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Verónica III

Esa noche hice un análisis de cómo era, físicamente no se puede negar que me encantaba sin embargo había detalles que no me agradaban demasiado, no se rasuraba las piernas y el bello púbico estaba descuidado. Además la ropa que usaba no era precisamente sexi, ambas cosas podían ser arregladas fácilmente y me servirían de prueba de su buena disposición.

El extraño

Me levanté de mi cama, fui a la cocina, abrí la heladera, tomé una botellita de agua mineral y me acerqué a la ventana, se sentía un exquisito aroma a tierra mojada y estallo la lluvia, aquello calmaba mis ánimos tan exaltados, sentí la necesidad de salir a tomar aire fresco, cuando abrí la puerta todo ese aroma me inundó y me sentía extasiada.

La primera vez que hice el amor con una compañera de trabajo

A lo cual antes de mi respuesta sentía su aliento en mi mejilla derecha y ya no pude conversar, me sentía excitado mi verga se empezó a endurecer y a notarse através de mi pantalón, la verdad no se si ella lo noto pero pareció no importarle y me seguía preguntando cosas triviales y yo ya solo respondía lo necesario en un momento terminé mi bebida y coloque mis manos en el volante para tratar de que ella quitara su cara de mi hombro

Pisa el acelerador XI

Lo eche en el depósito del consolador y me dediqué a chuparlo, en mi habitual entrenamiento (quería hacerlo todos los días y así practicar), pero esta vez pensaba que era la polla de I en vez de la de K. A los pocos minutos presioné la pera y me tragué esa eyaculación.

Pisa el acelerador X

Cuando dejó encima de la mesa la botella la llevé para la casa, la destapé y olí, era un olor acre, ácido estaba templado y exhalaba un aroma intenso, la guardé en la nevera, pensé si me atrevería a beberla (para analizar bastaba con unas gotas y la razón de pedírsela es que la orina me excitaba desde muy joven debido a un incidente que algunos de mis lectores conocen a través del correo electrónico).

Mi cantante favorito

A pesar de que todos me felicitaron por lo logrado, yo pensaba llegar más lejos con mi sueño, me enteré que pronto vendría a grabar un video clip muy famoso en la capital de mi país, como soy del interior entonces se me ocurrió la idea de hacerme de un club de fans, y así intentar llegar más fácil a él.

Zeks V

Se levantó, se acercó a mí por la espalda. Mi respiración se agitó. Una parte de mí lo deseaba, pero otra me gritaba que basta. Me dio la vuelta, dejándome frente a él. Su mano alzó mi cara hasta que sus ojos y los míos se miraron. Acercó sus labios a los míos. Mi cuerpo se estremeció. Aparté la cabeza.

Tren expreso

Él apoyaba una de sus manos en el escote de ella, presionando suavemente sobre uno de sus senos, movía sus dedos pausadamente donde seguramente estaba el pezón de ella, él conocía perfectamente su anatomía y donde debía poner las yemas de sus dedos.

De gatos y tequilas

A esta altura yo ya no le sacaba los ojos de encima, la cosa empezaba a ponerse caliente de verdad, mientras leía con una mano se tocaba la pija, y me pedía disculpas por eso, pero me decía que la culpa era mía por hacerle leer esas cosas.

Endiablada

Pero cuando pienso en lo que hemos vivido con Marcela, encuentro que lo más excitante y cautivador, mas que lo que hacíamos era lo que nos adivinábamos, porque eso podía excitarnos hasta el éxtasis.

Una semana santa, no tan santa

Se levantó bruscamente, me echó boca arriba y puso su pene cerca de mi boca... yo no sé cómo  entendí lo que quería... lamí su pene y lo mojé bien... él con la otra mano, sacaba más jugos de dentro mío y los untaba entre mis senos... puso su pene entre ellos y yo lo presioné cerrando mis tetas una contra otra... las cuales lo rodearon fácilmente y cubrieron una buena parte de él...

En toda la frente

No sabía si estaría ya en casa, pero entré sin hacer mucho ruido, como con mala conciencia y llegué a la cocina para prepararme algo de comer, cuando escuché ruidos en el piso de arriba, a la altura de nuestro dormitorio.

Yamilé

Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi, era un miércoles lluvioso y frío, yo trabajaba como cada mañana en el despacho y Marta, mi secretaria, me comunicó que había una mujer en la sala de espera que deseaba hablar conmigo. Le dije a Marta que me diera cinco minutos y que luego la hiciera pasar.

Una cuestión delicada

Quedé destruido en la cama. No me podía mover y él me pidió el último esfuerzo. Yo ya no entendía nada ni quería nada, pero había gozado tanto que no podía dejar de hacerle un favor, aunque no podía pensar que me pediría eso. Me pidió que me ponga boca abajo y limpió toda la sangre que corría por mi culo. Me puso una crema refrescante que me hizo muy bien ya que era fría y mi culo era el mismo infierno.