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La consentida del profesor

Mi nombre es Beka, soy la típica chica de 18 años minifaldera que gusta de excitar a los chicos y grandes, tanto en la calle como en el colegio.soy hija unica de madre argentina y padre mexicano, no soy fea pues soy de piel blanca, cabello castaño claro, ojos color gris y de cuerpo bien formado para mi edad, ustedes saben, piernas largas y bien torneadas, culito firme y paradito, tetas medianas, en forma de meloncitos, no es por nada, pero les gusto mucho a los chicos del colegio…ah, debo decirles que estudió en el colegio Maddox, un colegio particular de niñas fresas, pero bien desmadrosas, sobre todo en el plano sexual.

La historia que quiero contarles sucedió el año pasado, en mi primer año de preparatoria, cuando tenia 15 años recién cumplidos.nunca he sido una estudiante intelectual, pues por andar siempre en el desmadre con los chicos, nunca estudió como deberia.asi pues, estaba a punto de reprobar matemáticas y con ello perdería el derecho a que me compraran mi primer auto.no estaba dispuesta a eso, asi es que empecé a buscar solución a mi problema.

No tarde mucho en encontrarla, pues bien sabía que el profe, un hombre como de 40 años, andaba baboso por todas y cada una de las chicas del salón de clases.

Así pues, no le dí muchas vueltas al asunto y decidí aprovechar mi buen estado físico y comencé a seducirlo a mi modo: a veces asistía a clases con una minifaldita que me marcaba hasta el tamaño de la tanga y que al sentarme siempre en primera fila, cruzaba las piernas de la manera mas inocente que podía y le dejaba ver mis juveniles y carnosos muslos de adolescente y que son mis mayor orgullo anatómico.

Otras veces vestía un pants super-ajustado, sin nada debajo, enseñando el bulto carnoso de mi osito que palpitaba de excitación al sentirme observada precisamente en esa parte de mi anatomía.

El profe, un hombre maduro pero bien conservado, tenía fama de ser muy “lanzado”, por lo que yo estaba confiada en poder conquistarlo y aprobar su cochina materia para poder estrenar mi Peugeot.

Por fin llegó el día, una mañana llegué temprano al salón de clases, con la mente puesta en el sexo.encontré al profe sentado detrás de su escritorio, como siempre, revisando papeles.ya adentro, cerré la puerta con seguro y me dirigí hacia el escritorio. Los ojos del profe se pusieron sobre mi persona.

Yo tenia puesta una minifalda corta tableada, de esas tipo escocesa, roja con azul, ajustada de la cintura pero con vuelo, tobilleras blancas, zapatos negros de medio tacón, una pantaleta de algodón blanca, un sostén de media copa y una blusa blanca tipo escolar.una vez frente a su escritorio simplemente me subí la falda y le enseñé el bulto de mi osito.no dije nada, caminé hacia él y al llegar al escritorio me encorvé hacia delante tomando seductoramente el vuelo de mi falda y lo levanté dejando mis nalgas al aire apenas cubiertas por la pantaletita.el profe tampoco dijo nada, se levantó de su silla y colocándose tras de mi clavó su rostro en mi trasero.

Ahí lo dejé trabajando frenéticamente con su boca y manos. Acaricio, manoseó, estrujó, besó, lamió, mordió y mamó mis muslos y nalgas con gran maestría.

Era obvio que sus años no habían pasado en vano y que tenia mucha experiencia en las artes amatorias.

Lo hacía tan bien que tuve mi primer orgasmo aun con las pantaletas puestas.fue cuando con gran habilidad me bajó el calzoncito, separó con ambas manos mis nalgas y me dio la mamada de panocha y culo mas rica que he tenido a manos de un hombre.

Para entonces yo ya me había desabrochado la blusa y el sostén y con mis manos me amasaba las tetas cuyos pezones se habían puesto duros como chicharos.

