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Mónica y el director VII: Regreso con él del aeropuerto a casa

Mónica y el director VII: Regreso con él del aeropuerto a casa

Ahora de pronto como una bofetada a su mejilla recordaba aquel obsceno comentario… “Abre la boca putita, no seas pendeja!!… Pon tu boca en mi palo y mámalo hasta que me derrame dentro de tus labios!!!… Que si no te lo tragas todo, te voy a bañar toda la cara y chorrearme sobre tu lindo vestido para que tu marido lo vea!!!”…

Pero ahora, todo hecho anterior parecía sumarse al remolino de sensaciones que le habían aturdido, desde la noche siguiente a que abandonara su cuerpo ante la abrumadora sexualidad de su nuevo jefe., cuando este le había hecho vestir de manera tan impúdica frente a sus invitados y le solicitara que fuera “especialmente encantadora con los caballeros”, que al poco rato de iniciada la reunión., de manera tan descarada intentaban toquetearle bajo la mesa. y sin siquiera notar que él se hubiera molestado cuando le vio observando como algunas de las manos de sus invitados iban a parar bajo su falda, acariciando la mórbida parte interior de sus muslos y culminaban en este justo momento cuando de manera tan grotesca la quería obligar a satisfacerlo oralmente.

Ahora de pronto como bofetada a su mejilla venía aquel obsceno comentario y el casi doloroso jalón de cabellos con que la pretendía forzar a llevar a cabo aquel vergonzoso acto sin la menor consideración por su dignidad. Por lo que su inmediata reacción fue la de cerrar los labios e intentar apartarse del tremendo falo que se erguía orgulloso y candente a apenas unos centímetros de su rostro.

“Abre la boca putita, no seas pendeja!!” Tronó el infame reclamo… “Pon tu boca en mi palo y mámalo hasta que me derrame dentro de tus labios!!!… Que si no te lo tragas todo, te voy a bañar toda la cara y chorrearme sobre tu lindo vestido!!!”…

Continuó el inmoral ataque verbal del sujeto hasta que culminó… “Mancharé toda tu carita y esas enormes tetas con mi leche, para luego limpiarme la verga con él y acompañarte hasta que encuentres al baboso de tu marido que seguramente estará esperando por ti en el aeropuerto., para que así pueda él darse cuenta la clase de cochina que tiene en casa, que no sabe ni siquiera tomar un sorbo de leche con proteínas sin embarrarse toda la cara y ropas.

Imposibilitada de apartarse o hacer nada mas que recibirlo entre de sus labios, Mónica sintió disminuir el dolor que las gruesas manos del Sr. Hernández producían al tirar de sus cabellos, justo al momento en que abriendo cuanto pudo la boca, lo recibía dentro de sus aterciopelados labios que de inmediato se cerraron alrededor de la bulbosa cabeza del falo, aun cuando le resultaba un tanto incomodo acomodar toda aquella magnitud de órgano masculino y un poco difícil de mantener de dentro de su húmeda y cálida oquedad.

Pero para ella, aquella dificultad de satisfacer oralmente y adaptarse a la envergadura de semejante trozo de carne dentro de su boca., resultaba mejor que renunciar a la nueva perspectiva de tener mejores ingresos que su marido, quizás reconocer su error al elegir un nuevo empleo o peor aún, salir del avión al encuentro de sus esposo con toda la cara, senos y escote del vestido hechos un batidillo, cubiertos con la blanca, pesada y pegajosa sustancia que su jefe pretendía “dispararle a quemarropa y mansalva”.

Cuando finalmente ella pudo arreglárselas para engullir aproximadamente la mitad de aquella grotesca estaca que profanaba la santidad de sus castos labios, de pronto el avión hizo alto en el mismo instante en que su invasor se agitaba furiosamente y explotaba dentro de ella.

Por lo que ella, en cuanto alcanzó a sentir la primera descarga de semen que inundaba su boca, apretó más fuertemente sus labios, sellando perfectamente cualquier resquicio que pudiera haber existido.

Sintiendo como oleada tras oleada de aquel torrente colmaba hasta el tope su boca, haciéndola casi atragantarse al intentar contener aquel liquido sin derramarse fuera de sus labios.

Hasta que finalmente los espasmos de aquel miembro cesaron y solamente algunas gotas más salieron al encuentro de su lengua.

