Últimos relatos eróticos:

Mi tía Martica II

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Mi tía Martha y yo estábamos gozando de la vida, follando cada vez que podíamos. A menudo, cuando salía rápido del colegio, me iba para su casa a esperar a que llegara de su trabajo.

El brindis

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Me llamo Karina, tengo 32 años, soy divorciada desde hace 4 años y tengo una hija de esa misma edad; la causa del divorcio con mi ex marido fue que me embarace y el no quería tener hijos aun, pero bueno, así pasan las cosas; el caso es, que desde que me divorcie no he tenido sexo con ningún otro hombre, primero por cuidar a la niña y después por un poco de miedo, a lo mas que he llegado es a masturbarme, pero la verdad muy pocas veces porque soy católica y siento remordimiento.

De como me hicieron gay a la fuerza

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Nunca supe como pero si se que sucedió, de una manera increíble, todo comenzó hace una semana, estaba en mi apartamento cuando desde la parte de afuera estaban realizando trabajos de arreglo de la fachada del conjunto y podía escuchar la canción de una voz varonil, que mientras trabajaba hacia cantaba un ballenato, en ese momento estaba en el apto.

Puta por una noche

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Más tarde me explicaría que si me hubiera dicho la verdad desde el principio, yo jamás habría aceptado, y puede que tuviera razón. Lo peor de todo fue que su cliente, enseguida se dio cuenta de que, como puta, yo tenía bastante mejor apariencia que su acompañante y, claro está, puesto que el cliente siempre tiene razón, se encaprichó enseguida conmigo.

Diario de Verano IV – Final

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Hoy mi marido, en la barca, ha comenzado a meterme mano en mi coño, primero un dedo, después dos, y al final casi toda la mano. He comenzado a convulsionarme de placer mientras le pedía que se quitase el bañador. Ya desnudos los dos me he puesto a mamarle su polla mientras él seguía con sus dedos en mi clítoris.

Experiencia crucial

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Me acuesto boca abajo en la camilla, que estaba totalmente cubierta por una larga toalla negra, sintiendo muchos nervios y mucho cosquilleo, sensaciones que se intensifican cuando Susi comienza a pasar suavemente sus manos por mis piernas, muslos, nalgas y espalda, erizándome la piel, como si estuviera haciendo un reconocimiento del cuerpo con el que va a trabajar.

Deseo incontrolable

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Comprobé que la humedad de esa raja era igual a la que ya sentía inundaba mi pucha, que escurría hasta mis muslos. Deseaba intensamente meter el dedo hasta los nudillos, pero el tiempo, el inexorable paso del tiempo, me obligó a dar por terminado este fantástico e inesperado primer acercamiento.

Verónica IV

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El día que mi madre regreso a la escuela, fue delicioso, la primera penetración evidentemente anal, boca arriba, las piernas en mis hombros, la penetración rápida, su grito de dolor, las manos crispadas sobre la sabana, sus pechos rebotando en cada embestida, sus pezones erizados, los cuales tome entre dos dedos comenzándolos a pellizcar

Mi historia III

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A mi la verdad, no me hacía mucha gracia ponerme a ver pelis porno con el tute del día anterior, pero como ya he dicho para que no se mosqueara, y teniendo en cuenta que por la noche venía su padre y no podríamos verlas, le deje ponerlas.

Mi mochila y los negros

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De inmediato mi verga se paro, volví a ver hacia donde había entrado y decidí regresar para ponerle llave. Lo que no calcule en ese momento fue que la cerradura haría un leve chasquido que de inmediato alerto a los dos hombres.

La violación

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Una pareja se mete en un descampado y en pleno acto son 'secuestrados' y ella es violada delante de él. Luego a él le queda la duda de si ella disfruto.

Verónica III

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Esa noche hice un análisis de cómo era, físicamente no se puede negar que me encantaba sin embargo había detalles que no me agradaban demasiado, no se rasuraba las piernas y el bello púbico estaba descuidado. Además la ropa que usaba no era precisamente sexi, ambas cosas podían ser arregladas fácilmente y me servirían de prueba de su buena disposición.

La mirada de un hombre alfa, reclamándome

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Bastó una sola mirada, para hacerme saber lo que me iba pasar aquella noche. Son de esas miradas que lo dicen todo, son miradas que te perturban, te dejan hipnotizado y sabes lo que quiere y desea de ti. Es la mirada con la que te está reclamando, te grita que le perteneces, que quiere sodomizarte y hacerte suyo, que seas sumiso y le entregues el culo.

