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M&M’s (versión de Maica)

M&M’s (versión de Maica)

Me llamo Maica y acabo de cumplir veinte años, estudio segundo curso y hasta hace muy poco mis experiencias sexuales se habían limitado a encuentros más o menos gratificantes con chicos de mi edad.

Sin embargo, yo no quería quedarme sólo en eso, deseaba conocer todas las posibilidades del sexo; pero sin llegar a imaginar lo que a continuación nos disponemos a contar Mercedes y yo.

A principios del pasado mes de Diciembre, y con motivo de los parciales próximos, la dirección de la escuela colocó en nuestra clase una nueva profesora de prácticas: Mercedes.

Era alta, rubia castaña, piernas larguísimas, muslos apretados, culo perfecto…y unas tetas gloriosas.

Cualquier hombre la hubiese deseado desde el primer momento, como les ocurrió a todos los chicos de la clase, y a mí; que era una chica; cosa que todavía no comprendo.

Supuse que tendría alrededor de los treinta años y desde el primer día que la vi no pasó uno que no me masturbara varias veces al día, pensando en ella.

Estaba absolutamente obsesionada con la profesora. Imaginaba todas mis fantasías y deseos secretos, aunque sabía que aquello era lo único que conseguiría de Mercedes.

Incluso llegué a acariciarme la entrepierna varias veces en clase….

Entonces ocurrió lo que todavía no tiene explicación para mí.

Una tarde me ordenó que me quedara al final de la clase…

Una clase que yo había empleado en taladrar su hermoso culo con la mirada, y debido a lo cual me encontraba completamente excitada. me dijo que entrara en el despacho de profesores y cerró la puerta con llave.

Yo estaba bastante cortada y no podía disimular la considerable excitación de la que era presa, tanto que mis pechos cubiertos sólo por una ceñida blusa me los podía notar duros y erectos.

Comentó que me había observado muy distraída en clase; y añadió que me iba a quedar a resolver algunos ejercicios.

No dije nada y comencé a intentar aclararme con los problemas, procurando ocultar inútilmente mi excitación; o más bien mi estado de nervios.

Mercedes estaba sentada frente a mí, leyendo unos papeles.

Cada vez que yo la miraba se movía en la silla, cruzaba y descruzaba las piernas obsequiandomé con una vista maravillosa.

En determinados momentos la ví humedecerse los labios y acariciarse suavemente el muslo.

Yo estaba superexcitada, y también sabía que la profesora se estaba dando cuenta.

Evidentemente debía controlarme…

Al poco rato, Mercedes se levantó y se colocó de pié a mi lado para corregir los ejercicios.

Su pecho izquierdo se apretaba contra mi costado; muy cerca de mi durísimo pecho derecho; aumentando aún más mitremenda excitación.

Sentía como su pezón atravesaba mi blusa ceñida y describía lentas trayectorías.

Aquello me volvía loca, así que me decidí.

Puse mi mano en su espalda e inicié unas suaves caricias en sus glúteos.

Ella dió un respingo y me miró.

Nos besamos apasionadamente mientras nos magreabamos.

Se apartó un poco y, en silencio, me quitó la blusa liberando de su encierro mis oprimidos pechos.

He de reconocer que nunca hasta aquel día había sentido una excitación igual.

Ya totalmente desnuda miró complacidamente mi depilada entrepierna y empezó a acariciarla y a frotarla con un lento vaivén.

Casi me caí de espaldas ante el inmenso placer que me proporcionaba Mercedes.

Noté que me venía el orgasmo y cuando ya estaba a punto de correrme ella paró de repente sus caricias impidiendo así que diera rienda suelta a mis jugos y terminara de mojar la ya húmeda de por sí entrepierna.

El orgasmo sin embargo fue realmente delicioso; distinto a todos los que había experimentado antes.

Para mí, todos los orgasmos implicaban el torrente de flujos deslizándose pierna abajo, pero aquel día no fue así…

Yo seguía aún con muchísimas ganas de guerra; Mercedes miró mi sexo y con la punta del dedo limpió el hilillo de secreción vaginal que bajaba por uno de mis muslos.

Me susurró algo al oído y, ante mi sorpresa, se puso de rodillas.

Besó mi entrepierna y continuó con rítmicos lametones mientras yo la observaba absorta.

Un escalofrió de placer me recorría el cuerpo entero.

Nunca antes de aquel día había experimentado el sexo oral, ni había sido masturbada por otra mujer, y por tal motivo no perdía detalle de como Mercedes devoraba mi coño…

El orgasmo llegó y derramé mis jugos en la boca de la profesora que no cesaba de chupar.

Fué un orgasmo total, paralizante. Incluso después de correrme, ella seguía lamiendo los restos de secrección vaginal que resbalaban por mis muslos…

Estaba exhausta, agotada hasta el limite, pero sabía que debía seguir.

Me acerqué por la espalda a Mercedes, que todavía llevaba la ropa puesta, y comencé a desnudarla cuidadosamente.

Era bellísima. sus pezones estaban tiesos y me miraban pidiendo acción, así que mi boca se perdió entre aquellas tetas con las que tanto había soñado…

Nos tumbamos en la alfombra y saqué un enorme consolador de mi bolso .–que compré para satisfacer mis necesidades más intimas en noches solitarias; y desde que conocí a Mercedes, siempre llevaba encima–. me disponía a penetrarla; con el consolador; cuando me lo arrebató de las manos y, llevándoselo a la boca dirigió mi cabeza a su entrepierna. abrió las piernas al máximo y me rogó que le comiera el coño.

Por primera vez en mi vida noté en mi boca el sabor de los jugos de otra mujer.

La almeja de Mercedes estaba muy húmeda cuando mi lengua la acarició, lentamente, arriba y abajo.

Recorrí todos los rincones de aquella cuevecita, mientras oía los gemidos de mi profesora.

Me detuve en el clítoris, al que dediqué especial atención hasta que terminó de correrse entre jadeos y gritos de placer. ella se introdujo el consolador mientras yo le comía el coño y recogía todas sus secreciones vaginales.

Después de esto saqué de mi bolso otro vibrador; esta vez doble, que había comprado con la esperanza de un encuentro con mi profesora; lo dirigí a su chocho y ansiosa me introduje el otro extremo en el mío, y empujamos las dos al unísono suavemente.

Cuando tuvimos el vibrador introducido completamente empezamos a revolcarnos…

Ella acabó cabalgando encima mío, hasta que estallamos al mismo tiempo; las dos; en un orgasmo increíble.

Quedamos tendidas un buen rato en la alfombra, acariciándonos en silencio…

Desde aquel día hemos vuelto a estar juntas, desnudas, follando, en su apartamento. y todas las veces que ello ha sucedido ha resultado muy satisfactorio.

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