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Espiando en los aseos públicos

Espiando en los aseos públicos

Es de suponer que todos recordamos nuestras primeras veces.

Las mías yo sí las recuerdo:

La primera vez que eyaculé, fue poniendo el pantalón de deportes, para ir a la clase de gimnasia, que tenía esa tarde en el instituto. Estaba solo en casa, y cuando me estaba cambiando, por curiosidad se me ocurrió ver el ojete de mi culo en el espejo del armario. Por supuesto lo toqué con un dedo, cuando empecé a sentir placer al hacer eso. seguí con el toqueteo, cuando de repente, sentí que algo quería salir por mi pequeña polla. Me levanté y corriendo me metí en el baño. Levanté las tapas del servicio, y sin darme la vuelta, me senté de frente, ya que aquello ya me salía; oooooooooooh; exclamé, pero que gran placer acababa de sentir; mmmmmm; aquello era delicioso.

Al momento me di cuenta de que era aquello, por lo que, sin pensarlo 2 veces, empecé a menearme la pequeña polla, hasta que volví a explotar en una nueva eyaculación.

Estuve toda la tarde dándole caña a mi polla, hasta que no salía nada; salía una pequeña agüilla, y espuma.

Esa fue mi primera eyaculación, y la recuerdo con gran placer y detalle, como lo de que estaba tocándome el esfínter anal, cuando eso me pasó.

La primera vez que me metieron una polla en el culo, también lo recuerdo. Fue un amigo de la juventud, y recuerdo que no sentí dolor alguno. Estábamos haciendo unas pajas, cuando le pedí que me la metiera en el culo, a ver que se sentía. Nada más entrar la cabeza de su pequeña polla en mi culo; como ya dije sin dolor alguno; lo que sentí, fueron ganas de evacuar. Por lo que le dije que la sacara, que me iba a cagar. Y así lo hizo, por lo que ahí lo dejamos, pero seguimos con la paja.

La primera vez que descubrí que en los aseos públicos había unos agujeritos, por los que se podía espiar a los de los otros aseos, me aficioné a ir a los aseos públicos a espiar.

La primera vez, era un chico joven, el cual como era lógico, ya sabía que lo estaban viendo. el muy putón, me brindó un estriptis muy sensual y morboso. Me puso como un burro, y allí mismo me corrí, saliendo escopeteado del aseo.

Pero bueno, eso fueron algunos recuerdos de mis primeras veces. el relato que hoy voy a escribir es el de otra vez que fui a espiar a los aseos públicos.

Aquel día andaba caliente como una manada de perras en celo. Por lo que se me ocurrió ir a unos de los aseos que hay cerca de donde vivía.

Es un parque donde juegan los niños, y para ir a los aseos, hay que bajar unas escaleras.

Cuando bajé, giré hacia la izquierda, que es donde se encuentran los urinarios, y justo detrás hay 2 aseos. al lado derecho, hay para lavarse las manos, y otro aseo.

Yo entré en el último que hay detrás de los urinarios, ya que así podía ver quien estaba meando, que hacía, si buscaba algo, que polla tenía si la enseñaba, etc.

En donde yo estaba, tenía un agujero un poco bajo; quedaba a la altura del pestillo, o quizás algo más bajo.
me ponía en cuclillas, sacaba el papel que tapaba el agujero, y me acercaba para mirar.

Llevaba un ratito allí mirando, hasta que después de pasar varias personas, se puso frente donde yo estaba un hombre de más de 50 años. Ya lo conocía de vista, trabajaba en el puerto; repartía hielo a los barcos del gran sol.

Se colocó como si estuviera meando, y después de haberse sacado la polla, se agachó y girando la cabeza, se dispuso a mirar por donde yo lo estaba espiando.

Se percató de que allí había alguien, y que estaba mirando por el agujerito de marras.

Se puso de pie pegado a la puerta, y colocando la polla a la altura del agujero; era para que la viera bien; empezó con un suave y morboso deslizamiento de la piel que cubría el prepucio de la polla, dejando ver su dura, bonita, y bien formada polla.

Estaba empalmado y se le notaba que la tenía dura a tope; seguro que estaba tan caliente o más que lo estaba yo.

El muy zorro, la acercaba cada vez más al agujerito, que hasta había veces, que instintivamente abría la boca, pensando en meterla en mi boca.

