Laila, que así se llama, comenzó a quitarse la ropa para irse a la ducha. Primero la camiseta, quedándose en sujetador. Sus tetas estaban bien paraditas dentro de esa prenda. Cuando se quitó el sujetador pude apreciar cuan bonitas eran.
Fue una gran casualidad que me encontrara con Antonio, pensé que nunca lo volvería a ver, cuando lo mire al voltear sentí que mi corazón se me saldría de mi pecho tenia tantas ganas de verlo en persona ,aunque siempre lo hago por las mañanas al mirar su foto y recordar los días en que siempre estábamos juntos…
Mientras tanto el amo había hecho retirar a los dos negros y llamado esta vez a tres, con los miembros si cabe más grandes, que siguieron follando simultáneamente a la preñada, quien en ese momento tenía dos pollas en el ano y una en la vagina. Era difícil comprender como se habían colocado los tres inmensos cuerpos para poder acceder a los orificios, pero lo habían hecho.
Cuando limpié un poco todo el estropicio que había hecho, salí, y cuando abrí la puerta allí estaba mi novia, plantada con los brazos cruzados, cuando me vió me empujó adentro y cerró la puerta, me dijo que no volviera a hacer eso sin avisarla antes, y se bajó sus pantalones, quedándose con sus braguitas, y dijo que ahora le tocaba a ella.
Mis sirvientas me untaron el pecho con exóticos aceites de sensuales fragancias antes de colocarme la camisa de seda; Alia se encargó de abrocharme los botones con sus suaves y delicados dientes mientras putita, echada en el suelo, me besaba las botas una y otra vez, como intentando recuperar todas las ocasiones en las que su aprisionada boca no había podido corresponderme.
Era sábado por la mañana y mi abuela me obligaba a ir a clases de catecismo, lo cual no me agradaba nada pues yo no era un santo, al contrario todo el día pensaba en coger y las mujeres exuberantes de buenas tetas me volvían loco, eso es otro tipo malo de la iglesia que todas las monjas son viejas feas y sin cuerpo.
Este relato lo tengo presente en mi mente con toda claridad a pesar de haber pasado varios anos. Recuerdo que una noche regresaba de la universidad como a las 10 de la noche y como de costumbre me acerco a la ventana del dormitorio de mi madre que daba a la calle para pedirle la llave de la puerta principal, pues la mía la había perdido.
Llegué a la confitería donde nos habíamos citado, la vi en una mesa en compañía de una señora. Me acerqué y saludé. La mujer me miró y me dijo : «No quiero perder el tiempo en explicaciones, soy la madre de Astrid, y estoy aquí para saber que vas a hacer porque mi hija está embarazada ».
Tenía las manos atadas a la espalda y alguna cosa en la boca, supongo que las bragas de una de ellas a juzgar por el intenso y agradable sabor. Pero, con diferencia, lo más grave de todo aquella era que allí estaban ambas llevando atados a la entrepierna unos obscenos, y muy grandes y gruesos, falos.
Y mientras tanto yo hacía mis mayores esfuerzos para atender su juguetón clítoris mientras continuaba follándola. Se corrió como si no lo hubiese hecho nunca antes; quedé sorprendido de cuánto había podido resistir después de aquellas dos semanas...Le robé otro par de orgasmos antes de correrme.