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Puta por una noche

Más tarde me explicaría que si me hubiera dicho la verdad desde el principio, yo jamás habría aceptado, y puede que tuviera razón. Lo peor de todo fue que su cliente, enseguida se dio cuenta de que, como puta, yo tenía bastante mejor apariencia que su acompañante y, claro está, puesto que el cliente siempre tiene razón, se encaprichó enseguida conmigo.

Patricia

Siempre cortaba cuando la conversación se dirigía hacia el terreno de lo concreto, cuando me pedían una cita, el número de teléfono, la dirección de correo electrónico, pero segura de que había conseguido mi objetivo: convencer a mi interlocutor y, no sólo convencer, sino también asegurarme que excitaba su deseo, y eso tan sólo utilizando la palabra.