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Recuerdo de Zamora

Recuerdo de Zamora

La distancia que hay entre tú y yo no será suficiente para hacerme decaer en la idea de volver a estar contigo, tocar tu piel, besar tus labios, reflejarme en tus ojos, pasear juntos de la mano.

Como recuerdo la mañana cálida en aquel hotel. Tú estabas tan hermosa como nunca y lo que es mejor, estabas conmigo.

Aún me excita el recuerdo de aquel encuentro. No querías que me fuera, dijiste que darías lo que fuera por que me quedara a tu lado.

Besaste mis labios tiernamente y sentí una lagrima rodar por tu mejilla, te tomé por la cintura y nos tiramos a la cama, tu respiración era agitada y mi corazón palpitaba muy rápido.

Lentamente fui bajando el cierre de aquel overol de mezclilla que portabas, tú comenzaste a desabrochar mi camisa y arañabas mi espalda, no pude quitar el broche de tu sostén y tuve que romperlo, tú me mirabas fijamente, parecías asustada pero me decías que no parara.

Cuando estabas completamente desnuda me hice para atrás, quería admirarte, ese era mi último día en aquella ciudad y sabía que no volvería a verte en mucho tiempo.

Te sentaste al borde de la cama, seguías mirándome a los ojos, me acerque a ti y con los ojos cerrados disfrutaba de tus caricias, me chupabas la verga y tus manos tenían mis glúteos aprisionados.

Después te tire sobre el colchón y abrí tus piernas, bese tu sexo, que para ese tiempo estaba húmedo y dispuesto a ser penetrado, gemías calientemente y me tomabas por los cabellos, mi lengua buscaba tu clítoris desesperadamente y mis dientes mordisqueaban tus labios vaginales.

Sentí tu orgasmo y me bebí a hasta la última gota de tu néctar, seguí saboreando tu vagina por unos minutos, parecías gozar y yo no quería dejar de hacerlo.

Después me pediste que te cogiera, que lo deseabas en ese momento, me diste la espalda y levantaste las caderas, acerque mi falo a tu nalgas y recorrí milímetro por milímetro tu rajita con mi glande, ya no gemías gritabas y yo me mordía los labios para no dejar salir los gritos.

Metí de un solo golpe mi pene a tu cueva ardiente, no se si fue mucho o poco el tiempo que te la metía y sacaba pero me vine y solté un grito, tú seguías moviéndote cachondamente yo me sentí estallar y apretaba tus tetas…

Saque mi miembro y volviste a meterlo en tu boca, esta vez lo chupabas con mayor fuerza y de pronto tus dientes me causaban dolor, pero aun así yo gozaba.

Eyaculé de nuevo y no dejaste ni una gota de mi semen.

Me quedé tirado en la cama, me sentía cansado. Tú te fuiste al baño y te duchaste, me llamaste poco después y ambos tomamos un baño.

Faltaba media hora para que el autobús que me llevaría de regreso a mi casa saliera de Zamora Michoacán, llevaste a la terminal y con un beso en la frente sellaste ese recuerdo.

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