¡Joder! como me estaba calentando la visión de aquella polla; mmmmmmmmm; era bien derechita, y hasta bonita, la muy hija de puta.

La boca se me hacía agua, y como ya he dicho, la abría inconscientemente, como si la fuera comer. Dios, hasta se me caía la baba.

El indio; así le apodaban en el puerto a aquel hombre; seguía con su espectáculo y haciéndome sufrir, a más no poder. Estaba cada vez más caliente, y con la polla que me reventaba por salir de mi pantalón. De vez en cuando, me hacía señas para que le abriera la puerta, pero yo todavía estaba indeciso, por lo que la exhibición por su parte seguía, y seguía con aquella tortura tan agradable para mí.

Cada vez me dolía más mi polla, pidiéndome salir de donde estaba, cuando él toca la puerta, a ver si le abría.

¡Dios! No podía más, aquella visión era una tortura que me estaba matando de placer y la polla ya no quería seguir enjaulada, ¡ufff! Ya no aguantaba más.

Así que, armándome de valor descorrí el pestillo dejando la puerta lista para ser empujada y esta se abriera.

Detalle que no se le pasó inadvertido, ya que lo había escuchado perfectamente.

Por lo que, con la polla de fuera, tiesa como estaba y agarrada por su mano, con la otra empujó la puerta metiéndose en el aseo que yo estaba.

Yo aún me encontraba de cuclillas, ya que fue tan rápido en entrar, que no me dio tiempo a levantarme.

Al abrirse la puerta, esta me hizo caer contra la pared, quedando apoyado en la misma, y con las manos en el suelo, para no terminar de caerme.

Cuando me vio, se le iluminó la cara, poniendo una carita de alegría, vicio y satisfacción; mmmmmmmmm; pensaría él, vaya cosita rica, que me encontré; un putito jovencito y vicioso, al que le gusta espiar, y mirar las pollas; seguro que anda calentito a más no poder, y tiene ganas de polla.

Me agarró la cabeza, y acercándose, me introdujo aquella dura y bien derechita polla en mi boquita.
mmmmmmmmm

Abrí la boca, y empecé a tragar aquel manjar de los dioses, uuuuuuffff, me la metió hasta la campanilla, mmmmmmm.

Dios que calentita y dura tenía la polla el tío aquel.

Sujetándome a sus piernas, empecé a chupar aquella polla. La metía hasta la campanilla, y saboreaba aquella delicia, mmmmmmmmmm, qué maravilla, y como me estaba poniendo.

El indio; ese era su apodo; no paraba de hablar y gemir; ¡aaaaaaay! que gustito me estás dando putito, que bien chupas maricón.

Llevaba un buen rato chupando aquella polla, y empezaba a estar cansado de estar en cuclillas, así que saqué la polla de mi boca, y me empecé a levantar, ayudado por él.

Agarrando su polla con mi mano, le acariciaba los huevos, y le meneaba suavemente la polla. El me abrazaba, sin parar de sobarme, besarme, y morderme por la cara, orejas, y cuello.

Aaaaaaahhh, que bueno estás, putito.

Chupándome el cuello, empezó a desabrocharme el cinturón, luego siguió con el pantalón, hasta que me los bajó un poco, para dejar al descubierto mi polla y culo. Luego ambos, pantalón y slip, me fueron cayendo por si solos hasta los tobillos.

Me agarró la polla que tenía tiesa, y ya estaba babeando semen, descapullándomela, y acariciando los huevos; aaaaahhh, que bueno estás, aaaaahhhhh.

Con la otra mano, me buscaba mi agujerito, y empezó a meterme un dedo en el culo; ooooohhhhh, que delicia maricón, que bueno estás, estás calentito, y salido como una perrita.

Con las manos empezó a agacharme, mientras me decía; chúpala un poquito más, ya verás que bien te la voy a meter.

Agachándome sin doblar las piernas, me volví meter aquella endiablada polla, que me estaba haciendo perder la razón, y empecé a chupar de nuevo, mientras él con las manos me iba subiendo la camisa hasta la cabeza. Ahora con una mano me acariciaba la espalda, y con la otra me apretaba los pezones. Luego siguió con mi culito, volviendo a meterme un dedo en mi agujerito; ooooooooohhhhh, que gustito, mmmmmmmmm; me estaba poniendo calentito a más no poder.

