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Imágenes de placer II

Imágenes de placer II

Catalina era una mujer especialmente sensual.

Su cuerpo, escultural de grandes pechos y anchas caderas, irradiaba una energía sexual muy difícil de pasar inadvertida.

A sus atributos físicos se agregaban un carácter francamente divertido, y un trato amable que hacían un placer, además de verla, conversar de cualquier tema con ella.

Era productora de una revista de desnudos, de las muchas que aparecieron en el 83, después de tantos años de oscuridad.

Venía todas las semanas a mi estudio, miraba las últimas modelos fotografiadas y si había algo de su interés, me lo compraba.

Yo esperaba ansiosamente sus visitas porque verla me recalentaba.

Me producía un estado de agradable excitación y las ganas de saciar mis deseos se acrecentaba más cada vez que la veía.

Soñaba con cogérmela, chuparla toda y no dejaba pasar oportunidad de hacerle el entre con algún comentario sexualmente intencionado.

Con el tiempo entre nosotros creció un mutuo entendimiento que fue cimentando una afectuosa amistad.

Sólo había un impedimento para cumplir mis deseos sexuales.

Lamentablemente era lesbiana, digo lamentablemente desde mi punto de vista de macho simplemente, ya que esa había sido su decisión y como era feliz con ella, todo estaba bien para el resto del mundo.

Llegamos a ser bastante compinches, después de todo teníamos muchas cosas en común. A los dos nos gustaban las mujeres, la ginebra y compartíamos nuestro amor por San Lorenzo de Almagro.*

Un día, revisando el material de esa semana, me dijo:

–Que buena está la pendeja esta, me encanta, ¿es lesbi, no?

–Para nada, al menos que yo sepa –estaba mirando las fotos de Luciana una mujercita preciosa que había venido por un book, y con la que compartimos varias veces la cama. Después de bastante tiempo de fotografiarla, las primeras buenas fotos que logré sacarle eran las que estaba viendo Catalina. Había algo en la personalidad de Luciana que no llegaba a entender, deseaba ser modelo y por otro lado no se soltaba totalmente, en la cama era buena pero, siempre un pero, tampoco se dejaba ser en plenitud.

Daba la sensación de nunca estar satisfecha sexualmente y eso que yo, modestia aparte, muy pocas veces recibía reclamos en ese tema.

Lógicamente Catalina me compró el material y me insinuó que le gustaría presenciar una sesión de nuevas tomas.

Por norma yo no permitía que nadie, salvo que acompañara a la modelo, estuviera presente en el estudio mientras trabajaba. Le dije que lo iba a consultar y si ella estaba de acuerdo, yo no tenía problemas.

Entre amigos me confesó que le encantaría encamarse con ella.

Cuando se fue Catalina una idea se instaló en mi cabeza y no dejó de rondarla durante todo el día. Si lograba armar una pequeña fiesta, quizás tuviera ocasión de picar algo con Catalina.

Llamé a Luciana, le comuniqué la venta de sus fotos, cosa que la puso de muy buen humor, porque en verdad, ya estaba un poco desilusionada con respecto a sus posibilidades futuras como modelo erótica.

–Qué alegría me das, Pedro. Esto hay que festejarlo.

Esa noche, después del primer festejo, tirados en la cama fumando un cigarrillo le dije:

–La productora de la revista, quedó encantada. Tanto que hasta me pidió presenciar una sesión ¿a vos te molestaría?

–No. Para nada.

–Tengo que aclararte que es lesbiana.

–¿Y eso que tiene que ver?

–Quizás se te tire.

–¿Esa es una suposición tuya, o te dijo algo?

–Es evidente que tiene cierto interés, en todo el tiempo que la conozco es la primera vez que me pide algo así. ¿A vos te interesaría tener algo lésbico?

–Fantasías no me faltan, pero también un poco me asusta.

–¿Y si yo estuviera presente?

–¡Ahhh! ¡Hijo de puta! ¡Entregador! –dijo Luciana en medio de una carcajada– Lo que pasa es que vos te la querés garchar y como no te da bola, me usas a mí como carnada. ¡Pillin, pillin!.

–La verdad, si. Me recalienta un montón y no me disgustaría hacerme una fiesta.

–¿Tan buena está? –dijo Luciana con curiosidad.

Le comenté a Catalina que Luciana estaba de acuerdo y que hasta podríamos hacer algo más siempre que yo estuviera presente.

–No hay drama ¿Cuándo lo hacemos? –me preguntó ansiosamente.

Yo comprendía la calentura de Catalina, a mi me pasaba lo mismo con ella por eso había arreglado para esa misma noche.

Desde que me separé, vivo en el estudio y como se imaginarán, el orden no está dentro de mis prioridades. Ese día estaba tan ansioso que me dió por ordenar y dejé todo impecable.

Catalina fue la primera en llegar. Estaba estupenda.

Elegante, como siempre, se había vestido para la ocasión, era evidente que quería impactar a Luciana.

Cosa que realmente consiguió, porque cuando llegó ella, enseguida se estableció un contacto entre ambas que me hizo pensar en lo que había dicho Catalina con respecto a las preferencias sexuales de Luciana.

Comenzamos a trabajar y enseguida note una soltura e insinuación inéditas en las poses de Luciana. Tampoco pude dejar de notar los ojos desorbitados de lujuria con que la miraba Catalina.

Luciana hizo todo un show destinado a incitar los instintos más escondidos en cualquier ser humano.

Yo estaba fascinado y, deformación profesional, en muchos momentos primó en mi, el fotógrafo sobre el hombre caliente y disparaba frenéticamente mi máquina para no perder detalle.

