Me duché y dejé mis braguitas en el cesto, como siempre. Me puse un liviano camisón que se transparentaba y unas braguitas negras para que se notasen bien. Mis pechos sin sujetador se erguían coronados por unos pezones endurecidos de la excitación que sentía.
Aquella noche iba vestido de mujer y sus planes se le habían echado a perder. Su taxista la intentaría consolar mientras unos representantes de la ley les interrumpían.
Inmediatamente a mi eyaculación, Ana se retiró de mí y empezó a lamer el culo de su prima para saborear mi semen caliente. Carlos sacó su enorme polla y se corrió en la boca de Marta, que no paraba de tragar y escupir semen mezclado con su saliva. Los fluidos de la boca de Marta caían por su cara y continuaban por su pecho.
Esto sucedió hace más de 5 meses en una ocasión en que como otras nos volvíamos a reunir un grupo de amigos los cuales nos visitamos muy de vez en cuando, pero lo que paso esa noche fue que sale como siempre cada cual con su supuesto acompañante de noche, sin pensar en que iba a suceder algo de sexo.
Mis rodillas estaban sobre la alfombra, note su pie entre mis rodillas, como las empujaba hasta separarlas, me sentía bien, cómoda sintiendo su fuerza sin dureza, su pie salió de entre mis rodillas, por un momento no supe donde se encontraba, hasta que note como la parte libre del cinturón de seda comenzaba a atarse a mis tobillos, mientras sus manos acariciaban mis piernas desnudas.
Mi novio le dio otro empujón y este salió despedido hacia atrás, los otros dos chicos se abalanzaron sobre mi novio, yo me interpuse entre ellos para evitar la pelea y rápidamente llegó un guarda de seguridad, que tras contarle lo ocurrido, nos indicó que nos marchásemos mientras él retenía a los tres gamberros.
Después de correrse en el culo de Lidia, se marchó a su despacho a hacer más trapicheos de los suyos. Lidia se reincorporó y fue corriendo a recuperar la cinta de vídeo, la guardó en su bolso y se fue. Estaba temerosa de encontrarme en casa y no saber que decir. Cuando llegó me miró y yo la salude como si nada hubiera pasado. Yo pensé que ella no sabía nada y ella prefería que fuera así.
Era una sensación única el ver mi pija atrapada firmemente entre esos dos montículos de carne coronados por dos pezones que en ese momento me parecieron más erectos y puntiagudos que nunca; el ver como mi glande aparecía y desaparecía salvajemente de entre esas moles, momentos los primeros donde de tanto en tanto recibía uno que otro lengüetazo por parte de Sandra. Mis manos entre tanto se hallaban o proporcionándole placer a su ya prominente clítoris o, igual que antes, enfrascados en el intento de introducir aunque más no sea un dedo en el único orificio que restaba explorar.
El marido pone un anuncio en internet buscando voluntarios para cepillarse a su esposa, tendiéndola una trampa, de todos los que contestan elige a un negrazo jamaicano y le concierta una cita a ciegas a su mujer.
Janelo, que aquella mañana aún no había satisfecho sus deseos, al ver a Peronela reclinada sobre la tinaja, y moviendo su cuerpo para indicarle al marido los sitios, se acercó por detrás y le subió la falda hasta la cintura, dejando al descubierto sus juveniles muslos y su hermoso culo, y como los caballos salvajes asaltan en las anchas llanuras a las yeguas, le ensartó a Peronela un puyazo trasero, con entradas y salidas repetidas, hasta que satisfizo por completo sus deseos.