Añoranza, deseo y amor

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Abro mis ojos, por que no quiero dejar ese lindo sueño...y miro el cielo, esas estrellas tan inalcanzables en el firmamento y pienso....¡¡ Es posible que los dos , estemos cubiertos estando uno de el otro tan lejos...por este mismo cielo ¡¡ Que extraña la vida, tan lejos y es posible que miremos el mismo cielo, la misma estrella!!.

Patricia

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Siempre cortaba cuando la conversación se dirigía hacia el terreno de lo concreto, cuando me pedían una cita, el número de teléfono, la dirección de correo electrónico, pero segura de que había conseguido mi objetivo: convencer a mi interlocutor y, no sólo convencer, sino también asegurarme que excitaba su deseo, y eso tan sólo utilizando la palabra.

Un Intercambio que necesitaba

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La conversación, como es obvio, se fue calentando, comenzaron a hablar de los chicos con los que habían estado y lo ingenuas que eran. Yo aprovechaba cualquier comentario para indagar mas y crear un estado de buen rollo y confianza.

Travestis folladores

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Me invitó un trago y del servibar sacó una bebida que empecé a tomar. Empecé a relajarme un poco y a platicar, le dije que era soltero, que admiraba su show porque se convertían en verdaderas mujeres y podrían seducir a cualquier hombre, que le había tomado muchas fotos.

La hacienda, mi Kitty y yo

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Ella me miraba con sus grandes ojos marrones y había en su semblante una sensación de felicidad, como si estuviera disfrutando de este acoplamiento, al cabo de unos minutos el perro negro se despegó de mi Kitty y pude observar un enorme pene rosado con venas moradas muy delgadas que goteaba y todavía palpitaba, tenía el grosor de una mandarina a la base y de ahí hacia la punta se adelgazaba:

Un suegro caliente

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Esa historia dio para que mi imaginación empezara su rápida marcha, y en unos minutos mi temperatura había subido vertiginosamente, de tal forma que me dirigí al cajón de la ropa interior de Manuel, saco unos calzones negros que el no se había llevado de viaje, y me dispongo a iniciar mi ritual masturbatorio, acostándome de nuevo sobre la cama, no sin antes revisar que la puerta de la recamara no estuviera abierta.

Conviviendo con mi tía

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La tía Helena se había radicado en la capital desde hacía diez años y desde entontes que no la veía. La causa de su cambio de ciudad era que ella siempre había modelado y viajaba por dicho motivo a distintas partes del país, pero luego le ofrecieron un buen contrato en una conocida agencia de modelos de la capital, por lo cual tuvo que trasladarse definitivamente a ella.

La hija de mis vecinos

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El principal obstáculo para encularla eran sus jeans, los cuales estaban muy ceñidos al cuerpo, lo primero era desabotonarlos, al intentarlo podía sentir el calorcito de su piel contra mis dedos, ese maldito botón me dio mucho trabajo pero al fin pude sacarlo de su ojal, lentamente le fui bajando el cierre de su jean dejando al descubierto sus calzones de florcitas, le hale el elástico un poco hasta que pude ver el nacimiento de su dorada mata de pelos, le metí mi mano por allí y logre rozarle su coño pero no pude meterle mi dedo por que el Jean no me lo permitía.

Follando con mi profesora cachonda

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Cuando se giraba y escribía en la pizarra todos mirábamos su pedazo de culo y decíamos cosas en voz alta para que se diera por aludida, pero ella se hacía la despistada y no decía nada. Un día yo le dije a un compañero que se estaba poniendo como los quicos ya que se sentó en la primera fila que está a menos de un metro de la pizarra.

Discoteca

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Cuando me dio la mano y me dijo "vamos a bailar" yo le dije que si, pero me dio la impresión que habría sido inútil decir que no, puesto que el ya me arrastraba hacia la pista. Nos pusimos a bailar en un rincón de la pista, estaba llena, ya dije antes que era una disco pequeña, así que estábamos bailando bastante cerca el uno del otro.

Rodrigo y Óscar

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Me llamo Rodrigo y esto sucedió cuanto tenía 18 años, en ese entonces estaba yo haciendo mi servicio militar, ahora tengo 38 años, o sea que hace 20 largos años y aun me acuerdo y me pongo bien cachondo y me llena de satisfacción haberlo hecho.

La ninfa del bosque

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Una bandada de caiquenes en su migración hacia el sur, se alzo en vuelo cuando el sonoro descorche de la verga de Pablito salió expelida de mi chochito ...

¡Sí me lo dices te daré un regalo! I

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Me giré y puse mis nalgas cerca de su nariz, Mauro restaba inmóvil, totalmente hechizado, me incliné y lo miré por entre mis piernas, mi coño estaba alineado con sus ojos, mis rizos negros estaban humedecidos por los fluidos que rezumaban desde mi panocha ardiente
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