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Una semana santa, no tan santa

Una semana santa, no tan santa

Esta es una relación como tal vez la de muchos de ustedes.

Es la historia de una cyberrelación que llegó a ser más que eso, pues él llegó a ser el segundo hombre de mi vida… de lo cual no me arrepiento.

A él lo conocí por Internet… chateando.

Ésta, al principio parecía ser una de esas cyberrelaciones como tantas otras sobre las que había leído, sin embargo, aunque siempre me burlé de eso, aduciendo a que era casi imposible tener una relación o llegar a sentir algo a través de una fría pantalla de computadora… pues, me tuve que tragar mis palabras.

Nuestra historia fue muy complicada, inicialmente, él era Fredy (luego me explicó que se cambió de nick escapando de una tipa que lo acosaba), cuando se encontró conmigo, quiso seguir la mentira, pero se sumergía en esta relación cada vez más, hasta que ya no pudo… y me dijo toda la verdad… Roy, su verdadero nombre, era un chico lindo con quien nos hicimos muy buenos amigos.

Hablábamos de sexo como casi todos en el chat.

Sin embargo, había algo que me decía que no confiara mucho en él y no me equivocaba. Él desde el inicio me comentó que era separado y que su esposa se encontraba fuera del país. Eso no era mentira.

Él se sentía solo ya que su esposa se había “ido” hacía casi un año a los Estados Unidos y (casi estoy segura) de que durante ese tiempo no mantuvo relaciones con otra mujer.

Yo, salía de una relación de casi 5 años, la cual no daba para más… la monotonía parecía haber matado mi amor por él.

Mi novio fue mi único hombre, con la única persona con la que experimenté todo lo que se me ocurría en cuanto al sexo… teníamos mucha imaginación ambos y realmente llegué a pensar que nunca nadie más me haría llegar al orgasmo tan espectacularmente como él.

Nuevamente, me tragué mis palabras.

Roy, vivía en una ciudad cercana a Lima.

Tenía una casa la cual habitaba solo con su perro. Sin darnos cuenta, lo que empezó como una simple amistad, se fue haciendo cada vez más fuerte.

Chateábamos todo el día, no nos podíamos concentrar en lo que hacíamos, nuestro trabajo ni  nada por el estilo.

Comenzaron los chats subidos de tono.

Teníamos cybersexo y realmente… me excitaba muchísimo cuando lo hacíamos porque me imaginaba que me estuviera haciendo todo eso que decía… y cada vez que terminábamos, tenía que ir corriendo al baño de mi trabajo (donde estaba conectada) y masturbarme… Fue con él que aprendí a explorar mi cuerpo y a autosatisfacerme. Las sesiones de cybersexo (las cuales fueron espectaculares), mantuvo mi mente ocupada por muchas noches… me llamaba en las tardes a la oficina y en las noches a mi casa…

Muchas veces en la soledad de mi cama y en la oscuridad de la noche comenzaba a tocar mis partes íntimas, recordando todas las posturas que imaginábamos que me hacía.

Pensando en él, aprendí a masturbarme, frotando mi clítoris muy afanosamente, llegando a otro tipo de orgasmos que no había experimentado.

Bueno, para no aburrirlos les contaré que esta relación iba tan lejos que me dio un poco de miedo.

Es decir, entregarme a alguien a quien no conocía personalmente, sólo por medio de fotos y llamadas telefónicas.

Además, al principio él me había dicho que quería arreglar las cosas con su esposa y que viajaría a los EE.UU., yo estaba encantada con la idea, puesto que no podía atreverme a poner los ojos en un hombre casado, sin embargo, el deseo, mis ganas de tenerlo dentro mío, acariciando mi piel, tomando mis jugos me excitaba cada día más.

Lo de irse a EE.UU. era mentira… él quería no hacerme daño e inventó toda la historia de irse… sin embargo, ya la situación se nos iba de las manos y decidimos conocernos en los 4 días feriados de Semana Santa.