En un momento paramos para cambiar el rollo, Luciana fue hasta donde estaba Catalina y sin decir palabra le estampó un tremendo chupón que la sorprendió.

Enseguida se rehízo y respondió metiendo profundamente la lengua en la boca de Luciana. Yo no recargué la cámara porque me di cuenta que allí no se iba a sacar más fotos.

Sin dejar de franelearse, Catalina con ayuda de Luciana, consiguió desprenderse de la ropa.

Cuando la vi desnuda, una ola de fuego invadió mi cuerpo y se concentró en la pija que enseguida tomó su mayor proporción.

Después de unos momentos de intensos franeleos durante los que ellas no percibieron mi presencia, Luciana me invitó a sumarme.

Los tres nos tiramos sobre la alfombra del piso, Luciana sacó trabajosamente mi verga y la empezó a chupar mientras Catalina hacía lo mismo con su concha.

Noté el redondo culo de Catalina al alcance de mi mano y no resistí la tentación de acariciarlo.

Lo hice esperando una reacción negativa pero esta no llegó, al contrario, lo acomodó para que con mi dedo pudiera explorar profundamente su raya desde del ojete hasta el inicio de la pulposa cajeta de amplios labios que tenía.

Luciana dejó mi pija para ocuparse de la de la concha ya empapada de Catalina.

Se trenzaron en un denso y voluptuoso 69, Luciana estaba arriba y el culito apuntando hacia mí presentaba un blanco perfecto. Le apoye la punta del choto en el agujero y, presionando suavemente se la fuí metiendo hasta el fondo.

Mis bolas flameaban cerca de la cara de Catalina que seguía, minuciosamente, recorriendo el clítoris hinchado de calentura de Luciana, por un segundo lo dejó de lado y se metió en la boca, primero mi huevo izquierdo y luego el derecho.

No resistí la presión por mucho tiempo y enseguida largué un borbotón de leche que inundó el culo de Luciana rebasando cuando saqué la pija.

Me retiré a observar como seguían matándose las dos. Comprendí que Luciana, como pensaba Catalina, era una lesbiana latente. En todas las veces que compartí si cama nunca la había visto tan fogosa y desinhibida.

La escena tuvo rápido efecto en mi, sobre todo al sentir la sucesión de orgasmos que estaban teniendo las dos, nuevamente tenía la verga dura y empecé a pajearme con suavidad.

–Quiero cogerte –le dijo Catalina y sacó de su bolso una prótesis con correas que acomodó en su cintura.

La mano de Luciana sustituyó a la mía y siguió haciéndome la paja. Catalina penetró su vagina y casi instantáneamente tuvo un orgasmo que yo sentí en la presión que su mano hizo sobre mi pija.

Luciana me pidió que me acostara en el piso y montándome, se metió toda la verga de un sólo golpe, tanto era el flujo que tenía que la concha patinó sobre mi palo y se frenó al chocar contra las bolas.

Se acomodó y le pidió a Catalina que le hiciera el culo. Así penetrada por ambos lados no paró de acabar.

Agotada, igual se puso la prótesis dedicarse a satisfacer a Catalina que agradecía la penetración de su vagina con un prolongado orgasmo, acerqué mi pija a su boca y la aceptó metiéndosela hasta que mi glande tocó si garganta.

Tuvo otro orgasmo, y desesperada me pidió que me metiera en su concha, quería que Luciana le hiciera el orto.

Yo tocaba el cielo con las manos, estaba disfrutando lo que tanto deseé y me dediqué a recibir todo el placer que eso me producía a la vez que trataba de proporcionarle lo mismo a Catalina.

Cuando estuve listo para acabar le avisé y me pidió que le acabara en el culo. Cambiamos de posición con Luciana derramé toda mi guasca en ese ojete redondo que tantos ratones me había despertado.

–La verdad que sos un divino, si hubiera muchos tipos como vos me haría bisexual –me dijo Catalina mientras descansábamos luego de tremenda cogida.

–Viste, es un amoroso. –agregó Luciana mientras no dejaba de acariciar a Catalina.

Recuperamos las fuerzas, volvimos al jugueteo, los tres la estábamos pasando realmente bien y queríamos prolongar lo más posible el encuentro.

En un momento o estaba bombeando aplicadamente la vagina de Luciana y Catalina me lamía las bolas y la raya del culo, al ratito se quedó con su lengua recorriéndome el agujero.

Sentía una sensación muy placentera y nueva para mí que no era muy afecto a que jugaran con esa parte de mi cuerpo.

Luego de su lengua metió un dedo con tanta maestría que cuando quise reaccionar ya lo tenía todo adentro.

Comenzó a juguetear con el, y tengo que confesar que me gustó mucho, además se intensificó el placer que mi pija sentía dentro de Luciana.

Arrastrado por la vorágine del coito sólo me di cuenta que la prótesis había reemplazado al dedo cuando exploté en una acabada intensa e interminable que llevo a Luciana al mejor orgasmo que habíamos tenido hasta ese momento.

–¿Te gustó Pedrito? –me dijo Catalina y yo sinceramente le tuve que decir que si, que me había vuelto loco.

Ese fué nuestro primer encuentro. Luciana era netamente bisexual y el poder dar expansión a sus deseos lésbicos la convirtió en una amante sensacional.

Los tres la pasamos realmente muy bien en nuestros encuentros que se hicieron casi cotidianos.

Ellas viven juntas y ahora están pensando en incorporar a otro hombre, cosa a la que me resisto porque se que irremediablemente la poronga va a reemplazar al consolador, y por ahora, no digo que nunca porque a veces la vida te pone en lugares en los que ni soñaste estar, no estoy dispuesto a perder totalmente mi “virginidad”.

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