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La reconciliación

Hace algunos días Roberto -mi amorcito- y yo habíamos tenido una fuerte discusión, les pondré en antecedentes que Roberto es un hombre casado y pues a mi me toca el papel más divertido: el de la otra, pero cuando se está enamorada como es mi caso no es tan divertido saber que lo compartes todas las noches con la esposa, en fin, en esa ocasión le reclamaba que no pasaba noches enteras conmigo y que era algo que ya me estaba cansando.

Luego de discutir largo rato del restaurante a mi departamento, llegamos al mismo

-Buenas noches- le dije con voz cortante y fría

-Amor… espera-

-¡Buenas noches!- bajé del automóvil y entré al departamento sin dejarlo decir nada

Entré en mi apartamento quitándome los zapatos y sacándome la blusa que llevaba, quedándome en pantalón y brasiere, a los tres minutos escuché abrir la puerta del departamento, era el que al cerrar la puerta, dejo las llaves en la mesita de la entrada y se quitó el saco que llevaba, yo aparenté que no había entrado nadie y seguí desvistiéndome en camino a mi habitación, el me siguió aflojándose la corbata de la camisa.

Entró en mi habitación en donde yo me encontraba solo en ropa interior de color negro, era un conjunto que había comprado para él, pues se el tipo de ropa que le gusta, era un brasiere de encaje muy fino que daba a media copa, mis senos son de buen tamaño así que ajustaba perfecto, la tanga era del mismo material y con puente de satín, la parte de atrás se metía en mis nalgas dejando solo un pequeño triangulito arriba de ellas que unía la tela a la cintura, -comprenderán que debo mantenerme bastante buena para el, pues si no se conformará con la esposa o se buscará a alguien más, esa es una función primordial que las que son amantes como yo saben y comprenden muy bien.-

Se paró detrás de mí y pegándome la verga a las nalgas me abrazó por la cintura y me dijo

-Que rica mujercita tengo-

Eso me erizó y me puso nerviosa, pero mantuve mi posición de enojo, a lo que le respondí mientras me zafaba de sus brazos

-Pues ve a tu casa a “comértela”-

El se sacó la camisa y se quito el pantalón, pude ver de reojo aquella verga que se ponía dura sobre los boxers, a mi me encanta como la tiene, la tiene grande, no se exactamente de que tamaño pero la tomo con las dos manos y sobra una partecita, ancha, tersa y cuando esta erecta sus venas se distinguen, pero aún con todo y mi antojo al verla, me metí en la cama y con tono despectivo le dije

-¿qué haces?, no pensarás quedarte aquí, te van a regañar si lo haces-

El se metió en la cama y me abrazó como el sabe que me gusta que lo haga, cubriéndome toda con los brazos y poniendo una mano sobre uno de mis senos.

-No tengo mas casa que esta y no tengo mas mujer que tu, a partir de hoy no volverás a pasar una noche sola- mientras besaba mi cuello.

No le respondí, apagué la luz y le dije –buenas noches-

El no dijo nada, solo me abrazó y podía sentir como su verga se pegaba cada vez mas a mi, no insistió mas, así abrazado a mi se quedó dormido y yo me quedé dormida y feliz por lo que había conseguido y con ganas de hacer el amor en ese momento, pero no podía claudicar de mi posición de enojo, ya que me estaba dando muy buenos resultados.

En la madrugada, serían las tres y media de la mañana lo sentí moverse, levantarse y salir de la habitación, a los pocos minutos entró y yo aparenté estar dormida, pude ver como antes de meterse de nuevo a las sábanas se quito los boxers y quedó completamente desnudo, yo seguí fingiendo estar dormida, se metió en la cama y me desabrocho el brasiere, lo quito sigilosamente, me volteo boca arriba y comenzó a besarme los senos mientras su mano bajaba por mi vientre quitando la tanga que empezaba a humedecerse, pues esa imagen de él quitándose los boxers me había excitado mucho.

-No sabes cuanto te quiero- me decía mientras me acariciaba

Ya no puse resistencia, y comencé a responde a sus caricias, pues finalmente se había quedado conmigo sin importar lo que le vendría después, así que le facilité que me quitara la tanga y comencé a besarlo, se puso encima de mi y comenzamos a acariciarnos y a besarnos mientras yo le abría mis piernas para que se acomodara, mientras me besaba y acariciaba yo el acariciaba la verga, pues quería ponérsela bien dura antes de que me penetrara, no fue necesario pues ya estaba más que lista, la acomode en la entrada de mi vagina y empezó a entrar lentamente, se quedo así y empezó a moverse en círculos como queriendo abrir más mi cavidad.