Su hermano saldría de viaje a EE.UU. y vendría a dejarlo hasta Lima en su carro… con el pretexto de venir a traer al hermano (cosa innecesaria) quedó en que pasaría a recogerme a casa e irnos hasta su casa en la provincia…

Luego de mucho insistir, yo acepté. Imagínense lo nerviosa y a la vez excitada que estaba. Yo sabía que así no nos gustáramos físicamente… terminaríamos haciendo el amor…

No tenía miedo el viajar con un desconocido, porque para mí, Roy ya no lo era…

Quería hacerlo! Simplemente porque era una buena oportunidad para conocer sexualmente a otro hombre (lo cual me tenía inquieta… el saber cómo sería tener otro pene en mi boca, el sabor de su semen, cómo me haría una buena sopa (sexo oral), qué sentiría cuando me penetrara, cómo chuparía mis senos… qué nuevos universos sexuales abriría en mí).

El tan esperado día llegó.

Me esperó a unas cuadras de mi casa pues unos sobrinos venían con él y ya por teléfono me había dicho que no lo saludara efusivamente pues le había dicho a sus sobrinos que éramos compañeros de trabajo, de la sede de Lima.

Así fue, sólo nos saludamos con un abrazo y un beso en la mejilla…

De sólo sentir su piel junto a la mía, hizo que los primeros líquidos bajaran por mi vagina… me sentí muy excitada… y él también, pues luego de guardar mi pequeño maletín en la cajuela, al sentarse al volante junto a mí, noté una pequeña erección que casi me dejaba mostrar que se había emocionado al sentirme junto a él.

En el trayecto camino a la casa de los sobrinos, conversamos tontería y media… nos divertíamos en forma picaresca con las mentiras acerca de proyectos y trabajos de los cuales no entendíamos nada.

Luego de dejarlos, pasamos por un supermercado a abastecer la cocina para el fin de semana… llevó algo de agua tónica, jugo de naranja, papas fritas y otro tipo de comida chatarra que me gustaba…

Un paquete de cervezas para el camino.

Al llegar a su casa, me sentí como si fuera mía… estaba todo limpio.

Me mostró la única habitación que tenía ya que estaba construyendo en el segundo piso… una cama impecable, música estupenda, una súper tv y la cocina surtida de todas las cosa que él sabía que a mí me gustaban…

Luego de algunos tragos, conversamos acerca de las mentiras que nos habíamos dicho y otras cosas más.

Recuerdo que hasta lloramos porque sabíamos que lo de nosotros no podía ser.

Era imposible.

Llegó la hora de dormir… habíamos estado tomando vodka con jugo de naranja… casi toda la botella (yo creo que fue más por darnos ánimos) y él se ofreció a dormir en el sofá.

Obviamente, yo no podía permitirlo, además que iba a ser una forma de demostrarme a mí misma de que si no quería no caería en la tentación…

Pero el deseo por él me embargaba… yo lo deseaba más y más.

Nos cambiamos, yo había llevado una ropa de dormir muy diminuta que consistía en una especie de calzoncito de lacitos que dejaba ver gran parte de mis nalgas y una blusita muy menuda que dejaba entrever lo abultado de mis pechos y lo duro de mis pezones… cosa que él notó porque lo sorprendí mirándome los pechos y nuevamente la erección.

Encontré una crema nueva (nunca supe si lo hizo porque sabía que yo usaba cremas antes de dormir o tal vez él la usaba), comencé a untármela de una forma poco sexy para no dar a notar nada y él hizo lo mismo… so pretexto de haberse echado mucho a la mano, comenzó a echármela en los pies… con movimientos muy sugerentes…

Yo, ya no daba más.

Una vez acostados en la cama, con una lamparita encendida… me pidió un beso de las buenas noches y yo accedí… ahí empezó todo.

