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El maletero V

Cuando apareció me deslumbró, pues iba ataviada con una minifalda muy mini, unas botas altas de cuero negro y una camisa blanca poco abotonada lo que dejaba asomar por el balcón de su escote los encajes del sujetador.

El maletero III

Poco a poco el garaje se fue convirtiendo en un templo, un lugar oculto a miradas curiosas donde adorar a una verdadera diosa; de hecho, cualquiera que pasara por fuera, al lado de la puerta, no podía imaginarse siquiera que se usara aquel recinto.

Follando con mi profesora cachonda

Cuando se giraba y escribía en la pizarra todos mirábamos su pedazo de culo y decíamos cosas en voz alta para que se diera por aludida, pero ella se hacía la despistada y no decía nada. Un día yo le dije a un compañero que se estaba poniendo como los quicos ya que se sentó en la primera fila que está a menos de un metro de la pizarra.

Dos personas en un coche en el polígono

Al pasar cerca de un polígono industrial donde las calles son bastante oscuras y tranquilas, ya antes habíamos estado en ese polígono y ya teníamos un sitio preferido, le pregunte si tenia ganas de jugar un poquito y ella me asintió con una mirada muy morbosa que hizo que me pusiera mas caliente todavía, en ese momento alzo las piernas apoyándolas en el salpicadero y comenzó a quitarse las braguitas tocándose y diciéndome:

Una copa al suelo

Una vez en el piso me dijo que fuese a uno de los cuartos de baño mientras ella iba al otro, me quité la ropa mojada y mientras secaba me enrollé una toalla a la cintura, ella llegó al poco rato para decirme que lo sentía pero que no tenía ninguna ropa para poder dejarme mientras se secaba la mía, en ese mismo instante yo salía del baño, de tal forma que chocamos uno con el otro, después de preguntarle si estaba bien y ante su proximidad, no pude evitar bajar la cara y darle un suave beso en el cuello.

Mi primo el alcahuete

Hubo un momento en que yo no podía más y estaba a punto de correrme, así que la aparté, ella me pregunto si iba a correrme, cosa que no contesté, solo le dije que quería comérselo a ella, así que se quito el tanga y apareció ese coño depilado como ella me había contado por teléfono que lo tenia, que era prácticamente lo que mas me atraía de este encuentro esporádico, lo tenia totalmente depilado por la zona de los labios y en el pubis solo una delicada línea de pelo que le quedaba de infarto.

Vendí un coche con garantía y atención personalizada

Se metía mi polla por completo en la boca, la sacaba, me lamía las pelotas, era increíble. En esto se puso de píe, se apoyó en el capó del coche, apartó el minúsculo tanga, y me ofreció su depilado conejito. Me arrodillé frente a ella y me puse a lamérselo como un poseso, mi lengua recorría toda su raja, penetraba en su húmeda raja, mordía su abultado clítoris, estaba tan afanado, que ni cuenta me di cuando se corrió.

Una noche doblemente buena

Supe que había conseguido mi propósito cuando pasé por delante de la portería y en efecto el portero no me quitó ojo además llevaba un tanga lo cual hacía que se notase un poco por lo ajustado del mono. En la puerta de mi casa estaban mis amigas, nos subimos al coche y salimos a quemar la noche.

El señor del mar I

Jamás había hecho a nadie partícipe de sus fantasías, las cuales alimentaba en la contemplación de fotografías y videos en la red. El chat le atemorizaba, ante la posibilidad de que le propusieran un contacto real. Sin embargo, aquel anuncio captó su atención e hizo crecer su inquietud y sus deseos de probar.

Tengo sexo con mi jefe a escondidas

Yo por aquel entonces mantenía una relación de varios años ya con una chica, la cual iba a contraer matrimonio conmigo a los pocos meses. El, mi jefe, estaba casado y era padre de una niña, su matrimonio iba viento en popa, es más a veces su esposa venía a buscarlo al trabajo para comer e íbamos los tres juntos.

El apartamento I

Tras esta parada, todo parecía volver de nuevo a su cauce, los dos íbamos contentos, yo recompuse mi vestimenta, coloque una toalla en el asiento del coche, me senté sobre ella a fin de que la crema que no se hubiese absorbido no manchase el sillón, y tras habernos aseado con algo del agua que llevábamos en las botellas, seguimos viaje.

Mi otra primera vez

Lo solté por un segundo para menearlo y él saltó sobre el mío intentando metérselo todo en la boca como yo había hecho con el suyo, pero no podía, y así empecé a sentir que se corría en mi mano derecha mientras chupaba la base de mi pene.