Y se fue abriendo, despacio, y sonreía ahora sabiendo que cada segundo que pasaba iba aumentando mi deseo, ahora era ella la que mandaba sobre mí, la que se tomaba todo su tiempo para calentarme, la que se sabía dueña de la situación.
Quince minutos mas tarde estábamos de camino hacia las afueras de Madrid, a Sandra la habían metido en el maletero, todavía estaba bajo los efectos del agotamiento, conducía Paula y mientras Tatiana me iba poniendo al corriente de lo que me iba a encontrar.
Por su parte los sonoros y continuos gemidos que Camila emitía le indicaban a Sandra que estaba haciendo muy bien su trabajo y la excitación en que ella estaba sumida sin remedio denotaba que su amiga estaba haciéndolo a la perfección.
Yo me sentaba justo encima de él y dejaba que me penetrara como me había penetrado hacía unas semanas la botella de champagne que la dama solitaria mantenía entre los muslos. El reportaje esta vez salió también perfecto. Pobre gilipollas.
Después de esto saqué de mi bolso otro vibrador; esta vez doble, que había comprado con la esperanza de un encuentro con mi profesora; lo dirigí a su chocho y ansiosa me introduje el otro extremo en el mío, y empujamos las dos al unísono suavemente.
Cada embestida de la boca de Estela movía el pepino dentro de su carne -ella aun no sabía mucho del tema, pero un poco más adentro, sólo un poco más, y habría perdido la virginidad.
Berta se tumbó en un sillón y encendió otro cigarrillo. Parecía haber perdido todas sus fuerzas. Miraba gélidamente a Ana, sabiendo lo muy caliente que la ponía verla fumar así, con las piernas abiertas ante ella.
Cuando oí nuestras vaginas hacer ventosa, creí morir de placer. Una sacudida me azotó y me quedé rígida contra el coño de mi amiga, que acabó chillando y sacudiéndose aun contra mí, hasta que acabó rendida.
Lamí y chupé, le mordía los muslos y volvía al coñito con más fuerza hasta que la sentí venirse en una serie de orgasmos que parecían que no tenían fin. Yo no podía más tampoco y entrelacé mis piernas con las de ella para que nuestros coñitos se unieran, empezamos a estregarlos con fuerza uno contra el otro.
Yo acepté, lógicamente, la noticia al principio no me había caído bien, porque pensé que tendría que cargar con mi hermanita (yo le digo así pero tiene 18 años), pero luego pensándolo bien acepte, porque hacía mucho que no estaba con ella, y dos semanas juntas vendrían muy bien.
Comencé a lamer su sexo, y me pasé al ano, lo lamía, lo succionaba, y trataba de introducir mi lengua, le dije que se mojara un dedo en mi cosa y así mojado me siguiera, así que lo hice muy cuidadosamente y no se hizo esperar, de un empujón suave, entro mi dedo y comencé a meterlo y sacarlo , primero lentamente, hasta ir acelerando el ritmo, así estuvimos un momento, nos separamos, nos sentamos y le dije....
Los quejidos y suspiros de Andrea no se hicieron esperar, me excitaba sobre manera oír un gemido agudo que salida de lo más profundo de su garganta. Era maravilloso sentir como yo la controlaba. Su cuerpo respondía totalmente a mis estímulos.
Mi cuerpo daba espasmos mientras ella seguía liada con mi sexo, no podía aguantar más y me corrí por segunda vez era increíble, me estaba haciendo sentir como nunca me había sentido en el tema del sexo, era fascinante.
Mientras, le había levantado el jersey y le había sacado los pechos del sujetador pasando de uno a otro magreándolos a placer, se paraba de vez en cuando en los pezones y pellizcándolos, había conseguido ponerlos duros.
Seguido a este momento de placer me senté en el asiento cuando recibí en mi boca un cálido y húmedo beso e hincándose de frente a mi, me tomo por la cintura y con sus manos me fue quitó el bikini poniéndolo a un lado, tomó mis nalgas y me jalo hacia ella dándome solo un beso en el pubis mientras olía mi sexo diciéndome lo rico que le parecía el olor y que necesitaba un corte y recorriendo mis labios mayores con su lengua
Unos segundos después, ambas alcanzaron un orgasmo violento y tan prolongado, que se retorcieron al unísono, mientras el consolador, untado completamente en los jugos de Andrea y Sofía, se deslizó fuera de los cuerpos para caer empapado sobre la colcha.
