Un chico pasivo de 19 años es dominado y seducido por su joven vecino de sólo 16 años y le da unas cogidas que lo hacen soñar el mismo paraíso.
Una noche de viernes, me encontraba en mi cama matrimonial, envuelto en sabanas blancas, descansando, cuando de repente hacia las 6 de la madrugada llama por teléfono mi mejor amiga, Sonia, una chica morena de pelo rizado con un cuerpo de ensueño
En la penumbra de la sala de cine pude ver que abría su bragueta y me mostraba una deliciosa verga gorda y cabezona que brillaba por el precum, eso me calentó al máximo.
Hacia las dos o las tres de la madrugada ya solía estar de regreso en casa y entonces se iba la mujer que quedaba al cargo de su hija.
La verdad del sexo contado desde una óptica muy especial. En mi cama vale todo, ¿en la tuya?
Una no cumpleaños todos los días, y esa mañana, desde que desperté, tuve la sensación de que no iba a ser un día cualquiera.
Le pedimos que volviera y entonces volvimos a enchufarnos, esta vez ella se puso en cuatro patas y yo empecé a penetrarla por la concha.
Ella se vistió y acercándose a la cama, me dió un pico y se despidió de él besando su polla hasta la próxima vez que volviera a Hotel Berlín.
Con mis hermanas siempre compartí la misma cama, un día miré a Verónica como a toda una mujer.
Yo estaba destrozado, las piernas me temblaban no tenia fuerzas para nada me recosté sobre la cama y cuando estaba quedándome dormido entro mi tía completamente desnuda y diciéndome "toma tu premio" me tiro unas bragas que al cogerlas vi que estaban completamente empapadas, eran las bragas de su corrida las puse sobre la almohada y me dormí con el olor de los jugos vaginales de mi amada tía.
El tiempo pasó y, como no encontrábamos trabajo nos inscribimos juntos en una de estas empresas que venden puerta a puerta. Así recorríamos todo Santiago tratando de vender algún curso de Inglés. Pero las pocas ventas que hacíamos las gastamos en Moteles.
Y sigilosamente y con un tremendo pánico, me acerqué y me senté aun lado de la cama estirando mi mano hasta alcanzar su panochita repeluda y con sumo cuidado para no despertarla solamente alcanzaba a rosar los vellos que salían fuera de su braga pero a todo esto yo estaba sudando de los nervios, pero lo que yo quería era quitarle la braga, ver esa inmensa mata de vellos eso era lo que deseaba en ese momento, ya que nunca había visto una, así que me fui al baño y cogí una hoja de afeitar
Estás más cachondo que un perro en celo. Venga, lame todo, perrito." Y se rió sonoramente a la vez que me propinaba una buena patada en el culo. Cuando le pareció oportuno me retiró cogiéndome de los pelos de nuevo y me condujo hasta el lateral de la cama y me dijo que me quedara ahí abajo a cuatro patas.
Al contarle de que el bestia de nuestro hijo se podía echar 6 polvos en menos de 3 horas, no me lo quiso creer, hasta que un día Mario muy compungido, le preguntó a su madre si debía ir al médico pues no estaba rindiendo sexualmente como siempre, y al preguntarle mi mujer porque pensaba que era así, este le respondió que le estaba costando llegar a la cuarta eyaculación.
Este es el relato de cómo descubrí que mi mujer que siempre había sido una mujer muy fría para el sexo me engañaba y como eso me convirtió en un cornudo, pero desde entonces nuestra vida ha cambiado y he convertido a mi mujer en un verdadero putón.
Me felicitó y antes de que ella lo hiciera me ofrecí a reponerle el calzado a lo que ella accedió complacida. Esto es lo primero que sucedió que aunque para muchos no significa nada, para mi abrió un mundo interior que tenía encerrado de amor sin límites y fetichismo hacia los pies de las mujeres y al estar sometido a ellos.
Es que esta obsesión por las lolitas es intensa...
Excitados por la conversación que llevábamos nos fuimos a casa. Por el camino comencé a besarla con cualquier pretexto rozando levemente sus pezones que estaban duros y sonrosados por lo que se imaginaba por la transparencia de la blusa.
Que le dió frio, dijo, que si le hacía huequito en mi cama...
Al principio su reacción fue de enojo pero, cuando quiso darse cuenta, se encontraba apoyada en el quicio de la puerta con la bata en el suelo, las piernas abiertas, dos dedos de su mano izquierda dentro de su coño, frotándose el clítoris con el dedo corazón de la otra.