Cuando voltee vi cómo se quitaba la ropa y como quedaba descubierta aquella gran verga negra. Cuando la vi, mi concha comenzó a sentir unos espasmos, no podía esperar a que me la metiera.
Después de tantos meses de inactividad sexual se encontraba al borde del clímax. Una indescriptible oleada de placer nos invadió al mismo tiempo. Ella dio un gran suspiro y mientras que su cuerpo experimentaba un tremendo e insospechado orgasmo yo empecé a correrme con grandes convulsiones.
La mujer tomo una especie de crema o lubricante, me abrió las nalgas y me la untó en mi culo. Luego le pasaron un vibrador y me lo introdujo suavemente por mi puerta trasera. Jamás me habían penetrado con un vibrador por ninguna parte.
Se encontraba sola y decidió alquilar unas películas porno, muy perversas. Se excitó muchísimo pensando en su caballito y sin dudarlo se dirigió al cobertizo con las más libidinosas intenciones.
Una de las veces que miré para el sofá, vi cómo mi prima Pepi, tenía las piernas abiertas y dejaba ver sus muslos y sus bragas, sentí un leve cosquilleo en mis piernas y los pezones se pusieron duros.
Me había quitado la falda frente al amigo de mi novio, afortunadamente el carro tenía los vidrios polarizados en color espejo, así que nadie podía vernos desde fuera.
Adriana estaba hecha toda una señorita, tenía 19 años en ese entonces, era muy linda, de cara redondita, piel blanca, cabello castaño claro y ojos verdes como los de su madre, era de aproximadamente 1.60 mts de estatura y algo rellenita.
A mí, mi prima me daba físicamente igual, me parecía una chica, sin más. Era delgada y nada más. Bueno, había algo que si me gustaba de ella. Sus enormes tetas.
Mi cuñada aunque bastante menor que mi esposa y que yo por supuesto, es una niña sumamente bonita, ella actualmente tiene 18 años, es de cabello castaño claro, ojos verdes igual que mi esposa, boca rojiza natural, unos senos pequeños pero muy hermosos, unas piernas largas y bien torneadas, con una virginal capa de vellos rubios sobre sus piernas que le hacen lucir verdaderamente sensual.
La cuñada de Pedro es tremenda, está para mojar pan, es vital, le gusta la fiesta y se comenta que en la cama es una fiera, se llama Loli, todo lo contrario que la mujer de Pedro: Lucy, no parecen hermanas, siempre ocupada en la casa y su trabajo y sus preocupaciones y en la cama duerme.
Se tropezaron en el portal, él la ayudó con las bolsas, a lo que ella correspondió invitándole a su piso de una forma bastante coqueta y sugerente. Él accedió sin sospechar la tarde de pasión que le esperaba.
Como todo en la vida los años de matrimonio nos habían quitado de arriba las locuras de juventud y el sexo ya no era lo que había sido en su momento y menos con nuestro hijo. Lo cierto era que aunque lo seguíamos haciendo unas dos veces a la semana la pasión se nos había ido poco a poco.
Al cabo de unos cuantos minutos lo estaba introduciendo tanto como mi cuerpo se lo permitía, para por consiguiente hacerlo a su gusto, mientras en medio de susurros me hacía saber, el placer que le causaba el entrar en mí de aquella forma.
Decidí sentarme en el sillón del sofá a ver una película porno en mi videocinta y saque mi consolador de mi armario ya que no tenía un hombre a mi lado decidí jugar yo sola y viendo la película fui poniéndome un poco arrecha, con el consolador hacia lo mismo que las chicas de la película
Así que me gustaría que estuvieras cómoda, tumbada o recostada en una sillón o en una cama, un lugar donde puedas sentir cada una de mis palabras y de mis frases, un lugar donde gozar.
Besé a Johanna en la boca y apenas opuso resistencia. Apretaba sus tetas contra mi pecho. La volví a besar. Minutos más tarde estábamos enredados en apasionados besos. Jamás pensé que resultaría tan fácil.