Era un día de lluvia, estaba en la oficina cuando recibí una llamada; era una chica que decía llamarse Alejandra, tenía 28 años, era policía de mundo ciudad y que necesitaba con urgencia un depto., si tenía algo disponible para mudarse lo antes posible ya sea mono ambiente o de dos ambientes.
El difunto Evodio. La dolorosa opresión en el pecho, la creciente dificultad para respirar y el paulatino adormecimiento del cuerpo confirmaron a Evodio que la vida se le escapaba, así lo comprendió su mujer que corriendo fue a buscar ayuda.
Un afrodisíaco que una pareja amiga nos dió, provocó mi primer intercambio. Aquel fin de semana habíamos sido invitados a pasarlo en el chalet de nuestros amigos, Nuria y Alfredo, a los que habíamos conocido tiempo atrás, con los que congeniábamos muy bien.
Primero nos citamos en una confitería los dos, me pareció una chica muy agradable, tenía 31 años, soltera, pelo castaño claro con rulos, ojos marrones, muy buen cuerpo, profesora de gimnasia, unas tetas hermosas, y un culo bastante agradable, me contó que había formado varias veces tríos, y se mostró intrigada en mi idea.
Mi mujer y yo siempre hemos disfrutado del placer sexual sin límites, siempre nos complacemos mutuamente, ya les contaré nuestras vivencias más adelante en otros relatos. Esos días no fueron la excepción.
La típica muchacha treintañera a la que cualquier hombre caballeroso lo ofrece un libro para que lo lea, por pura amistad, y ella enseguida se da cuenta de que lo que quiere es acostarse con ella.
A ella la llamaré Andrea, es una linda mujer, tiene 24 años, mide aproximadamente 1,75 m, es de piel trigueña, pelo negro y lacio, cortado en forma de melena, ojos verdes y grandes, nariz pequeña y respingada, labios gruesos y siempre están rojos, boca mediana, su carita es suave y redondeada, es muy atlética, colita redondita y bien formada y tiene un atractivo muy grande para los hombres que es su senos firmes y grandes (si bien nunca la he medido, calculo unos 99, 60, 90).
Desde que era adolescente, Juan fantaseaba intensamente. El se encontraba en un paraíso tropical, en un penthouse con enormes espejos, paredes de vidrio y un enorme domo de cristal que permitía ver un cielo estrellado y en el horizonte, la inmensidad del mar. Allí, cada noche, una decena de mujeres desnudas mostraban su belleza y cualidades para ganar el privilegio de ser elegidas por este joven ardiente.
Mi esposa Cristina, es una hermosa rubia platinada, que aunque la quiero mucho, no puedo dejar de reconocer, que también es vulgar, no común, vulgar, sus ademanes, su lenguaje, su vestir, vulgar. Desde luego que es rubia de botica, pues solo las albinas pueden tener en forma natural ese color de cabello, pero como su piel es muy blanca, no desentona el color del cabello.
La experiencia que voy a relatar es real y ella desconoce que lo voy a hacer, aunque en alguno de nuestros lujuriosos días la haré participe para disfrute mutuo.
Si tuviera que describiros a mi esposa, os diría que es una mujer bastante atractiva, es morena con pelo largo y rizado, ojos verdes y figura delgada, con unos pechos muy bonitos y bastante firmes, aunque si tuviera que resaltar alguna zona de su cuerpo sobre las demás, sería su hermoso culo.
Relato de una madura amante del sexo en todas sus variantes. Un chiquillo en vacaciones la conoce y disfruta de muchos días y noches con ella, hasta que decide partir.
A mi me han gustado siempre las mujeres maduras y ésta, aunque estaba un poco rellenita (No gorda) siempre me había llamado la atención cuando la veía por el pueblo porque pese a su edad era muy guapa.
Llego a mi casa pasada la medianoche, le explico a mi mujer un agravamiento temporal del estado de mi padre, que ella no comprobara, pues no lo ha visitado nunca y toda una noche de pensar en Marina y a la mañana siguiente una relación no acostumbrada con mi mujer que se extraña de mi deseo sexual tan urgente.
Luego, mire a mi mujer que estaba aún a cuatro patas, con la cara colorada por el orgasmo y el coño rebosante de mi semen y le dije: Bueno, ahora cual iba a ser mi recompensa?
Durante todo el día siguiente estuvo Valle coqueteando con Antonio de manera descarada, incluso se puso en top-less y tanga, algo que nunca hacía en la piscina cuando había algún hombre.
Su cuerpo atractivo y su costumbre de vestir siempre muy provocativa unido a su personalidad alegra y extrovertida, hacían que ella fuera el gancho comercial del negocio, sobre todo por que la mayoría de la clientela eran hombres buscando regalitos para sus parejas y de paso regalarse a ellos mismos la visión de mi mujer.
La mujer de cabello corto caminaba con pasos cortos y rápidos por el pasadizo, fumando nerviosamente aunque no estuviese permitido en aquella santa casa, escasamente rondaba los treinta y escondía sus ojos azules detrás de unas gafas oscuras de moderno diseño.
A veces ese juego lo hacía con mis primos, pero en vez de apoyarme en una mesa, silla o cama, lo hacíamos alternadamente sobre nuestros glúteos, esto sucedía cuando jugábamos al doctor, pero nunca nos penetramos.
En la cena debido al vino y a los chupitos, acabamos hablando de lo de siempre la cama, Andrea que era amiga de mi mujer tenia un cuerpo normalita pero desprendía ese deseo sexual que desprenden algunas mujeres, Jorge su marido era un chico normal aunque su mujer siempre alardeaba de que estaba bien armado.
Involuntariamente estaba convirtiendo su vida en un infierno. Pero no un infierno de lágrimas y dolor, sino en un infierno cuyo mayor castigo era la monotonía. Un infierno gris de paredes de hormigón gris, sin ningún tipo de relieve, en el cual sencillamente no pasaba nada.
A habíamos tenido sexo a roletes, en la mesa, en la cocina, en la ducha, en el living mientras mi cuñada dormía (o sé hacia la dormida, nunca se lo he preguntado, calculo que alguna masturbación se habrá hecho mientras nos sentía), en el auto, etc.
Soltero sin compromisos y con un buen sueldo, invertía parte de él en multiplicar mis eyaculaciones y ponerme al día con el atraso que traía de la casta Buenos Aires.
Venerables señoras que cumplían la importantísima función de iniciar a los hombres en el sexo y luego solucionarles todos los problemas de insatisfacción que les producía el matrimonio.
Si la cosa no se cortaba no se en que podíamos terminar. Ya habíamos hecho muchos intentos, encuentros matrimoniales, terapia de pareja, tarotismo, numerología, y no se cuantas cosas más.
Unas anchas y lujosas escaleras cuya alfombra atenuaba sus pasos. No se soltaban de su brazo, por lo cual no podía buscar a la fotógrafa que tenía en su poder la instantánea en la que besaba a otra mujer.