Roxana siempre fue una chica bella, de rasgos finos y delicados, siempre tuvo esa dicha de ser delgada, con una figura que aun andando en fachas se veía impresionante, al cumplir los 17 años ya contaba con algo de experiencia en cuanto al tema del romance, había tenido algunos novios, y algunas experiencias mas... intimas. Su cara contenía un toque de seducción, sus ojos pequeños con esas pestañas rizadas le daban un toque muy especial; su nariz recta, indicando la belleza
Apoye mis manos en la camilla y encorve un poco mi cuerpo hacia delante a petición de la Celadora, esta empezó a examinar detrás de mi pelo como si buscara algo, luego bajo la mano por mi espalda y antes que me diera cuenta de un tirón bajo mis bragas hasta los tobillos.
El dedo de Gema se dedicaba a prodigar los más tiernos estímulos en el clítoris de Adriana y comenzaban a humedecerse, cuando se deslizaba una y otra vez, apenas sin introducirse, en el sexo de su hermana, que había dejado de menearse, pero seguía tensa, muy tensa, sin querer mirar a los ojos a Gema, que aprovechaba para morderle la oreja y lamer su interior y luego el cuello y morderle la comisura de los labios.
Terminamos por hacer el amor en la posición del 69 lo cual fue muy agradable para mí, aproveché para meter uno de mis dedos en su culito; posteriormente nos metimos bañar y ahí dentro seguimos con el intercambio de caricias y besos pero nada más.
Las sensaciones se hicieron más intensas y nuestras pelvis se agitaban cada vez más, no se quien comenzó primero, pero casi lo logramos nuestros orgasmos comenzaron a fluir, con cada ves mas intensidad, con nuestras bocas pegadas al clit de nuestra compañera y ese dedo travieso deslizándose una y otra vez dentro de nuestro anillito que cada vez lo apretaba más como para no dejarlo salir.
Era una calle poco transitada, no había hostales, pensiones ni hoteles, en los bares a nadie le sonaba por la foto que les mostraba, por lo cual no era seguro estuviera por esa zona... así que tocaba vigilancia 24 horas., o sea, alquilar un piso y observar desde la ventana hasta que la viera si es que aparecía.
Mi novio me dijo que lo gozaría la segunda vez pero yo no acepte y terminamos estaba destrozada emocionalmente, en esos días llego una amiga de mama que está muy guapa y aunque mayor que yo es muy alegre cuando me vio tan triste me invito a ir de viaje con ella, Paula es su nombre una mujer muy hermosa, ella tiene todo en su lugar y de la medida exacta.
Pude sentir contra mi boca sus temblores de satisfacción, pero no pude contenerme y seguir saboreándola, seguir buscando más allá, para ese momento me acerque a la mesita de noche y dando un sorbo al champagne, regrese con un poco de este en mi boca, y deje que el líquido frío corriera por toda su vagina, esta vez, estaba dispuesta a no dejar una sola gota entre sus muslos y me dedique a despertar su deseo nuevamente.
Note como la punta del calabacín recorría mis labios vaginales de arriba a abajo pero no llegaba a introducirse, cosa que de alguna manera me ponía nerviosa, entonces esa punta empezó a bajar aproximándose a mi culo y buscando mí agujero. Intuyendo lo que iba a pasar intente decir algo pero la lengua de Sonia penetro con fuerza en mi boca y me acallo mientras Mónica me introducía el calabacín por el culo sin piedad.
En ese momento de excitación en silencio, sabía que esas imágenes se me estaban grabando en lo más profundo de mi retina, por lo que suavemente pero decidido me quite el pequeño pantalón de baño, quedando así en igualdad de condiciones con mis anónimas compañeras.
Desde que Carla, que comentó que le dijo al cura en el confesionario, que quería hacerle el amor, que se dejara de embromar, que era joven, que porque no la hacía gozar (el cura estaba lindo), en ese momento tenía 17, el cura no se dio por enterado, pero la calentura de Carla, la saciaba con el novio de su hermana (23) (esa y otras confesiones las publicaremos en otra oportunidad)
Se separó, y se abrió de piernas tumbada sobre la cama, y le hizo un gesto a su hermana, que se agachó, y acomodándose cogió uno de sus pechos y empezó a frotarlo arriba y abajo de la vulva de Mónica, que mostraba una sonrisa en la que se adivinaba el placer que sentía en ese momento.