que llegara el tipo ese y que se cansara de esperar y se fuera…, pensaba Cris, el temor que la invadía la hacía casi temblar, ¿o eran las ganas?, ¿las ganas de coger?, a lo mejor las dos cosas, se decía, pero ahí estaba, hecha un manojo de nervios, acostada en su cama y sin calzones!, con la panocha hecha un charco de agua viscosa y caliente…, todavía se sentía caliente…

En eso el sonido de un carro que se detenía la sacó de sus cavilaciones…, ¿y si era ese hombre?, se dijo, lentamente y sin encender la luz de la sala, se acercó a la ventana y si, ahí afuera estaba un coche rojo, Jetta, no alcanzaba a ver las placas, estacionado frente a su departamento, pero si, era él, ¿qué hacer?, se dijo Cris.

–«Por lo pronto voy a vestirme, bajo y le digo que disculpe las molestias, pero que no quiero sus servicios, si, que se vaya…», dijo Cristina para si misma, riendo nerviosamente se dirigió a su recámara y únicamente se puso el vestido sobre el cuerpo desnudo, ¿para qué más, si sólo iba a bajar a despedirlo?, se dijo…

Apurada bajó los escalones hasta llegar a la planta baja, se dirigió al carro estacionado y cuando iba a decir algo, José abrió la portezuela del coche, como invitándola a entrar, Cristina dudó, no encontraba las palabras adecuadas para decirle que se fuera y que no la molestara, ante su inseguridad el tipo le dijo: «anda sube, no te voy a comer, por el momento, digo, anda ya súbete!».

El tono de su voz la hizo obedecer al momento, ya estaba adentro y cuando volteó a verlo, Cris supo finalmente que ya no podía echarse para atrás, supo que esa noche cenaría verga, que esa noche le daría las nalgas a ese desconocido tan, pero tan guapo, si, era un caramelito el hombre aquel…, pasaron unos momentos de silencio, sólo lo miraba, miraba detenidamente en la semi oscuridad ese rostro tan atractivo, tan varonil, su boca, pequeña, sus bigotitos, su pelo negro, bien peinado, «si, ni modo, hoy voy a coger hasta cansarme», pensó la mujer…, suspirando profundamente logró decir con voz entrecortada: «hoooola».

–«Hola Cristina, bien, ya me viste, ya nos estamos conociendo, ¿quieres conocerme más?

–«¿Más, cómo?…

–«¿Quieres ver mi verga?…

–«Aquí?, ¿aquí, en la calle?…

–«Si, aquí, ya es de noche y no pasa nadie, mira la voy a sacar de mi pantalón, la tengo parada, bien parada por tí…

José forcejeó con el cierre del pantalón hasta que logró sacar algo de su bragueta…, una linda y erecta verga hizo su aparición, Cris se quedó sin habla, miraba hacía abajo y veía ese tronco de carne, no podía apartar la vista de eso…, boquiabierta la mujer observaba como el tipo sacaba bien el miembro de entre sus ropas, como para que ella la observara mejor.

Al momento Cristina sintió palpitar su panocha, –¡ya casi me estoy viniendo!–, no supo cómo se atrevió, pero estiró la mano hasta agarrar el duro miembro, se agarró de él, ya tenía aquella verga en su mano –es tan hermosa y tan, pero tan… rica, se dijo Cris–, la voz de él despertó su ensueño:

–«¿Te gusta?

–«Si».

–«¿La quieres?

–«Si».

–«¿Cómo?

–«No se…, pero si quiero…, quiero que me la metas, toda, la quiero sentir toda…, llévame a donde quieras…

–«Vamos a mi departamento?…

–«No se, mejor ahí no, aquí cerca…

–«¿A un hotel?

–«No, aquí…, debe haber un lugar, aquí, cerca de mi casa…, mira ahí enfrente hay un terreno baldío, llévame ahí, cógeme ahí, anda ya vamos…!», dijo Cristina sumamente excitada sin soltar para nada aquel miembro erecto.

José echó a andar el coche y se dirigió al lugar indicado por la mujer, si, estaba solo, ni un alma acechaba, unos frondosos árboles aumentaban la oscuridad, se estacionaron cerca de los árboles y arbustos de lo que antes era un jardín, pero que ahora era un terreno abandonado, José apagó el carro y guardando su pene en la bragueta se bajó, dio la vuelta y abrió la portezuela, Cris se preguntaba qué iba a hacer, tal vez ella esperaba que se la cogiera ahí, dentro del coche…, pero no, la mano extendida de él la invitaba a bajar, temblorosa lo hizo, cerró la puerta y sintió cómo los brazos del hombre la rodeaban, sintió que una boca se acercaba a su rostro, sintió los labios entreabiertos de él sobre su boca, suspiró y se entregó al beso, la calentura que traía le hizo responder al instante a los apasionados besos.

Sintió también como sus manos bajaban por la cintura hasta posarse en sus nalgas, sintió como aquellas manos amasaban los cachetes de su culo, se dejó, no podía hacer nada, sino abandonarse a esas intensas caricias, al repegarse a ese cuerpo masculino, sintió en su entrepierna la dura protuberancia de aquel sexo, se pegó más a esa cosa dura.

