Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

Una noche salvaje

El que tenia bien claro lo que tenia que hacer era el avispado mocoso, que ya se había situado entre sus muslos separados con sus bermudas bajadas hasta los tobillos. Los primos habían hecho un trabajo previo maravilloso, por lo que la entrada fue como la seda, metiendo su larga verga hasta los testículos en el primer empujón.

La historia de Soraya

Los días se hicieron semanas, y las semanas se volvieron meses y el pobre seguía sin encontrar trabajo por mucho que lo intentaba a diario. La economía familiar estaba destrozada y nuestras deudas empezaban a ser preocupantes.

La fiesta

Ella, que sabe lo mucho que me excito al verla con esa ropa, le puso la guinda al pastel, cuando, ya en el coche, se acomodo la falda al sentarse y me mostró, la muy picarona, que esa velada llevaba puestas sus braguitas negras de cordón mas finas, aquellas que apenas si le tapan nada por delante, y absolutamente nada por detrás.

La aprendiz de puta

Así que me marche con Paco en el avión sin decirle nada, sabiendo que mi cara y mi actitud eran de sobra elocuentes, y que cuando ella hablara con Jenny esta entendería lo que pasaba por mi mente.

Encuentro apasionado

La agente, con una sonrisa satisfecha, se tomo con bastante tranquilidad lo de ponerse la camiseta de nuevo, mirándonos con cierta insolencia mientras se abrochaba los botones. Sin importarle nada, al parecer, que tanto su compañero como yo vieramos de nuevo sus pechos desnudos...

Descenso al infierno

Pues en ella se mezclaba el goce que surgía de las continuas penetraciones en mi conejito... con el dolor que sentía en mis senos... y con el asco que tenia en mis labios... sobre todo cuando el tipo al que se la estaba chupando eyaculo en mi interior... inundando mi boca y hasta mi garganta con el liquido mas vomitivo que había probado jamas... y que me supo a gloria bendita.

El bedel

De repente soltó mis caderas, y estrujando de sopetón mis sufridos pechos me dio cuatro o cinco enculadas tan violentas que estoy convencida de que alzo mis pies del suelo. Pues el sádico, rugiendo de placer, se estaba corriendo en mi interior, y para celebrarlo retorcía y tiraba de mis pobres pezones como si quisiera llevárselos de recuerdo.

Felicidades III – Final

Estaba yo sentado mas o menos en mitad de la cama, con Lorena lamiéndome el cipote con gula y veneración, mientras uno de mis amigos la enculaba con energía, cuando su hermanita se deshizo de los dos chicos con los que había estado haciendo un sándwich, dejándolos agotados en un rincón de la cama.

Felicidades II

Lo cierto es que su novio, que venia de lo mas excitado ante la perspectiva de lo que iba a suceder, en teoría, se quedo muy sorprendido al ver el desastroso estado en el que le recibió Lorena, que aun no había terminado de recuperarse del todo de lo que había acaecido anteriormente.

Como cada mañana

Como cada mañana dejaré que una mano permanezca posada sobre su montículo divino, ardiendo con el calor y las sensaciones que se desprenden bajo su palma, mientras que con la otra mano empezare a subirle el camisón desde las rodillas... como cada mañana.

Felicidades I

Ella aun estaba medio sentada medio de rodillas junto al sofá, con una mano apretando su conejito por encima de la minifalda, señal inequívoca de su deseo insatisfecho y una turbia mirada de pasión en sus ojos.

El amante inesperado

Pense que todo había acabado cuando el afortunado bicho por fin eyaculo, empujando de tal modo que arranco un nuevo y violento orgasmo a mi insaciable mujer, sacando del interior del trasero recién desvirgado de esta un trozo de carne roja aun mayor de lo que recordaba. Pero de nuevo me equivoque lastimosamente.

La clínica I: La ninfómana

Tuve que usar ambas manos para controlar aquella cosa inmensa, y no ahogarme con su grosor mientras la devoraba, y aun así casi me asfixio cuando el bestia ese me sujeto por la cabeza y me obligo a tragarme mas de la mitad mientras eyaculaba directamente en mi garganta.

La posesión

Era como si el chico dormido hubiera desconectado la maquina, y yo me pusiera a los mandos. Me costo muchos esfuerzos, pero pronto aprendí como podia mover sus manos, brazos y piernas como si fueran los míos propios mientras el crio dormia.

Mellizos III – Final

Aunque el chico ya tenia la pinza en su mano, note que se había quedado muy quieto, con una mano aferrada fuertemente a mi teta y la otra dentro de mis bragas; así que me gire, y vi que el pobrecillo al final se había corrido en los pantalones de seda.

Mellizos I: Noche de bodas

Me quitaron la parte superior del pijama entre todos fácilmente, y entonces no solo sentí varias manos jugando con mis pechos, sino que Paco, el que estaba de rodillas, empezó a lamer y chupar mis sensibles pezones con auténtico deleite, consiguiendo que se me volvieran a poner duros como pequeños diamantes.

Mellizas IV: el fotógrafo

Aun así, la rigidez habitual de mi miembro cuando soy poseído no podía ocultarla, pues con cada envite la rozaba por detrás. El tenue roce de su fino camisón contribuía a aumentar mi placer, por lo que sin siquiera darme cuenta, cada vez buscaba mas ese contacto.

Mellizas III: La comunión II

Pues desde donde estabamos veíamos perfectamente como Ingrid permanecía recostada en el sofá, frente a nosotras, con los ojos cerrados, tratando de no pensar en quien la estaba llevando al borde del orgasmo. Pues era el perrazo el que, meneando alegremente la cola, tenia incrustada las fauces en su acogedora intimidad; lamiendo, entusiasmado, la dulce cueva que habíamos dejado tan amablemente a su entera disposición.