Yo quise hacerme la difícil pues ya me había dicho que su idea no era tener sexo conmigo, pero ya honestamente conmigo a su lado ya no podía más…

Me había dicho que me había imaginado de muchas formas pero que yo sobrepasaba todo lo que se había imaginado…

Yo aún nerviosa, casi sin voz llegaba a decirle que no debíamos hacerlo, pero mi tono de voz no era muy convincente cuando comenzó a acariciarme con sus fuertes manos bajo la blusa… primero mi vientre suave y muy tímidamente luego el canalillo entre mis senos… con un dedo comenzó a sobarme lentamente uno de mis pezones…

Yo ya casi estallaba en mi primer orgasmo… estaba muy mojada y temía ser tan obvia que llegara a traspasar mi diminuto calzoncito.

Muy tiernamente, quitó su mano de mis pechos y las pasó por mi cara y luego por mi cabello, sin quitar la mirada de mi rostro, de mis ojos…

A él, según me contó, le excitaba mucho el olor del cabello de una mujer y yo me había encargado de que éste oliera estupendamente… Roy sintió el olor y hundió su nariz en mis cabellos.

Para esto, se había acercado más a mí y lentamente comenzó a rozar su miembro contra mí…

Su pene estaba muy erecto y sobresalía del boxer que llevaba… yo no aguanté más y lo toqué por encima de su ropa… lentamente metí mi mano y pude notar lo grande y gruesa que era… nunca vi algo parecido… ese pene invitaba a mi boca a que le diera una buena mamada y eso era todo lo que yo quería hacer… pero no me atrevía.

Roy se levantó y se puso con medio cuerpo sobre mí, sacando uno de mis grandes senos (sí, los tengo bastante grandes y firmes para el tamaño que tienen) y comenzó a chuparme muy tiernamente un pezón… sentía mi respiración agitada y yo sentía la de él… yo sólo cerré mis ojos y dejé que me amara… Ya no podía negarme a sentir todo el placer que me esperaba…

Aceleró la rapidez de su succión…

Mientras con la otra mano tocaba mi otro seno…

Yo sentía mucho calor porque esa ciudad es muy calurosa, así que me senté y me quité la blusa… aprovechando él para besar mis hombros, mi cuello… lamer mis pechos.

Luego, lo que estaba esperando… su mano bajó hacia mi concha y la sintió bastante viscosa…

Yo abrí lentamente las  piernas para facilitarle el “trabajo” y con mis propios jugos comenzó a sobarme la entrada de la vagina y el clítoris… lentamente metió un dedo en mi vagina y comenzó a moverlo con movimientos circulares, tocando (lo que luego descubrí) mi punto G, lo que me hizo dar un gemido muy fuerte…

Yo ya estaba fuera de mí.

Quitó mi calzoncito y luego de besar mis  pechos, bajó hasta el vientre, con sus dedos abrió mis labios vaginales y mirándome a los ojos, me dio una buena pasada de lengua, mostrándomela luego llena de mis jugos… los cuales saboreó…

Eso me puso a mil…

Yo quería que siguiera chupandome la concha, sin embargo se levantó y me volteó boca abajo.

Él sabía que el amarme la espalda me excitaba mucho y comenzó a lamérmela, primero lenta y luego muy fogosamente.

Así comenzó a darme más placer… en la espalda… aquella piel blanca bronceada por el sol y con una moderada cantidad de pecas que la hacían muy coqueta.

Bajando hasta el inicio de mi trasero y delineándolo hasta la parte baja… abrió mis dos nalgas y comenzó con movimientos circulares a apretar su lengua contra mi ano… Ahí llegué a mi tercer orgasmo… y eso que aún no me penetraba… abrió más mis  piernas y puso una almohada bajo mío.

Comenzó a pasar su lengua desde mi clítoris hasta mi ano y con mis mismos jugos comenzó a meter su lengua en mi ano, el cual iba cediendo… yo hasta ese momento permanecía callada sólo gimiendo de puro placer… de repente, siento algo penetrandome por atrás… me estaba metiendo un dedo… sentí un pequeño dolor el cual luego se convirtió en placer… y comenzó un rápido mete y saca que hacía que yo comenzara a mover frenéticamente mis caderas.