Ay que bien chupas, como me está gustando, oooooohhhh, que bien lo haces putito.

Llevaba ya un buen rato chupándole aquella hermosa polla, mientras él no paraba de magrearme por todas partes, y de meterme un dedo en el culo; ya me tenía a 1000 por hora, y con ganas de que me diera por el culo, aquella rica polla, cuando De pronto me levantó, me empezó de nuevo a morder las orejas, y agarrando la camisa con sus manos, tiró por ella hacia arriba, sacándomela. Siguió acariciando mi pecho, y dando mordiscos, llegó hasta mi polla, metiéndola en su boca; aaaaaaahhhh, que gustito me estaba dando, joder con el indio, era todo un experto. Sabía cómo hacerme estremecer de placer.

Empezó a darme una buena mamada, pero el muy cabrón, dejaba que cayeran sus babas en su mano, y con la misma, me las iba pasando por mi culito, e introduciendo de nuevo su dedo; oooohhh, suspiraba yo; aaaahhh, que placer me estaba dando, que rico sabía aquello, mmmmmm. Joder que era listo el indio. pero me estaba derritiendo de gusto, mmmmmmmm, hasta abría mis piernas, para que su mano llegara con mayor facilidad a mi culito.

Cuando creyó conveniente, dejó de chupar mi polla, se puso de pie, y dándome la vuelta, levantó mis manos para que las apoyara en la pared.

Me agarró por la cintura, para que me curvara un poco, haciendo que mi culo, le quedara a su entera disposición.
me metió de nuevo un dedo en el culo, haciendo que abriera más las piernas, y empezó a morderme los hombros, nuca, y lamiendo la espalda; aaaaahhhh, me estremecía yo, mientras él seguía con sus caricias; un dedo hurgando en mi culo, mientras con la otra mano, acariciaba mis huevos, polla, y me apretaba los pezones.

Estando en esta posición, me fijé que la puerta del aseo, no la habíamos cerrado, y había quedado algo entreabierta, y por allí se veía que nos estaban espiando. Con una mano, arrimé la puerta, e intentaba cerrarla, pero no era capaz, por lo que terminé dejándola así arrimada. La verdad es que, si nos están viendo, se iban poner bien calientes, además el que quisiera, podía vernos por el agujerito de la puerta.

Y claro que nos estaban viendo, y como lo estaban pasando; estaban viendo cómo se follaban aquel jovencito.

El indio, empezó a arrimarme su polla al culo, restregando la misma por él, y cogiéndome con sus manos por mis ingles, tirando por mi culo hacia arriba un poquito, me clavó la polla hasta los huevos; aaaaaaaahh, suspiraba yo, ya me tenía enculado el indio, aaaaaaaah, dando un respingo, y poniéndome de puntillas.

Ooooooooohhhh, soltó el indio, ya te la he metido toda, ¡ooooohhhh! que gusto, ¡oooooohhhh! que buen culito, oooooohhhh.

Y teniéndome la polla clavada hasta el fondo, los huevos pegados a mi culo, se fue colocando mejor, haciendo que abriera más las piernas.

Ya me tenía bien enculado el indio.

Mmmmmmmmmm, aquello me estaba llevando a las nubes, aaaaaaahhhh, como me gustaba, y que bien me estaba culeando el muy hijo puta, ¡qué bien me tenía cogido!, que sensación más placentera estaba sintiendo, ¡mmmmmmmmmmmm! aquello estaba muy rico, ¡aaaaaaaaaahhhhh! como lo estaba disfrutando.

Empezó a menear suavemente sus caderas, sacando su polla y volviendo a meterla muy lentamente, mientras sus manos, me agarraban los huevos, y acariciando la polla, teniendo su cuerpo pegado al mío, y con su boca, me besaba la espalda; aaaaah, mi niño que rico, que placer me estás dando, me decía.

Joder, que culito más rico tienes, aaaaaaahhhhhh, te estaría follando todo el día.

La verdad es que follaba divinamente, y me tenía en trance. gozaba como nunca, y al ir tan lento, aquello me estaba haciendo delirar, estaba deseando que empezase a darme fuerte, y no estar con aquel suplicio de placer; oooooohhhhh, dale dale, le decía yo, dale más fuerte, sigue, sigue, no pares, por favor, oooooooohhhh.