El profe seguía con su labor y ahora me metia un dedo en el fundillito, el cual había lubricado perfectamente con su saliva y con mis propios jugos vaginales que repartía a través de toda la rajada de mía nalgas con su lengua.cuando apartó su cara de mi cola volteé a verlo y de reojo pude observar como se bajaba los pantalones y sacaba una verga de muy buen tamaño y grosor, morena, casi negra, con una cabeza enorme, roja y jugosa, muy venosa.

-No te preocupes, no soy virgen y hoy en la mañana tomé la píldora-le dijé, al tiempo que yo colocaba mis manos en el escritorio y me posicionaba para poder recibir ese vergajo en mi vagina. Cerré los ojos esperando el primer embate, pero grande fue mi sorpresa al sentir la cabezona de su pene entre mis nalgas.el profe se afirmó a mis nalgas y con ambas manos abría los cachetes para poner la punta de su candente instrumento en mi lubricado orificio y lo fue atornillando poco a poco sintiendo la estrechez de mi orificio y la dureza de mis carnes, un bocado seguramente no desconocido para el ya que por lo visto no era yo la primer colegiala que se fornicaba por el culo.

Afortunadamente yo tenía experiencia pues mas de una ocasión me habian culeado y mi esfínter ya había sido roto.tomó un tiempo largo (tal me parecía a mí) para penetrarme hasta la raíz de su verga antes de comenzar a moverse.yo respondía con unos gemiditos que lo excitaban mas a cada momento y fue cuando soltó mis nalgas para aferrarse a mi cintura e inició el pistoneo, un mete y saca suave al principio para ir aumentando la velocidad de sus embestidas.

Mi profe apretaba los dientes y apenas podía respirar.yo estaba toda roja de la cara y cubierta de sudor, ya ni siquiera era capaz de cerrar la boca y mi saliva colgaba de mi boca sin poder evitarlo.yo comencé a girar mis caderas acompasadamente a sus embestidas, sabiendo el efecto que causa en los hombres.ahora ambos resollábamos con tanto ímpetu que el profe me salpicaba la espalda con su saliva y sudor.a cada embestida me levantaba en vilo del suelo, me bombeaba con movimientos muy largos y muy potentes, su pubis chocaba contra mis nalgas, lo que producia un sonido por demás excitante y enloquecedor…chas-chas-chas-chas…se escuchaba cuando nuestros sexos chocaban entre si.yo le pegaba unos mordiscos a su verga con mi recto para sentir mejor sus gruesas venas que me hacían cosquillas detrás de la vagina. Ya me había venido en 3 ocasiones y el tiempo se terminaba pues ya iba a ser hora de empezar las clases.

Se lo hice saber y el riesgo de ser sorprendidos aumentó en ambos el deseo y el profe empujó su miembro mas profundamente dentro de mi, haciendo que me fuera de boca y cayera sobre los papeles y libros que estaban sobre su escritorio, el profe cayó sobre de mi y en mi interior sentí un potente chorro caliente que invadió todo mi recto y llegó hasta mi estomago.me sentí desvanecer.unos segundos después el profe se desensartó de mi, aun con la verga erecta, roja y mojada en su totalidad.me ayudo a levantarme, me subió la pantaleta y empezó a vestirse.

Con esfuerzos caminé hacia mi pupitre, las piernas me temblaban y estaba bañada en sudor.me dejé caer pesadamente en mi lugar y con unos pañuelos desechables me dí a la tarea de limpiar mi rostro, mis tetas y mis piernas.el profe se dirigió a la puerta, la abrió y salió, seguramente hacia los baños a refrescarse.cinco minutos después entraban todos los alumnos a clases, sin saber lo que ahí había pasado minutos antes. A media clase tuve que ir al baño a descargar una buena cantidad de semen que traía en mis entrañas.después de esa clase me acosté un par de veces mas con el profe, en su departamento, esas veces, a petición mía, lo hicimos de las tres formas: oral, vaginal y anal.

Por supuesto que obtuve una calificación por demás aprobatoria y mis padres felices por la inteligencia de su pequeña nena, me compraron mi Peugeot. Ahora, en mi segundo año de preparatoria, tengo problemas con química, pero el detalle es que quien me da esa materia es profesora.

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