Sin darme cuenta, le tomé la mano  por atrás y dirigía al ritmo que yo quería sentir… y luego de un momento… comencé a pedirle más… y más…  luego sentí que con otro dedo me penetraba por adelante, por ambos orificios al mismo tiempo…

Ahí sentí su voz excitada la cual me decía… Oh Dianita… estás tan cerradita por adelante como para atrás… quieres que te penetre?… A lo cual yo instantáneamente contesté que sí con voz entrecortada, pero que sólo lo  hiciera por adelante por favor.

Se levantó un poco… se puso sobre mí, oliendo mi cabello nuevamente y metiendo sus dedos en mi boca, besándome a la misma vez… saboreando ambos de mis jugos. Yo seguía boca abajo…

Él me dobló una pierna hacia un lado para poder penetrarme más fácilmente.

De pronto, sentí su gran pedazo de carne… sí aquél que mi cuerpo pedía con ansias… aquel pene con el que tanto había soñado y por el cual muchas veces me masturbé, finalmente lo sentí dentro de mí.

Este era realmente grueso y me hizo sentir algo que nunca había sentido. (Mi novio lo tenía delgado). Fue una sensación indescriptible a pesar de la facilidad de  palabra que tengo…

Su primera embestida fue directa y hasta el fondo… sentí que me movió hasta lo más profundo de mi ser y luego de meténermelo presionado por unos segundos comenzó el mete y saca…

Yo sentía que mi ano también se había dilatado y que también quería de ese gran pedazo de carne adentro… me latía… necesitaba también que lo atendieran.

Sus movimientos comenzaron a ser más rápidos y de un momento a otro paró… yo hice un gesto de sorpresa a lo que él contestó… “ya se me va a venir  pero aún no quiero hacerlo… quiero hacerte gozar más Dianita, necesito más de ti”

Nuevamente sentí sus dedos jugueteando con mi vagina y mi clítoris… pero éstos ya no me eran suficientes… yo necesitaba su pene nuevamente dentro de mí… con él adentro ya había experimentado 2 orgasmos más…

Ya iba algo de cuatro o cinco… lo cual nunca había experimentado.

Me  puso en cuatro patas y nuevamente comenzó a meter su lengua en mi ano… ahora cedía con mayor facilidad que la vez anterior, así que intentó meterme un segundo dedo.

Con dos dedos dentro del ano, comenzó a moverlos de adentro a afuera muy rápidamente y sentí un tipo de orgasmo diferente… el cual me hizo gritar como una loca… ya no aguantaba más… mis líquidos ya habían mojado las sábanas… y sentía cómo corría por mis piernas, hasta que no aguanté más y prácticamente reventando en un orgasmo que no tenía cuándo acabar, me levanté en dos piernas y quité sus dedos de dentro mio.

Mi boca deseosa quería pagar en algo tanto placer.

Lo eché boca arriba y fui directamente a su gran pedazo de carne que brillaba por mis jugos vaginales…

Por primera vez la pude ver directamente… a media luz… se veía preciosa… gruesa y grande… cabezona… toda una invitación para una buena mamada…

Nunca lo había hecho… chupar una pinga tan grande empapada de mis propios jugos, pero no me importó… fui directamente a ella y traté de tragármela toda, lo cual no pude, porque fácilmente llegó hasta el fondo de mi garganta.

Mis jugos estaban exquisitos y vi cómo comenzó a brotar un líquido transparente del orificio de su pene… un jugo delicioso que saboreé como una niña golosa… comencé a chupar como un chupete aquel rico pene… a lamerlo y a metérmelo en la boca, una y otra vez, de arriba hacia abajo… frenéticamente… él movía sus caderas y cada vez que yo me lo introducía él soltaba un gemido que me excitaba de sobremanera…

Tomó mi cabeza y comenzó a movérmela haciéndome tragar toda su pinga, casi entera y luego sacándola….

