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Crónicas de un Pajero

Crónicas de un Pajero

No me acuerdo muy bien cuando empezó todo, pero tengo recuerdos vagos de mi niñez y mi descubrimiento de la masturbación.

Los primeros intentos fueron juegos inocentes en los que apoyaba mi pelvis contra la esquina de mi cama o de una mesa o silla, de manera que mi pene quedara aprisionado por el peso de mi cuerpo y abría y cerraba mis piernas en forma de tijera cada vez con más rapidez y así lograba la erección de mi pene y a la vez orgasmos, pero todavía sin eyaculaciones.

A este jueguito yo le llamaba “Pito gane” en alusión a “Pito grande” pero en lenguaje infantil.

A veces ese juego lo hacía con mis primos, pero en vez de apoyarme en una mesa, silla o cama, lo hacíamos alternadamente sobre nuestros glúteos, esto sucedía cuando jugábamos al doctor, pero nunca nos penetramos.

Durante toda mi infancia seguí con esta forma de masturbarme, y en ocasiones jugaba con mis primas y un par de veces pude apoyarme en sus colas y hacerles mi famoso “Pito gane”.

En una oportunidad jugando con mis dos primas (Valeria y Daniela, ambas 5 años menores que yo) Valeria se acuesta boca abajo sobre una cama, entonces Daniela (la menor de ellas) me propone de manera inocente:

¿Vamos a aplastarla a Valeria?

Yo sin entender lo que quería hacer le dije, bueno dale…entonces ella se acuesta sobre Valeria boca abajo y me invitaba a mi a hacer lo mismo… con lo que a mi se me iluminaron los ojos ya que me servía en bandeja la oportunidad de apoyarla.

Entonces me acosté sobre ella y acomodé mi pene que ya se comenzaba a poner duro sobre su cola y una vez acomodado comencé mis movimientos con mis piernas y coloqué mis manos entre el colchón y las tetas de Valeria (que por ese entonces ya las tenia muy grandes) para aguantar mis movimientos y así culmine un orgasmo espectacular.

(Aquí creo yo que nació mi vocación por apoyar cualquier culo que pudiera) Mas tarde quise repetirlo pero ellas no accedieron. Quizás Daniela se dio cuenta de algo, pero no dijo nada.

Un hecho en la escuela primaria marcó mi predilección por el exhibicionismo.

Estando en 7º grado tuvimos que hacernos una revisación médica de rutina, que incluía la revisación de los genitales.

Entramos 5 chicos a un cuartito que servia de enfermeria, y para sorpresa mía había solo doctoras.

No lo podía creer y eso me ponía a mil porque tendría que ¡mostrarle mi pene a una mujer! La revisación incluía: medirnos, pesarnos, control de la vista, el oído y verificar nuestros genitales.

Cuando llegué a esa etapa me encontraba de frente a la Doctora y ella en su escritorio sentada y me dijo:

Mostráme el pene y corréle la piel para atrás como cuando te bañas…y después de decir esto dirigió su vista a mi entrepierna para mirar mis movimientos

Yo accedí bajando el elástico de mi pantalón junto con el de mi calzoncillo con mi mano izquierda y con la derecha saqué al aire mis huevos y mi pene, que ya estaba semierecto por lo caliente de la situación y con el pulgar y el índice descorrí mi piel hacia atrás, (que todavía estaba pegada al glande por una fina telita) y esperé el veredicto.

La doctora miró mi pene unos instantes, y pude notar en su mirada ojos que eran de asombro, no sé si porque no esperaba ver un pene tan desarrollado para mi edad o por que yo tenía una leve desviación hacia abajo y a la izquierda.

Eso no lo voy a saber. Luego levantó su mirada y le dijo a una ayudante en un código que solo ellas saben “SP” supongo que será “Sin Problemas” no creo que sea “Super Pija”

Mi adolescencia continuó con mis masturbaciones de la misma manera, pero ahora ya colocaba entre mi pelvis y mi cama mi almohada doblada, de manera de simular un culo.

Progresivamente mientras crecía, también lo hacían mis genitales y ello hacía también que comenzara tímidamente a eyacular, a veces lo hacía sobre mis calzoncillos y mas adelante tuve que colocarme una media (simulando un preservativo) para no manchar mis calzoncillos.

Mas tarde en 2º año de la secundaria, y escuchando conversaciones de mis compañeros sobre la masturbación, me entró curiosidad por probar la manera tradicional de masturbación, pero no sabía muy bien como hacerlo.

Recuerdo que una vez que volví de la escuela, y mientras me cambiaba, comencé a tocarme el pene por encima del calzoncillo, con lo que logré una erección y entonces me dije :¿por qué no probar? Y comencé un masaje arriba y abajo y algo veloz sobre mi pene, al principio fue tan rápido que me cansé enseguida y no conseguí eyacular, pero luego lo hice mas despacio y logré gozar y eyacular de la manera tradicional con mi primera paja. Había entrado al mundo de los pajeros (esto último sin ser despectivo)

Desde ese momento y hasta la actualidad continúo con mis pajas, me parece algo espectacular, esas caricias sublimes que solo cada uno sabe como hacerlas, me encanta, a veces me hago una por día, a veces hasta tres o inclusive cuatro.

Soy muy calentón, me gustan mucho las mujeres, especialmente cuando visten polleras o minifaldas, eso me enciende enseguida, y ni hablar de las mujeres que usan jeans ajustados, me dan ganas de tocarles el culo o de apoyarlas.

Pero volvamos a la paja, me la he hecho en lugares insospechados, en mi casa cualquier lugar es propicio, el mas raro en el balcón o en la puerta de mi casa, (acabando en el mismo lugar) y si me ven mujeres mucho mejor.

En el baño de la facultad también lo hice, la primera vez fue luego de leer relatos eróticos de esta pagina, y luego yéndome a masturbar al baño, incluso lo hice una vez en el de damas.

Otras veces me colocaba en el baño de manera que el pasar las mujeres para ir a su baño me vieran masturbándome, eso me ponía a mil, varias mujeres se asombraban y miraban mi pene y se iban rápidamente su baño, otras mas osadas permanecían unos instantes mirándome y luego continuaban su camino.

Una vez estando en otra casa, cumplí una de mis fantasías, “masturbarme delante de mujeres” (no fue la primera vez, ya que lo había hecho con anterioridad adelante de mis vecinas de 13 y 15 años).

Esto sucedió porque en frente de la casa hay una parada de colectivos, y allí había unas chicas (de aprox. 25 años) esperando un bus y yo estaba mirando por el ventanal y una de las chicas miraba para el ventanal, entonces yo saque mi pene y comencé a masturbarme ofreciéndoselos a su vista.

Pasó un rato y una de ellas se dio cuenta y no apartó su vista de mi pene, y le avisó a su compañera y esta disimuladamente se dio vuelta a mirarme y permanecieron así durante unos minutos mientras yo seguía con mi trabajo hasta que eyaculé en mi mano.

Ah, que sensación placentera pero indescriptible, el morbo que sentí era fabuloso, doble placer, el de la paja y el de que te miren.

¿Qué te ha parecido el relato?


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