Nunca me he considerado guapa ni soy muy abierta. Pero el idiota de Juan me hizo creer lo contrario. No le importaba que mi cara fuera redonda y más bien regordeta, con una nariz de punta redondeada, prominente, labios finos, pálida, pelo castaño y recogido en una coleta, ojos marrones y vulgares.
Una de las amigas de Cristina traía consigo un periódico y se dedicó a hojearlo mientras platicaban de sus cosas, en un momento dado la chica del periódico apenas seguía la conversación de las mujeres, éstas le preguntaron acerca de su distracción, a lo que contestó la aludida que en el diario venían anuncios muy curiosos, "algunos muy atrevidos", dijo, pero ante las bromas de Cristina y de la otra chica, la interesada en los anuncios dejó por la paz las hojas impresas y se metió de lleno a la plática de las mujeres.
Cuando iba a mi casa siempre se tomaba una Coca-Cola light y evitaba comer los bombones y chucherías que mi madre le dejaba en una bandeja cuando venía a dar sus clases. Mercedes parecía tener un poco complejo de estar algo llenita (Pero qué va! El pandero de Mercedes era un auténtico monumento a la belleza femenina, con una forma de pera alucinante, resaltada por su estrecha cintura.
Debo decir que en lo que se refiere a mi vida sexual yo creo que podría entenderse como normalita con una salvedad: mi promiscuidad. ¿El por qué?. No se. Quizá al hecho de que mi padre fuese escultor (aunque luego lo dejó) y era una persona muy liberal.
Luis seguía bailando conmigo acercándose a mi, arrimando su paquete a mi culo mientras bailaba, de hecho algunas compañeras me dijeron si me iba a volver a liar con él, les dije que no que ya no me interesaba, pero que tenía una buena polla y era divertido.
Bueno repetí el curso y para no repetir otra vez mis padres me llevaron a un centro de repaso para mejorar mis notas, al principio me queje mucho pero no había nada que hacer tenía que ir, me resigne y mirándolo por la parte buena de que al menos tendré hechos los deberes me dirigir al centro.
Ya estaba dentro de ella, su verga entraba y salía de su mojadísimo sexo, la argentina tenía las piernas muy abiertas apuntando hacia el techo de aquel cuarto de hotel, mientras él a la vez que arremetía con su miembro una y otra vez en aquel sexo abierto y peludito, besaba y acariciaba ese par de senos, grandes, duros, de pezones ahora duros y paraditos, Azul se quejaba, gemía, se acercaba al orgasmo...
Hace algunos días Roberto -mi amorcito- y yo habíamos tenido una fuerte discusión, les pondré en antecedentes que Roberto es un hombre casado y pues a mi me toca el papel más divertido: el de la otra, pero cuando se está enamorada como es mi caso no es tan divertido saber que lo compartes todas las noches con la esposa, en fin, en esa ocasión le reclamaba que no pasaba noches enteras conmigo y que era algo que ya me estaba cansando.
Era una chica sencilla, yo tenía una jefatura de laboratorios en una escuela pública, ella era del personal de limpieza, Carolina era su nombre, y su afán era ascender al puesto administrativo siguiente.
Nos besamos de forma libidinosa, frotando nuestras lenguas, haciendo que salgan al aire, y se toquen sólo en la punta, y luego nos volvemos a inundar el uno por el otro, compartimos saliva y la suave textura carnal de una lengua que te lame toda la boca. Nos besamos como en las películas antiguas, como en los anuncios, y como en las películas porno, todo mezclado.
La historia de una mujer en un día perdido en el Palacio de Versalles en la Francia del Absolutismo. Perdida en sus grandes y verdes bosques y su encuentro con un guardia del rey.