Por un momento abandoné mi tarea y fijé mi atención en sus testículos… estos eran también grandes y estaban bastante duros… comencé a lamerlos lentamente. Ahora yo miraba su cara de satisfacción y llegaba a metermelos ambos a la boca… nunca imaginé que entrarían… veía la cara de arrecho que tenía… y eso me excitaba más aún… igualmente, tal como lo hizo él me levanté y lo volteé… comencé a lamer su ano el cual despedía un olor increíble, era exquisito, un olor a sexo inimaginable…

No me atreví a meterle ningún dedo por temor a que no le gustara y no quería que se malograra aquel bello momento… sin embargo, mi lengua sí quiso entrar en él pero éste estaba aún muy cerradito… luego de un momento lo dejé y subí con mi lengua por su espalda, luego el cuello y buscándole la boca… le metí la lengua a su boca… él se volteó boca arriba y quiso que yo me sentara sobre él, pero no le hice caso…

Al contrario… bajé nuevamente y con mis grandes senos, coloqué su pene entre ellos moviéndolo de arriba hacia abajo… y en ese momento pegó un grito, un gemido que casi pensé que se le venía… era un gemido de satisfacción extrema…

Se levantó bruscamente, me echó boca arriba y puso su pene cerca de mi boca… yo no sé cómo  entendí lo que quería… lamí su pene y lo mojé bien… él con la otra mano, sacaba más jugos de dentro mío y los untaba entre mis senos… puso su pene entre ellos y yo lo presioné cerrando mis tetas una contra otra… las cuales lo rodearon fácilmente y cubrieron una buena parte de él…

Comenzó un frenético vaivén, a moverse muy rápidamente como un perro en celo… gimiendo fuertemente cada vez que lo empujaba hacia adentro y cada vez que subía, mi boca lo esperaba para darle una buena mamada…. luego de unos minutos, no aguantó más… y yo tampoco… estaba excitadísima… no sé cuánto tiempo había pasado…  se puso entre mis piernas… me las subió, las puso sobre sus hombros y de una sola embestida me lo metió todo hasta el fondo… esta vez sentí un ligero dolor exquisito porque sentí que llegó a mi útero… lo que me hizo soltar un leve “ayyyy”, él quiso sacarlo porque temía que me hubiere hecho daño y yo lo traje nuevamente contra mí diciéndole “No Roy, sigue, sigue… no te detengas… vuélvelo a hacer”, a lo que él obedientemente aceptó… moviéndose frenéticamente contra mí, una y otra vez… yo estallé en un súper orgasmo espectacular con un gemido increíble, el cual se unió al gemido de él, sentí su leche caliente fluir dentro mío mientras él apretaba su pene contra el fondo de mí… Ambos habíamos terminado juntos…

Nuestros cuerpos estaban muy mojados, no sé si de transpiración o de nuestros jugos…

Luego, bajó mis piernas sin dejar de penetrarme… me dio un tierno beso en los labios y luego en la frente, me abrazó fuertemente (y yo también) y me dijo… “Te amo Dianita… Por favor, no me dejes”

Cuando su miembro estaba flácido, lo sacó de mí y se arrastró a mi lado poniéndome el brazo bajo la cabeza… yo me apoyé en su pecho aún mojado… Me quedé pensando en lo que me dijo y me asusté… pero estaba muy cansada y pronto me quedé dormida y él también…

Así con esas palabras en la cabeza, acariciando su pecho y él mi mano… llegó el amanecer…

Esta fue sólo la primera noche… la cual se supone no debíamos disfrutar y que sin embargo, disfrutamos al máximo.

La noche en que ambos estábamos muy avergonzados de mostrarnos desnudos por primera vez….

Yo sé que tanto él como yo, sabíamos que aún nos quedaban dos noches y tres días más para estar juntos…

Luego no sabríamos lo que pasaría… seguiríamos juntos.. nadie lo sabía… sólo queríamos disfrutar…

Nuestra relación siguió y obviamente ese fin de semana también… pero eso, se los cuento en otra oportunidad… no se desesperen.

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