Empezó a moverse como solo él sabía hacerlo, con la experiencia que le dan sus 46 años, yo tengo 27 sus manos me recorrían las nalgas y los senos, su boca me besaba el cuello y me jadeaba en le oído y me decía cosas que me excitaban mucho y me estrujaba los senos como si quisiera arrancármelos

-La sientes? Te gusta? Apriétala que es tuya, con nadie me gusta coger más que contigo-

Yo solo gemía y le acariciaba la espalda, le besaba el oído y me contoneaba mientras sentía el primer orgasmo que ya llegaba

-Así mi amor… regálale un orgasmo bien rico a tu papi- me decía mientras me seguía arremetiendo con mas fuerza –Dile cuanto te gusta que te coja-

-Mucho mi amor- le decía con lo que me quedaba de aire –sígueme cogiendo, sigue papito- y llego el primero, fue tan fuerte que solo pude brincar y encajarle las uñas en la espalda, el lo noto y le dolió, pero el placer de verme extasiada lo hizo sentir menos dolor, bajo el ritmo de sus arremetidas para que disfrutara mas

Me la saco y tomándola entre sus manos dijo –Buen trabajo, la reina esta disfrutando- yo lo miraba divertida acostada en la cama, -acércamelo, quiero darle las gracias- el se monto sobre mi y me lo puso cerca de la cara, yo me incorporé un poco poniendo una almohada abajo para alcanzar y empecé a chupársela despacio, tenia un sabor mezclado entre sus jugos y los míos muy extraño pero excitante –Buen muchacho- le decía en cada chupada que le daba, el me la quito y empezó a besarme mientras me volteaba boca abajo, se acostó sobre mi y empezó a moverse en círculos, su verga pegaba con mis nalgas y las abría poco a poco, a mi el sexo anal me gusta pero no es algo que disfrute mucho, el noto algún cambio en mi cara porque besándome en el lóbulo de la oreja me dijo.

-Solo una vez si- mientras tomaba mi cadera para que me levantara y poder darle paso, el gesto de su rosto era de súplica y lujuria a la vez, no me negué y accedí, el empezó a besarme las nalgas y a recorrerme con la lengua, mojaba sus dedos en mi vagina y lubricaba mi ano despacio, fue algo que empezó a gustarme, mientras me lamía y me besaba yo solo gemía – que ricas… Mmmmhhh y son mías nada mas-

Se enderezó y comenzó a poner su verga entre mis nalgas, y empezó a entrar al principio me dolió mucho, pero el lo hace de una forma magistral, la experiencia es la experiencia, hasta que tuve todo dentro, antes de empezar a moverse se inclinó sobre mi y me beso el cuello y me tocaba los senos –Gracias mi amor- y empezó a moverse lentamente, conforme sentía que me adaptaba a el, sentía como recorría mi culito que estaba apretado pues casi no lo dejo que me lo haga por ahí, el empezó a gemir, en verdad le producía placer, gemía y casi gritaba, mientras mi dolor se iba transformando el placer por la sensación que me producía y por e placer que le estaba otorgando yo a el, de pronto sentí como sus movimientos fueron acelerando dando preámbulo al orgasmo.

-Amor quiero terminar dentro de ti –

-Si papito… hazlo-

Mi sorpresa fue que el sacó la verga de mi trasero y me acostó boca arriba y me penetró por la vagina, miró mi cara de sorpresa pero de felicidad porque ambos sabíamos lo que eso significaba.

-Siempre has querido un hijo mío… ahora lo tendremos-

Aquello me excitó tanto que me llevó a unirme con el en un orgasmo que ambos sentimos gigantesco, empecé a sentir como corría todo su semen dentro de mi, el se pegaba a mi para que nada se desperdiciara, no se cuanto tiempo duró vaciándose todo dentro de mi, mientras no dejaba de repetirme lo mucho que me amaba y no dejaba de besarme y de masajearme las nalgas.

Cuando terminamos ambos nos quedamos abrazados un buen rato, sin decir nada, solo abrazados y besándonos como si el mundo se nos fuera a terminar en ese beso, un rato después de tanto besarnos y acariciarnos volvió a ponerse duro y yo caliente, y volvimos a hacerlo, esta vez yo fui quien tuvo el control, pues no le permití tocarme, solo yo lo podía tocar a él, él se prestó a juego y así pasamos largo rato, al tercer orgasmo de ambos nos quedamos fundidos dormidos uno encima del otro, al amanecer salió como siempre a trabajar, en la noche llegó a casa con un par de maletas, con eso me dijo todo, desde ese día estamos viviendo juntos ya de pleno.

Todavía no logro embarazarme, pero les aseguro que hacemos la tarea todas las noches.

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