Ahora cada vez iba follándome más fuerte, y se notaba que estábamos empezando a sudar. Ya no iba lento, y me arremetía con toda su fuerza; hasta me hacía poner de puntillas, cada vez que me la clavaba al fondo.

Empezó a culearme fuerte, dejándome la polla en el fondo de mi culo, mientras soltaba su leche en él; ooooooooooohhhhhhh, me corro, oooooohhhh; que gustito, te voy a preñar, putito.

Y dando las últimas estocadas, me dejó enterrada la polla en el fondo de mi culo, empezando a morder con fuerza mi nuca, y hombro; aaaaaahh, que bien follas, y que culito, más bueno y calentito tienes; mmmmm.

Cuando se calmó, sin sacar su polla de mi culo, empezó a coger mi polla, y dando suaves meneos, me decía córrete putito, aaaaaahhh, que bueno estás, joder que buen culito tienes.

Y claro que me corrí, como que ya estaba chorreando semen sin parar.

El abrió la puerta del aseo, sin haberme vestido yo. Él iba guardando su polla, y hasta creo que ni se percató de donde estábamos. Allí estaba el mirón, eran 2, y precisamente uno, era el que hacía unas semanas, me había follado en el jardín a las 5 de la mañana; era el joven macarrilla; joder maricón sí que eres vicioso, mira que te gusta la polla, y te rompan el culito. no te irás dejándonos así… Señalando la polla que tenía de fuera, con un empalme de campeonato. el otro era un viejo que se le caía la baba, y los ojos, parecía que le iban salir de las órbitas.

Se metió el joven macarrilla, y agarrándome la ropa, la volvió tirar al suelo, mientras me decía como me tienes, putito, cogiéndome por la cintura, y haciendo que mi culito se pusiera a disposición de su larga y rica verga. Me acercó a él, y sin más preliminares, me clavó aquel rico y largo palo. Aaaaahhhh, solté cuando me clavó su larga verga, mientras con las manos me daba pellizcos en las tetillas.

Mientras el viejo que le caía la baba estaba allí delante, viéndonos, ya que la puerta estaba totalmente abierta. Se puso delante del marco de la puerta, con la polla de fuera, diciéndole al joven macarrilla: dile que se agache y me haga una chupada, mientras te lo follas.

El joven macarrilla que ahora me estaba follando, me orientó hacia la puerta, dándome a entender, que le chupara la polla.

Cosa que así hice, por lo que, sujetándome en el viejo, abrí la boca, empezando a chupar la polla del viejo, mmmmmmm; joder me estaban dejando para el arrastre.

El viejo, no tardó nada en correrse en mi boca; uuufff, ooooohhhh, soltaba, mientras con las manos me cogía la cabeza, me revolvía el pelo, frotando sus manos por mi cabellera, hasta metía los dedos en las orejas; uuufffffff, decía el viejo, mientras me llenaba la boca con su esperma; la verdad es que debía estar bien caliente, por haber estado viendo el espectáculo de mi primera follada.

Se separó el viejo, teniendo que agarrarme al marco de la puerta, ya que, si no, no daba aguantado las embestidas del joven macarrilla.

Ooooooohhhh, que follada me estaba dando, el cabroncete, me follaba a toda velocidad. Hasta que empezó a jadear, aaaaahhhh, aaaahhhh, me corro, me corro, me corro. Y dando una envestida profunda, me dejó clavada su larga polla en el fondo de mi culito. Joder maricón, que culito más vicioso tienes, y que bien folla.

Después de recobrar el aliento, sacó su polla de mi culo, me pasó la ropa, esperando que me vistiera, para luego salir conmigo, e invitarme a una cerveza.

Estando bebiendo la cerveza, y hablar de todo un poco; especialmente del follar, de que era bien vicioso, de que, si era muy joven, que tenía que cuidarme, que mí culito era divino, etc. etc. pero lo que realmente el pretendía, era que fuera a dormir con él, para follarme toda la noche.

Pero eso lo dejaremos para otro relato, ya que ahora, estoy que no aguanto más, y con el permiso de vosotros, me voy a hacer una paja, y la voy a hacer aquí mismo, delante del ordenador, donde estoy en pelota picada, escribiendo este relato. Y es que no para de gotearme la muy cabrona, no me extraña, después de recordar estas folladas tan ricas, la calentura está al tope, y los huevos están que revientan.

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