Lentamente él hizo que Cris se recargara sobre el coche, ella ya estaba con su espalda recargada sobre la portezuela, entonces una de las manos del hombre bajó hasta la orilla del vestido y se lo empezó a subir, ella sin pensarlo abrió las piernas, en eso algo la atemorizó, «y si pasaba alguien y los ve aquí, en este lugar, cogiendo», quiso decir algo, pero su boca estaba pegada, llena de otra boca, y nada hizo, más que abrir las piernas hasta hacer que él se colocara en medio y no supo cómo, pero al momento sintió sobre su sexo la punta de aquella verga parada, suspiró cuando la punta del miembro recorrió su vagina, entre los labios, entre sus pelos y contuvo la respiración cuando lentamente fue sintiendo la penetración, la verga entraba, lentamente, muy despacio, su panocha se estaba llenando de verga, poco a poco, distendiéndola, haciendo que ese conducto antes abandonado resintiera por momentos la penetración, le dolió, pero poquito, muy poquito, apenas sintió alguna molestia, pero ya lo tenía, sintió como la pelvis del hombre se pegaba a ella, ya estaban unidos, pegados, entonces se abrazó a él, rodeó la espalda y se aferró a él, como para evitar que escapara y despegando su boca le dijo al oído: –«No te muevas papacito, quedate así, quietecito, dejame sentir tu vergota, dejame disfrutarla, ya casi me vengo…», y volvió a besarlo, a entrelazar su lengua con la otra, a jugar a chupar de esa boca, a mordisquear los labios, a sentir como los pelitos de los bigotes le hacían cosquillas en la nariz y entonces se fue, se abandonó, su cuerpo se aflojó y crecientes oleadas de placer la llenaron por completo, su cuerpo desfallecía hasta casi perder el equilibrio, pero él la contuvo, sus brazos la sostuvieron y siguió viniendose…., sintiendo como la panocha cobraba vida propia y palpitaba, aprisionaba por leves momentos el grueso mástil.

Entonces José se empezó a mover, lentamente, sacando casi toda la verga, que ella trataba de mantener dentro, apretó el pene con su vagina, pero la verga se deslizó afuera, se fue casi toda, pero sólo un momento pues de nuevo la sintió dentro, hasta el fondo, hasta hacerla sentir llena, completamente llena –«¿cómo era eso?, si no la tiene tan grande, he conocido otras más grandes», meditaba Cris mientras el duro palo entraba y salía de ella, pero era cierto, se sentía completamente llena, la punta del miembro le entraba hasta el fondo de la vagina, eso era seguro.

Ella también se empezó a mover, de manera involuntaria su pelvis arremetía contra el pene cuando entraba, una y otra vez, ahora agarrada a su cuello dejaba que el hombre acariciara sus chiches sobre el vestido, aquellos dedos jugaban con los pezones, los retorcían, quedito, pero a la vez fuerte, mientras el émbolo entraba y salía de su sexo empapado de líquidos que ahora chorreaban por sus piernas, sintió que un nuevo orgasmo le llegaba, se apretó más al cuerpo del hombre y fue ella quien ahora se movía frenéticamente, hasta hacer chocar su pelvis contra aquel sexo duro, muy duro, muy erecto, su panocha al chocar y tragarse toda la verga hacía ruidos, sus jugos y la embestida de los sexos producían un rítmico «chaz, chaz, chaz», y cuando el orgasmo le hacía casi perder la conciencia, Cris pensó: –«Hummm, que rico estoy cogiendo, que rica verga me entra, que rico me lo estoy cogiendo, yo me lo estoy cogiendo, es mía, sólo mía esta verga maravillosa, hoooooo, hummmmm–«, y la mujer fue de nuevo presa de un tumultuoso orgasmo.

El ritmo de la cogida fue disminuyendo, el hombre dejaba que ella se recuperara, las metidas y sacadas se hicieron lentas, muy lentas, hasta que él se detuvo y Cris recuperó la respiración, pero José no había terminado, lo sentía duro dentro de ella, las bocas se despegaron y Cris apoyada en su hombre disfrutaba de las últimas sensaciones del orgasmo, él muy cerca de ella le dijo:

–«Ahora me vas a dar tu culo…

–«Mmmjjmmm, si, lo que quieras.