Entre a trabajar en un despacho de abogados, una firma reconocida en México, como pasante y asistente personal del dueño de la firma, un hombre de 32 años, alto, blanco, con unas nalgas super paraditas y un bultazo que le le marca sobre los pantalones que hacen humedecerse cualquiera
Mis relaciones eran todas normales por así llamarle, nada del otro mundo, muy ricas y las disfrutaba mucho pero la que viví ayer fue de otras dimensiones, no solo por las circunstancias en que se dieron sino el lugar y lo que ahí se vivía.
Resulta que un día Elena, la mujer de José (nuestro amigo de "El lado positivo") buscando algo que se le había perdido, dió "vuelta la casa" y se topó con el vibrador que su marido guardaba celosamente.
Todo comenzó una ves, ella y yo éramos novios para ese entonces yo tenia 18 años y ella 19, nuestra relación era de los mas normal e infantil que pudiereis imaginar, hasta que comenzamos a descubrir nuestros cuerpos y los deseos que estos tenían
Al entrar los cortos ya habían iniciado y tuvo que hacer esfuerzos para orientarse y buscar un asiento, ya medio acostumbrada a la oscuridad se percató de que la sala estaba casi vacía, solo algunas parejas de novios más entretenidos en fajar que en ver la película.
Sonia mi novia, acude a una cita de trabajo en una agencia de modelos, para ayudarme a pagar la renta de mi departamento, sin saber todo lo que ocurriría despues...
Alba era más tranquila pero aun así como nosotros dos también decia la suya, no se quedaba corta, ya tenia una buena carrera en esto del sexo, a más aunque ella no nos lo contaba sabíamos que en Inglaterra había tenido una experiencia con una chica portuguesa.
La calle empedrada impedía ver en toda su plenitud el caminar de esa mujer, una vez que alcanzó la vereda, la impresión fue otra, sus senos firmes, una cintura sensual, conformaba junto con esos pantalones ajustados, un deleite a los ojos, al mover sus cabellos lacios negros, dejo a mi vista su rostro
La sesión de sexo en grupo ha sido genial para casi todo el mundo. Yo me he quedado un poco frustrada. Me tomo como un insulto que no me entrase la verga del bajito.
Era una pena, me dijo, que no hubiese podido ir con él, hubiésemos pasado una semana de lujuria y pasión como pocas. Y que tenía ganas de volver a tenerme, de acariciar y lamer todo mi cuerpo.
Camino una vez más por el puente de embarque, hasta llegar a la puerta abierta del avión. Ingreso y el sonido de mis pasos se pierde en la alfombra azul que cubre el piso del aparato. Una aeromoza de amplia sonrisa me ofrece un periódico, la saludo rehusando gentilmente su ofrecimiento.
El calentón que tenía ya no sé dónde está. Me he olvidado de todo. Sólo puedo pensar en ese agujero oscuro que tengo ante mí y espera a ser recorrido por mi lengua.
Es una mujer muy atractiva, de 35 años muy bien puestos. Su pelo lacio rubio y muy cuidado llega hasta la mitad de su espalda cayendo sobre sus hombros como un manantial dorado, haciendo una cascada peligrosa al momento de rodear sus pechos erectos.
Mi coño arregladito, con mis ingles y mi rajita completamente limpias de bello es el centro de atención. Hasta Cristina me está mirando y preguntándome qué hago en ese estado.
Involuntariamente estaba convirtiendo su vida en un infierno. Pero no un infierno de lágrimas y dolor, sino en un infierno cuyo mayor castigo era la monotonía. Un infierno gris de paredes de hormigón gris, sin ningún tipo de relieve, en el cual sencillamente no pasaba nada.
La tengo a un dedo de mis labios. Ya puedo notar su olor. Ese olor profundo, indescriptible. Cada vez que lo huelo intento identificarlo con algo. Pero sólo me recuerda al olor a polla. No hay nada que se le parezca.
Cuando era más pequeña, eran muchas las veces que me despertaba mojada, con la mano en mi rajita y soñando que el pene de Julián estaba entre mis piernas. Hacia casi un año que no le había visto, y cuando llego y le vi, me puse muy caliente.