De inmediato el estomago de Mónica , comenzó a darle síntomas de nauseas debido a la inusual descarga recibida, que se convertía en la primera muestra de semen que recibía para procesar, pues aunque para Mónica esta no había su primera felación., nunca antes había aceptado que eyacularan dentro de su boca y tenido que tragarse toda la sustancia. Por lo que sintiendo el comienzo de un asco formarse en su interior, se esforzaba por contenerlo, mientras se preguntaba si sería capaz de aguantarlo y soportar el resto del grueso y resbaloso abono ingerido y no arrojarlo sobre la alfombra del avión. Pero instantes después habiéndose aliviado lo suficiente, por fin dejo de succionar para desacoplar el glande de su jefe, liberándolo por completo el reluciente miembro que se encontraba bañado en su saliva al salir de la prisión de sus tiernos y húmedos labios.

Minutos mas tarde, ya en la terminal aérea caminando hacia la salida de pasajeros, se detuvo con la idea de tomar un sorbo de agua en uno de los bebederos, intentando enjuagar su boca y borrar cualquier evidencia del pecaminoso y obsceno acto que había realizado apenas cinco minutos atrás y poder salir al encuentro de su marido. Pero en el instante en que ella se inclinaba a abrir el grifo , un súbito empellón de el Sr. Hernández le impidió hacerlo

“No , no nooouuhhh!!” Dijo él sin contener aquella maliciosa sonrisa.. ” No encanto ¡…. Esta vez quiero que vayas hasta donde tu marido y lo saludes dándole un buen beso con mi leche aun en tu boca y labios!!!” … cayó la inmunda solicitud del hombre que regocijado ante la cara de sorpresa de Mónica continuó … ” Vamos, vamos quiero que le metas la lengua y lo dejes ver si reconoce el sabor de un verdadero hombre en la boca de su mujer”…

Mónica se mostraba casi al borde del colapso, sin salida alguna, pero cuando volteó a ver que su marido se acercaba hacia donde ellos se encontraban, se esforzó por hacer que aquel pánico, pareciera un simple titubeo y acepto el suave aunque húmedo beso que el le diera en los labios al llegar hasta ella. Y tras un instante que duro el tierno beso, ella se sintió aliviada al no desencadenar ninguna reacción inesperada por parte de su marido que no dio muestras de percatarse del extraño sabor de su boca o cremosos que se encontraban sus labios.

Pero entonces nuevamente sintió un escalofrió de ansiedad y remordimiento al momento en que adelantándose, el cruel e insano villano estrechó la mano de su esposo diciendo … ” Hola que tal., Yo soy Joel Hernández ¡!… y tu debes de ser el feliz y orgulloso maridito de esta dulzura de mujer., déjame decirte que te felicito, ella es un encanto y por las cosas que en este viaje vi que hizo con los clientes., puedo decirte que eres afortunado en tener a tan linda damita a tu lado y no cualquier hombre se consigue a una mujer así!!!… En verdad te digo que su futuro en la compañía esta asegurado., todos ellos quedaron fascinados con lo que alcanzaron a ver de ella”… Mónica no conseguía a decir palabra y únicamente deseaba que ya se acabara aquella grotesca situación producida por aquel vicioso hombre que al parecer gozaba al decir todos aquellos comentarios de doble sentido que seguramente causarían segundos pensamientos mas tarde en la cabeza de su esposo.

En eso se encontraba la cabeza de Mónica, repasando todos los incidentes ocurridos desde hacía cuatro días, llegando hasta aquella morbosa exposición y escarnio que su jefe había pretendido hacer de ella delante de su marido, apenas 15 o 20 minutos atrás., cuando las palabras de ella trajeron de vuelta ala realidad … “Te alcanzaron a dar algún bocadillo antes de bajar del avión?”…. Preguntaba.

Escuchando la pregunta y relacionándola con lo ocurrido., Mónica casi pierde el control de su cuerpo y nuevamente las nauseas le causan un deseo casi incontenible por expulsar ahí mismo en el carro de su esposo, los restos del “lunch” que su jefe le había obligado a tomarse apenas media hora atrás antes de mandarla de regreso a los brazos de su inocente marido. Pero alcanzando a suprimir el vértigo y nuevos deseos de vomitar Ella alcanza a contenerse y asentir con la cabeza mientras que intentando evadir su pesada carga y remordimientos, pasa saliva y voltea por su ventanilla intentando distraerse y mirar a otro lado que no sea el de su marido en tanto que trata de buscar en su cabeza cualquier posible excusa que disminuya el peso de la infidelidad cometida y la libere del remordimiento producido desde aquella noche en la que aceptando ser poseída por otro hombre, se entrego a él y acepto que la estrenara y marcara permanentemente como una mujer dispuesta a aceptar y cometer el adulterio cuando alguien se lo propusiera.

Continuará…

Continúa la serie << Mónica y el director VI: Aceptando el puesto Mónica y el director VIII: De vuelta a la oficina >>

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