El se separó de la mujer y al salir la verga de su agujero, dejó salir un largo chorro de líquido, producto de sus orgasmos…, esa agua viscosa resbalaba por sus piernas…, y cuando él intentó hacer que se volteara y le diera la espalda, Cristina preguntó quedamente:

–«¿Aquí?, ¿lo quieres aquí?…

–«Si, aquí me vas a dar tu culo, apoyate sobre el carro y para la colita…

Cristina obedeció la orden, nerviosa volteó a los lados y sólo encontró la calle desierta, «bueno, al menos nadie va a ver como éste me mete la verga por la cola, y en plena calle…», su hombre se colocó detrás de ella, volvió a alzarle el vestido hasta la cintura, dejando al aire el par de nalgas, Cristina sintió cómo un ligero aire frío rosaba su piel desnuda, paró más las nalgas y sintió como el miembro se deslizaba entre ellas, la humedad permitía que el duro palo la recorriera arriba y abajo, hasta su sexo peludo y abierto, la cabeza entró en ellos, pero sólo un momento, José retiró el pene y apuntando sobre su apretado ano presionó, fuerte, ella aflojó su cuerpo como para permitir la entrada de esa carne en su intestino, sintió dolor, «ay, me duele, hummm, no, espera, no, me duele, ay papacito me destrozas», esto fue lo último que dijo la mujer cuando la cabeza del miembro entró en el anillo de pliegues, la cola le ardía, el hombre se detuvo un momento, pero volvió a presionar, de nuevo sintió dolor, algo duro y caliente parecía partirla en dos allá abajo, la verga entraba, Cris contuvo la respiración y se mordió los labios para no gritar, lo dejó entrar, todo, totalmente, hasta sentir los huevos del hombre pegados a los cachetes de su culo.

Ya con todo el miembro dentro, Cris se relajó completamente, disfrutando un poquito al tener recargado tras de sí a ese hombre maravilloso, «pero, será posible que me guste coger así, ya lo he hecho, pero ya hasta se me olvido si se puede tener un orgasmo así», pensaba la mujer, en eso una de las manos de José rodeó su cuerpo y fue a posarse en su sexo, los dedos tocaron el clítoris y al momento Cristina reculó, paró más las nalgas, la sensación había sido tremenda y mientras suspiraba quedito, volvió a sentir placer, algo rico sucedía allá abajo, en su sexo, entre sus labios vaginales… en su culo, no sabía dónde empezaban las ricas sensaciones, pero era rico, sentía muy rico, delicioso…

Los dedos bien adiestrados jugaron con su botoncito, descubriendo círculos alrededor de esa tierna y sensible carne, y entonces la verga se empezó a mover, lentamente, su culo ya distendido permitía que saliera toda, toda, quedando sólo la cabecita aprisionada en su agujero, volvió a entrar el miembro, y así una y otra vez.

Con el culo bien parado Cris recibía una y otra vez el miembro erecto, los movimientos se hicieron más rápidos, más fuertes, más y más, fuerte, tanto que sus nalgas vibraban al chocar, todo su cuerpo se estremecía, la verga ya entraba y salía con facilidad, con mucha facilidad, Cris se sorprendía de ello, pero ya estaba abierta, bien abierta del culo, tanto que en ocasiones toda la verga la dejaba vacía, y volvía a entrar con facilidad, resbalando en su interior, una y otra vez, de pronto se puso rígida, aquellos dedos y la verga que entraba y salía la llevaban ya a otro orgasmo, sintió que las piernas se le doblaban, pero el hombre la sostuvo por la cintura mientras su intestino era inundado de semen, Cris se sorprendió al sentir el rítmico palpitar del miembro dentro de su culo, entonces se vino riquísimo, se abandonó por completo a aquellas intensas sensaciones, sintiendo como se sucedían los chorros de mocos en su ano abierto, uno, dos, tres, cuatro, cinco, más y más semen.

Por fin se quedó quieta, pero todavía se sentía llena de aquel miembro, él delicadamente se recostó un poco sobre su espalda, hasta que ambos recobraron la calma, José lentamente fue sacándole el pito de su culo abierto y al hacerlo el semen empezó a escurrir de su agujero, pero eso era lo que menos importaba para Cris, su vestido cubrió su desnudez y ella se volteó para pegarse de nuevo a aquella boca, se besaron no una, sino muchas veces, abrazados y unidos sus cuerpos, luego se separaron lentamente, ambos sonrieron complacidos sin decir una sola palabra, él la tomó de la mano y caminaron hacia el departamento de la mujer, ya en ese lugar se despidieron, se volvieron a besar, entonces José le dijo:

–«Bueno Cris, espero que la hayas pasado bien…, tienes mi teléfono, llámame cuando quieras…».

–«Si, conozco tu número, te llamaré, pero te aseguro que nunca te pagaré porque me lo hagas…».

–«No importa, tú llama, hasta luego, que sueñes con los angelitos…

–«Soñaré contigo papito, adiós».

Mientras Cristina subía los escalones y entraba a su casa, la leche y sus propios líquidos seguían escurriendo piernas abajo, no le importó, nada le importaba, así se fue al dormitorio y se echó sobre la cama, se quedó dormida.

Al día siguiente, cuando llegaba a su oficina una picara sonrisa hizo que su amiga la descubriera:

–«¡No!, ¡no me digas Cris, ¡lo hiciste!, ¿verdad?, no te hagas, traes la cara de una vieja bien cogida, se te nota a kilómetros!, ¡qué bárbara!, ay chiquita ¿dime cómo fue?, ¿qué te hizo?…

Roja de pena, Cris, sin decir nada, volvió a sonreír a su amiga, dejándola con miles de preguntas sin contestar…